Ella está de pie de puntillas tratando de alcanzar un poco de musgo que cuelga de la rama de un gran roble, no era un musgo cualquiera, en sus gotas de rocío llevaba la esencia de ese gran árbol, antes se había arrodillado delante del mismo y le había pedido permiso para tomar un poco de su esencia por medio del musgo, para formar una cataplasma que llevaría a la cabaña de un agricultor pobre que padecía de úlceras y no tenía dinero para acudir a un sanador.

  • Tomad y haced un emplaste, os mejorará vuestras heridas.

  • No os podré pagar, señorita. Dijo el campesino al mismo tiempo que miraba nervioso en todas direcciones temiendo que alguien les viera.

  • No os preocupéis, no hace falta que me paguéis…, y ya me marcho si mi presencia tanto os incomoda.

  • Disculpadme, Marcia, pero hablan tantas cosas de vos en el pueblo…, yo no me las creo, pero vuestra madre acabó en prisión acusada de brujería y no quisiera tener problemas…

  • Lo entiendo, no es culpa vuestra. Usad la cataplasma por la noche y dejadla actuar, en dos semanas veréis mejoría…

  • Muchas gracias, Marcia…, muchas gracias.

Marcia era una joven de pelo dorado largo, ojos claros y gran belleza, pero su belleza real era interior, su corazón  no tenía espacio dentro de su pecho y además era dueña de  una gran inteligencia e intuición, que junto a su carácter independiente e inconformista le habían hecho una mujer muy diferente para su época. Se había ido a vivir sola a una cabaña en el bosque cuando su tío intentó casarla con un hombre viejo, unos años antes su madre fue detenida por la inquisición para ser juzgada por bruja y la encarcelaron en la prisión de Ávila, dónde murió tras dos meses de torturas y penurias.

Desde entonces la gente del pueblo evitaba a Marcia, de hecho la llamaban Marcia la Bruja, pero sabían que si tenían un problema ella siempre les ayudaría, al igual que hacía su difunta madre, pero el temor a ser acusado por la inquisición era muy grande.

Marcia era depositaria del saber de la medicina natural de su tiempo, de madres a hijas se lo habían ido transmitiendo y durante generaciones su estirpe de curanderas fueron la ayuda y el sustento de la salud de la comunidad, pero ahora los tiempos habían cambiado.

Marcia tenía el don de la intuición, y más allá de ese don,  a veces podía ver el futuro  pues sentía en su interior las palabras de  Madre Luna, por sus venas corría la sangre de las Tres Sorores que en un tiempo fueron las Fadas protectoras de la humanidad, y le confería una sensibilidad que le capacitaba para  comunicarse con los animales, y su gran sosiego y paz interior lo  transmitía a todo lo que le rodeaba, fuera persona, animal u objeto.

Y Marcia vivía apaciblemente en su cabaña del bosque, y su vida era sencilla, sin grandes complicaciones en el bosque oscuro de los grandes robles donde nadie se atrevía a entrar pues creían que estaba embrujado, pero sabía que algún día su vida cambiaría mas pronto que tarde…

Y así sucedió…,pues una noche le vio mientras dormía…,era  noche de luna llena, él estaba sentado al pie de una laguna en la montaña, llevaba ropa de pastor, sus tez era pálida a pesar de vivir al aire libre y su mirada triste y melancólica se reflejaba en el borde de la laguna mostrando sus facciones armoniosas, pelo largo y oscuro, ojos azules como el cielo y  tocaba una melodía triste y dulce con una flauta, el aire se llenaba de notas cálidas que envolvían a  Marcia…, esa música le rozaba con infinita ternura y delicadeza, y entonces supo que la melodía la tocaba  para ella, y sintió…, …sintió lo que tenía dormido dentro de su alma, él dejó de tocar y se apartó la flauta de sus labios, estaba mirando la laguna, y sabía que su mirada   la estaba buscando a ella, con una mezcla de ilusión y dolor…, pero no la encontraba ,y ella sentía lo mismo, sentía esperanza, sentía calor, sentía fuego, y  sentía dolor…, sentía que no podría seguir sin él, sin ese desconocido que acababa de ver por primera vez, pero le era tan familiar, como si le conociera desde siempre, y sintió, y sintió…,ese Amor que sólo pueden sentir algunas almas, las almas anexas, almas ligadas en el tiempo, que se buscan y se persiguen hasta volverse a encontrar en cada existencia…

En ese momento se despertó, se dio cuenta que no era un sueño, que le había estado viendo en ese mismo instante, pues la luna estaba en la misma zona del horizonte, el corazón le latía muy deprisa, se sentía extraña, ese joven había trastornado su serenidad, y sabía que él era la razón de su vida…

Además él también la había sentido, y en el reflejo del agua de la laguna vio escrito su nombre,…Pablo. No podía llamarse de otra manera, nada sería igual a partir de ahora, sabía que  moriría sin él…

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 Llevo ya muchos meses notando  la desgana de Pablo…, allí está hoy sentado con su flauta  tocando una melodía de soledad, está subido a una roca entre la fría nieve, una vez más, el frío le toca el alma y la soledad le abraza sutilmente,…la ha visto en sueños, y está desesperado, pues no sabe dónde  está…

  • Pablo, hoy estáis otra vez triste, emanáis melancolía en vuestro aliento de flauta…

  • Ah, Don Maese Viento, perdonad que no os haya escuchado antes…

  • Estáis ensimismados en vuestra tristeza y abandonáis vuestras obligaciones de pastor, Pablo.

  • Sí, es verdad, cada vez me siento peor, las nubes marchan sin mí y los arroyos cantan pero no entiendo su voz,…mi ánimo se ahoga en un lago oscuro sin fondo.

  • Es por ella, estoy en lo cierto, Pablo. A mí no me puedes engañar,…pues todo lo sé.

  • Así es, Don Maese. Siento que muero, no puedo seguir sin ella, se me escapa la vida minuto a minuto y no sé ni siquiera quien es ella, ni dónde está… Y sé que ella también siente lo mismo, también me presiente  y me busca pero no me encuentra,…espero que no muera antes que yo.

Lo que ellos dos no sabían que hay almas que se vuelven a encontrar en varias vidas, una y otra vez, pues su energía está ligada en sus diferentes existencias, y si no se encuentran languidecen de tristeza, Pablo y Marcia eran Almas Anexas, pero no son unas Almas  anexas cualquiera, sobre ellos  pesa la maldición de Olivier Balaitous…, el señor del mal.

 Si no se encuentran morirán de tristeza y soledad y si se encuentran su vida  estará marcada por la desdicha y el dolor, el mal les perseguirá cada día que estén juntos hasta acabar con ellos…, la maldición de Olivier  pesa generación tras generación  por  la traición de Marzal tras enamorarse de Alodia…, pero esa es otra historia.