– Maese Viento, otra vez estoy en Pirineos, aquí en la Vall de Boí, deseando escuchar tu voz, amigo mío…
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Pareces que por fin eres capaz de entenderme, hasta con esta gran algarabía montañera. Voces y más voces, los humanos no sabéis escuchar, siempre tenéis que hablar…
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Vale, Maese, siempre tan gruñón…, quiero pedirte un favor amigo mío, cuéntame la historia de Eulàlia, Joan y Climent que no me he enterado bien de la explicación de Sergi…
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Siempre tan preguntón…, está bien, te complaceré…, si sigues siendo capaz de escucharme…
LA LEYENDA DE LAS TRES TORRES.
Todos creéis que me conocéis, pero no lo sabéis…, no tenéis ni idea.
Creéis que Yo soy quien agita las hojas en otoño, el que levanta el polvo que te hace cerrar los ojos, el que aúlla en tu ventana…
No, soy mucho más, mucho más que el simple viento, debes saber que cada vez que susurras, yo estoy ahí, cada vez que gimes, que comes, que hablas, que respiras, que suspiras…, yo lo siento, yo lo sé.
Yo soy el que te seca las lágrimas cuando lloras, y el que te revuelve los cabellos cuando saltas…, sé todo de ti y de cada uno de vosotros.
Os contaré una historia que sucedió apenas un ayer para mí, en el Valle de Boí, mucho tiempo, para vuestras necias y cortas memorias.
Joan de Boí y Climent de Taüll, Climent y Joan, no había tal sin cual, eran dos niños inseparables, conocidos en todo el valle por sus travesuras, que les costaron múltiples suturas, Climent era el cerebro, el comedido, el pensador, Joan era la acción, la ejecución…., se querían como hermanos, mucho más que hermanos, y los años pasaron uno tras otro, viéndolos ya hombres.
Un buen día fueron a la fiesta de Erill La Vall, sabían que había vuelto Eulàlia, una niña de cortas paletas y lengua larga, y allí se encontraron de bruces con ella, sí, ella…
Cabello de azabache rizado,
sobre ojos de almíbar salado,
con una pizca de picardía.
Y con suave zalamería,
en sus labios acuna,
sonrisa claro de luna…
Está el lío montado,
pues ambos dejó enamorados.
No era mujer de hacerse rogar, a los dos trató por igual, y la competencia se hizo referencia, entre amigos…
Ambos perseguían el rato, de hacerse el grato, a los ojos de Eulàlia, más ventaja tenía Climent, pues en su casa de Taüll había torre, al igual que en la de Eulàlia y en trato nocturno, comenzaron con señas y señales el juego del amor,desde lo alto de sus farallones…
Joan sintióse desplazado y se volvió huraño y mohíno, dejó de hablar a su amigo y en frenesí comenzó a construir con sus propias manos su torre, pero como no era rico, no llegó a la altura de su contrincante. Resignado a no poder competir en esa ardid, asistió a la nueva nueva. Las familias de Climent y Eulàlia concertaban su unión, y Joan la rumiaba con desesperación…
Se acercaba el día del gran boato, ya sólo faltaba uno…, pero la historia cambiaría de dirección…
El Señor del valle convocaba a todos los hombres en edad de luchar, una incursión de los sarracenos amenazaba el valle.
Han salido todos los guerreros, ascendieron por la montaña y están vigilando la marcha del enemigo que vuelve con gran botín tras su reciente rapiña…
Acercaros conmigo, desde arriba se ve mejor…
Los sarracenos van en lenta columna con el resultado de su incursión, van desprevenidos, no esperan respuesta pronta del ejército cristiano, Climent va a buscar a su amigo y éste le mira y sonríe, la tensión se palpa en el aire, es la hora…,se dejan caer al fondo del valle con sus espadas desenfundadas, el choque es terrible, hacen grandes bajas entre los musulmanes, que se reagrupan y hacen frente a los cristianos ,el cuerpo a cuerpo se intensifica, Joan y Climent están codo con codo, juntos forman un equipo formidable, parece que Joan olvidó su rencor…
La victoria es próxima, empiezan a correr en desbandada, salen los cristianos detrás, pero Joan mete el pie en un hoyo y cae de espaldas, un arquero le apunta al pecho y dispara, su final es inminente, Joan cierra los ojos esperando el impacto mortal, pero…no llega. Abre los ojos, el pecho de Climent se cruzó en el camino de la flecha, se había lanzado a detenerla, y le alcanzó a él…, Climent está en el suelo, Joan lo abraza, la sangre de Climent sale a borbotones de su arteria, la cara de Joan roja de sangre y lágrimas;
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Climent, ¡Climent! ,no mueras amigo mío…no.
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Joan, Joan, escúchame…
Apenas un hilo de voz , de la boca que vomita sangre.
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Sí, te escucho Climent, te pondrás bien y volveremos a correr por el valle…
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Es Eulàlia, Eulàlia.
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Si amigo, volverás y te casarás con ella, a mí ya no me importa…
Climent aprieta con todas sus fuerzas las muñecas de Joan, le mira a los ojos mientras su cuerpo convulsiona…
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Está…,está embarazada…
Climent tras otra covulsión, afloja la fuerza de sus muñecas y sus ojos se quedan abiertos mirando las montañas,…sus montañas.
La noche es fría, y apenas un hilo de luna ilumina las blancas cruces del cementerio de Taüll, la oscuridad envuelve, abrazando formas y matando colores, junto a una tumba hay una figura, está rota de dolor, de rodillas se abraza a una cruz, es Eulàlia, acercaros conmigo,…en silencio.
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Climent, ¡Climent!. Por qué tú, mi amor, porqué me abandonaste…¡Esa flecha no era para ti!
Su rostro arrasado de lágrimas, su figura deshecha, tumbada sobre la sepultura de Climent. De repente un destello metálico corta la noche, iluminada por el hilo de luna, se ha sacado un puñal de su túnica, lo aprieta con fuerza, lo eleva,…y se hace un corte en la mano.
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Joan de Boí, te odio, y te odiaré siempre, maldito seas, ¡maldito!.
¡Juro!, por la santa cruz y por tu tumba, Climent, que si ese cerdo me toca, acabaré mi vida con este mismo puñal…¡Lo juro!.¡Lo juro!
Al poco tiempo de la muerte de Climent, Joan sabedor del secreto de Eulàlia, se había acercado y hablado con los padres de ella, y se ofreció a casarse con ella para salvar su honra, y ellos habían aceptado.
Eulàlia ha mandado llamar a Joan, le está esperando en la capilla familiar, está sentada en un banco, y le mira con desprecio.
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Quería verte, parece que has pedido mi mano porque estoy embarazada…, y que mis padres han aceptado.
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Así es, Eulàlia, dijo Joan bajando tristemente la mirada.
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Bien, pues si quieres mi mano, tendrás que jurar primero. Dijo Eulàlia sacando una biblia y poniéndosela en su regazo.
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Joan, pon tu mano derecha, en la biblia…
Joan dudó un instante…
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¡Ponla!.¡Júrame!, ¡júrame que jamás me tocarás…!
Joan abrió los ojos con sorpresa y tras el momento de duda, bajó los ojos, colocó la mano sobre la biblia…
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Lo juro, lo juro por la sagrada biblia y por mi alma inmortal…
Joan y Eulàlia contrajeron matrimonio en una ceremonia privada y sencilla en Erill La Vall, tras ella, Eulália apenas se dejaba ver en público, en espera del nacimiento del hijo de Climent, un hermoso niño que nació un frío día de invierno. Eulàlia quiso llamarle Climent, pero sus padres se opusieron por motivos obvios…, así que le llamaron Roc.
Joan trataba a Eulália con dulzura y amor, a pesar de que ella le hablaba con desprecio , no le miraba y ni le llamaba por su nombre. Y cada noche cuando caía el sol Joan se iba a su casa de Boí y se encerraba en su torre, donde se pasaba la noche mirando la torre de Eulàlia.
Pasaban los meses, y algún año también…,acercaros de nuevo.
Joan acaba de llegar, trae un ramo de Edelweiss en la mano, las cogió del Pic L`Aüt al amanecer, una vez más, y las deja en la mesa, donde se quedarán, no, hoy no, Eulàlia las ha tomado y se da la vuelta, para que Joan no le vea sonreir…,Roc ha venido corriendo, se cuelga del cuello de su padre, ríe sin parar…, ella le mira de reojo, ellos juegan montando gran escándalo, Eulàlia los contempla abiertamente, cuando Joan está de espaldas, con una gran sonrisa en su cara. Joan se ha dado la vuelta, Eulàlia mira por la ventana…,una araña cuelga lenta en su tela, en la que brilla una gota de rocío…, sentimiento atrapado al nacer.
Ahora es Joan quien mira a Eulàlia, el brillo de sus ojos es triste, ahora ella no le ve. Sus ojos miran más allá, está soñando, cada día…, con Eulália.
Y entonces Eulàlia del odio pasó al amor…, decís que sólo hay un paso…, y muy corto.
Joan y Eulàlia, Eulàlia y Joan, amor que brotó en pasión y sus miradas se cruzaban, se tocaban y acariciaban sin ni siquiera abrir labios. Ambos pasaban la noche, cada uno en su torre mirando y suspirando por su amor prohibido…
Como el romance de la Luna y el Lago, condenados a estar juntos, unidos en apariencia, en un reflejo, en una ilusión, pero sin embargo separados por una distancia enorme, sin poder tocarse, sin poder rozarse, sin poder susurrarse,…sin poder amarse.
El juramento era una fría losa que oprimía sus corazones, cadenas que aprisionaban su futuro a un pasado de dolor y tristeza…
Una tarde de verano Eulália fue a la montaña con Roc, y se acercó a la orilla de uno de los lagos retorcidos o AigüesTortes como les decís ahora, estaba ella sentada rumiando su tristeza, cuando el ocaso empezó a cambiar los tonos de la tarde.
La penumbra iba avanzando, y las sombras se mezclaban con las luces, en etérea confusión, de repente Eulàlia creyó ver una figura entre las sombras de la arboleda, la figura iba muy deprisa, demasiado deprisa, y se detuvo a escasos cincuenta metros de ella, un escalofrío recorrió la espalda de Eulàlia…,era Climent, sí , Climent, se levantó asustada y al mirar ya no estaba, había sido una ilusión…
Se volvió a sentar junto a la orilla del lago, el corazón le iba a mil. Lentamente, muy lentamente, apareció escrito, palabra a palabra, sobre el lago…
Joan (Joan)
ès ( es )
el meu ( mi)
germá ( hermano)
Ho ( Lo)
tornaria ( volvería)
fer ( hacer)
Mil ( Mil)
vegades ( veces)
Se borró de la superficie el mensaje, y luego apareció lentamente letra a letra…
VIU (VIVE)
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Y eso es todo, Maese Viento, ¿así acaba tu historia…?
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Así es humano, así acaba, mi historia.
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Pues me has dejado con cara de tonto…,¡ vaya final!¿ Seguro que no eras tú el que escribía sobre el lago?
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Eso no importa, humano.
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Pero, Eulàlia qué hizo, ¿rompió su juramento?
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Humano,¿ Y tú qué harías…?