Cruzando los dominios de Maese Viento, en la Patagonia. 6. En el glaciar del Ojo del Albino, en Ushuaia, la tierra del fin del mundo de los Yámanas.

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«Y el agua en espejo se mantenía quieta con el leve movimiento del temblor de la luz del sol, apenas un ápice de mi brisa hacía unas pequeñas ondas en su superficie, cambiando los  destellos en el  agua continuamente sin llegar a romperla,  espera, hay alguien en su canoa que se acerca por el canal, acercaros conmigo, pues soy el Viento y todo lo veo;

Ella está sentada en la parte trasera de su canoa, y con su remo va pausadamente deslizándose quebrando  levemente la serenidad del agua, ella se llama Akainik(arco Iris), hija de Hàni( Viento del Norte) y nieta de Kipa(Mujer), ella es una Yámana, la tribu que vive en las costas de Tierra de Fuego, así llamada por Magallanes a ver los fuegos en las canoas y en las chozas que son la seña de esta tribu, el fuego que nunca se extingue es transportado en las canoas y les da el calor necesario en estas tierras frías.

 Ella lleva una piel de nutria  teniendo untado de sebo su cuerpo casi desnudo, su pelo negro, lacio y corto sin peinar, en su rostro de ojos levemente rasgados y tez morena.

Ella rema pausadamente, introduce en el agua el remo a derecha e izquierda recreándose en el movimiento, su mente no está con ella ahora mismo…

Y toda la comunidad estaba sentada alrededor del Yekamush(Chamán) y de los cuatro jefes de familia, todos sabían de la gravedad de la situación, se acomodaron alrededor de ellos, y cuando el Yekamush y el jefe  de familia, Uyana, que era el que siempre tenía la voz de las familias se quedaron frente a frente se produjo un “mamihlapinatapai”( en Yámana significa la mirada de dos personas que tienen que empezar una acción y ninguno de los dos se atreve), pero por fin habló el  Yekamush;

  • Nuestra tribu siempre ha vivido del mar, de la pesca de la caza de focas y ballenas, nuestros padres lo hacían, nuestros abuelos lo hacían, somos un pueblo nómada del mar.

  • ¡Pero ahora nuestros hijos tienen el vientre hinchado por la falta de alimento!, contestó Uyana mirando al suelo. El hombre blanco está matando nuestro alimento con sus armas de fuego. Continuó Uyana elevando la voz- ¡ya sabes, Yekamush que soy partidario de hacer la guerra al hombre blanco y recuperar lo que es nuestro!

  • Por eso estamos aquí. Uyana, el hombre del arco, eres el más certero en el tiro, el mejor de todos los hombres, pero no es el camino la lucha contra el hombre blanco, en mis sueños lo he visto.

Uyana se revolvía en el suelo con los brazos apoyados sobre los muslos en sus piernas en cruz, su mentón se apretaba de la tensión, pero por fin habló.

  • Yekamush, hombre de la luz y de la oscuridad, portavoz de los espíritus de nuestros ancestros, cuéntanos qué has visto.

  • He visto mucha sangre, los rifles de los hombres blancos vomitarán fuego y acabarán con nuestros hijos, después de que lo hayan hecho con nosotros.

  • ¡Pues que lo hagan!, es preferible que verlos morir de hambre día a día, ¡mayor sufrimiento no puede haber!

  • Pero hay otra solución- intervino de repente Aimá(el hombre bueno), que estaba sentado a la derecha del Yekamush, en Ushuaia(bahía que mira a poniente en Yámana)hay un grupo  de hombres blancos  que nos acogerán, ellos nos darán de comer.

  • Pero perderemos nuestra forma de vida, somos nómadas, nunca estamos más de unos días en un lugar, nuestras canoas son nuestra vida entera, ¡cómo nos vamos a quedar quietos en ese lugar de blancos! Inquirió Uyana elevando la voz.

  • Por eso os he convocado hoy a todos- tomó la palabra de nuevo el Yekamush frunciendo el ceño-, todos sabéis que en este año ya han matado a cinco de los nuestros cuando nos hemos acercado a nuestras zonas de caza, y además las presas escasean y son cada vez más astutas para poder cazarlas con nuestros arpones, arcos y flechas. Ayer vino un hombre blanco, que se hizo llamar “Tumas” ,como ha dicho antes Aimá, este hombre se ha comprometido a acogernos en su un lugar llamado misión en Ushuaia.»

Ha amanecido un día más, aquí en Tierra del Fuego estoy en Ushuaia, en la bahía que mira al oeste, cómo decían los Yámanas, la ciudad más al sur de todo el planeta, y según algunas publicaciones la octava más ventosa del mundo.

Maese Viento apenas sopló ayer durante el crucero, lo que es de agradecer, pero me ha contado la historia de los Yámanas o Yaganas , que vivían en estas costas, un pueblo nómada que vivían casi todo el tiempo en sus canoas buscando caza y pescado, cazaban lobos marinos, nutrias  y hasta ballenas.
Los SelKnam u Onas que vivían en la zona norte de la isla de la Tierra del Fuego y eran cazadores -recolectores nómadas, que se alimentaban de guanacos principalmente, pero también cazaban aves no rapaces y bayas y setas.
Y en el extremo oriental de la Tierra del Fuego estaban los Haush o Manekenk, que eran una mezcla en sus costumbres de los dos anteriores, tanto comían guanacos como pingüinos y ballenas y utilizaban como complemento un hongo llamado “pan de indio” que aparecía en los guindos.
Y al norte del estrecho de Magallanes estaban los Kawesqar o Alacalufes, sobre todo por su parte chilena pero fuera de Tierra del Fuego.
Y en la parte argentina estaban los Tehuelches del Sur o Aonikents que eran los gigantes patagónicos y Patagones que describió Antonio Pigafetta, el cronista a bordo del barco de Fernando de Magallanes , le llamó Patagón debido a una novela de caballería de 1512 de caballería titulada Primaleón que había leído , donde aparecía un gigante llamado Patagón similar  al Tehuelche  con el que tomó  el primer contacto, y desde entonces se le llama a todo Patagonia, la tierra de los gigantes patagones.

Y hoy no hemos tenido apenas que madrugar, a las ocho y media de la mañana viene a nuestro hotel Mónaco una furgoneta a recogernos, ha venido Marcos el conductor de ayer que nos hizo un par de adelantamientos a los “marroquí”, me acordé de cuando fui al Toubkal de Marruecos, pasé más miedo en el trayecto de Marrakech  a Imlil con el taxi que en toda la travesía nevada con mal tiempo…
La coordinadora del viaje nos cuenta que hoy iremos a un glaciar llamado Ojo del Albino, una de las maravillas de la zona, y nos montamos destino a un bosque al este de Ushuaia.
Hemos llegado en poco tiempo, hoy no hubo grandes viajes como en días anteriores, nos está esperando Emiliano que es el guía que ha contratado  la coordinadora, y se ha traído a otros dos guías, Micaela y Marcelo al ser nuestro grupo de 15 personas.
Nos reparten bastones, lo que agradezco enormemente, estoy más emparentado con los guanacos que con las personas, y comenzamos la ruta por una pista en un día gris, metiéndonos en las profundidades del bosque.

La pista da paso a un sendero que se adentra cada vez más en la espesura, el silencio calmoso del bosque se rompe por nuestra algarabía de voces humanas, me voy quedando atrás, buscando entre las ramas la tenue voz de Maese Viento, Micaela me cuenta las diferencias entre las Lengas y las Ñires, en su hoja dentada que tras unas cuantas observaciones detalladas terminamos por distinguir.
Nos encontramos una zona de bosque seco y Emiliano nos cuenta que introdujeron los castores por su valor comercial y a día de hoy no saben cómo controlar los castores en una tierra sin depredadores.  Los que los habrían cazado con destreza, fueron destruidos…
Me voy quedando atrás en el paso buscando de nuevo el silencio, entre la turba que tapiza el suelo del bosque tras cientos de años depositando materia vegetal en la humedad siempre imperante. Nos cuentan que se utilizó la turba para la explotación del bosque como suelo vegetal en cultivos, pero hoy día está muy controlado por temas medio ambientales.

Me hundo en la turba, pasamos unas pasarelas sobre la turba que parecen arenas movedizas de las películas de Tarzán antiguas.
Nos salimos del bosque y ascendemos por el valle junto al pequeño río que nace en el lago Esmeralda.

 

Seguimos y en poco nos subimos a un pequeño resalte donde podemos ver la laguna Esmeralda que   ocupa la mitad del valle glaciar que nos llevará hasta su glaciar, el ojo del Albino, el grupo se ha sentado a tomar un tentempié mientras yo admiro las vistas con la voz de Maese contándome nuevas historias, aquí aunque tampoco hay silencio, la menor presencia de humanos turistas hacen que se pueda disfrutar mejor…

 

Bordeamos la laguna Esmeralda por la derecha y salimos a una zona de bosque seco por la acción de los castores.

Y tras pasar el cementerio de árboles salimos a un espeso bosque de Lengas,  los árboles se retuercen en el suelo lleno de barro del sendero mientras la tierra se pega en mis pies, el cielo profundo de grises entre sale de las copas de los árboles, la hierba verde resplandece a los bordes del camino, mientras nuestros pasos van acortando la distancia hasta el glaciar, se acaba el bosque salimos a la zona de las morrenas, el sendero se estrecha y gira a la izquierda, cada vez nos queda menos para poder echarle el ojo a el Ojo del Albino, David, el Toledano vive en Chicago está renqueante de la rodilla, me quedo rezagado con él y con los guías Micaela y Marcelo, no es nada grave pero hay que ir un poco más lento, enfilamos la subida por la pared del borde del glaciar, es sencilla pero hay que hacerla despacio si no tienes experiencia en terrazas de glaciares, apoyo un par de veces las manos y aquí está…

Un gran lago redondo a modo de ojo de te mira a nuestros pies y el glaciar se pierde entre las nubes…
El sitio es el más hermoso que he sentido en toda la Patagonia, aquí se puede escuchar el silencio(a ratos) al no estar masificado de turistas.
Nos hemos subido en un promontorio del que se divisa casi en su totalidad el glaciar  y desde aquí detrás se ve la laguna Esmeralda y al fondo las montañas que están junto a la costa que se divisan desde Ushuaia.

 El grupo ha parado a comer, yo me separo, me prefiero alimentar del sonido de Maese Viento, hace algo de frío, pero es agradable, el viento mueve las nubes renqueantes sobre el nacimiento del glaciar que se oculta tímido entre edredones de nubes…

 

 

 

 

Y aprovechamos esos instantes tras el tentempié   para hacernos fotos y fotos del lugar, la voz del glaciar se mezcla con las nubes celestiales que a mirarse mutuamente pensando si tocarse…

Se ha pasado el tiempo muy deprisa, Emiliano dice que vamos a bajar hasta el lago, donde se encuentra el hielo y el agua en frío abrazo.

 

 

Tenemos que pisar un poco de hielo pero al final estamos sobre el glaciar al borde del lago, trato de escuchar el arroyo que baja por debajo del glaciar entre los susurros entrecortados de Maese y las voces que no cesan de mis acompañantes…
Y el hielo  color azul hielo se mira en la laguna salpicada de pequeños témpanos destrozados al separase de su madre, flotando sobre las aguas turquesas de cielos tapados, mi memoria se perderá entre sus colores, mis ojos se resbalan absortos del pasado que muere ante mis ojos, y la amnesia del tiempo olvidará cada momento, cada segundo, cada instante vivido, y de este momento no quedará nada, salvo el azul turquesa clavado en mis ojos, por  un solo segundo, que se murió sin dolor…

Dulce memoria…, donde se perdieron los besos.

 

 

 

 

Micaela nos dice que hay que irse, me da pereza, necesitaría al menos diez minutos en silencio para poder hablar con Maese Viento, seguro que me contaría algo interesante…
Nos vamos bajando por donde subimos, mis ojos se quedaron inundados del azul del Ojo del Albino, no dejo de ver sus paredes de hielo, muriéndose en el agua, en el ciclo de morir para dar vida, esa agua formará parte de seres vivos que están aún por nacer, todo empieza y todo acaba, en un ciclo sin fin.
Bajamos por la pared y paramos un segundo a tomar agua de una chorrera del glaciar, vamos despacio en el grupo no hay costumbre de andar por rocas, pero lo hacen bien sin problemas.
 Ya estamos de nuevo en el bosque que tiene grandes zonas muertas por la acción de los invasores inocentes, los castores. Aquí en Tierra de fuego se te acercan las aves sin ningún tipo de miedo, seguro que han olvidados a los Selknam que los cazaron en su tiempo, su desaparición fue su progresión, todo pasa para algo.

En el bosque encuentro las avanzadillas del otoño en las hojas de algunas lengas y en un tronco encuentro un hongo que podría ser el pan de los indios.

El día se va abriendo y se van viendo las cumbres con su nieve, nos vamos aproximando de nuevo a la laguna Esmeralda, hay otros grupos de turistas que pasan junto a nosotros.

 

La luz del día es impresionante para las fotos, el cielo se va abriendo.
Pasamos por la derecha la laguna y apenas nos detenemos, seguimos a la inversa el camino ya hecho anteriormente.
Pasamos de nuevo la zona de muerte de los castores y pisamos la humedad de la turba, ya no nos lloverá, un día más.

Llegamos a la salida y allí me despido de los guías, Micaela, Marcelo y el jefe Emiliano. Ha sido un placer coincidir con ellos.

Nos volvemos de nuevo al hotel donde una gaviota viene a visitarme, luego llegarán más, aquí no hay miedo al hombre, y eso, me gusta.

 

Mañana por la mañana iremos a un paseo a caballo por los alrededores de Ushuaia, un lujo que pocas veces se puede disfrutar, una cabalgada en el fin del mundo, en nuestro último día en la Patagonia.

 

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«Akainik sigue remando en el agua, y en cada movimiento sigue evocando los recuerdos de su familia y su pequeña tribu compuesta por cuatro familias, tras la votación decidieron ir a la misión  anglicana de Thomas Bridges en Ushuaia, dejaron sus canoas escondidas entre las ramas del bosque y se presentaron en Ushuaia, allí un señor blanco les acogió y les ofreció unas chozas muy grandes llamadas cabañas y les quiso vestir con  unas ropas muy extrañas, pero casi todos rehusaron y prefirieron sus pieles.

Al principio parecía que todo iba bien, salvo que había demasiadas personas y Akainik echaba de menos el silencio del bosque entre tantas voces.

Y ella  recordaba como su hijo  comenzó con unas fiebres muy altas y luego le salieron  unas manchas rojas que se le extendieron por todo el cuerpo, luego le ocurrió lo mismo a su esposo y  a su hija, los tres murieron, ella se quedó sola. Muchas otras familias también le sucedió  la enfermedad, y ella decidió irse de la misión, el Yekamush también estaba gravemente enfermo del mismo mal y los hombres blancos le llamaron sarampión.

Se había acercado  durante la noche hasta donde estaban las canoas escondidas, a pesar del tiempo se conservaban bastante bien y eligió  la más pequeña  que reparó con la habilidad de quien lo ha hecho muchas veces, tomó un remo y decidió ir al este, había escuchado que allí todavía quedaban familias de Yámanas, serían hospitalarios con ella, los Yámanas siempre lo son con los suyos, vengan de donde vengan, como lo fueron con los hombres blancos hasta que ellos empezaron a matarles.

Y ella va remando suavemente en completo silencio, mirando hacia el interior, sus heridas no visibles continuaban sangrando, pero era menester continuar viviendo para mantener el modo de vida de los Yámana o Yaganes como también se referían a ellos, ella era muy joven y podría procrear más hijos, era su cometido la supervivencia de su sangre, de su linaje, mantenido durante miles de años en estos territorios.

De repente, mira a ambos lados del río por el que asciende, se pone tensa, empieza a remar casi en el completo silencio, sin que el agua alcance el más mínimo ruido, algo que sólo pueden realizar los Yámanas, se han pasado este saber de padres a hijos. El silencio es espeso, demasiado profundo, Akainik se queda en las sombras completamente inmóvil, es casi invisible en el contraste  de luz y sombra del bosque.

Cuando de repente suena una fuerte detonación, por un momento ella no sabe lo que podría ser, sólo por un mínimo instante,  en el siguiente instante sus ojos se ponen en blanco, del pecho le mana abundante sangre y sin apenas ruido cae hacia atrás sobre la canoa. El disparo fue certero.

De entre la fronda salen dos hombres blancos ambos con rifles, riendo  entre bromas de la espesura del bosque, el más alto, pelirrojo  con barba y de tez muy blanca se acerca hasta la canoa que se encontraba encallada en la orilla, salta sobre ella y tras comprobar el disparo en el cuerpo de Akainik, se saca un machete y le corta la oreja derecha al cadáver, y se alejan de la canoa sin mirar atrás mientras hablan en inglés.

  • Le he dado en todo el corazón, ni se ha enterado del disparo, a ver si mejoras eso, Johnny. Te queda mucho que aprender si quieres llegar a ser cómo yo.

  • Claro, Alex. A ti no hay quien te supere, cuántos llevas este año, y todavía queda un mes para terminar.

  • Déjame pensar. Pues son 437 orejas en lo que va de año -Respondió el pelirrojo mientras limpiaba el cuchillo en la piel de nutria  que le había arrancado a Akainik. -Así que no está nada mal, a libra esterlina por oreja que nos paga el potentado inglés, un buen negocio este año con estos salvajes-

  • Y qué hacía una “comepeces” yagana en territorio de los Onas, el potentado paga para que nos carguemos a los “comeovejas” de los Onas ( Selknam).

  • Y eso qué más da, estás imbécil, como va a ser que Lord Herbert sepa si la oreja es de una Yagana o una Ona, son todos iguales, tú no los diferenciarías ni con las orejas pegadas al cuerpo. Contestó el pelirrojo mientras se acercaba la oreja cortada  a su cabeza mirando socarronamente a su interlocutor haciendo gestos y riéndose.

  • Pues Alex, serás  rico y famoso, no dejarás oreja en cabeza de salvaje, jajaja, Lord Alexander Maclenan, le vas a quitar el título al potentado, con tantas libras te harás rico.- Comentaba entre risas el más bajo mientras le acercaba la petaca de whisky.

  • Jajaja, Ni que lo digas, Lord Alexander, suena muy bien, oye, será Whisky escocés no me vayas a meter bazofia irlandesa, de los irlandeses y los ingleses solo quiero sus libras.  Pero fuera de bromas, esto cada vez se va a poner  más difícil.  Contestó el pelirrojo mientras se limpiaba la boca del whisky con la manga.

  • ¿A qué te refieres? Si nos va muy bien.

  • A los buscadores de oro, están llegando por cientos y no van a dejan un salvaje con vida, cuentan que los emborrachan y luego se tiran a las mujeres y matan a los hombres.

  • ¡De verdad, Alex! Es posible que alguien pueda desperdiciar whisky con estos salvajes, ¡me parece inaudito!, ¡Hasta donde va a llevar la civilización!, no me lo puedo creer…

Y los dos hombres se alejan  entre risas en medio del bosque de lengas resguardados en las sombras, mientras la humedad del bosque vuela por el aire hasta depositarse sobre el cuerpo desnudo de Akainik, poco a poco, gota a gota, sigilosamente en silencio,  haciendo un pequeño sudario transparente de agua  que resbala desde el cielo, fijándose en el cuerpo inmóvil de Akainik, en el silencio inquietante del bosque roto, roto en el silencio, hasta que la canoa se desengancha de la vegetación con un gran chasquido que rompe el silencio  y es atrapada por la leve corriente del río, el cuerpo de Akainik volverá al mar, al mar salado que le vio crecer y ahora le acogerá en su seno…, pero nadie llorará por ella.»

 

 

 

 

 

  • Maese Viento , mañana me iré  de la Patagonia un poco triste con las historias que me contaste.
  • Necio humano, ¿qué te puede entristecer de lo que te conté? Sólo eran historias que acontecieron.
  • ¡Ay, Maese!. Rober Fitz Roy, Perito Moreno, los Tehuelches, los Yámanas, todos acabaron mal.
  • Mal, por qué. Humano.
  • Con finales tristes, o simplemente asesinados.
  • ¿Y eso es malo para ti, humano?
  • Pues sí, objetivamente lo es. Maese
  • ¿Objetivamente?, acaso existe la objetividad en la raza humana.
  • Yo creo que sí, que puedo decir lo que está bien y mal.
  •  El bien y el mal, es un concepto humano, que además va cambiando a lo largo del tiempo y de las diversas civilizaciones, en Madre Tierra no existe ese concepto, a ella le da igual que mueras asesinado o descuartizado que plácidamente en tu cama, al final tu energía prestada volverá a ella y todo el sufrimiento o gozo se perderá en el tiempo, que lo borrará todo.
  • Entonces esto significa que da igual que sufra o sea feliz en este mundo, Maese Viento
  • Eso significa, humano, que este momento desaparecerá,  y que seas feliz o infeliz  es a ti a quien le tiene que importar…

Miércoles, 19 de febrero de 2025.

Y es nuestro último día en la Patagonia, una suave pátina de melancolía se adueña de mis sueños por la mañana, he vuelto a amanecer en el hotel Mónaco de Ushuaia , la ciudad más al sur del planeta, lo que llaman la capital del fin del mundo…
Ushuaia, la bahía que mira al poniente, fue fundada en 1884 cuando se hizo una colonia misionera anglicana, además se utilizó de base naval militar y de presidio, todo esto de Argentina, aunque hay una mezcla arquitectónica con cabañas tipo alpinas, y edificios de diferente origen, sus calles paralelas al  puerto tienen un aire del estilo a colonia inglesa, sus primeros pobladores  a principios de siglo XX, eran de las islas británicas, que colonizaron toda la Patagonia y acabaron con el modo de vida de los indígenas.

Esta mañana no hay prisa, el desayuno en el hotel es pésimo, todo azúcar y pan, es muy complicado sobrevivir en argentina si eres celíaco o simplemente llevas una dieta sana.
La actividad que nos propuso Leticia, la coordinadora del viaje, fue un paseo de equitación en la proximidades de Ushuaia, pero de los quince del grupo nos apuntamos sólo cinco, así que a las 9.30 salimos para el centro de equitación del fin del mundo al oeste de la ciudad.
Antes de las diez de la mañana nos quedamos en el centro de equitación Marta, Carlos, Quim, David y yo, rápidamente nos cambiamos y nos pusimos los cascos para realizar la actividad. Durante el camino soplaba Maese Viento con muchísima fuerza, nos preocupa que nos pueda tirar del caballo, pues daban rachas de hasta 110 km por hora.

 

Jamás he montado a caballo, y eso que durante doce años viví en un pueblo de Extremadura cuya principal fiesta se hacía montando a caballo, pero era una fiesta altamente alcohólica y nunca fue de mi agrado. No me asusta montar a caballo rodeado   de personas que no beben alcohol, así que muy feliz me encaramé a mi caballo llamado Rosillo que era el más grande de los cinco que nos dispusieron para la actividad. Delante de nosotros iría una guía y detrás otra, todos a caballo.

 

Tras empezar por una pista de tierra entre el bosque, primero con cierta incertidumbre como jinete…

 

Cambiamos de zona cruzando un río como en las películas del oeste…

 

Nos metieron por senderos estrechos que apenas cabían los pies del caballo, por laderas con gran pendiente, para luego meternos por un bosque tupido lleno de ramas, no es un paseo convencional…

Y tras subir y bajar rampas y cruzar pistas salimos al mar…

 

Allí paramos un momento y sin bajarnos de los caballos nos hacen la foto para la posteridad.
Hemos hecho una ruta circular de dos horas, ya me duelen las piernas y la zona donde la espalda pierde su nombre, llegamos al centro hípico de nuevo. Por donde nos han llevado no había apenas viento, saben los del centro de equitación por dónde llevarte cuando hay viento lo que es muy normal.

Nos esperamos que llegue el resto del grupo a recogernos en el minibús, mientras nos cuentan que son una empresa familiar y que hacen expediciones por la Tierra de Fuego de varios días a caballo, y que cuando llega el invierno cierran el negocio por la nieve, se les ve gente muy sana los del centro hípico.
Han llegado los demás y nos cuenta Leticia que iremos directamente a hacer una ruta por el parque nacional de Tierra del Fuego, el día está muy complicado por el viento.

Nos cuesta 30 euros entrar y el sendero costero que pensábamos hacer está cerrado puesto que hay riesgo de rotura de ramas por el viento.  Leticia nos  da otras opciones pero decidimos emplear la tarde en el parque en vez de ir a otro lugar.
El parque Nacional Tierra del fuego es el parque más austral  del planeta, en estos parajes prístinos convergen el mar, el bosque y  la montaña. La erosión de los glaciares ya desaparecidos dejan lagos, ríos, canales y playas en un conjunto de ecosistemas adaptados a las diferentes ambientes de agua dulce, agua salada y nieve  en las montañas, montañas que si se quedaron sobre el glaciar son verticales y con puntas agudas y las que cubrió el glaciar se quedaron redondeadas.

Resguardándonos del viento fuimos caminando por turberas, bosques, canales, y aves que no se despegan de nosotros.

Todos estos parajes fueron poblados en su momento por los Yámanas que vivían  prácticamente en sus canoas y llevaban dentro de la canoa el fuego que les iba a calentar, estas fogatas de los Yámanas fueron los que le dieron el nombre a la Tierra del Fuego.

Y  visitamos parajes desolados por los castores,  que hicieron lagos del bosque.

Al final llegamos hasta el centro de visitantes Alakush donde la mayoría del grupo se fue a tomar un tentempié pero yo preferí ir a ver los carteles explicativos del parque.

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Y llegó el minibús a recogernos para llevarnos de vuelta a Ushuaia, y desde allí nos iremos al aeropuerto donde nos dejará para volver a Buenos Aires, esta noche volveremos al hotel del que partimos hace diez días, el aeropuerto de Ushuaia se ubica cerca de donde se instaló la primera colonia de misioneros anglicanos, es pequeño pero necesario para poder entrar y salir en la isla poblada más al sur del planeta.

Es el principio del fin, volveremos  a Buenos Aires y dejaremos atrás todas estas vivencias en el paraíso más  al sur de América. Como un sueño que nunca sucedió, como un producto de tu imaginación, desfilan delante de mis ojos montañas, lagos, paredes, ríos, glaciares, desiertos, guanacos, lengas,  y tantas cosas  y tantas personas que me hicieron  sentir cada segundo, como un momento único en mi vida, irrepetible, durante estos días con un grupo de 15 personas que no nos conocíamos pero en todo momento nos comportamos como si fuéramos amigos de  toda la vida.
Gracias a todos ellos y a los guías, conductores y cada persona que me enseñó y compartió un momento de su vida al cruzarse en mi camino. Y también mi recuerdo a la ausencia de aquellas personas que poblaban  en tribus, Tehuelches o Aónikenk, Selknam y  a los Yámanas que en su ausencia dejaron sus canoas a la deriva, no sólo dejaron sus canoas, dejaron sus vidas a la deriva,  y al igual que nosotros pasamos efímeramente, casi  de puntillas por nuestras vidas,  sin ni siquiera  parar un segundo  pues  sientes por dentro que todo se va… Y que nunca volverá.
«Es el principio y el fin,
así me siento yo, hoy.
Abre las puertas de la percepción,
usa el poder de tu imaginación,
aunque no puedas mirar hacia el sol,
sabes que sigue brillando.
Piensa en las cosas que te hacen sentir,
cada segundo vivir y escapar,
este momento y la gente pasar,
sientes por dentro que todos se van.»

 

“…Desde el principio, al fin,
sólo quisimos vivir.
Por qué es tan difícil, creer
que no habrá un mañana jamás.
Piensa en las cosas que te hacen sentir,
cada segundo vivir y escapar,
este momento y la gente pasar,
sientes por dentro que todos se van.
sientes tu alma queriendo escapar…”
 Por Moby y Amaral año 2006.

 

 

 

 

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