La subida por el glaciar al Vignemale. La quinta joya del Pirineo…

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Y de nuevo sucedió el milagro…

 Y las previsiones para subir al Vignemale eran nefastas, daban una borrasca que barrería la montaña el miércoles, dejando el martes como día posible para subir al Vignemale, lo que nos venía al revés pues salíamos el mismo ese mismo martes desde Tramacastilla de Tena y no podríamos hacerlo, pero de repente cambiaron las previsiones y dieron la borrasca el martes y para el miércoles tormentas por la tarde, dándonos la posibilidad la mañana del miércoles de realizar nuestra ansiada cima…,  Maese Viento se ha vuelto a portar bien, aunque luego diga que no lo hace para mí…

Y el Vignemale era la última gran joya que me faltaba del Pirineo, el Aneto ya lo había subido tres veces, Monte Perdido, Posets, Balaitous una vez y la quinta joya se estaba resistiendo, su ascensión más sencilla era por el lado francés y significaba tres horas extra de coche desde el Portalet…

Tras nuestra aventura emocionante y con final feliz en el Balaitous, estábamos en Tramacastilla de Tena, teníamos que ir hasta Gavarnie, pero antes pasaríamos por Sallent de Gállego a dejar un coche pues los ocho podíamos ir en dos…

Lo dejamos cerca del hotel Balaitous, donde dormiríamos al día siguiente  de culminar nuestra cumbre, allí Lute dejó su vehículo y  se subió a la furgoneta  de Eloísa en la que íbamos también Marga y yo…

Toño, Eugenio y Jesús iban con Caroline en su vehículo, el día se relamía de gris, gris plomo, que abrazaba las montañas desparramando la niebla sigilosa entre sus cumbres, estaba entrando un pequeño frente por Castilla y sus anchuras que iba a subir hasta nosotros por el sur, confiaba en que la lluvia vendría mientras transitábamos en coche dejándonos la tarde libre de ella para subir hasta el refugio de Bayssellance donde pasaríamos la noche antes de asaltar nuestro ansiado pico.

Eloísa nos llevó por las carreteras francesas de Lourdes hasta Gavarnie, allí pensábamos parar a ver el gran circo que es una de las grandes maravillas del Pirineo, pero íbamos muy tarde, y había que llegar al refugio antes de las seis para que te den la cena a las siete. Pasamos sin parar viendo por breves segundos  enlazado de nubes la gran pared de Gavarnie y tras alguna duda y rodeo nos metimos en la carretera estrecha que te lleva por el Barranco de Ossoue hasta la presa donde dejaríamos el coche.

Tras varios Kms de asfalto y otros más sin asfaltar con algún socavón que hubo que pasar con cuidado llegamos al parquin, allí estuvimos esperando al otro vehículo más de 20 minutos, ellos se habían perdido aún más que nosotros y eso que iban delante nuestra, y  ese tiempo estuvimos sin tener cobertura  con la incertidumbre de la lluvia que no terminaba de caer y que venía de camino…

El barranco de Ossoue es un gran valle glaciar lleno de verde y suaves formas culminado en su parte superior por el glaciar del Vignemale, sin duda el valle glaciar más auténtico del Pirineo y eso que estuve hace un mes en el del Aneto que es más grande pero no tal alpino…

Pasamos la presa y luego un prado verde y llano para llegar hasta donde empieza a ascender la vereda apegada al valle, la vereda es  ancha y fácil de hacer, un paseo senderista salvo dos tramos que hay que superar zonas de roca que si están mojadas te pueden dar un susto.

Nos hemos puesto desde el principio la ropa de agua, aunque parece que no quiere romper del todo a hacerlo, el agua una vez más truena por todas partes en su caída desde las cumbres, los arroyos se precipitan al fondo del barranco buscando  su salida hacia la llanura, vamos sin prisa pero sin pausa, parece que la gran montaña está parando en su cara sur la borrasca y no nos mojamos de más por ello.

Nos impresiona la escorrentía de agua que baja del glaciar, mañana será el día que lo pisemos, esperemos.

 

 

Tres horas por la serpenteante pista entre delirios  de Maese Viento recordándonos que él es quien manda en la montaña y en las nubes, nos llevaron hasta el refugio de Bayssellance.

Nos cruzamos con algunas de las muchas cuevas que excavó el conde Henry Russell a finales del siglo XIX que se hizo con la montaña en propiedad, llegando a ascender 33 veces a la cumbre más alta del Vignemale, la última ya con 70 años en el siglo XX, además de excavar  las citadas  cuevas  en el año 1884 ordenó levantar  una torre en la cima para que llegara a alcanzar la cota de 2300 metros, pero dos semanas después una tormenta la derribó así que desde entonces tomó nota de la lección de Madre Tierra y decidió  que las construcciones humanas no profanaran las cumbres ni los entornos de la montaña.

Por ese motivo excavó numerosas grutas para alojarle a él y a sus amigos y parientes de la nobleza en una forma atípica de lujo y montaña, que causó furor en aquella época.

El refugio de Bayssellance se encuentra a 2651 metros siendo el más alto del Pirineo, y se llama así por el alcalde de Burdeos Adrien Bayssellance que lo inauguró en el año 1899  bajo el auspicio del Conde Russell, aunque al principio puso algún reparo al ser una construcción humana.

 Eran casi las cinco de la tarde, llegamos al refugio  y nos sorprendió por lo abarrotado que estaba a pesar de estar en plena epidemia de Covid, nadie salvo las chicas que guardaban llevaban mascarillas y las ventanas estaban cerradas rezumando humedad por todas partes, …humedad humana.

Nos quitamos las botas y dejamos las mochilas en la zona sucia de la entrada mientras nos registraba Marga, que una vez más reservó nuestras plazas…

Pasamos adentro y saqué un trozo de queso que había traído para la ocasión, dimos cuenta de él a pesar de que la cena era a las siete y eran las seis…

 

La cena nos sorprendió también, no sólo por el arroz de primero, el ciervo de tercero, sino por el queso de intermedio antes del postre, tendríamos que subir dos veces al Vignemale para hacer la digestión y a las nueve apagaban las luces, así que nos fuimos arriba a tratar de descansar, mañana sería un gran día…

Y a las seis de la mañana nos levantamos, para poder disfrutar del amanecer sobre el macizo de las Tres Sorores, las luces enrojecidas de sueño se desperezan con destellos de blanco nieve,  mientras los valles almidonados de nubes bostezan despreocupados del silencio que sobrecoge y encoge el alma por tener la dicha de poder sentir un día más…

Hemos desayunado, Caroline, Jesús y Eugenio no subirán, después de lo  del Balaitous han decidido no hacerlo, se conformarán con alguna ruta más sencilla y quedamos en los coches a partir de las cinco de la tarde.

Así que Toño, Lute, Marga, Eloísa y yo salimos cargados con nuestras mochilas y nuestras ilusiones hasta el Vignemale, la última joya que me falta del Pirineo.

Hay que descender por el camino que vinimos el día anterior hasta llegar a un recodo poco señalizado para dirigirnos hacia el glaciar soñado, para ello tenemos que andar en horizontal por la roca, pasando zonas muy descompuestas y que hay que cruzar con cuidado.

Son las ocho de la mañana, nos pusimos los crampones  pues llegamos hasta la lengua del glaciar, ya no nos los quitaremos hasta llegar a la trepada final de la cumbre, el día está despejado, pero vemos ascender humedades desde los valles que serán grandes tormentas a las tres de la tarde según previsiones, no nos podemos relajar demasiado.

Nos ponemos en fila para ascender, Eloísa lleva una cuerda por si decidimos ir encordados y asegurados unos a otros, pero no es necesario, la nieve está estupenda, los crampones se hunden lo justo para que podamos progresar sin problemas y está tan blanda que una caída no sería peligrosa, empezamos a andar y el sonido crujiente  de la nieve nos acompaña en nuestro paso…

La nieve desprende arroyos que se deslizan abajo sometidos por la gravedad, vamos luchando con la pendiente pues al principio es cuando más tiene, hacemos zetas para suavizarlas y vamos practicando las técnicas de marcha en la nieve, me despego de la fila para grabar a mis compañeros continuamente…

 

Vamos progresando, hemos subido ya dos zonas de gran pendiente, ahora vamos por la tercera, voy un poco rezagado cuando de repente oigo una voz francesa…

Han exclamado en un grito el nombre de “ Antonie”, y al mirar hacia arriba veo un alpinista que cae por la pendiente y viene hacia mí  a gran velocidad…

Me ha dado tiempo apartarme y ha pasado a tres metros, si me llega a alcanzar me podría haber hecho mucho daño. Más abajo consigue detenerse sin problema ni daño pues la nieve está blanda, bajan detrás dos alpinista franceses  y el que parece el guía le da en francés una buena regañina, me imagino lo que le está diciendo, lo mismo que le diría yo…

No se puede bajar por lo más inclinado con el casco en el codo y a gran velocidad despreocupadamente cuando  abajo pasan personas, si tú te caes no hay problema  pues el estado de la nieve te frenaría al acabar la pendiente, pero si te llevas a alguien por delante y teniendo los crampones puestos le puedes hacer mucho daño…, a punto estuve de bajar hasta  el famoso Antonie que casi me lleva por delante para darle una buena ristra de palabras en español de “Graná” disertando sobre su linaje, sus antepasados y sus futuros engendros biológicos…,pero no merecía la pena gastar energía, así que seguí tranquilamente dando gracias a que no había pasado nada y recordando que siempre hay que estar alerta en esta vida, el peligro va con  tu cuerpo…

Repuesto del pequeño susto paramos en un rellano donde se divisa el valle, tras unos resaltes rocosos, viene otra pendiente y tras ella esperamos ver ya el circo del Vignemale con todas sus cimas…

 

Se dispersa el grupo en esta última pendiente,  me quedo atrás con Toño, lo está pasando mal, tiene que parar a respirar continuamente, estamos a más de tres mil metros y le está pasando factura.

Ya estamos  en el circo, a la derecha está el Pique Longe, donde subiremos, el cielo sigue azul por delante pero desde el valle cada vez suben más nubes, vamos a parar a comer algo antes de la cima.

Por detrás viene un grupo de seis, las nubes vienen detrás de ellos y parecen que se los van a engullir y a nosotros también, no podemos pararnos demasiado o se cubrirán las cimas.

Hemos parado en la brecha del Gaube, dejamos aquí las mochilas entre las rocas, estoy bastante nervioso e impaciente, llevo mucho tiempo esperando para esta cima…

Vamos por la nieve y cruzamos una pendiente muy empinada hasta llegar a la roca, mientras nos quitábamos las mochilas pasó el grupo de cinco, eran muchachos españoles que no parecían tener mucha experiencia pero sí más ímpetu que nosotros y ya estaban trepando en la roca cuando salimos de la nieve.

Dejamos piolets y crampones en las rocas junto al glaciar, el comienzo de la trepada es muy liso y con bastante pendiente, Marga empezó a subir delante de mí y se ha bloqueado, tengo que dar una vuelta para rodearla y le indico una zona más sencilla para subir, estoy junto a ella, dice que no sube, discutimos un momento, pues tenemos que subir todos y la cumbre se va a tapar como nos entretengamos, finalmente seguimos, Toño va delante buscando la mejor trepada, Marga y yo tras él, y Eloísa y Lute tras nosotros.

Lute sigue con su habitual repertorio musical de coros y chanzas, lleva toda la semana amenizándonos con su alegría y sus ganas de vivir, da gusto subir con él, le animamos a sacar un disco recopilatorio con todas sus canciones…

La trepada es fácil aunque con bastante pendiente por zonas, deja buenas imágenes…

Los muchachos ya bajan, nosotros no entretuvimos de más al principio, y tenemos que parar para que pasen por debajo sin que les lancemos piedras, el gran peligro de esta subida.

 Otro largo de trepada, vemos el geodésico, queremos alcanzar la cuerda(línea divisoria entre las dos vertientes de una montaña) desde donde tendremos vistas al otro lado…

Estamos en los últimos metros, ya muy sencillos, llaneando por roca de paso fácil, grabo un video, son las once y media…

 

Estamos muy emocionados, nos abrazamos junto al geodésico, han sido días muy bonitos pero también con momentos  muy difíciles, en el Balaitous pudimos tener un accidente grave y echamos de menos a los tres compañeros que no han subido hoy, Eugenio, Jesús y Caroline…

Las nubes nos abrazan continuamente y nos “desabrazan” dejando atisbar por algunos momentos las cumbres cercanas, los sueños futuros de cielos y nubes…

 

Tenemos que bajar  son cerca de las doce se aproximan las tormentas de las tres de la tarde, Marga y yo hacemos algunas fotos y vídeos antes de bajar, nos resistimos a soltar lo que tanto nos ha costado alcanzar.

 

Ya van por la arista, me quedo una vez más atrás mientras Maese Viento me acaricia el rostro…

  • “Maese Viento, no me siento del todo feliz, a pesar de conseguir mi ansiada cumbre, llevaba tantos años esperando…

  • La felicidad es una condición personal, humano, tú eliges si quieres serlo en este instante, ¿cuál es el motivo de tu desazón en tamaño momento?

  • Las cumbres no son completas si no llegan tus compañeros a ellas, Maese. Me siento mal, faltan tres de los que veníamos a ella, y es tan hermosa. Es la más alpina que he pisado en el Pirineo sin ser nada complicada para mí…

  • Las cumbres son momentos en la vida muy cortos, pero para llegar a ellas tienes que cruzar un largo camino, humano, y al final no siempre estarán las mismas personas, acéptalo.

  • Es cierto, Maese, ser montañero es mucho más que pisar una cumbre, es compartir el camino con otras personas disfrutando de la felicidad del momento…

  • Pues pocos montañeros hay en las montañas, los humanos vais a conseguir vuestras metas sin importar el camino de los que os rodean, sois una especie muy egoísta.

  • Maese tú siempre tan pesimista. Es cierto que hay muchos deportistas “pisacumbres”, pero todavía quedamos personas con valores…

  • Pues no lo tengo muy claro, sois necios los humanos…

  • Calla, calla, Maese. Qué me robas la ilusión del momento…

Para bajar haremos la misma operación, Toño delante, Marga, yo, Lute y Eloísa. Toño elige ruta y yo marco los pasos a Marga por delante de ella.

Vamos muy despacio, Toño nos lleva por las paredes con más agarre, aunque yo como montañero de Sierra Nevada habría bajado corriendo por las piedras sueltas como haría en la Madre de mis Montañas,  siempre y cuando no haya nadie debajo, vemos a los muchachos cruzando el glaciar de vuelta, nos lloverá, espero que sea cuando estemos fuera de la pared…

Nos queda el último tramo que está muy liso, pero al estar seco no parece difícil, Toño nos propone un rodeo para evitarlo pero me parece demasiado largo así que bajo por donde subimos y Marga detrás sin ningún problema, hemos llegado una hora después…

Nos ponemos los crampones, Marga y Toño bajan, me espero a Eloísa y Lute que están bajando de espaldas por la zona de más pendiente, Eloísa va con más pena que gloria pero lo está haciendo a pesar de las dificultades, aprovecho para hacerle alguna foto…

Yo bajo por las huellas de frente, aunque me espero a que no haya nadie debajo pues una caída no tiene peligro salvo que choques con otra persona como ya expliqué antes.

Nos volvemos a la brecha del Gaube donde dejamos las mochilas, Lute y Eloísa siguen bajando de cara a la nieve, van despacito, es muy buen entreno para cuando hay hielo.

Recuperamos las mochilas y comemos un poco antes de empezar la bajada, se va a cubrir la montaña en breve, tenemos que salir antes de que empiecen las tormentas y  son las una y cuarto.

Bajamos el glaciar muy felices de lo conseguido, con las montañas de frente que en verde y pardo nos esperan nuestra bajada, estamos pensando en publicar un disco de cánticos y coros con la batuta del maestro Lute…

La bajada es suave y dulce, como la marea que baja colmada de espuma de mar, nuestros pasos se deslizan entre la nieve del glaciar armonizados con las luces y sombras de las nubes que suben a nuestro encuentro, nos quieren recordar que este es su lugar, es su ansiado hogar tapando los azules de grises, blanco y oscuridades…

Hemos bajado sin darnos cuenta en apenas una hora hasta el final del glaciar y nos quitamos los crampones, nada más hacerlo comienza a llover, estaba todo pactado, en cuanto salimos del reino de las nubes éstas nos dieron de su sangre, para que no las olvidáramos…

Nos faltan casi tres horas para el coche, pero el camino es sencillo, no nos preocupa que llueva, bajamos junto al ruido del río buscando los hitos que nos llevan de nuevo a la senda al valle, lo encontramos junto a las cuevas Russell  y allí están los seis muchachos recogiendo tiendas y enseres pues durmieron allí.

Bajamos por la senda y la amenaza de la tormenta sigue ahí sin llegar a tocarnos en ningún momento, al final de la bajada Eloísa y yo apretamos el paso para llegar antes, yo quería tener tiempo para estirar.

Cuando llegamos estaban junto a los coches esperándonos Jesús, Eugenio y Carolina, habían subido al Petit Vignemale y habían disfrutado también del día, ahora quedaba todo el camino de vuelta hasta Sallent de Gállego hasta el hotel Balaitous, habían sido unos días muy intensos e inolvidables para todos nosotros…

El Anayet, el Pic du Midi, Balaitous y ahora Vignemale se habían cruzado en nuestro camino con diferentes suertes y con momentos agradables y otros no tan felices,  pero al final son experiencias que nos hacen crecer como personas, o deberían hacerlo…

  • Maese Viento, me seguirás contando la historia de Pyrene, la mujer más bella del mundo…

  • Esa elección es tuya humano, si te hundes en las tristezas de mis historias, no estarás capacitado para escribirlas.

  • ¿Y qué quieres decir con eso?, Maese. Otra vez me has desconcertado…

  • Tú lo sabes muy bien, humano. Siempre te estás debatiendo  en tus oscuridades, que te impiden ver más allá…

  • Maese, ya sabes que todos somos luces y oscuridades, y mientras más intensa sea tu luz, más profunda será tu oscuridad, me lo contaste una vez, la oscuridad le da forma y sentido a los objetos que ilumina la luz…

  • Pues no dejes que te ocupe la noche, humano. En ella no encontrarás lo que buscas…

  • Maese, amigo mío, a estas alturas nos vamos conociendo muy bien, y sabes  que nada va a cambiar mi mundo…

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  1. Francisco Morales

    Espero que nada cambie tu mundo, amigo.
    ¡Muy buenas, chavalote!
    Aquí, por Cádiz, saliendo de vez en cuando a remar en kayak, por nuestras costas, disfrutando ya de septiembre y la tranquilidad de la vuelta a la normalidad de la gran mayoría.
    He leído con interés esta entrada… bueno, siempre lo hago. Que por cierto, hay unas fotos al final, que no están asociadas… sale un recuadro en blanco. Vigila eso, a ver que pasa.
    Este Vignemale lo subimos una vez… bueno, lo subí yo. Isabel, al llegar al glaciar dijo que le daba miedo… como casi siempre, y nos fuimos al Cerbillona, el del fondo… al menos que hiciese una cima… al volver al glaciar, yo me fui a la izquierda y ascendí por donde vosotros. Es peligrosa esa ladera cuando tienes gente encima… y encima, gente que no tiene cuidado, como me pasó a mi.
    Me alegra saber que la quinta joya ya ha sido acariciada por tus intenciones… cada vez hay más cumbres que nos unen. Son preciosos los colores que rodean el glaciar de Ossoue… para mi, uno de los entornos más bellos de Pirineos.
    Un saludo, amigo… yo estoy ahora, inmerso en redactar nuestras ascensiones pirenaicas de este año… me queda terminar la del pico Rabadá, que me gustó muchísimo.

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