Buscando el Monte Rosa. 3. Ascensión al Breithorn, el cuatro mil del Matterhorn paradise.

publicado en: Otras Montañas, Rutas | 0

Y la noche de la vela de la subida a un cuatro mil siempre es ansiosa, ansiosa  de que la cumbre no esté cubierta de nubes, ansiosa de que la nieve no esté peligrosa, ansiosa de nubes, de cielos, de nieves, de sueños que se tocan con las manos temblorosas del que lo ha deseado tanto tiempo…, tanto tiempo soñando, soñando tocar, soñando ver, soñando respirar,…vivir.

Y luego quedará un puñado de recuerdos que se difuminan en el tiempo y se pierden en la memoria, salvo por unas pocas líneas, a veces rectas, otras temblorosas, que dejan en el papel la impronta de aquello que sucedió y nunca volverá a ser igual…, pues para siempre ya se perdió.

Y subiríamos encordados, lo que me preocupaba bastante, el encordamiento es una técnica de aseguramiento que en Alpes lo hace todo el mundo, añade seguridad y cohesión a un grupo, evita que alguien se pierda en la niebla, y si se hace bien cuando alguien cae el de detrás lo sostiene, o el de delante según la circunstancia, pero si se hace mal es un peligro, la cuerda se puede enredar en los crampones y hacerte caer a ti y a los demás, y si te caes y no te frenan a tiempo puede caer toda la cordada, así que me preocupaba bastante subir, pues había quien nunca se había encordado.

Hablamos Marga y yo que teníamos más experiencia, Angeloti se había traído dos cuerdas  y no eran muy largas, pero con ellas nos apañaríamos si las juntábamos, hacer dos cordadas era más complicado, así que los cinco juntos hasta la muerte…

Me tocaba hacer las veces de guía yo iría delante y marcar el ritmo del grupo, el Breithorn sobre el papel es una cumbre sencilla, te deja la telecabina a 3700 metros en el Matterhorn Paradise y tras cruzar el glaciar se sube hasta su cima,  la subida tiene su buena pendiente pero al estar tan visitado hay una senda muy evidente de seguir, salvo que nieve mucho  es casi imposible perderse. El primer telecabina sale a las nueve desde los tres mil metros, así que antes de las ocho de la mañana tenemos que estar en la estación de telecabinas de Zermatt, desayunamos en el bufet del “hostel” a las siete, las nubes estaban bajas, parecía que podía hacer buen día.

Subimos sin prisa pero sin pausa por las calles sin acerado de Zermatt esquivando bicicletas, o ellas a nosotros, las nubes se mueven queriendo ascender y dejando entrever el Matterhorn medio tapado de nubes,  llegamos a las taquillas, son 120 euros el billete de ida y vuelta, que bien marchan estos Suizos, los mejores piratas bancarios de Europa…, nos subimos en las primeras cabinas que parten, las emociones son contenidas, al ver cómo nos elevamos en el cielo sobre las casas, los pinos y luego con los glaciares a lo lejos, no tenemos que hacer transbordo en esta ocasión, ayer cuando bajamos lo hicimos tres veces en la misma ruta de hoy, pero han puesto los telecabinas para que vayan en una sola dirección hasta el final a dos mil  novecientos metros dónde hay que tomar el teleférico  del Matterhorn Paradise.

Tras pasar las nieblas nos hemos encontrado de frente el enorme rostro del Matterhorn, descubierto de nubes, nos mira desafiante a sabiendas de que hoy  no ansiamos tocar su cumbre, aquí gira el teleférico. Ahora tenemos de frente el  Mattterhorn Paradise y la estación de Trockener Steg que nos enlazará con nuestro objetivo. Desde Trockener nos bajamos a Zermatt ayer cuando abandonamos el refugio de testa Grigia, la lluvia nos obligó a utilizar este medio en vez de hacerlo a pie, lo que no me agradó demasiado…

A las nueve empieza a subir el primero al matterhorn Paradise desde Trockerberg Steg, son casi  las ocho y media pero como vemos que todo el mundo sale de las telecabinas con prisas nos unimos a la corriente y seguimos adelante sin parar.

 

Pasamos  ficha en la terraza desde donde sale, no me da tiempo ni a hacer una foto, todo el mundo se ha metido en un telecabina montacargas con una gran caja en el centro, montañeros y obreros a partes iguales, de pie al lado de la caja. Son las ocho y media, media hora antes de la hora oficial, luego bajaremos en la telecabina normal, que es casi de lujo, con sus asientos y sus cristales sin rayar.  El sol nos da de frente y nos desvirtúa las vistas, Marga entabla conversación con un trabajador y nos empieza a enseñar fotos en el móvil del Matterhorn, ahora un poco tapado de nubes, es increíble trabajar aquí…

 

Nos situamos sobre el glaciar, sobrecoge poder admirar su cuerpo desnudo de nieve colgando de las laderas de la montaña, sin darnos cuenta hemos llegado, y sin perder tiempo seguimos a los montañeros, algunos con esquíes, que se dirigen por los túneles del complejo del Matterhorn Paradise hacia el glaciar que pisaremos en breve.

Nos colocamos los arneses y los crampones antes de salir de la estación del Matterhorn Paradise, pues hace un poco de frío en la nieve, la emoción está a flor de piel, se acerca el momento de ver salir a la nieve y ver nuestra cumbre a la izquierda de la pista  de esquí a la que estamos accediendo.

Y ahí está, medio tapada de nubes, esperándonos, ya han salido algunas cordadas hacia él, esta noche ha nevado un poco, nos colocamos sobre la pista de esquí que gira a la derecha hacia el refugio del Testa Grigia, donde pernoctamos dos días antes, me hubiera encantado subir desde allí sin utilizar teleféricos, nosotros iremos a la izquierda fuera de pista para subir a nuestra cumbre, el Breithorn.

Se ha terminado la pista, hace frío, me puse el plumas, nos salimos hacia el glaciar tapado de nieve a estas alturas, son tres mil ochocientos metros, empieza la aventura, no parece que vaya a tener grietas que nos engulla, así que no nos encordamos todavía, seguiremos las huellas de las cordadas de montañeros que han salido delante nuestra pues de momento no se han caído en ninguna grieta glaciar.

 

Me pongo a hacer fotos y a grabar videos sin poder parar, nuestra cumbre se viste y se desviste de nubes continuamente, mientras que más allá  las cumbes del  Castor y el Polux se dejan entrever con sus crestas enriscadas de rocas,  el cielo azul se luce en sol y nubes y Maese Viento acude con su voz a recordarnos que estamos vivos…

  • Y ya estás aquí de nuevo, humano. Mucho tiempo ha pasado, en las últimas cumbres que subiste no quisiste oír mi voz.

  • Maese Viento, ya sabes que como buen humano no soy perfecto, te escucho cuando puedo, y este verano ha sido un tiempo un poco difícil para mí, la oscuridad siempre está al acecho…

  • La luz es más fuerte que la oscuridad, lo sabes, y la oscuridad te permite ver las formas y la profundidad de las cosas, te lo recuerdo de nuevo, humano.

  • Maese, déjame, estoy aquí, en el presente, con mi cima soñada, no es la que yo hubiera querido, pero cima al fin y al cabo…

  • ¿Y cual es tamaña cima que te quitaba el aliento, y tanto suspiras por ella…?

  • La punta Dufour ( Dufourspitze), Maese, la más alta del macizo del Monte Rosa , y para llegar a ella no hay teleféricos, son dos mil metros de desnivel desde el refugio sobre un glaciar que se desploma hasta el valle.

  • ¿Y por qué no la hiciste, si te sientes preparado?, tu tiempo se va y no volverá…

  • Cosas de mi oficio, no tuve la oportunidad de acceder a reservar una plaza en el refugio, me dan las  vacaciones tarde y mal, ya no había sitio en el refugio del Monte Rosa cuando me dejaron “elegir”  mis vacaciones…

  • Pues deja tu trabajo, si no te hace feliz, humano, es tu opción.

  • Soy feliz, Maese, pero el mundo nunca fue perfecto ni lo será…

Marga y Eloísa se han ido corriendo, en dirección a la montaña, no sé a dónde irán tan deprisa, pues nos tenemos que encordar cuando llegue la pendiente.

Vemos cada vez más cordadas, algunas se dirigen al Castor y Pólux.

Parece que por fin las féminas han decidido pararse, por un momento pensé que iban a subir ellas solas en un arrebato de feminismo moderno…

Nos encordamos, nos lleva un rato, yo hacía tres años que no lo hacía, me coloco primero, luego César, Marga, Eloísa y por último Angeloti, comienzo andar, hay senda muy bien marcada. Nos han adelantado pequeños grupos con sus guías curtidos en montaña, me sorprende que vayan con bastones, no entiendo que no lleven piolets…

La pendiente se hace notar a cuatro mil metros, tenemos que parar, aunque yo la verdad me encuentro mucho mejor que en la playa, hemos dado una curva, y dejamos pasar otra cordada, no tenemos prisa, la cumbre se ha cubierto de nubes, y es difícil que se descubra  a lo largo del día.

Las nubes se arremolinan ya por debajo de nosotros, ahora tenemos que pasar una grieta de hielo puro, hemos tenido mucha suerte con la nevada de esta noche, debajo de la fina capa de nieve el  hielo es muy duro y cuesta clavar los crampones.

Nuestra marcha va muy trabada, no tenemos costumbre de ir encordados y en cada giro de las zetas hay que cambiarse el piolet de mano y la cuerda ponerla por la parte externa de la montaña.

Hice fotos en la grieta, es complicado hacerlas, pues no ves bien la pantalla con las gafas polarizadas y no sabes que enfocas, y lo peor es que corres mucho peligro al girarte para hacerlas, puedes perder el equilibrio, por eso sólo las hacemos cuando estamos todos bien asentados en un lugar estable, ahora todo se hace en torno al grupo que es la cordada.

Se me está haciendo un poco larga la subida, tenemos mucha tensión, hay que estar continuamente parando si alguien tiene un problema, pero las sensaciones y emociones son enormes, allí sobre la montaña de hielo, a punto de introducirnos en la niebla que nos dejará rodeados de blanco por todas partes…

Y de repente…, la arista de la cumbre, allí entre las nubes, rodeadas de precipicios por los dos lados, al principio impresiona un poco…, Marga se puso un poco nerviosa pero enseguida se le pasó…

Estamos en la cima, se ensancha un poco y nos permite dejar la cordada, todos menos yo, que no  la suelto pues es mejor tener la cuerda sujeta, no fuera a escurrirse por la pendiente…

 

Es la cima occidental del Breithorn, 4164 metros, han llegado otras dos cordadas detrás nuestra, no cabemos en nuestro gozo…

Son momentos para disfrutar, aunque las nubes nos han privado de las grandísimas vistas…

  • Esperaba tu aliento más gélido, Maese Viento…

  • Ya sabes que yo hago lo que me place, humano, sea de tu agrado o no, me trae sin cuidado…

  • Maese, ya te estás poniendo invernal, que estamos a 15 de septiembre, tienes tiempo para ello…,¿ me lo recordarás?

  • Qué te  tengo que recordar, humano, estás hoy muy impertinente.

  • Cuando esté abajo, allí en el llano, me recordarás el silencio que dice mucho más que las palabras, este silencio que sobrecoge y que  llena todo de sentido…,¿me lo susurrarás al oído?

  • Siempre te hablo en todas las partes, humano, pero nunca me escuchan tus sordos oídos.

  • Aquí sí te escucho Maese…, aquí todo es perfecto, todo es suficiente…

Y ahora nos disponemos a bajar, me espero un poco a ver si la cordada que queda se marcha, pero decidimos bajar, ahora iré el primero, en realidad debería ir el último , como guía, pero Angeloti prefiere que vaya yo abriendo camino, así que salimos…

 

Nos paramos un poco, dejamos a la cordada de detrás que  nos adelante, vamos disfrutando como niños del momento…

 

La bajada es más sencilla, los crampones clavan muy bien en el hielo, se despeja un poco el cielo  por momentos pero no del todo…

Llegamos de nuevo a la grieta, el punto más peligroso de la ruta, pasamos despacio con mucho cuidado.

En poco estamos sobre el glaciar, ya no hay pendiente, nos quitamos la cuerda, y al estar sueltos se deshace rápidamente el grupo, César y Eloísa se marchan rápidamente de vuelta al complejo turístico del Matterhorn Paradise de donde partimos hacía 4 horas, Marga ,Angeloti y yo quedamos haciendo fotos y disfrutando de las vistas.

Angeloti se ha adelantado y se ha metido en el gran edificio, yo me entretuve quitándome el arnés y guardándolo, así que Marga y yo nos quedamos en la puerta del complejo, al entrar no sabemos dónde se encuentran ellos…

Vamos andando en el túnel y vemos el “descensor” que te lleva a la cueva del hielo, así que bajamos…

Es preciosa la cueva esculpida en hielo, me recuerda a la de «la Mer de Glace”, en Chamonix junto al Mont Blanc. Marga y yo disfrutamos como niños aunque hace frío…

 

Ahora hemos salido de la cueva, vemos un ascensor que te sube a las vistas panorámicas, lo cogemos  y nos eleva hasta la parte más alta del complejo, allí en una terraza podemos ver todo el glaciar de Matterhorn Paradise y al lado tenemos la sorpresa de encontrarnos nuestra cumbre, Breithorn, descubierta de nubes, es muy bella aunque me hubiera gustado subirla desde abajo cuando estuvimos en el refugio Testa Grigia, no soy amigo de usar remontes…

Vamos a volver a bajarnos  y salen del ascensor, el resto del grupo, nos han encontrado, aprovechamos para hacernos fotos con nuestra cumbre…

 

Marga y yo nos fuimos al restaurante cafetería donde nos habían estado esperando y ellos se bajaron a la cueva del hielo…

Se acerca las cuatro de la tarde, tenemos que volver a Zermatt, pues se cerrará todo y el teleférico se parará, nos metemos en la lujosa telecabina, es un espectáculo el glaciar debajo de nosotros suspendidos en el aire…

Los hielos esqueléticos  se desnutren del calor que los aniquila, pero deja todo su cuerpo desnudo ante nuestros ojos, miles de años de hielo bajo nuestra telecabina…

Y llegamos a Zermatt,  dejamos la telecabina que tantos buenos ratos nos había conseguido, y alegres y felices tras nuestra alpina aventura avanzamos por las calles de las bicicletas y coches eléctricos asesinos…

 

César tiene la noticia de que le han cancelado su vuelo de vuelta a Madrid, se venía un día antes que nosotros  por un asunto personal, el universo quiere que disfrute al día siguiente con nosotros de la subida a Gornergrat antes de que volvamos a nuestro mundo ordinario…

 

 

 

 

 

 

Powered by Wikiloc

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *