La integral clásica a Sierra Nevada en solitario. 1. Entre las conexiones del tiempo y los recuerdos del pasado.

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Y desde hacía tiempo quería volver a hacer el trayecto cruzando toda Sierra Nevada , lo que se llama la integral a Sierra Nevada, y esta vez llevándome todos los tres miles de la principal cuerda, pero sentía que debía hacerlo en solitario, sobre todo cuando nadie estaba disponible en las fechas elegidas para hacerlo.

La verdad que la montaña en solitario es muy satisfactoria, pues vas en silencio y a tu ritmo, y ves muchas cosas que en compañía no te das cuenta y te conectas mucho más con la tierra y contigo mismo, además de no tener conflictos con los ritmos de marcha de tus compañeros, ni los dejas atrás ni te dejan atrás y eso también cuenta…

Así que iría tranquilamente en 4 ó 5 días, sin prisa, en  desconexión con el tiempo humano, cada día tendría  la libertad de tirar el saco y la esterilla al suelo donde me apeteciera en mi hotel de mil estrellas celestiales. Y para ello viajé hasta la casa de mi madre en Granada el día 14 de agosto de 2023 donde me había criado…

Día 1. De Jerez del Marquesado a las frías lagunas de Juntillas. Entre las brumas del recuerdo.

Y sonó el despertador, son las cinco y media de la mañana, el autobús a Guadix sale de la estación de autobuses a las seis y media pero a esa hora no hay transporte público en Granada salvo taxis para recorrer los dos km que me separan y tendré que ir a pie.

Me levanto, me visto , guardo la botella de agua congelada en la mochila, y otra más pequeña fría pero sin congelar y tras desayunar un poco de tortilla de patatas ,que a mi madre le salen muy buenas, comienzo a andar.

Las calles de Granada a estas horas todavía duermen en el silencio de la oscuridad nocturna, mis pasos retumban pero a medida que me acerco a la estación de autobuses la ciudad empieza a cobrar vida, muchos taxis van y vienen surtiendo la estación de viajeros a tan temprana hora.

Llego al autobús que termina en Baza a las seis y veinticuatro, el conductor se baja a guardar mi mochilón en las partes bajeras del vehículo y luego me cobra cinco setenta por el trayecto a Guadix.

Sale en punto y me ha dicho al subir que me dejará en la rotonda de la catedral de Guadix y no en la estación, así que le mando un “wathapps” al taxista que me tiene que recoger a las siete y cuarto, pues autobús no hay hasta las doce del mediodía y a esa hora te mueres de calor subiendo por el monte en pleno agosto.

El autobús me deja un minuto antes en el sitio convenido, el taxista me dijo que se llamaba Antonio y que iba en un taxi furgoneta blanco, no está en el sitio, pero 5 minutos más tarde aparece vestido con su pantalón corto veraniego.

Antonio es parco en palabras, creo que está muy dormido, y en apenas 12 minutos me deja en la fuente de la carretera de Jerez del Marquesado donde te suele dejar los autobuses, le doy los 22 euros convenidos y tres de propina para un café, estaba dormido, me ha hablado para darme las gracias por la propina…

Son las siete y media de la mañana, amaneció hace 30 minutos, tengo todo el día para caminar a mi ritmo, el primer día es el más difícil pues el cuerpo no está acostumbrado al peso de la mochila y a la inclinación de la pendiente, mi única prisa es que el calor me pille arriba, a más de dos mil metros, de ahí mi manera de madrugar, hará 35 grados en el llano y eso se lleva muy mal para andar. Me echo la crema del sol, me pongo el pañuelo, el sombrero y saco el móvil de repuesto para seguir el “track” en el “wikiloc, apagando el de la tarjeta, tengo que ahorrar batería pues en cuatro días pueden pasar muchas cosas.

He tardado diez minutos en prepararme para andar, y ya paso a paso, me esperan los tres miles y estoy a mil doscientos, me queda mucho por caminar…

Sigo la carretera hacia el cartel que indica la subida al Postero Alto, tenía que haber cruzado el pueblo que era más cómodo de caminar que la carretera, me vienen recuerdos de tantos episodios vividos en mi vida anterior de juventud, la última vez que salí desde el pueblo para cruzar la Sierra, íbamos siete jóvenes de diferentes edades allá por el año 1994, en setiembre, en la última casa del pueblo había una anciana sentada al sol, que era pleno y sin ninguna nube, ensimismada con su tareas de labor de punto, al pasar nosotros con nuestros mochilones para una semana, levantó la vista por un instante y frunciendo el ceño nos dijo:

 -os va a caer un nevazo-, nosotros miramos el cielo despejado sin atisbo de nubes y seguimos caminando con la inseguridad que te dan esos presagios en ancianas con pinta de bruja, y por la tarde aparecieron nubes de tormenta y nos amenazó con lluvia sin terminar de hacerlo, así que pusimos las tiendas de campaña en lo alto de la montaña más allá del puerto de Trevélez, por la noche sentí bastante frío en los pies que pegaban al techo de la tienda pero no le di importancia, y tras despertarme me desperecé y sin querer le di un manotazo al techo de lona de la tienda y entró un rayo de luz al desprenderse por el golpe algo que tapaba la lona sin dejar pasarla, asomé la cabeza y estaba todo blanco inmaculado como en navidad, las tiendas blancas, la nube blanca en niebla que copeaba despacio y silenciosamente, llevaba nevando toda la noche y no nos dimos cuenta, y esa niebla y esa nieve nos hizo bajarnos de la montaña, caminar por toda la alpujarra como Geral Brenan robando uvas, higos y almendras para acabar en la playa de Adra en Almería  bañándonos, fue una de nuestras mejores rutas de juventud, caminando sin prisa y sin ninguna responsabilidad como hoy, camino de mis cimas tres miles, a mi paso y sin temor al tiempo…

He tomado una senda donde un cartel grande indicativo te habla de la ruta, voy llaneando y tengo que bajar junto al río y pasar cerca de una central hidroeléctrica abandonada para subir a un cortafuegos que era antiguamente una cañada real o vía agropecuaria por donde traían el ganado desde Trevélez a Jerez del marquesado, desde la Alpujarra al sur al marquesado al norte cruzando toda la sierra ,eran otros tiempos en los que vivíamos más acorde con Madre Tierra.

Me quedan cerca de cuatro horas de subida por el cortafuegos, en una recta interminable a la que en mi juventud le tenía terror por lo aburrido de su subida y ahora es una bendición, serán cuatro horas de meditación, escuchando en silencio el sonido de mis pasos, mis bastones y mi  respiración, yo solo y Maese Viento, espero que aparezca o moriré de calor en esta interminable cuesta de mil quinientos metros de subida por cortafuegos…

Y los pinos se quedan a ambos lados de mi paso, y paso a paso voy avanzando en mi solitario paso y vienen a mi memoria otros episodios vividos en estos lares, cuando un pastor nos salió a nuestro encuentro y nos preguntó con cara de terror que -qué pollas hacíamos por allí arriba, que una chispa le había matado quince ovejas una vez, y que nosotros de ciudad que qué  hacíamos subiendo a esos sitios tan solitarios y peligrosos-, todo esto gesticulando y mirándonos con los ojos que se le salían de las órbitas…

Paso a paso, menos mal que madrugué pues se está nublando y se ve mucha calima pero se va notando el calor que aprieta con el ascenso del sol por el horizonte que va marcando el tiempo de mis horas, sigo comiendo distancia con mis pies, a mi paso, sin prisa pero sin pausa, todo en movimiento ordenado y metódico sin interrupciones salvo las que preciso para sacar la botella de la mochila para beber.

Pasan unos 6  kilómetros y en encuentro en el refugio de Postero Alto, aquí es donde se dejan los coches para empezar a andar la integral a mil ochocientos metros, está cerrado por obras y los albañiles apenas se percatan de mi presencia, ya llevo dos horas y media andando cuesta arriba, miro si hay alguna fuente para rellenar la botella que vacié, no la veo pero si una mesa de madera  a la sombra, me paro a echarme de nuevo crema en la cara y manos, bebo agua y sigo con mi meditación, entre el sonido de mis pisadas y el canto de mi memoria.

Tengo que decidir si sigo por la cuerda hacia la piedra de los ladrones o me voy al barranco del Alhorí a la derecha para subir directamente al Picón de Jeres, al final seguiré recto para hacer el Cerro Pelado, que realmente es el primer tres mil de Sierra Nevada y no el Picón, tendré que dar un rodeo para hacer los dos, pero no hay prisa, mi tiempo es mi bien más preciado, y lo emplearé en mi disfrute degustándolo segundo a segundo.

Me despisté un momento y tuve que volver sobre mis pasos, me coloco de nuevo en el centro del cortafuegos, paso a paso, sin prisa, recupero mi ritmo lento y seguro con buena pisada, y en poco me encuentro un reguero de  agua  a modo de pequeña acequia artesanal que desvía el agua, hay vacas cerca y veo sus excrementos aunque el agua se ve clara y cristalina, Así que me paro saco mi taza de metal, mi bomba filtradora y mis dos botellas de agua de boca ancha para reponer líquido.

 

Con la taza cojo agua limpia, meto el tubo en la taza de la bomba y voy rellenando las botellas de agua, este artefacto me evita muchos kilómetros en busca de agua de calidad.

Se va quedando el refugio cada vez más pequeño detrás de mí, perdiéndose en la gris bruma de verano, voy ahora junto al regato de agua que me da alegría y me encuentro un precioso manantial que nace debajo de una roca, son la una de la tarde, me siento en el suelo, me siento muy afortunado con las vistas llenas de brumas, como una barrita que he pillado y algún huevo de codorniz cocido, me va entrando en mi placentero momento bastante sopor, me estoy quedando adormilado…

  • ¡Despierta!

  • Bufff, qué susto, Maese Viento. Qué modales son esos, no ves que había cogido el sueño, estaba tan feliz sin ningún cometido salvo dormitar.

  • Humano, te vi tan relajado, que no pude contenerme en darte una bocanada de mi aire, y no te quejes que de momento no te daré tormento, …ni tormenta.

  • Ay, Maese. Y luego dices que no estás pendiente de mí…, nunca me puedo sentir sólo pues siempre estás ahí…

El empujón de Maese Viento me ha despertado de mi sopor, me ha obligado a ponerme el cortaviento, tengo algo de frío, me encanta que sea así en agosto.

Sigo caminando y me doy cuenta que el camino va hacia el puerto y no quiero ir allí, me doy la vuelta y veo una vereda que no vi inicialmente y que me había pasado, va en dirección a la piedra de los ladrones.

Sigo alcanzando mayor altura, hay un gran macho cabrío en la piedra de los ladrones, no me acercaré para no molestarle, la vereda va más arriba de las piedras, las dejo abajo. Todo esto es una gran llanura de piedras del tamaños de diez campos de fútbol y al fondo está la moles del Cerro Pelado, mi primer tres mil. He comido demasiado poco, así que ni corto ni perezoso me siento en medio de la llanura y saco los huevos de codorniz que me quedan, me harán falta para llegar al Cerro pelado, llevo casi dos mil metros subiendo de desnivel, termino con los huevos y me quedo sentado, me siento tan bien y tan feliz, y Maese sopla con fuerza.

  • Siempre estoy, humano. Siempre soy yo, el viento, aquel que llena tu sangre en cada bocanada que respiras…, tú eres quien a veces no estás ni sabes quién eres.

  • Es cierto, Maese. Pero ahora sé, que yo soy nada, nada más que un hombre que anda y es feliz, en este momento, y ni busco ni pretendo más.

  • La felicidad humana, aquello que tanto decís que buscáis, ¿de verdad eres feliz en este momento de tu tiempo?, humano.

  • La felicidad, es sencilla, Maese. Es darte cuenta que no necesitas nada ni nadie para serlo. Todo está en mí.

  • Así es humano, nadie te puede dar nada, te puede enseñar a encontrar cosas, pero el sentimiento siempre está dentro de ti y es sólo tuyo, todo está dentro de ti.

  • No es feliz quien más tiene, sino quien menos necesita, Maese. Vengo durante cuatro días a dormir en el suelo, a pasar calor, frío, hambre, sed y cansancio y eso me hace sentirme afortunado.

  • Explícalo mejor, humano, o los demás humanos que lo lean pensarán que estás loco o necio, más necio que el resto de vuestra necia especie.

  • Pues Maese, me he dado cuenta que lo único que necesito eres tú, el aire, lo demás puede esperar, y cuando te privas de las pequeñas cosas que tenemos en nuestro día a día como la comida, la ducha, una buena cama, te das cuenta lo afortunado que eres todos los días en tenerlas, no apreciamos las pequeñas cosas diarias que tenemos sin esfuerzo, y sin embargo aquí, no las hay.

  • Y sólo eso, humano, es simplemente la privación, lo que te hace sentir más feliz…

  • No, Maese, hay más. Cuando te expones al sol, al viento(a tu aliento), al frío , a las estrellas, a los arroyos, al silencio que llena tu cabeza y tu corazón, te das cuenta de lo vacía que es nuestra vida diaria, siempre ocupados y preocupados, malgastando nuestro tiempo sin estar en el presente, sin hallar el silencio, tan lejos de la naturaleza que le da sentido a todo.

  • Pues no te diré más, humano. Te dejo con tu silencio.

Maese sin embargo no calla su voz, sopla con mucha fuerza y me tengo que tapar completamente, empiezo a subir el Cerro Pelado y veo a lo lejos dos siluetas en el desierto de roca que bajan del cerro, serán los primeros seres vivos que veo en la montaña quitando vacas y cabras montesas.

Van tapados con pasamontañas, aunque llevan pantalón corto y mochilas pequeñas, el primero pasa junto a mí de largo sin decir nada y el segundo cuando ve que me quedo mirándolo, se me acerca, es un joven con barbas y pelo largo que sobresale del pasamontañas, parece un terrorista islámico.

  • Buenas tardes, ¿te conoces esto?. ¿Te sabes el nombre de los sitios? .Ando un poco despistado y estamos buscando agua.

  • Buenas tardes, pues algo me suena aunque por aquí venía hace treinta años.

  • Yo soy de aquí, del pueblo. Pero me fui a vivir fuera y ahora ando un poco despistado, te suena la Casa de los Rojos, busco el manantial, estamos secos, pues subimos la cuesta de las lagunas de Juntillas y “lavín”, “compae”, casi reventamos.

  • El manantial está muy cerca, Mira esas son las piedras de los ladrones, pues a la derecha está, acabo de coger agua allí, El agua esta riquísima por cierto.

  • Anda, esas son las piedras de los ladrones.., ya sé por dónde andamos, estaba un poco despistado con tanta piedra, aquí todo es igual. Nos hemos bajado a Juntillas y luego subimos al pico ése, que no sé su nombre después de subir por el Alhorí al Picón de Jeres.

  • Pues yo voy al Cerro Pelado, de dónde venís y luego iré al Picón.

  • Pues nada, nosotros bajamos que está el día muy frío, a ver si cogemos agua en el manantial de la Casa de los Rojos. Buena tarde.

Sigo en mi gran pendiente hacia mi primer tres mil, me haré más de una decena de cotas y cumbres con nombre en tres días, el cuarto será para bajar, Maese parece que se ha enfadado, sopla que me va a tirar de espaldas como le ha pasado a los dos montañeros con los que hablé.

Ya he llegado a mi primera cima, he estado andando casi 8 horas, disfruto poco pues Maese aprieta en fuerza.

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Ahora bajaré para subir al Puntal de Juntillas o Pico de las tres Vertientes, llegué.

Y desde aquí bajo al famoso, el Picón de Jeres, sigue soplando Maese  a lo bestia…

Ahora subo de nuevo al Puntal de Juntillas, estoy ya un poco cansado, son las seis de la tarde, va siendo hora de buscar dónde dormir, me bajaré a las lagunas de Juntillas, el chaval me ha dicho que hay unos cercos estupendos libres de piedras para ello, uno de ellos será mío para esta noche.

Intento bajar directamente pero veo que me puedo descalabrar, la mejor opción es subir por la cresta y bajar por el oeste a las lagunas que se ve más llano.

Así que paso Tajos Negros y Cervatillos y me bajo hacia las lagunas, voy ya un poco “reventao”.

Me voy a la laguna grande, que está llena de algas como me dijo el muchacho, y me instalo en el cerco, demasiado limpio para mi gusto, me voy a llenar de polvo, tengo que coger un poco de grava y echarla donde voy a dormir para no mancharme tanto, las cabras están por todas partes y me miran como intruso que soy del salón de su casa, he plantado mi saco de dormir, nuevo a estrenar de menos nueve bajo cero, esterilla hinchable y esterilla normal, voy a estar como un marqués , salchichón ibérico y queso ibérico para cenar, mejor imposible. Esta zona tiene fama de ser la más fría de toda Sierra nevada, a ver cómo me va el saco, mañana os contaré…

 

Me esperan emociones mañana, pico Buitrera, La Justicia, El Cuervo, Puntal de Vacares, Puntal de Goterón, el Canuto de la Alcazaba, el punto más difícil y peligroso de toda la ruta y si quedan fuerzas subiré al Mulhacén para dormir allí, mañana lo veremos.

Hasta mañana.

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Día 2. 17 agosto de 2023. De laguna de Juntillas a Siete Lagunas.

Y efectivamente es cierto que Juntillas es el punto más frío de Sierra Nevada, a pesar de mi saco nuevo de plumas, que probaba por primera vez, noté bastante frío al principio, hasta que me di cuenta que tenía que cerrar casi toda la cremallera del saco, era un coladero de frío, me pasé parte de la noche mirando las fulgurantes estrellas en la oscura noche sin luna, y siempre cuando uno se acuesta en la víspera de una nueva aventura queda cierta inquietud, inquietud porque cada parte del trayecto salga bien, y sin duda era la parte de la ruta más salvaje y peligrosa de toda la integral, no vería a nadie posiblemente hasta Siete lagunas y andaría por rocas y losas gran parte del día, con el puntal del Goterón  y luego con el Canuto del Alcazaba como las zonas más peligrosas.

El canuto…, lo hice hace 5 años y me acordaba bastante bien, cerca de trescientos metros de trepada por una pared muy descompuesta e inestable que evitan la mayoría de los montañeros con grandes mochilas y los senderistas no se atreven ni a asomarse a sus precipicios, pero para mí, es divertido. Lo que más me preocupa es que alguna cabra me suelte alguna lasca de regalito en la cabeza…

Así que amaneció en Juntillas, pero me costó salir del saco tras el frío reinante, tomé agua con la bomba filtradora de la laguna para todo el día, no quería tener que bajar a buscarla a alguna laguna pues a tres mil metros no la hay en estas fechas, luego me tomé unas tortitas para subir los doscientos metros de desnivel hasta recuperar cota y tras echarme la crema del sol salí sobre las nueve de la mañana.

Todo cuesta hasta arriba, voy buscando las zonas más llanas de la pendiente, tras tantos años en la montaña tienes vista topográfica y ves enseguida los mejores sitios para avanzar, y casi sin darme cuenta estoy en cota otra vez, avanzo subiendo hasta llegar a la Buitrera, primer hito del día, van a ser muchos.

Ahora “cresteo” con cuidado buscando las mejores formas de progresar pues siempre hay que bajar para luego subir, la vida misma, y con algo menos de esfuerzo llego hasta el pico de La Justicia, cuyo gran hito se ha derrumbado y queda uno más pequeño en su lugar.

Ahora viene una gran bajada al collado del Cuervo, para luego subir al pico de este nombre, por fortuna hay sendero y cuesta subir pero paso a paso se llega arriba, el pico del Cuervo.

 

Ahora la cresta va bajando hasta casi la laguna de Vacares para luego subir al Puntal de Vacares, esta cuesta me la tengo que tomar con más tranquilidad, es muy empinada y con mucha piedra suelta, y en el cruce sobre la laguna me despisto y tengo que volver para cruzar por la otra cara, es complicado avanzar entre las rocas.

Y poco a poco he llegado, he echado casi dos horas desde la cima anterior, son la una de la tarde,  pero lo mejor está por llegar.

 

Tras grabar el vídeo, ingiero  un puñado de frutos secos, tortita de arroz y un tubo de magnesio con potasio para prevenir calambres, me echo crema de sol, hace bastante calor y me está dando una insolación terrible y ahora empieza la marcha.

El cruce del puntal del Goterón es de cuidado, te pierdes con facilidad, y tiene sitios donde caerse y no salir, veo abajo las múltiples lagunas de Las Calderillas pero no presto atención, estoy concentrado en este punto del recorrido de grandes bloques, aquí las caídas son grandes,  me quedo en la antecima del puntal, voy tarde para la Alcazaba y no quiero malgastar fuerzas en los diez metros de escalada que me faltan para la cima que ya hice la última vez.

Veo que se acerca la imponente figura de la Alcazaba, el pulso se me acelera…

“Cuentan las leyendas de la Montaña de Sulayr…

De una enorme cima  en su corazón perdida,

 de profundos y oscuros precipicios partida…,

dónde el viento se abate helado y distante…,

dónde la noche se llena de estrellas brillantes…,

y dónde jamás hombre alguno viviera plantado.

Y que ni un gran ejército bien formado y armado ,

 podría hacerse en cien años con su cumbre…,

y por ello los abismos  aclaman su nombre;

¡Alcazaba!, ¡Alcazaba! …la Reina de Sulayr.”

Ya estoy en los pies del canuto, hace muchísimo calor para mi gusto, me tengo que esconder bajo una pequeña pared a tomar la sombra antes de iniciar la subida, y grabo un vídeo para la posteridad.

 

 

Respiro profundo, me encomiendo al universo, para que me guíe a través de los precipicios y comienzo a escalar, de inicio me parece sencillo, pero en la primera repisa ya había cambiado de opinión, no es tan sencillo, la roca está muy descompuesta y puedes provocar un alud de piedras contigo entre ellas.

Voy siguiendo hitos y mirando el GPS de cuando lo hice la primera vez hace 5 años, esta vez  me marca bien el trazado, la anterior tuve que hacerlo como los indios rastreando al no funcionar el GPS dentro del canuto, parece que han mejorado los satélites…

Voy subiendo con soltura pero con cuidado, un error aquí sería el último, voy subiendo bastante vertical, me encuentro fuerte cuando me doy cuenta que me he dejado el track un poco abajo y a la derecha, no me parece complicado ya lo recuperaré más arriba el track, aquí está todo conectado.

Pero me doy enseguida cuenta de mi error, parecía fácil, pero toda la pared es muy inestable y hasta las piedras grandes se pueden venir abajo, así que respiro hondo y me concentro en cada paso, tengo que cruzar una zona muy inestable para agarrarme a roca, para ello me apoyo en la piedra más grande que encuentro y la aprieto por la parte de abajo contra el suelo sin darle la oportunidad de caerse mientras con la pierna izquierda busco roca firme para dar el paso, clavo las uñas en un resalte de roca y con mucho cuidado consigo avanzar hasta una zona de roca fija, he sudado tinta, aunque no he movido ni un gramo de arena…

He recobrado el track, pasé lo peor, recuerdo que la zona alta era menos peligrosa, así que me grabo un vídeo para desestresarme…

 

Me queda el último tramo, me tomé la última barrita energética, pero con la calor tengo un poco de pájara, y me hace pasarme de largo, cuando me doy cuenta me cuesta volverme, gran error, tuve que hacerlo.

Cuando estás cansado piensas peor y tomas malas decisiones, pasarme de largo supuso hacerme unos trescientos metros más de canuto rodeando la base de la cima a la que debí acceder directamente, no era complicado, pero me flaquean fuerzas, demasiado sol y calor  para mi gusto, así que me paro, me quedo mirando a unos cabras cercanas y le echo una bendiciones en arameo, me van a reventar con el rodeo por culpa de su pisoteo…

He tomado aire y tras encontrar unos hitos por fin llego hasta la ansiada cumbre, me ha costado bastante el famoso canuto…

 

Me grabo el vídeo y me doy cuenta que aquí arriba hay una sola sombra, la sombra del gran hito de la cumbre, así que ni corto ni perezoso me tumbo en ella a tomar el resuello.

  • Has sudado tinta, humano, las vulgares cabras son más eficientes que tú en estos terrenos mancillados por vuestro paso humano.

  • ¡Maese Viento!. A buenas horas mangas verdes, con la sudada que me he pegado en el solano de la pared, ahora vienes…

  • Ya sabes que yo vengo cuando me place, necio humano, no cambiaré mi forma de actuar por ti.

  • No te me ofendas, Maese, que me encanta tu fresquito aquí en la sombra, me estás dando casi frío, menos mal que vengo solo, dos no entrábamos en tan exigua sombra.

  • Y por eso vienes solo a la montaña, montañero.

  • Por la sombra. Pues no. Intenté encontrar compañeros de aventura, pero cada vez es más difícil, si tienen menos nivel tengo que estar pendientes de ellos y aumenta la probabilidad de que te pase algo, pues estás más rato mirándolos a ellos que a donde pisas, y si son de nivel, les suele gustar mucho correr, son más deportistas de montaña que montañeros,sabes Maese, ahora que nadie nos escucha nadie, en mi juventud también iba corriendo por las montañas buscando marcas y haciendo prisas, hasta que un día me di cuenta que estaba huyendo, huyendo de mí mismo, no me gustaba lo que era en mi vida e iba a huir a la montaña, ahora por cierto voy a encontrarme a mí mismo, por eso, ya no tengo prisas, salvo que salga un toro bravo o una buena tormenta…

  • Veo que tu soledad te ha vuelto parlanchín, necio humano, me estás aburriendo con tus peroratas de humano viejo…

  • No te me pongas bravío; Maese, que no te he dicho nada del frío que me hiciste pasar ayer en el Picón y en Juntillas, con tu continuo bramido invernal en pleno agosto, eso sí que son peroratas de viejo gruñón, tú que tienes los mismos años que la tierra o más, anda que el que va a decirme viejo…

Lo que tengo muy claro es que el canuto me ha dejado reventado, y me quedaré en Siete lagunas y mañana con la fresca me iré a subir al Mulhacén, necesito estirar, coger agua y comer algo más sólido que tortitas de arroz.

Así que me pongo la mochila, y comienzo a bajar esta vez por una vereda, por fin, una vereda en condiciones que no me duraría mucho pues en el “Colaero” se precipitaría en arenal…

He despreciado el subir a la cumbre del  Peñón del Globo, es una subida muy corta, pero esta banderita me la guardo para mañana que pondré unas cuantas más.

Antes de bajar a Siete Lagunas, me quedo mirando la subida al Mulhacén, hace 5 años la hice por el Vasar de los precipicios del Mulhacén, y me encantaba su fuente(la del lobo), justo en su mitad, pero luego resulta que hay que subir al Mulhacén tras pasarse de largo, se tiene que tardar más que subir por la cara este. Hace dos días estuve hablando con un montañero de Málaga que junto a mi amiga Cris se acababan de hacer la integral, estaban en Lanjarón antes de ayer, y me decían que los hitos salían desde el collado del puntal de Siete lagunas, y estaba empinado pero se hacía bien, desde aquí creo que lo puedo hacer, ya me lo medito mientras bajo a Siete lagunas.

Me he encontrado un manantial precioso, me he sentado junto a él viendo las cabras correr, tengo que buscar un lugar donde poner mi saco, la bajada a Siete lagunas ha sido por arenales muy inestables, lo que hay por estos lares.

Las lagunas con agua están abajo, no tengo ganas de bajar pues mañana temprano saldré para el puntal de Siete Lagunas, me quedaré en una laguna de arriba de las que están  secas.

Me planto en medio de lo que parece un prado y saco toda mi parafernalia y me pongo a estirar mientras miro de reojo dos personas que bajan desde el puntal de Siete Lagunas…

Deberían pasar por donde me encuentro, yo sigo estirando y relajándome, mañana será un día largo y duro con más de 20 Km y grandes desniveles, y en un rato los veo, son dos muchachos jóvenes, me los quedo mirando a ver qué me cuentan.

  • ¿Buenas tardes, sabe si en las laguna de abajo hay sitio para pernoctar?

  • Pues no me he asomado, cómo mañana voy al puntal, no he querido perder más altura, ¿de dónde venís?, os he visto en el puntal de Siete lagunas.

  • Venimos del Vasar del Mulhacén, no hemos subido al Mulhacén pues no estamos muy allá de forma.

  • ¿Conocéis el camino que sube al Mulhacén desde el puntal?

  • Hemos visto los hitos allá arriba pero no lo hemos subido nunca, es bastante duro y al final he escuchado que tiene una trepada, sencilla pero trepada.

  • Es que mañana subiré al Mulhacén y esa vereda no la conozco, vosotros que haréis mañana.

  • Nosotros nos volveremos por el Vasar, no estamos para muchos trotes, bajaremos a buscar sitio en las lagunas con agua, si no lo hay lo mismo volvemos por aquí.

  • Seréis bienvenidos. Hay mucho sitio, yo ya tomé mi pequeña porción de terreno, que tengáis suerte.

Se me ha olvidado advertirles de los zorros, no parecen montañeros muy experimentados, por la noche salen de excursión a buscar comida y suelen asaltar las despensas de los excursionistas despistados, he visto una zorrera cerca de donde he dejado la mochila y estoy tentado de dejarle un salchichón ibérico que es muy graso para mi gusto y no creo que me lo coma salvo que me quede tiempo de más en la montaña, pero es mejor guardar la comida por si te puede hacer falta, por la noche guardo toda la comida y las bolsas de ropa en la mochila cerrada, la pongo tumbada a mi lado y la tapo con una capa para que parezca una persona durmiendo, y los bastones los tengo a mano por si tengo que defender mis pertenencias contra un zorro, ya he tenido varios percances con ellos en estos parajes.

Mañana será un día intenso, con una gran prueba, el ascenso al Mulhacén por su cara noroeste, se le ve factible, pero otra vez me tendré que meter en precipicios como en el Canuto del Alcazaba, pero es mucho más sencillo por lo que cuentan los que lo suben…

Tened buenas noches, espero que el zorro no me visite esta noche y no perturbe mi sueño, ni él  ni tampoco el hombre araña…

 

 

 

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