El asalto al Castillo de Acher, buscando la brecha en la muralla.
Y sonó el despertador, eran las seis y media en el apartamento de Hecho, nos levantamos los seis, y nos dispusimos a desayunar, esta vez ya podría yo hacerlo tras superar el desagradable episodio de los pimientos del día anterior antes de subir al Bisaurín. Me sentía lleno de energía, pues las cumbre del Bisaurín y sus miradas eternas dentro de nuestros ojos me habían ascendido hacia aquel lugar en el que no quieres nunca descender, donde no existe la necesidad, donde no buscas nada, pues todo lo tienes, pero quieres más, más minutos, más momentos que dejen su impronta en la huella de tu camino de vida, en aquellos … Continuar