En la Nieve del Diablo, cuando el invierno aparece antes de su final. 9. la terrible historia de pablo, el constructor de Ameales. Sin ti…

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Y el invierno de las noches frías, de la lluvia resbalando afilada en los cristales, de las nieblas temerosas de la luz del sol, no había querido aparecer este año…

Agonizaba su momento sin acopio de frío, ni de agua, ni de nieve, pero una vez más sucedió el milagro, raudo y sin motivo se asomó poco antes de la primavera y dejó por fin, en su lenta agonía, las nieves en Gredos…

Y era el viernes 4 de marzo de 2022 cuando paré en casa de Eloísa, y tras dejar en su umbral mi vehículo nos dirigimos en su furgoneta camino de Plasencia, allí estaba Ángel esperándonos en el Hotel Azar, según lo convenido. Esta vez el viaje sería corto hasta la localidad del Barco de Ávila donde Eloísa había reservado un dúplex llamado Casa Tormes, que nos hizo buscar y preguntar pues no habían puesto el número del portal en la reseña que teníamos de internet, y eso que la dueña nos mandó fotos de la zona cuando sólo precisábamos un número…

Dejamos nuestros equipajes en la casa y nos fuimos de compras a la única tienda de montaña del Barco y no por ello desmerece, pues tiene buenos precios y variedad, estando allí apareció Marga, la cuarta en discordia, y tras realizar algunas compras con algún regateo y el regalo de sendos paraguas  nos fuimos de nuevo para la casa, esta vez con Marga…

  • Mi mochila, ¡mi mochila!, ¡Me la he dejado en Salamanca!. Decía Marga con los ojos aterrados .-Qué Tengo toda mi ropa de montaña y mi equipo en ella-

Decía mientras llamaba nerviosamente a Olga, la vecina y amiga íntima de Marga en Salamanca.- Mira en mi dormitorio, a ver si está. Tiene que estar allí. Me la he tenido que dejar allí. Sí, sí. Está allí, no hace falta que me mandes foto, ya voy para allá…

  • Pero Marga, cómo te vas a ir ahora a Salamanca, te dejamos ropa, y le podemos pedir una mochila a Candy, Béjar está más cerca.

  • No, no, me voy a por ella. Sin equipo no puedo estar. En dos horas y media estoy de vuelta…

Y diciendo esto se encaminaba a la salida de la casa, a toda prisa sin mirar atrás, -Voy contigo, Marga- Es un viaje muy largo para hacerlo sola, le dije.

Así que a las ocho y cuarto de la noche íbamos Marga y yo en busca de su mochila, una empresa de más de dos horas en su consecución…

Y de camino Marga me contó que le iba a decir que se viniera mañana a Cris, un montañero del club de Béjar, que ya había estado a punto de coincidir otras veces pero que apenas le conocía, así que mientras conducía con el “manos libres”  y la «Sidi»  le citó al día siguiente para las nueve de la mañana en el parquin de la Nava del barco, dónde le íbamos a recoger para irnos hasta el puente de la Yunta en el que empezaríamos a andar.

Y al filo de las nueve de la mañana estábamos los cuatro en el lugar convenido y vimos a Cris fuera de su vehículo esperándonos como había quedado en hacer con Marga, paramos a recogerle y emprendimos la marcha hacia el puente de la Yunta, la nevada había sido generosa en extensión aunque no muy copiosa, el pueblo de la Nava estaba blando de nieve y todo el recorrido sería en blanco níveo, tras dos kilómetros dejamos la furgoneta de Eloísa y tras tratar de arreglar un bastón de Ángel que  había perdido una tuerca con un imperdible, comenzamos a caminar.

Nuestra intención era subir hasta el Puntal del Corral del Diablo tras pasar a la laguna de su nombre  o de La Nava y luego bajar por la garganta que acoge la laguna del Barco, una de las más grandes y hermosas de Gredos para volver al puente de la Yunta en camino circular.

Aunque hacía dos días que había nevado, nadie había horadado el camino salvo algún animal en su hábitat, salimos en poco del bosque que nos había acogido en su seno y tras pasar una verja que cerramos nos encontramos en un prado, el cielo aborregado del nubes tapaba el sol tímido de invierno que quería rozar suavemente nuestra piel sin apenas conseguirlo.

Seguimos andando marcando nuestras huellas cada vez más profundas en la nieve, nos cruzamos con cuatro caballos que se apartaron lentamente de nuestro paso sin dejarnos acercarnos.

De repente, se nos acerca Angel con su sonrisa de oreja a oreja…

  • Marga, oye, sabes que Cris, vive en Salamanca…, vaya paseíto más tonto el de ayer a por la mochila, te la podría haber traído él esta mañana…

Cris es un montañero asturiano, su nombre completo es Cristando, pero a los diez y seis años se fue a Alemania y su acento extraño nos hizo dudar de si era alemán reconvertido en asturiano, de hecho, le rebauticé sin querer como Klaus, lo que le pegaba en el paisaje que andábamos más propio de Santa Claus que de Cris…

Vamos avanzando cada vez más penosamente, la nieve polvo recién caída nos hace hundirnos  y el que abre el paso le hace sudar el esfuerzo de abrir la huella para los que venimos detrás.

Hemos cruzado el río y tras ver la virgen de la roca empezamos a subir por la estrecha garganta con su camino desaparecido entre la nieve, junto al sonido del arroyo encajonado de rocas y nieve…

Decido ponerme al frente, la dificultad es muy grande, no sólo es hundirse, es adivinar dónde trascurre el camino para no caer en los espacios que hay entre las rocas hundiéndote aún más, esforzándote cada vez más.

 

Nuestro avance se hace penoso, el viento  fuerte del día anterior hizo que el camino recogiera la nieve que se desprendía  de las zonas más verticales, pero eso no fue motivo para desistir en nuestro empeño, ni perder las ganas de chanza…

 

El camino perdido en su gélida blancura se retuerce en zetas y nosotros nos encomendamos en encontrarlo en cada paso, a riesgo de hundirnos en la blandura húmeda de la nieve del Diablo, la nieve que nos atrapa a cada paso haciendo nuestro esfuerzo, enorme, colosal, encajonados en la garganta, vamos subiendo, ascendiendo con Ángel(Angeloti) y Cris(Klaus) intercambiándose en el primer lugar…

 

Salimos de la garganta llegamos al pequeño circo que hay antes de la presa del Corral del Diablo, lo bordeamos para cruzarlo y evitar el centro donde debería haber más nieve acumulada,  lo positivo de la nieve blanda es que disminuye la peligrosidad de la subida, y deja unos paisajes para disfrutarlos como niños…

Se ha hecho eterna la subida hasta la laguna de la Nava o el Corral del Diablo, lugar mágico donde Maese Viento siempre me cuenta historias, pero ahora está en silencio, y apenas tenemos tiempo para parar, se nos va a hacer muy tarde para subir, pues luego hay que bajar, nos adelanta un montañero solitario que luego se para a comer algo junto a la laguna, luego lo volveremos a ver…

Pasamos los piornos o carabones junto a la laguna y  luego tomamos hacia la pala que sube a la izquierda de la laguna, se hace la marcha muy penosa…

 

 

Paramos en un rellano, Marga nos dice que mejor tirar directos por una canal hacia la cima, el camino normal se haría largo y difícil con la nieve blanda.

Subimos directamente entre las rocas, Marga nos da un pequeño susto, pues se cae entre dos rocas y se golpea el tobillo izquierdo, pero puede seguir sin problemas, la nieve blanda te amortigua aunque te mortifica…, es la nieve del Diablo…

Ya estamos arriba de la canal, tuvimos que ingeniárnoslas para pasar entre las rocas que guardaban hoyos de nieve ocultos, ahora nos queda la subida por el borde del Corral del Diablo, aquí la nieve se ha retirado debido a la intensidad de Maese, que sopla y nos obliga a taparnos.

Aprovechamos para hacernos sesiones de fotos sobre la laguna, sobre las nubes, sobre los cielos relamidos de azules que se despilfarran en letanías sugerentes de sueños, de deshilachadas líneas del horizonte que se abre cada vez más en cada paso, en cada movimiento, estamos rodeados de colores, de soledades, de nubes que se retuercen lentamente dejando a su paso el silencio que todo lo da, que todo lo dice, que todo lo siente…

Me coloco primero pues veo que tenemos que llegar a las tres y media arriba si queremos volver con garantías de luz diurna, aprieto el paso, miro al suelo y acelero el ritmo del grupo…, el viento va azotando mi rostro con su aliento gélido…

  • “ Y has decidido no escucharme nunca más, humano, te has olvidado de mí, como otrora hiciste…

  • Maese Viento, no te he olvidado de ti, es que en invierno te temo, tu gélido aliento hace mella en mí, pues no me dedicas bellas palabras  en este tiempo…

  • Bellas palabras, bellas palabras, necio humano, si buscas halagos en mí no es el lugar adecuado,… pero acaso no han sido de tu agrado las historias que te voy susurrando…

  • Las historias…, Maese, eso es, que ocurrió con Pablo, el constructor de Ameales, me dejaste hace un año con Marcia muerta entre sus brazos, que ha sido del hijo que tuvieron, ¿sobrevivió al invierno?

  • Primero me ignoras, y ahora me abrumas con tus palabras…, no hay quien os entienda, humano, necios sois los humanos y las humanas, ahora que buscáis tantas igualdades…

  • Venga Maese, no me seas rácano, cuéntame la historia, el siguiente capítulo, que ya me había olvidado de ellos.

  • Por esta vez será, pero no olvides que sólo lo haré una vez, presta atención con tus oídos sordos…

                                                         9.                 Sin ti.

 

  • Haced el favor de explicármelo de nuevo, pues no lo he entendido muy bien. Habéis encontrado a los herejes y no los trajisteis ante mí como os encomendé…

  • Reverendísimos señor, les hemos estado vigilando durante varios meses pues suponemos que hay más herejes en nuestra comarca y hemos tratado de desenmascararlos.

  • Y entonces, cómo es que la hereje está muerta, qué le hicisteis…

  • Su ilustrísima y…¿ cómo sabéis que ella ha muerto?. Respondió Don Jesús sorprendido al mismo tiempo que levantaba la cabeza para mirar a su interlocutor, el obispo de Ávila.

  • Los caminos y los ojos de la iglesia llegan muy lejos, eso no es trascendente en nuestra locución, Don Jesús. Contadme que pasó.

  • Pues nosotros los vigilábamos de lejos cuando de repente unos forajidos les atacaron…

  • ¿Unos forajidos…?, ah…, bien. Y fueron ellos quienes la mataron.

  • Ilustrísima…, les volcaron la carreta y ella murió, y no nos acercamos para no ser descubiertos, él se marchó con ella malherida y sabemos dónde la enterró…

  • Bien, bien. Don Jesús…, habéis actuado correctamente, le seguís espiando al hereje supongo…

  • Sí, Señor Obispo. Eso hacemos…

  • Y qué ha sido del niño recién nacido, pues ella estaba embarazada y no me lo habéis dicho…

De nuevo Don Jesús volvió a perturbarse, y contestó balbuceando…

  • Pues consiguió nacer, pero no creemos que logre sobrevivir al invierno sin su madre,…por eso no lo mencioné, su ilustrísima.

Una sonrisa  de satisfacción ocupaba la cara del obispo, todo estaba saliendo como estaba previsto, el hijo de las Almas Anexas era una pieza muy importante en el tablero de la lucha ancestral entre lo que los humanos queréis llamar el  bien y el mal, podría desequilibrar la balanza para la nueva avenida del señor de la Soberbia, el mayor entre los mayores demonios y señores de la oscuridad…, Olivier Balaitous.

  • Pues es menester que ese niño sobreviva al duro invierno, haced que sobrevivan los dos, esa os encomiendo esta vez…

Os podéis retirar y no me volváis a fallar, no os lo volveré a  perdonar.

  • Así haré, Ilustrísima. No os decepcionaré…

Don Jesús abandonó la estancia con una reverencia afectada y con semblante de preocupación ante el nuevo escenario que se mostraba ante él…,  el obispo se quedó  mirando por la ventana con una sonrisa en la boca, todo había salido muy bien, Pablo tarde o temprano volvería a su naturaleza oscura y su hijo sería la herramienta  para liberar de su prisión a Olivier Balaitous…

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Pablo estaba de rodillas  sobre la verde hierba, que crecía de verano en el paraje junto a una pequeña laguna con nieve al pie de la cumbre con forma de aguja.

Sus ojos arrasados de lágrimas miraban un pequeño túmulo de piedra que ocultaba una tumba sin nombre, la tumba de Marcia, estaba allí con su hijo Héctor, tenía al pequeño entre sus brazos y se lo mostraba a la tumba.

Abrazaba a su hijo con fuerza, y le mojaba de lágrimas, mientras el niño ponía cara de pucheros de ver a su padre llorar, pese a su corta edad.

Yo le envolvía agitando sus cabellos y aunque no debería interferir en los asuntos humanos decidí hablarle…

  • No te rindas, Pablo. No lo hagas…

Pablo me ha escuchado, aprieta los labios y se los muerde hasta casi sangrar,  traga saliva, se limpia las lágrimas con la manga…

  • Tu hijo te necesita, Pablo. Marcia quiso morir para que él viviera y no fuiste tú quien decidió su muerte, no te culpes…, debes seguir viviendo para tu hijo…

  • Lo sé, Don Maese. Ella me encomendó que viviera para él, y cuando lo miro la veo en sus ojos, él es lo único que tengo y no hay nada en este mundo que me pueda separar de él, mi hijo…, sangre de mi sangre y de mi amor por Marcia, él será nuestra Resistencia.

  • Sé que lo estás cuidando, Pablo. Pero no te cuidas tú, tienes que comer, tienes que seguir viviendo, no puedes cambiar tu felicidad por el dolor, es tu elección.

  • Pero Don Maese… dijo Pablo y soltó al niño a la hierba y se acercó hasta el túmulo de la tumba y se puso de rodillas sobre la tumba…

Y se acuesta sobre la hierba tocándola  con sus manos como si quisiera acariciar el cuerpo de Marcia.

Sin ti…

Sin ti no puedo vivir,

sin ti no existen los colores,

sin ti la luz es sombra.

El frío bosque es cobijo de alimañas

que roen muy dentro de mí.

Los arroyos son mi naufragio

al revivir en ellos  tu voz…

Sin ti…

Han callado los pájaros

Sin ti…

ha enmudecido el bosque…

ha perecido la flor que daba su  aroma…

Sin ti…

Se ha adelantado el invierno,

y ha llenado mis ojos de nubes

cada día

 Sin ti…

Y me amabas

                             …tanto.

                                         Sin ti…

Estoy abandonado

 en la  sombra

 del árbol 

carcomido…

de penumbra.

Sin ti…,

      Sin ti,

          Sin ti,

             Sin ti…”

 

 

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Me he quedado atascado en una pala de nieve, estoy hundido hasta el pecho, hago señales a Eloísa y a Cris(Klaus) para que no entre en la pala y suban por el borde de la montaña que está libre de nieve, en ese momento nos adelanta el montañero solitario que se dirige al mismo objetivo que nosotros, me cuesta salir de la nieve, me llega al pecho y me engulle en cada movimiento, Marga y Angeloti vienen más  atrás…

Por fin hemos llegado a nuestro objetivo, son un poco más de las tres y media, nos ha costado muchísimo, pero ha merecido la pena…

Apenas tenemos diez minutos para comer algo, no seguiremos hacia la laguna del Barco, el tiempo se nos ha echado encima y habrá que bajar muy deprisa para esquivar la anochecida, lo haremos por donde vinimos pues si seguimos nos adentraremos en los reinos de los piornos, y de allí no hay certeza de salir con luz…

 

Mientras ellos están avituallándose, yo aprovecho para hacer algún video y para mirar y mirar, y tratar de ver, en aquello que los demás no suelen ver, preguntadle a Maese Viento, y puede que le plazca  responderos…

 

Nos vamos con pena, el paisaje es de los mejores que se pueden ver en Gredos, en estos parajes tan apartados de la mano del hombre pero que tantas historias han dado, preguntadle a Maese Viento, y puede que os susurre al oído…

 

Vamos con más facilidad que con la que subimos ,pasaron las cuatro de la tarde, nos quedan poco más de tres horas de bajada y diez kilómetros de distancia.

La nieve del Diablo cuesta abajo es una gozada, dejas tu cuerpo deslizarse y te va frenando aunque haya pendiente, pero no quita que puedas meter una pierna entre las rocas y te puedas hacerte daño, así que se baja deprisa pero  con cuidado, a ratos…

 

 

Estamos en la laguna de nuevo, no pararemos, me coloco primero del grupo, hay que correr un poco para llegar antes que la oscuridad silencie nuestros ojos, de noche se avanza muy mal aunque llevemos frontales…

Sigo las huellas de subida para bajar, y los demás detrás, mis piernas se deslizan por el blanco mullido que amortigua los pasos, buscando el camino, tratando de dar velocidad al camino que se esconde bajo nuestros pies, es mucho más sencillo la Nieve del Diablo cuando bajas que cuando subes, por eso los infiernos se hicieron cuesta abajo y el cielo cuesta arriba…

Hemos cruzado el arroyo de nuevo, empezamos de repente a ver nieve derritiéndose, vamos perdiendo altura, escuchamos el sonido del helicóptero de rescate y lo vemos dirigirse a las cumbres de las que venimos, el montañero que nos adelantó siguió hacia el otro valle, iba en solitario y la bajada es complicada, esperemos que esté bien, cuando te cruzas con un helicóptero de rescate no debes alzar los brazos pues pueden interpretar desde arriba que solicitas ayuda, lo mejor es seguir tu camino sin inmutarse y manteniendo los brazos abajo.

En poco lo vemos de vuelta, creemos que lleva a alguien pues se dirige dirección Salamanca aunque no va a mucha velocidad, es posible que no sea grave, cruzamos los dedos…

Seguimos por las praderas y nos volvemos a encontrar el grupo de cuatro caballos que cuando nos ven se apartan a la derecha, quedando un caballo despistado a la izquierda, de repente una yegua relincha muy fuerte y el caballo despistado se cruza a toda velocidad por delante de mí hasta llegar a la yegua, que le reprende con un gesto de la cabeza y de la pata izquierda delantera,…el potro se iba a llevar un pescozón de la madre por no estar pendiente.

Llegamos al bosque y allí seguimos muy deprisa, la oscuridad nos persigue  cada vez más rápido y llegamos a la furgoneta justo cuando nos alcanza, llevamos a Cris a su vehículo y luego nos sigue hasta la localidad de Navatejares donde en el único bar tomamos y brindamos por tan hermoso día.

Cris tiene barbacoa al día siguiente, así que nos despedimos y nosotros nos encaminamos hasta la casa rural donde descansamos para el día siguiente…

 

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Y el día siguiente, amaneció pesaroso de nubes y brumas, que acomplejando al sol le hizo de un día desapacible…

Pero Marga nos llevó a sus dominios en la Sierra de Béjar, subiríamos  a Peña Negra de Becedas, que entre frío y algunas nieblas terciaron nuestros pasos entre piornos y nieves blandas…

 

Pero no nos hizo desistir de nuestro empeño ni de nuestro afán por las fotos grupales, aunque a Angeloti le cueste una buena carrera…

 

 

  • Maese Viento, gélido ha sido tu aliento hoy…

  • Necio humano, olvidas que es invierno…, luego te quejarás de que hará calor en el verano, nunca estáis conformes que lo que tenéis…

  • No te pongas así, Maese. Bastante tenemos con una pandemia y ahora una guerra para que me vengas con esos alientos…

  • Es vuestro necio mundo el que está loco, humano, lo habéis realizado a vuestro imagen y semejanza, sois causa y efecto de lo que os ocurre, hasta que un día Madre Tierra se canse de vosotros…

  • Y se cansará, Maese, tarde o temprano se cansará, de nuestro maldito y loco mundo…,pero antes de que ello suceda, ¿me seguirás contando historias?,¿ Maese ?….,¿Maese…?,¡Maese!…

  • Yo siempre estaré ahí, humano, en cualquier lugar de vuestro necio y loco mundo, …no sabes ni sabéis escucharme…

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2 comentarios

  1. Fran Morales Fuentes

    Realmente bello ese Corral del mismísimo Diablo. Las luces y la nieve estaban en todo su esplendor… mira que nosotros hemos estado en Meapoco unos días antes… sólo 4 días antes. Había muy poca nieve y dura… perfecta para caminar, y por la noche en Belesar hizo bastante frío… heló todo… se congelaron todas las pozas.
    Tener que volver Marga a Salamanca, fue una faena… desde luego. Precisamente en Béjar nos hospedamos el día antes de subir al Belesar.
    Me ha enganchado bastante esta lectura… como siempre… muy amena.
    Un saludo, tocayo, y mucha salud.

    • Fran Pascual

      Gracias, Tocayo. Cambió totalmente el paisaje en unas horas, es lo hermoso que tiene la montaña, es cambiante continuamente y te muestra muchas caras, a veces fría, otras, nevosa, otras gamberra u africana, nunca sabes por donde te sale…, me voy a liar con la subida del Bisaurín que fue muy bonita…Un fuerte abrazo.

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