La integral clásica a Sierra Nevada en solitario. 2. Desde el Mulhacén a las calles de Lanjarón, ¿quién pudiera entender los manantiales…?

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Acabo de abrir los ojos, ha soplado con fuerza Maese Viento, se escuchaba sus bramidos por las cumbres, tanto temo su ausencia como su excesiva presencia, ayer casi muero asfixiado de calor en el Canuto, por la noche me costó coger el sueño, me acosté temprano y duró la luz hasta más allá de las diez de la noche, al final no se presentó el zorro y no tuvimos que conversar. Los muchachos no volvieron, se quedarían por las lagunas de abajo, no vi a nadie salvo a ellos en el día de ayer que fueron 12 km, pero hoy será diferente, voy a la parte civilizada, las pistas entre Mulhacén y Veleta son muy frecuentadas por deportistas de montaña y excursionistas ávidos de llevarse dos de las cimas más elevadas de España.

Quiero empezar pronto a andar, el día será largo, y quisiera hacer las cotas desconocidas para mí del Tosal del Cartujo y otra que hay en esa zona que no sé ni cómo se llama, no hay mapa oficial con nombres para las cimas menos frecuentadas, tendré que hacerlo yo algún día…

Salgo a las ocho y cuarto, ya están las cabras montesas esperando que me vaya de sus dominios usurpados por esta noche, pastan cerca de mí sin interesarse demasiado en lo que hago.

Voy buscando hitos para llegar al Puntal de Siete Lagunas, la primera cumbre del día, tendré que superar unos doscientos metros, una vez más busco vereda e hitos, pues en la montaña el camino más corto es el camino, si te sales tendrás más dificultades para progresar.

He tardado tres cuartos de hora en llegar al Puntal, grabo un vídeo y como unos frutos secos antes de empezar la subida al Mulhacén por la senda desconocida Noreste.

 

La senda sale justo del collado antes a la izquierda cuando asciendes, hay bastantes hitos de piedra que voy siguiendo, se me han perdido los hitos, rastreo huellas de zapato, cruza una zona de rocas, ya veo los hitos.

El sendero va por una zona muy descompuesta parecida al Canuto, pero más tumbada, he logrado esquivar unos arenales muy peligrosos y duros de subir, girando a la izquierda siguiendo un hito medio escondido.

Evito otra zona de rocas descompuesta ,estoy subiendo con mucha facilidad, ahora me meteré en la zona norte, son terrazas con vistas al precipicio donde está la laguna de La Mosca, una de las mayores caídas de Sierra nevada para quien tenga vértigo.

Me paro un momento a beber y comer tortas de arroz, esto de tener alergia a la fruta e intolerancia al gluten es un problema en la montaña, siempre voy de pájara en pájara, pero ya voy aprendiendo a manejarlas, un poco de magnesio no me hubiera venido mal hoy, se me acabó ayer en el Canuto.

 

Sigo subiendo, trepando esta vez por roca, he evitado otro arenal pegándome al barranco, por fortuna no tengo vértigo y prefiero sacar el culo al precipicio que dejarme las uñas en un arenal.

Ya voy llegando, hay unos bloques muy grandes en mi camino, veo un hito en lo alto de un bloque, estoy tentado de dar un rodeo por la izquierda, que seguro que se evitan, pero mi alma de cabra me mete de nuevo en refriega escaladora.

Son las diez y cuarto, he tardado un poco más de una hora en llegar al Mulhacén, es la segunda vez que lo piso este año, llego y grabo un vídeo.

 

 

Mientras estoy grabando llega un deportista de montaña, es de Barcelona y ha venido medio corriendo desde la Hoya de la Mora(la parte alta de Prado Llano, la estación de esquí) para conocer el Mulhacén, le sorprende el paisaje , está acostumbrado a Pirineos, no tiene nada que ver, esto con aquello.

Intercambiamos fotos,  impresiones y me bajo, me quedan más de 20 km por hacer y cinco cumbres con el Veleta por medio.

La bajada por la cara oeste del Mulhacén  es muy cómoda, han hecho un único sendero grande y cómodo, se podrá bajar por él, veo abajo salir del Collado del Ciervo dos montañeros, seguro que son los muchachos de ayer saliendo del Vasar, llego hasta ellos y efectivamente, lo son. Me cuentan que esta noche tuvieron percance con un zorro y les robó un salchichón…, la ley del universo , no le quise dar el mío y el lo cogió prestado a otros, les rompió una bolsa de plástico tampoco  les ha roto gran cosa, les ofrezco el salchichón mío pero dicen que tienen comida.

Cada vez me voy cruzando con más gente, no estoy acostumbrado a la compañía humana, estaba ya hecho a las cabras montesas, son más predecibles.

Hemos llegado al refugio de la Caldera, allí me vuelve a hacer foto el deportista de montaña de Barcelona, que bajó corriendo, los muchachos y él se irán por la pista , yo subiré al collado de la Caldera, pasaré junto al Puntal de laguna larga, pero no llegaré hasta él, el Caballo está muy lejos, bajo de nuevo a la pista por la que vienen detrás los muchachos, he recortado distancia pero por la pendiente he tardado algo más.

Ahora toca una larga meditación por pista, espero que maese sople y no me muera de calor…

  • Maese Viento, amigo mío. Qué fea es la pista ésta, la cambiaba por una vereda.

  • Pues no parece que piensen igual tus congéneres, humano, como puedes ver es la zona más frecuentada de tu montaña.

  • En la sociedad de hoy, todo el mundo va a lo fácil, su falta de tiempo les hace ir corriendo a todas partes, y por mucho correr no vas a tener más tiempo en tu vida, lo único que puede pasar es que se te pase antes, ahora soy yo el que te hablo, Maese. Esto de la soledad me ha empoderado, palabra de moda ahora.

  • Lo más valioso que tenéis es vuestro tiempo, humano. Y tenéis la fea costumbre de malgastarlo.

  • Es verdad, Maese. Si tuviéramos un contador del tiempo que somos felices en nuestra vida,¿cuántos años habríamos vivido realmente al final de ella?, debería ser obligatorio llevar el contador colgando del cuello…

  • No sois conscientes que en cualquier momento vuestro tiempo se puede parar para siempre y por eso lo empleáis tan tanta desidia e ignorancia.

  • Es verdad, maese. Yo estuve mucho tiempo sobreviviendo, día a día. Soportando la vida como podía, mi vida no era mía y no la disfrutaba como debía. Ahora VIVO y por eso elijo arriesgarme, hacer cosas que los demás no hacen pues prefieren la seguridad, la falsa seguridad de sus monótonas vidas.

  • Cada cual que sostenga su vela, humano. Han hecho sus elecciones y son tan válidas cómo la tuya.

  • Es cierto, Maese, no soy nadie para criticar ni hablar de nadie, por eso cada vez me gustan menos los encuentros sociales; alcohol, exceso de comida y cotilleos…, cada vez me gusta más mi soledad.

Pasamos la laguna de Rioseco, sigo en modo meditación, para aprovechar tan monótona pista, que se rompe con los saludos de las gente que se me cruza, cada cual con su historia vital a cuestas se cruzan en tu vida por un breve segundo sin dejar el más mínimo recuerdo de ello, como la mayoría de las personas que pasan por tu vida sin dejar impronta, todo pasa y la memoria es corta y se pierde con los años, todo desaparece, nada permanece, como diría Maese Viento.

Estoy en el paso de los guías, el único punto interesante hasta el collado de la Carigüela, es un atajo recto para evitar las vueltas de la pista, casi nadie lo toma, pues hay que pasar una repisa en la pared y para ello hay cadenas para agarrarse ,me encanta este punto, salen buenas fotos, los muchachos del salchichón del zorro me han alcanzado y les hago fotos en el paso, les pido su teléfono para mandárselas, el chaval se llama Víctor, el otro no ha llegado a abrir la boca en ningún momento…

En el refugio de la Carihüela hay mucha gente  pero me paro un momento a comer algo antes de subir al Veleta.

Y subo poco a poco al Veleta, lleno de gente como siempre en verano, qué poco me gusta esta cumbre, es una prolongación de la ciudad, así que una foto y me vuelvo al collado de la Carihuela,dudé en subir al Veleta, pero no podía faltar la segunda cumbre más alta en la integral, pero he sacrificado el Cerro de los Machos, no me daba tiempo subirlo, aunque me gusta bastante.

Bajo por la senderita muy bien horadada hasta los lagunillos de la Virgen, no  haré la cuerda de los tajos de la Virgen , demasiado peligroso para una mochila grande, son muy aéreos.

Me encanta el manantial de los lagunillos de la Virgen…

«¿Quién pudiera entender los manantiales,
el secreto del agua
recién nacida, ese cantar oculto
a todas las miradas
del espíritu, dulce melodía
más allá de las almas?…

Luchando bajo el peso de la sombra,
un manantial cantaba.
Yo me acerqué para escuchar su canto
pero mi corazón no entiende nada.»

 

Me siento tranquilamente a comer, hoy será la primera vez que lo haga al medio día, pues son las tres, tomo salchichón y queso y aparecen tres montañeros que les indico lo del manantial, se sientan cerca de mí , eran una grupo de seis y van en dirección contraria a la mía haciendo la integral, los otros tres van por los tajos de la Virgen y los presentes no se han atrevido, yo con compañía lo habría hecho, creo. Los tajos de la Virgen son muy aéreos, y es mejor ir con alguien que los conozca bien para no meterse en líos con los senderitos paralelos de las cabras que te pueden enriscar.

Ellos vienen de Nigüelas, ya nadie se atreve de ir por Lanjarón, son mil metros de desnivel extra por un bosque que se quemó hace 21 años y no han repoblado, yo si me atreveré, quiero hacerlo como antes cuando dependía de los autobuses de línea para hacer montaña.

Salgo para Elorrieta casi a las cuatro de la tarde, un refugio que está en una cumbre, y desde allí decidiré si voy al Caballo mi destino final por la vereda normal o por la cuerda de la Cumbre del Tosal del Cartujo, voy mal de tiempo, me queda mucho por andar.

Llego  al refugio de  Elorrieta, me crucé con gente, pero aquí no hay nadie, al  final he decidido que me volveré sobre mis pasos para tomar la vereda que lleva al Tosal del Cartujo, esa zona no la hice nunca y aunque voy mal de tiempo mi deseo me pierde.

Bajo hasta una llanura para coger nuevamente la cuerda de los tres mil, tengo que ascender por un paso que termina en roca con precipicios, veremos si puedo pasar.

Tuve que destrepar un poco, ha sido sencillo aunque al no haber estado nunca me hizo desconfiar un poco, los hitos de piedra me guían en el pequeño desfiladero, que tras  él me encuentro al famoso Tosal del Cartujo, llevo años viéndolo desde Granada y nunca lo había pisado, me llena de satisfacción.

Tengo que bajar para luego subir a Tajos Altos, se ve muy vertical esta cota, no sé si se llegará hasta lo alto sin escalar, voy ya un poco cansado, empecé a andar a las ocho y cuarto de la mañana y son las cinco y media.

Cuarenta minutos tardé en llegar a Tajos Altos y se llega hasta arriba, veo al Caballo muy lejos, no voy a poder llegar y subir , se me hará de noche y voy cansado, no quiero forzar mi musculatura a ninguna lesión, mañana tengo que bajar dos mil doscientos metros de desnivel, una barbaridad.

Empiezo a bajar los Tajos Altos, si sigo por la cota de tres mil no llegaré , la montaña se retuerce demasiado, así que debería tratar de bajar al valle, allí hay un camino sencillo de seguir.

Veo laguna Cuadrada y busco la forma de bajar, estoy a punto de destrepar por roca en  unos riscos, pero a última hora veo los  hitos en la ladera,

Los hitos van junto a la pared pero yo he pasado por una sendera de cabras a media altura por la ladera para luego subir, y en poco he llegado al camino del valle, estoy a salvo…, se ha acabado la aventura de la integral salvo sorpresas muy grandes.

El camino que hacía se me hace larguísimo, voy ya renqueante , llevo más de cincuenta Km en tres días por sendas con 4500 metros de desnivel positivo, algo se tiene que notar.

He llegado a la laguna del Caballo, me asomo al refugio del Caballo pero parece que está cerrado, tampoco empujo muy fuerte, he visto junto al lago sitios muy bonitos para dormir bajo las estrellas, me quedo mirando al Cerro del Caballo, me dan ganas de subir, pues se hace en muy poco rato desde aquí, pero debo estirar y descansar para mañana.

 

 

Monto nuevamente mi puesto pernocta, con mis esterillas y mi saco, pero me he puesto a estirar en la esterilla cuando llega una pareja de treintañeros que me preguntan si sé inglés, son de  Israel.

Hablamos largo rato, van a Trevelez y se quedarán a dormir. Les digo que creo que el refugio esta cerrado, y me preguntan porqué, yo le contesto que llevo treinta años sin estar en la laguna, pero que se asomaran que yo no empujé fuerte, se acercan y abren la puerta me llaman para que me vaya con ellos, pero yo prefiero mi hotel de mil estrellas.

Ceno tranquilamente y disfruto de una bella puesta de sol con el refugio de fondo, a la que no le hago fotos, pues me estoy quedando sin batería en ambos móviles, estiro , respiro y.., sopla Maese Viento.Y luego queda sólo el silencio…

» Silencio, ¿dónde llevas
tu cristal empañado
de risas, de palabras
y sollozos del árbol?
¿Cómo limpias, silencio,
el rocío del canto
y las manchas sonoras
que los mares lejanos
dejan sobre la albura
serena de tu manto?
¿Quién cierra tus heridas
cuando sobre los campos
alguna vieja noria
clava su lento dardo
en tu cristal inmenso?
¿Dónde vas si al ocaso
te hieren las campanas
y quiebran tu remanso
las bandadas de coplas
y el gran rumor dorado
que cae sobre los montes
azules sollozando?»

De Elegía al Silencio. Federico García Lorca.

 

 

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Integral Sierra Nevada. Día 4. Descenso del Caballo hasta Lanjarón. Entre los restos del paraíso quemado. ¿Quién pudiera entender los manantiales?

Y era  septiembre del año 2005 cuando una pareja de extranjeros, un británico y una francesa se perdieron en el paraje de Tello del valle de Lanjarón, hubiera sido una pequeña anécdota sin importancia si no fuera porque se les ocurrió de encender una hoguera en la noche para que pudieran localizarlos más rápidamente, la hoguera se le fue de las manos y arrasó el valle más hermoso y frondoso de la Alpujarra y puede que de toda Granada, tenía un castañar de los más frondosos y frescos y en la parte alta habían  bosques de pinos hasta la altura de 2500 metros poblando las laderas del idílico y bello valle de Lanjarón, la última vez que estuve por allí fue a principios de los años noventa y recuerdo la bajada, bajada muy larga y dura que termina en escalones de pizarra durante más de una hora, pero era una auténtica gozada para los sentidos.

 

Y casi 20 años después me atrevo a ir a la zona cero, no sé cómo se habrá recuperado la zona, pero vi un reportaje hace un año en el que contaban que habían dejado regenerarse la naturaleza a su ritmo sin hacer nada, actuación que es barata pero me parece de inicio inadecuada, nuestros bosques son el alma de la tierra, los árboles son la energía de la atmósfera que atrae el agua, pueden pasar cientos de años antes de que vuelva a ver un bosque, hoy lo veremos…

Y allí en la laguna del Caballo de frente al Cerro del mismo nombre, había pasado la noche, había pasado dificultades con mi saco de plumas, pues me lo tuve que abrir hasta la mitad porque me moría de calor.

Y me moría de calor y casi me abducen los marcianos…, estaba tan tranquilo mirando el cielo cuando de repente vi al norte sobre la sierra como un gusano gigante en el cielo relleno de dos filas de luces verdes que se desplazaban lentamente hasta desaparecer, lo hacían contorneándose y tapando las estrellas, lo que fuera estaba en la atmósfera, nunca he visto nada igual…

Tengo que madrugar, así que he aprovechado la circunstancia de que en este valle que mira al mediterráneo no hace frío, para recoger el saco y las esterillas al amanecer, tras coger agua con la bomba filtradora de la laguna estoy andando sobre las ocho menos cuarto de la mañana, el sol apenas asoma.

El sendero sube un poco inicialmente para luego llegar hasta las ruinas del refugio de Lanjarón desde el que se ve la vertiente oeste de Granada, desde aquí comienza la gran bajada hasta los 500 metros de altura de Lanjarón pueblo.

Esta zona es de pizarras y cuarzos muy descompuesta pero sencilla de andar, la pendiente baja paulatinamente, no hay una sombra , hice bien en madrugar.

En poco me encuentro un bosquete de pinos negros retorcidos por el viento. Y tras él, un piornal, las llamas arrasaron los bosques de pino de esta zona, y todo es piorno como en Gredos pero más pequeños al tener menos agua que allí.

Sigo en mi paso sin pausa, empiezo a ver grandes pinos sueltos que han quedado vivos del incendio , lo demás es monte bajo, he seguido las indicaciones hasta las ruinas del refugio de Ventura.

Aquí me he  echado la crema del sol, como , bebo y me preparo, el sol va a ser infame, estamos en pleno agosto, desde aquí hay balizas de madera amarillas indicando la ruta que lleva al refugio de Tello, y de allí me llevará a Lanjarón.Donde nacen los manantiales…

«Mansas
y turbias de penumbra yo sentía
las canciones del agua.

¿Qué alfabeto de auroras ha compuesto
sus oscuras palabras?
¿Qué labios las pronuncian? ¿Y qué dicen
a la estrella lejana?
¡Mi corazón es malo, Señor! Siento en mi carne
la implacable brasa
del pecado. Mis mares interiores
se quedaron sin playas.
Tu faro se apagó. ¡Ya los alumbra
mi corazón de llamas!
Pero el negro secreto de la noche
y el secreto del agua
¿son misterios tan sólo para el ojo
de la conciencia humana?
¿La niebla del misterio no estremece
al árbol, el insecto y la montaña?
¿El terror de las sombras no lo sienten
las piedras y las plantas?
¿Es sonido tan sólo esta voz mía?
¿Y el casto manantial no dice nada? »                                               

Para mi fortuna hasta abajo vereda y marcada, todo un lujo, hace 30 años tenía que dar cien mil vueltas por las pistas buscando la mejor forma de bajar.

Me encuentro un pastor a la sombra de un pino que me pregunta si he visto ovejas en mi bajada, le digo que las vi ayer antes del Cerro del Caballo, pero no son esas las que busca. Le pregunto como es que no han repoblado el paraje, y dice que con la sequía no prende nada, no hay árbol que crezca en la zona, a él le ha venido muy bien el incendio , ahora tiene pastizales infinitos para sus ovejas pues desde aquí solo hay monte bajo.

Voy bajando y encontrando algún chaparro y algún melojo(roble español de montaña), no entiendo como no protegen los ejemplares jóvenes para que no se lo coman las cabras y las ovejas, cada vez me gusta menos esa política del no hacer.

Me acabo de cruzar un bosque de abetos jóvenes muy denso y apretado, creo que deberían haberlo aclarado, para que salieran árboles fuertes y resistentes a la sequía.

Y voy siguiendo el sendero Tello -Ventura en su descenso, apenas tengo que emplear el GPS, salvo en alguna curva que puede dar a equívoco, va apretando el calor, y me encuentro por fin en el refugio de Tello.

Aquí hay árboles enormes que se escaparon del fuego…

 

«Mas yo siento en el agua
algo que me estremece… como un aire
que agita los ramajes de mi alma.

¡Sé árbol!
(dijo una voz en la distancia.)
Y hubo un torrente de luceros
sobre el cielo sin mancha.

Yo me incrusté en el chopo centenario
con tristeza y con ansia,
cual Dafne varonil que huye miedosa
de un Apolo de sombra y de nostalgia.
Mi espíritu fundióse con las hojas
y fue mi sangre savia.
En untuosa resina convirtióse
la fuente de mis lágrimas
El corazón se fue con las raíces,
y mi pasión humana,
haciendo heridas en la ruda carne,
fugaz me abandonaba.»

 Y el refugio es muy grande y tiene literas, hay una pareja joven de hippies de Madrid que tienen unos burros a los que hay dos ciclistas haciéndoles fotos, me siento tranquilamente un rato a descansar llevo 4 horas bajando.

Converso con ellos del mundo rural que está desapareciendo perjudicado por todas las políticas supuestamente ecologistas de salón que van dificultando la vida rural, me cuenta el muchacho que han sacado una ley que los ganaderos de montaña tienen que hacer un registro de dónde están pastando las vacas cada día del año y presentarlo a la administración, parece que estos gobiernos ecologistas prefieren tenerlas en granjas intensivas hacinadas unas con otras, toda la vida se han dejado sueltas por el monte y de vez en cuando se sube a ver cómo están, desde luego que las vacas de montaña deben de ser bastante felices entre prados y arroyos…

Me dicen que me queda hora y media y se hace bien, salgo entre un bello bosquete y sobre un puente de madera cruzo el  río esperando ver el castañar de mis recuerdos.

Al principio junto al rio un bosque fresco y hermoso pero luego me encuentro la desolación, casi todo quemado, los troncos secos van acompañando mi triste paso hacia Lanjarón , el edén deshecho  en cenizas y nadie ha hecho nada por repoblarlo, no han plantado ni un solo árbol que yo vea, me muero…,de pena.

«Mi chopo centenario de la vega
sus hojas meneaba
y eran hojas trémulas de ocaso
como estrellas de plata.
El resumen de un cielo de verano
era el gran chopo.
Mansas
y turbias de penumbra yo sentía
las canciones del agua.»

 

Me encuentro un cartel del castañar de Patatún, en el que reza que por los desbordes de agua  de la acequia se ha formado un espeso castañar en la que las mujeres del pueblo no podían apenas cruzar, parece que el cartel es lo que queda sin quemar, vaya decepción, la solanera que voy pillando es de órdago y sólo se ven cadáveres de árboles por todas partes, el Patatún  me va a dar a mí.

Entiendo que Tello era una grande silvicola experimental de pinos, y había plantado muchas especies que no eran de esta zona  y no tienen sentido que estén, pero la encina, el rebollo y el castaño son árboles autóctonos que aumentan la humedad del ambiente y favorecen la lluvia, estando adaptados a este clima, me ha causado mucha tristeza ver que en 20 años está todo igual que cuando se quemó…

«Tuve la gran tristeza vegetal,
el amor a las alas.
Para poder lanzarse con los vientos
a las estrellas blancas.
Pero mi corazón en las raíces
triste me murmuraba:
Si no comprendes a los manantiales,
¡muere y troncha tus ramas!

¡Señor, arráncame del suelo! ¡Dame oídos
que entiendan a las aguas!
Dame una voz que por amor arranque
su secreto a las ondas encantadas;
para encender su faro sólo pido
aceite de palabras.»

 

Y la última hora de bajada la sol, con mucho calor y los escalones , se me está haciendo largo. Menos mal que a la entrada de Lanjarón hay un manantial de agua fresca y muy rica…

«El paisaje y la tierra se perdieron,
sólo el cielo quedaba,
y escuché el débil ruido de los astros
y el respirar de las montañas.

¿No podrán comprender mis dulces hojas
el secreto del agua?
¿Llegarán mis raíces a los reinos
donde nace y se cuaja?
Incliné mis ramajes hacia el cielo
que las ondas copiaban,
mojé las hojas en el cristalino
diamante azul que canta,
y sentí borbotar los manantiales
como de humano yo los escuchara
Era el mismo fluir lleno de música
y de ciencia ignorada.»

El Manantial. Federico García Lorca. 1919.

 

 

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