Culibillas,la hija de Anayet. 10. La espada de las desamparadas.
10.La espada de las Desamparadas.
Culibillas se puso al cinto la espada, aunque no tenía muy claro qué hacer con ella, jamás había asido una espada y no le entusiasmaba la idea de hacer daño a ningún ser vivo con ella, por muy malvado que fuera, ella era un ser puro y no comprendía la violencia.
Salió de la cueva y allí estaba el unicornio esperándola, se subió en él y se adentró en el bosque, estaba amaneciendo y descendió por el gran valle cubierto de nieve.
Cuando estaba a punto de salir del valle en el bosque se le abalanzaron una docena de jinetes rodeándola, eran los mejores hombres de Balaitous, de su guardia negra.
Culibillas sintió miedo pero al tocar la espada de su cinto, una luz blanca salió de ella sin ni siquiera desenfundarla, los jinetes quedaron impregnados de la luz y cayeron al suelo todos a la vez como fulminados por un rayo. Culibillas se bajó del unicornio preocupada por si los había matado, pero los guerreros se pusieron de pie y empezaron a quitarse los cascos y las armaduras negras que los protegían y se pusieron de rodillas llorando como niños.
Culibillas estaba estupefacta, no se esperaba nada igual, la espada emanaba una luz protectora y a la vez muy dolorosa, era la luz del llanto de una madre por su hijo…, los hombres entonces se acercaron a Culibillas, y de rodillas pidieron perdón a Culibillas por el daño que habían provocado a las órdenes de Balaitous, ahora comprendían el dolor de los demás humanos, y con la cabeza agachada le prometieron que le ayudarían a liberar a los demás humanos.
La niebla cubría el valle, pero el sol que había salido hacía un par de horas la estaba deshaciendo, en la empalizada del fuerte rojo estaba Anayet con sus armadura y su espada asida en la mano con el cejo fruncido en claro gesto de preocupación, todos los hombres del fuerte estaban tensos esperando, había murmullos entre los sitiados…
Esto es el fin, hoy moriremos…
Callaos de una vez dijo Anayet sin dejar de mirar el valle.
Por el valle ascendía un ejército enorme, era la infantería oscura que con sus armaduras negras y afiladas lanzas iban al encuentro del destacamento de los sitiadores de la fortaleza, los hombres del destacamento gritaban eufóricos y alzaban los brazos ante la llegada del gran ejército…
Si hoy es el día en que tenemos que morir, ¡les daremos mucho trabajo!, gritó Anayet alzando la espada, mientras los defensores gritaban desafiantes al nuevo ejército recién llegado.
Pero había algo extraño en ese ejército, no siguió para reunirse con los sitiadores, se quedaron parados a unos doscientos metros de ellos sin avanzar, los sitiadores se quedaron callados pues no entendían su parada.
Entonces desde lo alto de la montaña sitiados y sitiadores escucharon un relincho, y apareció entre la niebla un unicornio con una figura femenina sobre ella.
¡Es Culibillas!, ¡Es Culibillas!, gritaban los sitiados.
¡Culibillas!, ¡Ven, hija mía!, ¡Dónde vas!, gritaba desesperado Anayet al verla descender en dirección al valle donde estaban los ejércitos de Balaitous.
Culibillas bajó despacio, sin prisa, se situó en el espacio que había entre el ejército recién llegado y el de los sitiadores, le dio la espalda a los recién llegados y se dirigió lentamente hacia los sitiadores. Cuando estuvo cerca de ellos un gran destello cegó a todos los presentes y cuando recuperaron la visión, descubrieron a los sitiadores en el suelo quitándose los cascos y armaduras, algunos estaban de rodillas, otros tirados por el suelo, mientras que la infantería oscura observaba la escena mientras vitoreaban una y otra vez el nombre de ¡Madre!,¡Madre!, ¡Madre Culibillas!.
Pero cómo es posible, ¡es imposible!. Gritaba airado Balaitous al capitán de su guardia, ¡Cómo que han desertado todos los hombres de mi ejército y se han unido a esa zorra!
Así es mi señor…, sólo quedamos el destacamento que hay en esta torre. Decía el capitán arrodillado con la cabeza inclinada sin atreverse a mirar a Balaitous.
¡Vete ¡, ¡Vete de mi vista! ¡Vete!.
Cuando desapareció el capitán apareció entre las sombras Sisbi;
Tendréis que hacer un nuevo ejército, mi señor, y esta vez no serán hombres, Culibillas tiene la espada de las Desamparadas y ningún hombre o mujer irá contra ella…
Pero que pretendéis, que saque a mis hermanos de las profundidades a luchar. Nunca he tenido que recurrir a ellos. Y aunque son inmortales, si se les alcanza con metal lunar se desvanecerían.
Mi señor, ya sabéis que vuestro hermano Soul los utilizó para acabar con la Atlántida, es vuestra única oportunidad para vencer a Culibillas…, la Elegida…, los seres oscuros son fuertes y poderosos.
Pues así sea, convocaré los poderes de los Seres Oscuros, yo, Olivier el genio de las profundidades y acabaré con esa simple humana y todo su ejército de traidores…
Y otra cosa mi señor, debéis ordenar a vuestros hijos e hijas que abandonen la fortaleza…, ellos deberán esparcir vuestro legado por todos los confines de la tierra.
Así será, y mis hijos serán lo que dirijan los diferentes gobiernos de los humanos en la tierra y mis hijas esparcirán el odio y la insidia entre los humanos, por los años de los años venideros…