“ Y me olvidarás
en el tiempo
sin poder recordar
ni siquiera mi nombre.
Y me olvidarás
como nube
que a su paso
solo deja sombra.
Y me olvidarás
como el pájaro
que se posó
en aquella rama
sin cantar.
Y me olvidarás
como el río
que se cruzó
detrás de
tu camino.
Como una luna
de melaza
sin colores
ni esperanza.
Como una risa
de porcelana
que suena
lejana
entre voces.
Como una rosa
de verdes espinas
sin olores
ni rubor rojo.
Como una brisa
esquiva y perdida
que se aleja
sin besar cabellos.
Y me olvidarás
olvidando,
sin sentir
que has olvidado,
como la mañana
olvida la noche.
Y me recordarás
quizá en algún momento
quizá solo por un instante,
con aquel gesto,
con aquella mirada
con aquella palabra;
que nunca se dijo…”
Don Álvaro había decidido marcharse del pueblo, pero ha recibido una carta para acudir a una fiesta en el castillo de los Zúñiga, Don Iñigo Zúñiga es un hombre muy poderoso y su primogénito Don Gonzalo, está todavía sin compromiso conocido, es la oportunidad esperada para tratar de encontrar la solución a sus problemas económicos.
Don Gonzalo de Zúñiga es el prototipo de hombre que volvería locas a casi todas las mujeres, alto, apuesto, orgulloso para no decir soberbio, locuaz, mentiroso, insensible, mujeriego y borracho, una buena prenda bañada en oro y buen vino.
Las mujeres humanas están hechas de insensatez, desprecian a quien las quiere y aprecian al que las desprecia e ignora, en ese juego tan femenino de ignorar a quien te quiere y perseguir a quien te ignora, nunca lo entenderé, sois necias las humanas…
Como buen macho Don Gonzalo sólo busca su placer, no le interesan los demás salvo para cumplir su voluntad, exprimir a las personas hasta que son inservibles para luego buscarse otro juguete.
La recepción es en un gran castillo, allí se ha congregado toda la nobleza de las comarcas de Tiétar, Alberche y Alto Tormes como queréis llamarle ahora los humanos. La fiesta era lujosa y fastuosa, para demostrar el poderío de la familia, Don Iñigo recibía a sus invitados, mientras su hijo Don Gonzalo como pez en el agua se pavonea gallardo delante de las mujeres, sabe que es el objetivo de todas y no quiere renunciar a ninguna que se precie.
– Cómo os llamáis, no os había visto nunca.
– Me llamo Isabel, soy hija de Don Álvaro de Rojas.
– Tenéis unos ojos preciosos, Isabel, lástima que todavía seáis una niña.
– No soy una niña, Don Gonzalo, voy a cumplir 18 años la semana que viene.
– Eso lo dirás tú, muchachita, realmente creéis que sois una mujer, uhhhh, dejadme pensar, tiene una figura preciosa y su rostro es muy bonito, pero con eso no basta. Tendríais que demostrármelo algún día, no sé, ya veremos…adiós Isabelita.
Isabel se revuelve furiosa al sentirse herida, pero ya se ha dado la vuelta Gonzalo, sabe que la inocencia de Isabel le llevará hasta él, y no dejará escapar un espécimen tan fabuloso, para su colección de amantes…
Isabel está muy atraída por ese hombre tan orgulloso y autosuficiente, será porque las mujeres buscáis la seguridad , la fuerte autoestima y autosuficiencia en los hombres, lo que os lleva muchas veces a los que menos os aman y os pueden amar.
Don Gonzalo ya tiene una nueva presa, se pasea en caballo en las inmediaciones de la casa de Isabel, para hacerse ver, aunque no quiere ir directamente a su casa, eso le comprometería demasiado a los ojos de Don Álvaro. En el pueblo ya saben todos porque se hace tan presente tan noble señor, sus correrías son muy conocidas en la comarca.
Mientras Martín ajeno a todo esto, tras su alegría inicial, se sume aún más en la tristeza, al comprobar que Isabel lo evita y le ignora, se ha cansado del torpe enamorado de la casa de enfrente, ya no le resulta gracioso como al principio, y ella sólo piensa en el petulante de Gonzalo, los humanos sois necios, muy necios…
– Martín, te veo mal, ya no sales a la calle.
– Maese, ya ni me mira, me ignora, me hace sentirme como un monstruo, si al menos fuera más alto, Maese, que puedo hacer…
– Olvidarla. Te lo repito y te lo vuelvo a repetir, pero no me escuchas, ya te dije que te iba a doler.
– Pero yo no quiero olvidarla y no puedo…
– Martín, esta noche podrías subir a la gran laguna, allí donde el aire es puro, seguro que mi Tía Abuela, la Luna, que es muy sabia, te podría hablar, si la escuchas…
Y allí está Martín, junto a la laguna, abatido y triste, mirando a Luna, en una noche cálida de otoño…
“Y ahora estamos solos
dulce compañera,
háblame esta noche,
desde allí arriba,
y cuéntame te lo ruego,
qué es el amor…
No creas que es fácil,
a pesar de que todo
lo he visto,
pero has tenido suerte
y quiero hablarte,
así que escucha…
El amor es el río
que no agota su caudal
y nunca llega al mar.
El amor es noche
cubierta de estrellas
y nubes de seda.
El amor es fuego
de cálido tacto
y suave sabor.
El amor es rana
que salta a un charco
y aparece en el océano.
El amor es un ave
que vuela deprisa
y anda despacio.
El amor es voz
que la puedes oir
pero no la escuchas.
El amor es juguete
en manos de un pez
que lo guarda en bolsillo.
El amor es montaña
que se sube de un salto
y nunca tiene cumbre.
El amor es agua
en un vaso sin fondo
y se escurre en tus manos.
El amor es un sueño,
el amor es una esperanza,
el amor es un niño pequeño
que se cae al andar,
el amor es el aire,
es el agua, es la tierra,
el amor es una luz
en tus ojos,
que te puedo contar más,
el Amor es vida.
¿ Lo has entendido,
mi tonto lunático?
Sí ,pero algo que
no puedo comprender,
Si el amor es vida,
¿Cómo se sienten los vivos…?”
Gonzalo está resuelto a conseguir a Isabel, por medio de un intermediario le mandaba mensajes, en los que iba subiendo el tono amoroso, Isabel, dulce niña, ha picado el anzuelo y está perdidamente enamorada de él. La trampa se está cerrando, la presa está a punto…
Martín sabedor de los avances del romance de Isabel, se va sumiendo cada vez más en su abismo de desesperación y desesperanza. Se pasa las horas acurrucado en un rincón de la habitación, ya no me escucha, ya no es él, es un amasijo retorcido de tristeza y sufrimiento…sois necios los humanos.
“ Y llorará rocío en el bosque
en pequeñas perlas de lamento.
Y llorará luna en el cielo
detrás de una nube.
Y llorará brisa en la noche
ahogándose en silencio.
Y de tus ojos verdes
caerá lentamente
muy lentamente,
ni una sola lágrima
ni siquiera una.
Y llorará fúgida golondrina
al rasgar con alas de cielo.
Y llorará alba encajado
entre nubes de espino.
Y quedaré en desvelo
en mi ventana de siempre
sobre el abismo.
Y te irás…
sin mirarme
sin hablarme
sin despedirte,
mostrándome tu aprecio
en tu espalda.
Y llevarás…
mis pocas ilusiones
en tu silencio.
Y reirás…
con tus blancos dientes;
yo no lo haré.
Y me postraré
en mi oscuro rincón
otra vez más sólo,
viendo llorar
el cielo,
viendo gemir
el viento,
viendo desgarrarse
los cirros,
sintiendo desmoronarse
las estrellas.
Y me quedaré
un día más
en mi muerte
preguntándome
si habrá mujer
sobre el duro suelo
con algo de corazón…”
Nunca podré comprender el corazón humano, con lo sencillo que es vivir y compartir vuestras vidas con quien os ama y os aprecia, tenéis que complicarlo todo, enredarlo todo, os empeñáis en buscar lo que no os conviene y en sufrir absurdamente por cosas que se solucionan fácilmente, hacéis vuestras vidas desgraciadas por cualquier motivo,… sois muy necios los humanos.