“- Maese Viento,ya te escucho en todas la montañas, hasta con la algarabía montañera te entiendo…
– Sí, humano, por fin tus oídos no están sordos, te ha costado, pero vas mejorando…
– Maese Viento, escucho algo…no sé que es, es una melodía triste, muy triste, tan triste…
-Humano, estás escuchando el llanto de la Anjana Branca…escúchalo,siéntelo…
Suéñame una vez,
pues mi sueño ya se fue,
suéñame una vez,
pues mi sueño se rompió,
hazlo una sola vez,
hazlo aunque no sea verdad.
Pues de un sólo sueño,
se respira una sola vez,
Pues si la noche es larga,
el día también lo es.
– Maese Viento, qué es esta melodía tan dolorosa…
-Las Anjanas son hadas de la montaña Cántabra, son seres benignos que protegen a los pastores y al ganado…,y ahora a los montañeros.
-Sigo escuchando la melodía, Maese Viento…
Suéñame una vez,
en ensueño de tu piel,
suéñame una vez,
en susurro de tu sentir,
quiéreme una vez,
hazlo una sola vez,
pues ya nada espero…,
y de tí siempre soñé.
Pues si la noche es fría
el día siempre lo fué.
Siénteme una vez,
pues ya no creo en tu sentir,
siénteme una vez,
pues nunca sentiste de mí.
Y si mi soledad te acompaña,
siéntela una vez,
pues ya nada tengo,
y nada quiero más.
Pues en nada siento,
y en nada quedaré.
-Maese Viento, creo que la soledad de la Anjana Branca me acompaña…cuéntame su historia, te lo ruego…
– Así lo haré, rápidamente, que se van tus congéneres…
Imagen de Elena Dudina.
Hace mucho, mucho tiempo, habitaba en las frías aguas del Cantábrico, una bella sirena, todos la llamaban Branca, pues se pasaba las horas mirando y soñando de las nieves de los picos…
Branca quería sentir la nieve, añoraba tocarla y estaba dispuesta a todo. Luna que todo lo ve, sintió a Branca en su melancolía…
-Que te ocurre, bella sirena. Ya no eres la alegría de las olas,no eres la luz de las mareas…
– Madre Luna, siento que mi sitio es en las montañas, no aquí, quiero sentir de cerca la nieve.
– Pues te puedo ayudar, ya sabes que yo tengo el poder mágico de las estrellas, te puedo convertir durante cuatro siglos en una Anjana y luego volverías a tu mar…
– Sí, sí, por favor, hazlo…conviérteme en una de ellas, prometo proteger a los pastores y a todo ser que se precie…
-Pues sea así, bella sirena…
Branca, posó sus nuevos pies en la suave arena y se alejó del mar que la vió nacer, para adentrarse en sus montañas, con nueva forma de Anjana…
Durante años la Anjana Branca, cumplió su cometido de hada buena, pero un mal día se cruzó en su camino Mel.
Mel era un hombre de cabello dorado y ojos azulados, diferente a todo lo que había en las montañas, era el pastor más hermoso y fuerte de los Picos de Europa.
Branca que como sirena no estaba acostumbrada a tratar con hombres, quedó completamente prendada de Mel,de sus ojos, de su mirada y de su sonrisa…
De poco valió las advertencias de sus amigas Anjanas, sobre lo volátil del corazón humano, Branca soñaba y soñaba con amar a Mel, pero su condición de hada no lo permitía.
Y allí estaba enjugándose las lágrimas junto al arroyo, descuidándo su labor de anjana…
– Anjana Branca, que te ocurre esta vez…
– Oh, Madre Luna,no puedo vivir…yo amo a Mel y como hada moriré de pena…
– No sabes lo que dices, Branca, eres un ser inmortal…pero si quieres amar a un humano tendrás que renunciar a tu esencia inmortal.
– Así lo quiero,Luna, hazme humana, por favor…
– Te estás equivocando,Anjana Branca, pero si lo deseas, así será…
Entonces Luna vertió sus polvos de las estrellas sobre Branca, pues Luna, madre de todos los seres mágicos, siempre hace lo que le piden de corazón, aunque no sea lo mejor…
Branca estaba feliz, era humana, podría estar con Mel, y salió en su busca con la ilusión de los sueños blancos…
Mel era un hombre terrenal, su corazón era frío como el hielo y su belleza no era interior…cuándo se le acercó Branca, con su hermosura de muchacha de ojos esmeralda y pelo gualdo, Mel no dudó en prometerle la Luna, el cielo y todas las estrellas para poseerla…
Cuando Mel se cansó de Branca, sólo necesitó a otra campesina para ello, la abandonó burlándose de ella…
Branca, triste y abrumada, comprendió su error, había sido víctima de un sueño, un sueño que no era realidad y que se convirtió en pesadilla…
Branca deambulaba sola por las crestas nevadas, perseguida de su soledad infinita, ya no era Sirena, ya no era Anjana, sólo una humana, triste y despechada…
Subió al pico más alto para ver su mar…y allí helada y desolada…,murió de dolor.
Y te puedo contar, humano, que los días de luna llena se puede escuchar el llanto de la Anjana Branca, en lo alto del pico donde murió, y que Luna dispuso que si un corazón puro llevara sus restos al mar, su espíritu descansaría para siempre…,pero su leyenda se perdió y ya nadie busca a la Anjana Branca. Así que, que su soledad te acompañe…”