Y estando bajando por la Portilla Bermeja al pie del Almanzor, dí un resbalón que casi da con mis huesos en tierra, y al mirar entre mis pies, vi un brillo metálico. De rodillas me hinqué y con cierto nerviosismo desenterré una gran caja metálica, la guardé en la mochila y la llevé a casa.
Tras abrirla me encontré unos papeles amarillentos, carcomidos y ennegrecidos, donde pude leer lo siguiente:
LA LEYENDA DEL ALMANZOR.
Cuentan las antiguas lenguas que volviera el Moro Almanzor de las tierras de Castilla tras probar su valor.
Llegarónle fuertes rumores de una laguna profunda y fusca donde crecieran tempestades de una nube negra y brusca.
Y de unas cumbres arcanas donde terribles alaridos, repicaran entre riscos y enloquecieran los oídos.
No pudiera el torvo Almanzor permitir que en sus coyundas hubiera semejante paraje del zafio averno iracunda.
Mandara llamar indignado de las montañas pastores que contaran con su verbo tamaño ruines rumores.
Postrados a sus pies temblaran de terror y dijeran que en tal lugar existiera gran horror.
De montañas afiladas de sucios iblis y fantoches que rieran y gritaran todo día y toda noche.
Y de una laguna obscura del que brotaran desventuras, de djinns segura cobertura y de otras nefandas criaturas.
Pusiera sus nobles posaderas sobre noble blanco corcel, y mandara que su guardia fiel cabalgara de rauda manera.
No hubiera sitio infame en el reino de Almanzor que se escapara de su alfanje y de su colérico rubor.
Llegara Almanzor cansado a este lugar encantado repleto de picos acerados y de un lago encalmado.
¿Dónde estuvieran las voces tamaño genio adversario? ¿dónde se hallara el aullido de un gran ente nefario?.
Allí no se topara el diablo sino el silbo del viento, allí no se encontrara el espanto sino del silencio su llanto.
Quedó Almanzor prendado del rincón encantado, y ordenó a sus hombres reúna esa tarde junto a la laguna.
Fuera noche clara de luna en lo alto, fuera tibia y templada de rocas y cobalto.
Paseara sosegado Almanzor solitario junto a la laguna, aparecióle un gran resplandor y una humana figura.
Fuera bella y fermosa doncella de ojos garzos y pelo centella, de piel perfecta albura y túnica de plata pura.
Oh, bella hurí salida del paraíso, qué quieres tú agora de un guerrero fiero insumiso.
Oh, noble Almanzor viniera yo del paraíso, de allí no te traigo amor sino un triste aviso.
Pero precio has de pagar por semejante servicio, pues esta nueva va librar tu futuro del suplicio.
Habla ya de una vez y dime tu precio, pues tengo cerca la vejez y perder tiempo es necio.
Pagarás veinte y tres brillantes duras preseas, pues veinte y tres grandes cumbres veas.
Y veinte y tres telas de sirgo de pago pues veinte y tres arroyos caen al lago.
Y veinte y tres mulas campestres, por veinte y tres collados terrestres.
Y todas ellas dejarás en un desfiladero angosto, el día veinte y tres del mes de Agosto.
Así será bella hurí te complaceré en el pago, pues la nueva no es baladí aunque sea un mal trago.
Oh,fiero Almanzor te digo con gran dolor, que te acecha un traidor de tu sangre receptor.
Será Abdallah tu hijo, tu simiente tan amada, quien se arrimará a los del crucifijo para pasarte por la espada.
Y su sangre has de verter si tu reino quieres mantener, pues es grande la conjura y para vos grande tortura.
Oh, cruel noticia infausta de mi vástago adorado, triste noche injusta cuando fuere traicionado.
Muera yo desconsolado y no por acero afilado, pues su sangre verteré por mi reino apaciguado.
Pues has de saber Almanzor que esta montaña es puerta, y es por mi grande amor que vine aunque estoy muerta.
Y donde la nieve perdura, al pie de la más alta cumbre allí te esperaré segura cuando se extinga tu lumbre.
No dudes bella hurí que por ti volveré, cuando la triste parca mis ojos por siempre cierre.
Y se apagara el resplandor en el silencio nocturno, dejando triste y taciturno al adusto y fiero Almanzor.
Y cuenta la leyenda que a su hijo ejecutara, por no tener enmienda y su traición consumara.
Y cada veinte y tres de agosto cargara a las mulas campestres con sedas y preseas.
Y llevaránlas dejadas al pie de la gran cima, donde fueran ocultadas por la gualda calima.
Y abriérase una gran grieta con gran polvo y estruendo, y volviérase de nuevo quieta cuando las mulas tragara.
Cada año Almanzor acordara cumplir su firme promesa, y cada Agosto una recua mandara que cuidara su palabra ilesa.
Y en su lecho de muerte de sus generales rodeado, estaba echada su suerte de su última batalla agotado.
Y todos creyeran de su juicio hubiera de fiebre escapado, pues solo hablara de su efugio de un lago y de un pico escarpado.
Y cuentan en Gredos los pastores que los veinte y tres de agosto cuando la noche fuera clara cuando el lago fuera calma.
Han visto un guerrero doncel cabalgando un blanco corcel, y en su grupa una doncella de ojos claros y pelo centella…