• Haced el favor de explicármelo de nuevo, pues no lo he entendido muy bien. Habéis encontrado a los herejes y no los trajisteis ante mí como os encomendé…

  • Reverendísimos señor, les hemos estado vigilando durante varios meses pues suponemos que hay más herejes en nuestra comarca y hemos tratado de desenmascararlos.

  • Y entonces, cómo es que la hereje está muerta, qué le hicisteis…

  • Su ilustrísima y…¿ cómo sabéis que ella ha muerto?. Respondió Don Jesús sorprendido al mismo tiempo que levantaba la cabeza para mirar a su interlocutor, el obispo de Ávila.

  • Los caminos y los ojos de la iglesia llegan muy lejos, eso no es trascendente en nuestra locución, Don Jesús. Contadme que pasó.

  • Pues nosotros los vigilábamos de lejos cuando de repente unos forajidos les atacaron…

  • ¿Unos forajidos…?, ah…, bien. Y fueron ellos quienes la mataron.

  • Ilustrísima…, les volcaron la carreta y ella murió, y no nos acercamos para no ser descubiertos, él se marchó con ella malherida y sabemos dónde la enterró…

  • Bien, bien. Don Jesús…, habéis actuado correctamente, le seguís espiando al hereje supongo…

  • Sí, Señor Obispo. Eso hacemos…

  • Y qué ha sido del niño recién nacido, pues ella estaba embarazada y no me lo habéis dicho…

De nuevo Don Jesús volvió a perturbarse, y contestó balbuceando…

  • Pues consiguió nacer, pero no creemos que logre sobrevivir al invierno sin su madre,…por eso no lo mencioné, su ilustrísima.

Una sonrisa  de satisfacción ocupaba la cara del obispo, todo estaba saliendo como estaba previsto, el hijo de las Almas Anexas era una pieza muy importante en el tablero de la lucha ancestral entre lo que los humanos queréis llamar el  bien y el mal, podría desequilibrar la balanza para la nueva avenida del Señor Oscuro, el señor de la Soberbia, el mayor entre los mayores demonios y señores de la oscuridad…, Olivier Balaitous.

  • Pues es menester que ese niño sobreviva al duro invierno, haced que sobrevivan los dos, es vuestro  cometido esta vez…

Os podéis retirar y no me volváis a fallar, no os lo volveré a  perdonar.

  • Así haré, Ilustrísima. No os decepcionaré…

Don Jesús abandonó la estancia con una reverencia afectada y con semblante de preocupación ante el nuevo escenario que se mostraba ante él…,  el obispo se quedó  mirando por la ventana con una sonrisa en la boca, todo había salido muy bien, Pablo tarde o temprano volvería a su naturaleza oscura y su hijo sería la herramienta  para liberar de su prisión a Olivier Balaitous…

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Pablo estaba de rodillas  sobre la verde hierba, que crecía de verano en el paraje junto a una pequeña laguna con nieve al pie de la cumbre con forma de aguja.

Sus ojos arrasados de lágrimas miraban un pequeño túmulo de piedra que ocultaba una tumba sin nombre, la tumba de Marcia, estaba allí con su hijo Héctor, tenía al pequeño entre sus brazos y se lo mostraba a la tumba.

Abrazaba a su hijo con fuerza, y le mojaba de lágrimas, mientras el niño ponía cara de pucheros de ver a su padre llorar, pese a su corta edad.

Yo le envolvía agitando sus cabellos y aunque no debería interferir en los asuntos humanos decidí hablarle…

  • No te rindas, Pablo. No lo hagas…

Pablo me ha escuchado, aprieta los labios y se los muerde hasta casi sangrar,  traga saliva, se limpia las lágrimas con la manga…

  • Tu hijo te necesita, Pablo. Marcia quiso morir para que él viviera y no fuiste tú quien decidió su muerte, no te culpes…, debes seguir viviendo para tu hijo…

  • Lo sé, Don Maese. Ella me encomendó que viviera para él, y cuando lo miro la veo en sus ojos, él es lo único que tengo y no hay nada en este mundo que me pueda separar de él, mi hijo…,sangre de mi sangre y de mi amor por Marcia, él será nuestra Resistencia.

  • Sé que lo estás cuidando, Pablo. Pero no te cuidas tú, tienes que comer, tienes que seguir viviendo, no puedes cambiar tu felicidad por el dolor, y es tu elección…

  • Pero Don Maese… dijo Pablo y soltó al niño a la hierba y se acercó hasta el túmulo de la tumba y se puso de rodillas sobre la tumba…

Y se acuesta sobre la hierba tocándola  con sus manos como si quisiera acariciar el cuerpo de Marcia.

Sin ti…

Sin ti no puedo vivir,

sin ti no existen los colores,

sin ti la luz es sombra.

El frío bosque es cobijo de alimañas

que roen muy dentro de mí.

Los arroyos son mi naufragio

al revivir en ellos  tu voz…

Sin ti…

Han callado los pájaros

Sin ti…

ha enmudecido el bosque…

ha perecido la flor que daba su  aroma…

Sin ti…

Se ha adelantado el invierno,

y ha llenado mis ojos de nubes

cada día

 Sin ti…

Y me amabas

                             tanto.

                                         Sin ti…

Estoy abandonado en la  sombra

 del árbol  carcomido de penumbra…

Sin ti…,

      Sin ti,

          Sin ti,

             Sin ti…