18. Lilith y Belcebú.
Habían perdido la noción del tiempo en el laberinto, seguían a Orosia que les llevaba a veces subiendo escaleras, otras bajándolas, pasando pasillos muy estrechos, y otras por grandes salas donde los abismos oscuros parecían querer engullirlos…
De repente el pasillo se fue ensanchando, y llegaron hasta una puerta de color violeta, era muy diferente a las demás, tenía formas redondeadas, brillaba y destilaba voluptuosidad.
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Tendremos que pasar por los dominios de Lilith, y esta prueba creo que va a ser muy dura para vuestros hombres, mi señora.
Dijo Orosia con la cabeza inclinada para que no pudieran ver su sonrisa de satisfacción.
Una vez más, me tendréis que seguir, y esta vez no os salgáis del camino amarillo, si queréis salir de aquí…
Culibillas asintió con la cabeza y los soldados pusieron sus cuerpos en tensión máxima, dispuestos para la lucha.
Orosia abrió la puerta y entraron en una estancia cálida, vaporosa, con corrientes de agua caliente que se juntaban en pequeños estanques junto a miles de velas, el olor a rosas, jazmín y cera lo impregnaba todo.
De detrás de una columna apareció de repente una figura con forma de mujer semidesnuda que les miraba sonriendo, su mirada era lasciva, al mismo tiempo dentro de los estanques vieron mujeres jóvenes y hombres jóvenes de cuerpos perfectos, semidesnudos, se besaban y se tocaban con sensualidad y algunas mujeres salían de allí al encuentro de los soldados.
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Os estaba esperando, soy Lilith, os propongo una eternidad de placer y sensualidad, dejad ya de sufrir…, este es el paraíso, veniros conmigo y conoceréis la felicidad…
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No le escuchéis, hijos. Seguid por el camino por favor…, dijo Culibillas.
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No seáis estúpidos, apuestos soldados, venid conmigo, y descubriréis todo lo que habéis soñado. Dijo Lilith acercándose a un soldado que estaba quieto con los ojos fijos en ella…
Tres mujeres jóvenes se acercaron al soldado y éste se salió del camino, empezó a desnudarse y a besar a las muchachas con pasión. Mientras Lilith hacía movimientos sensuales con su voluptuoso cuerpo, mirando a los soldados, y entonces se salieron del camino todos los soldados y se lanzaron corriendo a los estanques mientras se quitaban la armadura.
Ginás que fue el único que se quedó en el camino, estaba petrificado, mirando a Lilith, pero Culibillas se acercó y le agarró de las muñecas zarnadeándole para que volviera en sí.
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Ginás, Ginás, despertad…,que es una ilusión, no os salgáis vos también, por favor…
Ginás miró a Culibillas, con mirada confusa y avergonzada…
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Perdonadme, no volverá a pasar…
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Vámonos, mi señora. A no sea que se quieran quedar aquí…Les dijo Orosia con una sonrisa sarcástica.
Lilith se dio la vuelta y se dirigió hacia los soldados que chapoteaban en el agua y se abrazaban con las muchachas al darse cuenta que no se saldrían del camino.
Los tres siguieron hasta una pequeña abertura en la pared que era muy estrecha y tuvieron que salir reptando no sin dificultad.
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Y que les pasará a mis soldados, preguntó Ginás, una vez fuera.
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Pues la verdad, no lo sé. Lo mismo han ganado una estancia eterna en el paraíso…
Respondió Orosia con una sonrisa que parecía por esta vez sincera.
Siguieron por un pasillo que al fondo había una puerta ancha con barrotes.
En este punto se paró Orosia, y se quedó un momento en silencio, miró a ambos y les dijo…
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Para pasar a los pasadizos oscuros tendremos que cruzar esta última sala, está custodiada por Belcebú, el Señor de la Gula, es el amo de las profundidades. Mi señora, aquí no os puedo aconsejar, sólo deciros que la salida está en la parte opuesta de la sala, justo detrás del trono de Belcebú…
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Pues, vayamos, y no hagamos esperar más al destino. Dijo Culibillas, acelerando el paso.
Ginás abrió con dificultad la pesada puerta, y tras cruzarla encontraron una espesa selva que se enzarzaba en un palacio de piedra blanca, en poco que avanzaron apareció ante ellos Belcebú, con una lechuza en la manga derecha y con tranquilidad se dirigió a Culibillas.
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Así que vos sois la famosa Culibillas, os imaginaba más mayor, sois casi una niña.
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Belcebú, príncipe de las tinieblas, señor de la Gula…, os han dado muchos nombres, pero no aparentáis ser un monstruo.
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Mucho se habla de mí, pero no citan que mi principal Gula es el conocimiento, conocimiento de todo lo que sea posible, ese conocimiento que han despreciado los Seres Mágicos y nosotros hemos inculcado a los Seres Humanos, no todo lo que proviene de nuestro mundo es muerte y destrucción,… querida.
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Me sorprendéis Belcebú, sois tan diferente a vuestros hermanos, podríais ser un Ser Mágico según lo que decís…
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Eso que decís en un desatino, Culibillas, no he pretendido ni quisiera serlo nunca…,los Seres Mágicos con su exceso de protección, dejaron a la humanidad sin capacidad de progresar, sin capacidad de decidir…, sumieron a los seres humanos en la infancia perpetua, y a eso le quieren llamar el bien…, yo no estaría muy orgulloso de lo que les hicieron los Seres Mágicos a la humanidad…
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Bajo la tutela de los Seres Mágicos no existía el odio, ni la enfermedad, y no había disputas, y la armonía reinaba entre los humanos, me contó mi madre…,respondió Culibillas.
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Sí, es cierto…, pero una vida sin elección ni conocimiento no podría llamarse libertad…, no os engañéis, que todo no es blanco ni es negro…
Os quedaréis conmigo de invitada, aquí tendréis el conocimiento y podréis encontrar la verdad que lo mueve todo, será un privilegio teneros conmigo para siempre, Culibillas.
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No podrá ser, señor de las tinieblas, tengo que cumplir mi misión. Ya sabéis que vuestro hermano mayor Olivier ha roto el equilibrio, y yo tengo que restablecerlo.
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Me parece bien, nunca entendí la violencia de mi hermano, la mayoría de mis hermanos son poco razonables…, y eso que tienen mucho menos poder que yo,… yo soy el que les doy a los Seres Humanos la capacidad de decidir por sí mismos, de elegir entre lo que llamáis el bien y el mal, y producir el cambio vital que hace transformar a los humanos en su deambular por el tiempo.
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Realmente, me parece muy interesante vuestra compañía, Belcebú. Pero he de seguir…, si no detengo a vuestro hermano correrá mucha sangre, y no lo puedo permitir…
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Pues no es tan fácil, Culibillas, yo siempre tengo que cobrar un precio por pasar, tendréis que dejar algo importante para vos, lo dicen las normas de los Abismos. En todos los sitios hay reglas…
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Mi señora, no sé si yo soy importante para vos, si es así, yo me quedaré con Belcebú…,- Dijo Ginás al tiempo que daba un paso hacia él.
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Ginás, no. Por favor…, no tenéis que hacerlo. No os puedo abandonar aquí, a vuestra suerte…
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Es mi decisión, y ya está tomada, mi señora. Debéis seguir, asumiré el destino que me dicte este Ser Oscuro…
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Has decidido bien, humano. Culibillas, podéis seguir. Ahora pasaréis al laberinto de la Oscuridad, tomad la antorcha que hay junto a la puerta de salida, os será muy necesaria para iluminar vuestro camino…, tened suerte en vuestro cometido, el Tiempo decidirá si vos sois capaces de derrotar a mi hermano…
Culibillas y Orosia siguieron hasta la puerta, al salir encontraron un pasillo muy oscuro, la humedad goteaba de los techos y las paredes, el aire estaba enrarecido, los pasadizos oscuros es un mal sitio hasta para mí…, yo que estoy en todas partes…, pues no olvides que quien te cuenta esta historia soy yo, el Viento…, aunque mi voz suene neutra.
Culibillas avanzó por la estancia oscura con Orosia a sus espaldas, pero en pocos metros Culibillas notó su ausencia, y efectivamente, al darse la vuelta se encontró sola, Orosia había desaparecido y la había dejado abandonada a su suerte en el laberinto de la Oscuridad…