– Maese Viento, amigo mío, escucho tu voz clara y fuerte, pura y diáfana, ansiaba poder sentirte de nuevo…
– Bien sabes, humano, que estuve hablándote continuamente, mas tú nunca me escuchaste…
– Mis oídos han estado cerrados, Maese, mi cuerpo lleva días sin funcionar, vine enfermo desde el principio.
-Necio eres humano, si enfermaste por tu trabajo, pues ya no estás trabajando…
-Es cierto, Maese. El estrés y el exceso de trabajo hicieron mella en mí, me han dejado postrado y asqueado, asqueado del mundo que nos oprime cada día…
-Es vuestro mundo, humano, pero tú puedes decidir de tu mundo qué te afecta y qué no…
-Qué me quieres decir esta vez, Maese Viento, una vez más no te comprendo…
-Todo tiene la importancia que le des, humano, pues un mosquito es muy importante para una golondrina, ya que su alimento es, pero para un águila un mosquito no tiene importancia, pues para el águila nada es. Puedes elegir entre ser golondrina o ser águila ,cada día con las circunstancias de tu mundo, pues la importancia de las cosas eres tú, humano, quien se las da…
-Te entiendo, Maese Viento, ya veo que para curarme solo necesitaba de tu aliento,…pero Hamid no supo contarme la leyenda del Atlas, subí con la ilusión de que tú lo hicieras…
-Humano, siempre tan curioso, siempre tan interesado…
-Maese, sólo es para llevar tu palabra a los humanos, a ti también te gusta, lo sé, si no para qué me hablas…
-Entonces escucha, pues te contaré el origen del Atlas,… y el final de la Atlántida.
La verdadera leyenda del fin de la Atlántida.
Y tú que crees conocerme, que crees saber quién soy,…pero no lo sabes,…no tienes ni idea.
Crees que Yo soy quien silva en la reja de tu ventana, quien roza tus cabellos, quien te corta la cara en la fría mañana,…el viento.
No, crees erróneamente, Yo soy mucho más, mucho más que el simple viento.
Porque yo soy aquel que seca tus lágrimas…, cuando te afliges.
Porque yo soy aquel que sostiene tus risas…, y las lleva a otros oídos.
Porque yo soy quien te arranca los suspiros,… cuando sueñas despierto.
Porque yo todo lo sé de ti, porque estoy tan cerca de ti, porque en tu sangre viajo y porque en tus células…, habito, silenciosamente, sigilosamente, sin que lo sepas.
Siempre he estado desde el principio en Madre Tierra, y conozco a cada uno de vosotros…
Y de todo lo que ocurre soy testigo,…humano, escucha, si quieres escuchar, pues tienes oídos y no sabes dónde están, mira, si puedes ver, pues tienes ojos y en tu cara no se hallan…
Y aquí estoy, fuerte y sincero, cierra tus ojos y desvanécete en mis palabras, pues lejos te llevaré…
En otro tiempo, en otro lugar, en una tierra donde habitaban hombres y mujeres en perfecta armonía, una tierra que habrás escuchado hablar, pues su nombre era Atlántida, en este tierra a diferencia de muchas otras los humanos podían ver a los Seres Mágicos que los protegían y le llamaban dioses, pero en la Atlántida quienes mantenían el orden eran Diosas, pues el Amor Supremo es femenino…
Y eran tres hermanas las diosas que tutelaban a los humanos en la Atlántida, al igual que ocurría en los Pirineos con las Tres Fadas que luego se transformarían en las Tres Sorores como ya os relaté por medio del necio humano que escribe mis palabras, no más necio que vosotros, que nunca llegaréis a entender, ni nunca jamás podréis ver…
Y de estas Diosas la hermana mayor era Astarté, nacida de lo más íntimo del corazón de Madre Tierra, era el Amor en su pureza, el Ser Mágico que había nacido en primer lugar, de lo más profundo de Madre Tierra y era la más íntegra, intensa y prístina, era el principio y el fin de todo lo que respiraba en la Atlántida, daba vida y fertilidad a todo lo que se movía bajo el cielo.
Siwa era la siguiente hermana, era el equilibrio, el sentido común, la templanza, la reflexión, el estado de gracia e iluminación, daba paz a los humanos y reconfortaba sus corazones, llenándolos de gracia y seguridad.
En cambio Kho la hermana menor, era la fuerza de carácter, la perseverancia, la decisión acertada, la intuición y ésta era la predilecta de Luna, Madre de todos los Seres Mágicos, pues éstos nacieron de fragmentos de Luna que cobraron vida al quedar en el interior de Madre Tierra.
Así es, humanos, como os podéis imaginar, la Atlántida era un lugar fértil y fecundo, grandes ríos desembocaban en lagos y el verde ocupaba todo lo que la vista podía abarcar, y aquí la humanidad se desarrollaba feliz venerando a sus tres diosas, y ella cuidaban maternalmente de su bienestar…, en una civilización humana nunca antes ni después superada, pero todo es efímero, nada permanece.
Un día una bruma gris se extendió por el cielo tapando el sol, la luz palideció generando sombra por toda la Atlántida.
Kho comprendió que algo iba mal y acudió en busca de sus hermanas que estaban en palacio, encontró a Siwa en estado de trance, levitando con los ojos abiertos, Astarté estaba sentada en su trono, su semblante rígido y tenso presagiaba malas noticias, se sentó a su derecha de la sala capitular en uno de los tres tronos que ocupaban un extremo, de frente estaban los asientos del consejo de humanos que daban voz a los hombres y mujeres de Atlántida.
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¿Qué ocurre, Astarté, que está pasando, querida hermana?, inquirió Kho mirándola con intensidad.
-
Las peores noticias, hermana, las peores noticias…, Olivier el príncipe de los Seres Oscuros está libre, su poder es cada vez más fuerte y tras él irán los demás señores de la oscuridad, no creo que pueda contener por mucho tiempo a Soul, nuestro peor enemigo.
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Pero que ha sido de nuestras hermanas las fadas de los Pirineos, ellas le tenían atrapado bajo tierra, como tú controlas con tu vitalidad a Soul.
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Nuestras hermanas se han vuelto humanas, Kho, han dejado su inmortalidad y su deber de proteger a la humanidad.
El rostro de Kho se contrajo de perplejidad y contrariedad, no podía entender lo que había pasado.
-
Ha sido el Amor humano, comieron sin saberlo la fruta del árbol de la vida, Kho, han sido envenenadas de amor, nunca sospeché que Olivier fuera tan retorcido. Dijo Siwa sin abrir los ojos, manteniéndose inmóvil en su postura de meditación. Les han vencido con lo que nosotras tenemos y protegemos nuestro mundo, con amor, pero con amor romántico humano…
Astarté convocó el consejo de hombres y mujeres sabios de la Atlántida y les puso en situación.
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Queridos hijos, ya sabéis que el mal ronda por la tierra, se ha desatado con toda su virulencia, Soul, el demonio de las serpientes vendrá a destruir nuestro hogar, mi poder se ha debilitado, ya no puedo contenerle en las profundidades de la tierra.
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Madre Astarté, ya sabe que daremos nuestra vidas por defenderos, ningún demonio va a conseguir entrar en el palacio ni en Atlántida mientras un atlante quede con su corazón latiendo…, dijo Ahinadad, el anciano responsable de las fronteras de la Atlántida.
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Ahinadad, tendremos que prepararnos, vendrán muchos, los Yenún dirigirán ejércitos de humanos para destruirnos y coronar a Soul en la destrucción de nuestra tierra.
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Pero si los Yenún son una leyenda, esa horda de demonios con pies de cabra que con látigos esclavizan a los humanos…
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No son leyenda, os lo puedo asegurar, queridos hijos, pronto los veremos. Un rumor agitado se desató en la gran sala del consejo, el miedo flotaba en el aire de la estancia.
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¿Y entonces que tenemos que hacer, Madre?, en pie Takama, la consejera del agua de la Atlántida, mirando a Astarté con los ojos enrojecidos.
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Kho se encargará de los preparativos, habrá que fabricar armas y levantar muros en nuestras fronteras, hijos, no temáis, durante miles de años hemos vivido en nuestra ciudad, en nuestra tierra, la defenderemos hasta el final, aunque en ello pierda mi inmortalidad…
Durante años Kho organizó las defensas, aprendió el arte de la lucha y organizó a los humanos y humanas en ejércitos, pues todo Atlante dejaría su sangre por la Tierra y por su libertad, mientras tanto Soul había ido esclavizando a todos los seres humanos en las fronteras de la Atlántida, al mismo tiempo que atrajo a mercenarios humanos deseosos de codicia y destrucción, los Yenún se habían organizado en grandes ejércitos que destruían y saqueaban todo lo que rodeaba la Atlántida, convirtiéndolo en desierto, pero no podían entrar en la Atlántida pues Astarté y Siwa habían formado una barrera protectora que no podían franquear ningún ser con intención de dañar la Atlántida.
Soul el príncipe maligno dominador de las serpientes, había estado durante miles de años recluido bajo tierra sin poder soportar la luz del sol, pero el sol ya no brillaba como antes y la fuerza maligna de Olivier había disuelto los conjuros de los Seres Mágicos para contener a los Seres Oscuros.
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Y habéis encontrado lo que os ordené buscar, Apophis. Nunca me habéis fallado y por eso sois mi general primordial. Dijo Soul al entrar un demonio serpiente en la estancia.
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Así es, Señor, estaba en las profundidades del volcán, aquel que llega casi a tocar el cielo al sur, tuvimos que cruzar una selva, pero en el corazón del volcán estaba, nos ha costado traerlo pues es muy pesado.
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Es materia oscura, Apophis. Son los restos del asteroide del que procedemos, es lo único que puede matar a un Ser Mágico, cuando acabe con Astarté, todo será mío, la oscuridad y el dolor se prolongará en el mundo de los humanos y me necesitarán siempre para continuar sus miserables vidas que se alimentarán de codicia, odio y miedo. Nuestra era ha llegado, y Soul será el príncipe de la Atlántida…”
“Necios fuisteis siempre humanos, pero antes la codicia no habitaba en vuestros corazones como ahora, lo que llamáis el bien y el mal en un principio no estaba en vuestro mundo, los Seres Mágicos controlaban vuestro mundo y los seres oscuros estaban recluidos en el interior de la tierra, los Seres Mágicos proceden de materia lunar, que un tiempo atrás fue un ente de luz, una cometa que surcaba los cielos antes de acercarse a la tierra y quedarse atrapada en su órbita, y los Seres oscuros, provenientes de restos del asteroide oscuro de Érebos, que estuvo a punto de colisionar con Luna, dejándole restos oscuros, los restos de luna y de Érebos en el interior de Madre Tierra cobraron vida, o lo que vosotros llamáis vida, pues todo tiene vida, hasta los seres inertes, pero vuestros necios ojos no ven…
Siwa estaba anormalmente perturbada, sus ojos enrojecidos habían derramado lágrimas, lágrima profundas, pero ya había recompuesto su postura. En ese momento se acercó Kho a ella, sabedora que algo tenía que contarle.
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Siwa, que ocurre, amada hermana mía.
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Nuestro tiempo se acaba, hermana, una nueva era se avecina, la humanidad quedará a la merced del libre albedrío, y el mal se extenderá por Madre Tierra…
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No, no lo consentiremos, Siwa, defenderemos hasta el final nuestro cometido del bien, nunca cejaremos, somos inmortales.
-
Querida Kho, hermana mía…, Astarté también lo sabe, Madre Tierra nos habla, nuevos tiempos se aproximan, una Era nueva oscura se acerca, y lo ocupará todo, hasta la Atlántida, pero esa Era oscura también se acabará, todo cambia, querida Kho, todo evoluciona en vida y muerte, creación y destrucción, estamos en un ciclo y no podemos evitarlo.
-
No, no, no. Siwa. No, me da igual lo que diga Madre Tierra, nuestra Madre Luna nos ayudará a vencer a los Seres Oscuros. Dijo Kho con la mirada ardiente y decidida, con la mano en la empuñadura de su espada…
Y así Soul encargó a Mamurio, el herrero de los Seres Oscuros que fraguara una espada de materia oscura que todo era capaz de cortar, hasta el duro diamante, y por su peso sólo la podía levantar el brazo de Soul. También encargó hacer artes de guerra y fragmentos con la materia oscura para darle uso contra los Seres Mágicos, poco a poco iban estrechando el cerco alrededor de la ciudad de Atlántida, y dirigía un ejército de Yenún y humanos deseosos de las riquezas movidos por la codicia.
Llegó el día, las huestes de Soul habían rodeado la ciudad, y lanzaban fragmentos de materia oscura para romper la barrera protectora de Astarté, Siwa tomaba su fuerza de un pozo que conectaba directamente con el centro de Madre Tierra y la utilizaba para sanar los Atlantes heridos en la contienda, Kho, no evitaba el combate, con su espada de luz partía todo hombre o demonio que se le acercara y dirigía a los Atlantes en la resistencia.
Un ejército de Yenún embistió contra las fuerzas de Kho, y durante horas lucharon en un combate feroz y desesperado, ningún Atlante rendiría su espada, morir antes que la esclavitud.
Pero Soul había previsto todo, y lanzaba proyectiles de Materia Oscura contra el palacio de Astarté y la fuerza de los Atlantes se iba debilitando a medida que la de Astarté lo hacía, y entonces el mismo Soul en persona con su guardia negra con armaduras de materia oscura, penetró por la retaguardia hasta llegar al palacio de las Diosas…
Kho sintió lo que estaba pasando, dejó la batalla y salió corriendo en busca de sus hermanas, pero Soul había llegado hasta la estancia de Siwa y con su espada se disponía a acabar con su vida cuando Astarté con su lanza se interpuso.
-
Astarté…, eres la presa que vine a buscar, tu hermana me da igual, ella no puede hacerme daño, pero tú…, morirás.
-
Aquí estoy Soul, hace mucho que estoy esperando este día, sabía que ocurriría, y lucharé contra ti, como llevo miles de años haciendo.
Soul lanzó una estocada que Astarté, detuvo con facilidad, se sonrió, -esto sólo es el principio, el principio del fin-, dijo mientras daba golpes que Astarté desviaba con facilidad, entonces de repente lanzaron una red de materia oscura sobre Siwa inmovilizándola, y tres Yenún se acercaron con sus espadas a atacarla.
Cuando Astarté miró hacia Siwa a Soul le brillaron los ojos sibilinos y de su manga se sacó un pequeño puñal oscuro que lanzó a Astarté, ella no pudo esquivarlo y se le clavó en el corazón, se le doblaron las rodillas y sabedora de la gravedad de su herida salió fuera de la estancia buscando el exterior para alejar a Soul de su hermana, pues sólo la podría matar con la espada de materia oscura.
Astarté huía con el hilo de fuerza que le quedaba, mientras los Yenún tenían apresada a Siwa, en ese momento llegó Kho y empezó a luchar con los tres Yenún, Siwa, atrapada dentro de la red, de pie junto al pozo que comunicaba con el centro de la tierra, Kho se deshizo de los dos primeros Yenún con facilidad, pero el tercero era Apophis, y la lucha se volvió dura e incierta, y en lo más dura de ella, de repente, un gran estruendo estalló, y la tierra empezó a temblar, Apophis se sonrió, se volvió y salió huyendo del palacio a toda velocidad…,empezaron a caer rocas y trozos de la estancia por todas partes, Kho sabía lo que significaba, Astarté, su hermana, había muerto, todo se había acabado, era el fin, miró a Siwa, le estaba mirando fijamente y con una sonrisa en los labios le dijo -“La Planicie de los ríos, recuérdalo hermana”-, siguió mirándola un instante que pareció una eternidad, dio un paso atrás,-¡No ¡ ¡No lo hagas!, gritó Kho desesperada, -no por favor, una lágrima solitaria bajó por la mejilla de Siwa, Kho corría hacia ella extendiendo sus brazos tratando de sujetarla, pero Siwa dio otro paso y se dejó caer envuelta en la red de materia oscura en el pozo del centro de la tierra. La mano de Kho se quedó a escasos centímetros de atrapar la red, y vio como la figura de su hermana se adentraba en la oscuridad para quedarse atrapada por los siglos de los siglos…
Se quedó un instante mirando la profundidad del abismo, se volvió y empezó a correr hacia la salida pero grandes rocas cayeron y le cerraron la salida y lo único que pudo hacer fue taparse la cabeza mientras el palacio se le desplomaba encima…”
Nunca entenderéis lo que os rodea, lo usáis siempre en vuestro beneficio, no miráis por la Naturaleza que os cobija, salvo para sacar provecho de ella, en vuestras ansias de explotación, de todo lo que sea explotable. Sois hijos de Olivier y de Soul, humanos, y también de los seres mágicos, en la lucha entre lo que llamáis el bien y el mal, la creación y la destrucción existe desde que se liberaron vuestros demonios. Pero a Madre Tierra no le importa realmente estos asuntos, el ciclo de la vida en la Tierra es alternar vida y muerte, es necesario para el cambio que traerá más vida, otro tipo de vida, quizá más evolucionada… Y vosotros humanos, aunque en lo más profundo de vuestro interior está plantada la semilla del Amor, los que dirigen vuestro mundo son los hijos de Olivier…
Atlántida ese mito de vuestras historias, desapareció con la muerte de Astarté, pues ella era la fuerza que impulsaba esa civilización, Madre Tierra se conmovió y se removió violentamente, la tierra se partió y el agua inundó gran parte de las tierras de la Atlántida, formándose lo que llamáis el océano Atlántico, y en el sur de la Atlántida se elevaron unas montañas muy altas, a las que llamáis Atlas, y todo se convirtió en un terrible desierto donde las serpientes de Soul deambulaban a sus anchas, en su nuevo paraíso…
Pero Kho no había muerto, era inmortal, quedó sepultada bajo toneladas de tierra y piedras, y permaneció debilitada y aletargada durante mucho tiempo bajo los escombros, ella creyó que se quedaría allí para la eternidad, pero un día escuchó ruido de excavar, y poco a poco fue sintiendo luz, sus ojos acostumbrados a la oscuridad no podían ver, los abrió lentamente, muy lentamente y vio un grupo de humanos echados en el suelo en actitud de adoración y delante de ellos una mujer arrodillada con lágrimas en los ojos…
-
Madre, madre Kho, estáis viva. Llevamos tanto tiempo excavando que perdimos la cuenta, hoy es el día de la culminación de nuestras vidas.
-
Hija, quien eres, apenas de veo. Acércate más.
-
Soy Takama, la hija de Takama quien fue vuestra consejera, cuando todo ocurrió, nos quedamos aquí escondidos entre las ruinas un pequeño grupo de Atlantes, mi madre nos hizo jurar que te buscaríamos, ella vio cómo te quedaste sepultada y durante años trabajamos duro levantando piedras, sabíamos que estabais viva, pues en sueños yo os podía ver, al igual que lo hacía mi madre. Siempre os seguiremos, nos hacemos llamar los Khokarsanos, y tú eres el eje de nuestra vida, Madre.
-
Está todo destruido, esto es un desierto, hijos…, gracias por creer en mí. Dijo Kho poniéndose de pie y mirando alrededor con gesto de desolación.
-
Y ahora qué debemos hacer, Madre.
Kho se quedó pensativa un breve instante, miró el sol, luego a la tierra seca de sus pies, y mirando a sus seguidores alzó la voz.
-
Iremos a la planicie de los ríos, fueron las últimas palabras de mi hermana Siwa, allí nos espera el futuro, iremos a la meseta de Tassili N´Ajjer en vuestra lengua, hijos míos.
Y entonces Kho cruzó todo el desierto en camellos custodiada por sus Khokarsanos, escondida de la vista de las serpientes, las espías de Soul, aunque Soul estaba confiado en que ella habría quedado bajo tierra para siempre.
Después de una larga y dura travesía por el desierto divisaron un lugar diferente, se notaba allí una extraña fuerza, estaban llegando a Tassili.
Las montañas descarnadas parecían que apuntaban al cielo, el desierto estaba roto de grandes rocas que abrían grandes desfiladeros, los Khokarsanos se adentraron sin dudarlo, y se instalaron junto a una de estas grandes rocas, y cuando la noche estaba bien adentrada, un gran resplandor hizo desaparecer las estrellas y al volver la oscuridad vieron sobre las rocas grandes figuras con forma humana, una de ellas descendió de la colina y se acercó lentamente.
La luna brillaba y bajo el resplandor de la luna pudieron ver a medida que se acercaba un hombre alto y de pelo dorado como el sol, y ojos rasgados, se aproximó a cien metros, entonces fue Kho quien se acercó a él lentamente, con gran curiosidad, pues nunca había visto un ser igual.
-
Soy Kho, y ellos son mis hijos los Khokarsanos, venimos buscando una tierra que nos acoja, pues somos desheredados y perseguidos.
-
Lo sé, llevo mucho esperando que esto ocurriera, soy Rezu, mis hermanos y yo procedemos de una planeta de la constelación de Orión, al igual que vosotros somos desheredados y vinimos a asentarnos en estas colinas de este planeta que llamáis Tierra.
-
Una raza extraterrestre…, entonces también sois seres inmortales como yo…
-
No, pero nuestra vida es mucho más larga que la de los humanos. Ya sabéis que los seres inmortales tienen que pagar un precio muy elevado por ello…
-
Sí, Rezu. No podemos tener descendencia. No somos seres con el don de la fertilidad. Todo poder tiene un precio, o puede tal vez que el precio de la fertilidad sea la mortalidad…
Los Khokarsanos se asentaron con los Seres procedentes de Orión en la meseta, allí donde no podían penetrar las serpientes, pues el poder de estos seres lo impedían, sabían que si Soul supiera de ellos, no los dejaría en paz.
Y allí durante mucho tiempo, tiempo humano que apenas podéis ni sabéis contar, vivieron escondidos del mundo humano dominado por el mal administrado por los Yenún de Soul, que con el tiempo se fueron escondiendo de los ojos humanos, pero Soul al igual que hiciera Olivier adquiría formas humanas para dirigir a los hombres en sus luchas y sus violencias de odio y avaricia.
En una noche insomne, Kho se subió a lo más alto de la colina más elevada, pues sabía que debía hacerlo, allí estaba Rezu, mirando para el norte.
-
Hoy sucederá, dijo Rezu sin volverse a mirar a Kho. Hoy al amanecer, será el momento…
De repente, un gran resplandor estalló desde el norte, se iluminó el cielo, y al desaparecer el resplandor, el sol estaba ya en el cielo, el amanecer se había adelantado amaneciendo en un segundo. Kho estaba perpleja, no daba crédito a lo que estaba pasando… Rezu le sonrió, le miró profundamente como si quisiera penetrar en su mente…
-
Ahora es tu momento, Kho. Ha pasado un hecho que cambiará el equilibrio, es el momento de devolver la oscuridad a su lugar… Allí en las montañas del norte, Culibillas hija de Anayet, una humana descendiente de las Tres Sorores ha derrotado a Olivier, al príncipe de los Seres Oscuros, su poder se irá debilitando. Pero tendrás que hacer un gran sacrificio para acabar con Soul…
-
De qué se trata, Rezu. Haré lo que sea necesario, no me pasaré la eternidad aquí escondida de ese maldito bastardo oscuro…, acabaré con él…
-
Pues Kho, deberás convertirte en humana, tienes que renunciar a tu inmortalidad, sólo el Amor puro de una mujer puede derrotar a la oscuridad, la fuerza más poderosa del universo es el Amor Maternal, aquel que nace del vientre fértil de una mujer, pues el útero es un préstamo de Madre Tierra, del Amor de Madre Tierra, creador y dador de vida…
Kho no dudó ni un instante en que tendría que hacerlo, hacía tiempo que podía escuchar hablar a las rocas, se postraba sobre ellas las acariciaba y las escuchaba, era la voz de Siwa, presa en el interior de Madre Tierra con la red de materia oscura envolviéndola, se había quedado en el corazón de la Tierra en una conexión perfecta con el planeta…, Siwa desde entonces, era la voz de Madre Tierra, fundidas en una sola entidad, por los tiempos de los tiempos…
Siwa le contó lo acontecido con Culibillas, la humana que desafió al príncipe de las tinieblas y le venció, con la fuerza de las Tres Sorores que se había transmitido en cada generación hasta converger en ella, la elegida.
Pero sólo había un arma capaz de matarlos, la espada de las Desamparadas, forjada por el Gnomo Harum, en las profundidades de la tierra, hecha de la fusión del metal de luna con los lamentos de las madres afligidas del sufrimiento de sus hijos, el llanto desgarrado de las madres al ver a sus hijos muertos por la codicia y el odio derramado en la tierra por los seres oscuros. Esa espada estaba en poder de Culibillas, la elegida, y tendría que ir a pedírsela para acabar con Soul, pero ella no podía exponerse a ser descubierta, tendría que enviar a alguien…, enviaría a la persona que más apreciaba, a Takama, la hija de la hija de la nieta de la nieta de Takama, de generación en generación de las Takamas.
Takama asumió su cometido con serenidad e ilusión y eligió a los mejores Khokarsanos, ella deseaba más que nadie acabar con los siglos de oscuridad y devolver la libertad a los seres humanos, viajarían miles de kilómetros al norte a por la espada de las desamparadas.
Pero Kho tampoco se quedaría quieta, era el momento de luchar, era el momento de traer la libertad a los Seres Humanos, así que en el séptimo día del séptimo mes a la séptima hora, sería el momento. La luna llena estaba en lo alto, la noche empezaba a clarear, habían preparado una tienda bereber en el centro del poblado adornada con motivos lunares, de color plata, pues Luna era la única que podría realizar la conversión de Kho a mujer humana.
Los Khokarsanos se pusieron de rodillas mirando hacia la luna y empezaron a entonar una oración, Kho estaba junto a la entrada de la tienda con una túnica, se la quitó dejando ver una armadura de plata, que es el metal de la luna, miró por un momento a la luna y se introdujo en la tienda.
Los Khokarsanos fueron subiendo el tono de su plegaria, poco a poco, hasta convertirse en una voz única fuerte y clara, y de la luna surgió un polvo plateado que se precipitó lentamente hasta depositarse sobre la tienda, y al tocarla se iluminó de luz plateada intensa…, y luego comenzó a arder, ya había amanecido, y de la tienda en llamas salió una mujer humana al tiempo que los Khokarsanos en pie gritaban en voz alta ¡Tin Hinan! ,¡Tin Hinan!,¡Tin Hinan!, “ella, la de la tienda.”
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Maese Viento, me suena bastante esa tal Tin Hinan…, pero no sé de qué…
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Tin Hinan, humano, es considerada por los Tuaregs como su madre, ella junto a su sirviente Takama fundaron su extirpe que aún hoy perdura.
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Ahh, los tuaregs, esos que llevan un pañuelo azul y son los nómadas del desierto…
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Esos mismos, humano, los imuhars, que se denominan a sí mismos como “los libres”.
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¿Pero me seguirás contando la historia de Tin Hinan?, Maese Viento, que ya estoy llegando a Around, ¿y podré alguna vez escuchar alguna vez la voz de Siwa?, pues seguro que el Enano de Gredos hablaba con ella…
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De lo primero , humano, será si vuelves por estas montañas…, y prestas tus oídos sordos a escucharme, y lo segundo, lo dudo, humano, tendrás que vaciar tu cabeza para poder escuchar la voz de Madre Tierra…
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Mmmmmm, Maese, siempre tan áspero conmigo…”