En el Mulhacén…, en la tumba de nieve y hielo. Dónde se generan horizontes de felicidad y amistad…
» El final se acercaba, él lo presentía. Muley Hacén el que fuera rey de Granada, triste y abatido, harto de vivir, olvidado de todos, agonizaba en su lecho: – Zorayda, Zorayda ¿Dónde estás?. Mi Zorayda. – Aquí estoy mi señor, junto a vos, ya no me podéis ver pero aquí estaré siempre, a vuestro lado. – Zorayda, Zorayda. Mi dulce Zorayda, sólo tú me quedas, ese perro de Boabdil que se hizo llamar hijo mío me traicionó, su madre, alá la maldiga, conspiró contra mí, como todos, y ahora voy a morir. Llama a nuestros hijos, Zorayda. – Si, mi señor. Saad y Nazar eran adolescentes y como tales … Continuar