Y la nieve estaba rodeándole por todas partes, el blanco se erizaba y ascendía hacía el cielo azul libre de nubes, los dos ascendían solos, atados por una cuerda que aseguraba al de detrás que era el cliente, la nieve crujía y se lamentaba de la pisada con el crampón, ahora llegaba la zona de escalada, con dos piolets técnicos subirían la cima de más de seis mil metros, con gran esfuerzo por la falta de oxígeno en la altura.
Y yo estaba boquiabierto escuchando a Fernando su aventura en Perú, apenas tenía un par de años más que yo, y yo apenas superaba los veinte, y había contado con todo tipo de detalles como se fue al Perú a hacer grandes montañas con un gran guía , yo también era montañero, pero a otro nivel, mis estudios de medicina no me permitían el tiempo ni la economía para poder practicar el andinismo, yo nunca a pesar de vivir en Granada me había planteado escalar una montaña en invierno, el equipo valía demasiado dinero y no podía permitírmelo, pero mientras Fernando me lo contaba yo me prometía que lo haría alguna vez…
Y habían pasado más de treinta años desde que vi por última vez a Fernando, había contactado con Francisco de Franpisco Adventure para irnos a Perú en Junio de 2023, éramos un grupo de 4 personas, 2 mujeres y dos hombres para hacer la aventura, pero cuando ya estaba todo organizado para comprar los aviones y marcharnos me di cuenta que era imposible hacerlo, habían pasado cosas en la montaña por la que perdí la confianza en una de las personas que venía y el último responsable era yo, como médico al final si pasan cosas ,eres quien tienes que solucionar el problema…
Así que dos años después , me puse de acuerdo con mi amigo Jose Antonio, y decidimos irnos a hacer el mismo programa, así que mi tocayo, Pancho( Francisco), me organizó el mismo plan para dos personas ajustándome el precio muchísimo. Pero estaba escrito que tenía que irme solo, como en mis anteriores aventuras y Jose Antonio se operó de una hernia que se hizo escalando unos meses antes en los Mallos de Riglos, y no se le cerró correctamente por lo que Pancho me ajustó el precio para mí solo y me fui.
Podría parecer una locura irse solo a un país extranjero con un fajo de billetes en metálico en el bolsillo para quedar con una persona que no has visto nunca en tu vida en una montaña perdida del mundo, pero eso se llama aventura…
Y en Malpica de Tajo vi el anochecer sobre el río citado en el nombre, el rojo de sol tocaba las paredes del sobrio castillo que dominaba el río, el renombre del río se aplacaba de ocres sobre el agua, sobre las azuladas aguas remansadas del sopor del verano que se anuncia su llegada, el ligero sonido de Maese Viento resonando en los hierros del puente, mientras la tarde llega a su fin abrazándose en las primeras oscuridades del cielo que se descubre diáfano en mis ojos, llenos de la ilusión de un niño de cinco años…
Por 37 módicos euros me busqué un alojamiento en un hostal de esa localidad a una hora del aeropuerto, un viernes noche es muy complicado encontrar en verano alojamiento para una noche y para una persona por menos de 120 euros cerca de Madrid salvo que duermas en una litera compartida.
El pueblo rezumaba tranquilidad, los lugareños me miraban al pasar con la pregunta de dónde ha salido éste, pero la tranquilidad duró poco pues sobre las diez de la noche comenzó una música infernal, tras tomar una ración en un concurrido bar me di un paseo por el puente lleno de telas de araña y me encontré un fuente histórica que salía junto al río, para más tarde dar con la verbena en el campo de fútbol que era la dueña del ruido que retumbaba en todo el pueblo, menos mal que era música de los ochenta y no del “reguetón”, que te revienta el cerebro hoy día.
Me he levantado a las 5:45 tengo que estar en el parquin del coche antes de las 7:45 que sale el transporte al aeropuerto, voy a viajar por primera vez en la compañía aérea “Plus Ultra”, que para los que no lo sepan era el nombre del hidroavión que cruzó por primera vez el atlántico, partiendo del 22 de enero de 1926 del Muelle de Palos de la Frontera en Huelva y llegó el 10 de febrero a Buenos Aires, y curiosamente fue uno de sus tripulantes Julio Ruiz de Alda, el que le da el nombre al hospital de Granada donde me formé como médico, nada pasa por casualidad.
El avión salía a las once de la mañana, y tras dejar mi enorme petate lleno de cacharros para la nieve y el hielo en el mostrador de facturación me dirigí hasta la terminal satélite de la T4 de barajas, tras llevarme la pequeña sorpresa de que al comprar el billete en la aplicación “go to gate” pagué para tener ventanilla y luego en el mostrador de la compañía me dijeron que las aplicaciones no pueden vender asientos, lo hacen sólo las compañías aéreas, así que sin ventanilla, me colocaron en pasillo.
Y el avión despegó a las once de la mañana desde la T4 satélite de Barajas destino a Lima, 12 horas de viaje, no había soportes de entretenimiento salvo un código QR en la pared para conectarse con tu dispositivo electrónico, la austeridad de la compañía aérea se compensaba con la alegría y el buen rollo de la tripulación, así que fueron 12 horas de meditación, pues decidí no usar la música del “spotify” de mi móvil.
Tenía sentado junto a mí a Víctor, un Limeño que estuvo en España de viaje con su novia, sentada junto a él pero que no abría la boca, me contó que Lima estaba ahora en invierno y no se veía el sol en seis meses tapado por una niebla alta, un poco triste vivir allí.
Y un poco antes del horario previsto llegamos y me tuve que esperar cerca de una hora para pasar el control de pasaporte, la terminal nueva “Jorge Chávez” estaba repleta de empleados dispuestos de ayudarte en cualquier situación, pero había que esperar.
Recogí mi petate y con las siete horas menos de diferencia eran las cinco y media de la tarde, mi enlace a Huaraz salía a las siete de la mañana, lo que significaba que tenía que estar a las tres de la noche en la terminal para facturar, y el petate pesaba veinte kilos más la mochila, así que decidí esperar, el tráfico de Lima me impediría llegar allí en menos de una hora y volver en lo mismo por lo que para siete horas no me rentaba irme de allí.
Me dediqué a dar vueltas con mi carrito entre los mostradores de facturación, tuve un golpe de suerte, se podía facturar a las una de la madrugada, así que me quité mi petate a esa hora introduciéndolo por la cinta de grandes equipajes.
Una vez dentro ya había asientos para esperar, cuatro horas hasta el embarque pasan volando…
El avión despegaba a las 7.30 h, y dura 45 minutos, a las 8.15 h llego al aeropuerto, es impresionante la mole del Huascarán al bajarse del avión, con el cielo azul detrás, y más allá de la única cinta de equipajes del pequeño aeropuerto estaba Francisco esperándome, con su acento peruano y diciéndome repetitivamente tocayo, lo que me agradaba y hacía gracia.
Tras más de media hora de viaje por una carretera que a veces le faltaban trozos llegaría a Huaraz, esas carreteras hicieron que tomara el avión de 200 euros(ida y vuelta) en vez del autobús de 35 euros, que cubre los 400 km en 8 horas de curvas y baches.
La verdad que las casas son muy pobres en esta región, apenas son las cuatro paredes de ladrillo sin lucir y sin tejado, pero la gente se le ve muy alegre y muy viva en las montañas tropicales más altas del mundo.
Mi tocayo me lleva hasta el hotel Valery en pleno centro de Huaraz, tras subir una escalera bien vertical se encuentra este modesto hotel donde dejo mi equipaje en consigna para luego irnos los dos a hacer el cambio de euros a soles(4.12), que me hizo una lugareña en la plaza del ayuntamiento ataviada con su atuendo típico andino.
Mi tocayo me indica donde puedo comer y la cercanía del mercado municipal que por lo visto es digno de ver.
Me vuelvo al hotel donde me dan la habitación 310, que da a un patio interior que no quita nada de ruido del exterior, me recuerda mi estancia en Marrakech, el olor a gasoil, el tráfico caótico, las calles llenas de gente, gente joven que en los países europeos cada vez escasean más.
Huaraz es la ciudad más importante de la Cordillera Blanca donde el nevado Huascarán con sus 6768 m lo encumbra, siendo la tercera cima más alta de América y la más alta de Perú.
Huaraz con sus 145 mil habitantes es una ciudad llena de vida, cuyo centro alrededor del mercado es todo comercial, las mujeres ataviadas con sus ropas coloridas andinas y sus sombreros de bombín abombados venden frutas, comida, artesanías en las aceras delante de los comercios que se organizan en gremios y acaparan todas las calles mientras los coches y los triciclos pasan rápidamente casi sin orden tocando continuamente el claxon para no atropellar los peatones, pues lo carros tiene prioridad en esta parte del mundo.
Un sinfín de olores a hierbas y comidas inundan la calle mientras por todas partes se escucha música o gente dialogando tranquilamente por la calle, parece que en este rincón del mundo no ha llegado el estrés y las personas circulan a cámara lenta.
Me he dado un paseo por el mercado, que antes de entrar hay múltiples puestos de comida, y una vez dentro hay una zona bazar y textil con costureras para hacer el arreglo de la ropa, y la parte de comida impresiona las carnicerías donde cuelgan los trozos goteando sangre de animales que cuelgan de ganchos a temperatura ambiente sin refrigerar.
Y me metí en un restaurante chifa, que por 20 soles comí como un rey, solo que creí que era un restaurante peruano y chifa significa chino…
A las seis de la tarde es de noche y a las siete es mi muerte, caigo en la cama tras más de 38 horas sin dormir…
10 de junio de 2025.
Y en el plan que me preparó mi tocayo, antes de ir a la montaña a subir los cinco y seis miles tenía dos días de aclimatación, para ello el primer día, que era hoy , me llevarían en una excursión concertada externa a la Laguna Parón , la más grande de esta zona del mundo.
A las siete de la mañana estaba mi tocayo esperándome en el pequeño estar del hotel Valery, me contó que en cualquier momento podían aparecer a por mí para ir a la excursión, pero que no me desesperara, estaba en Perú y allí todo podía tardar más, pero curiosamente al poco le llamaron por teléfono y me dijo que saliera a la calle.
Y allí en los soportales estaba Gina, me recogió el primero y me subí a una furgoneta con los parabrisas bastante rotos, luego comenzó a dar vueltas por todo Huaraz, sin orden ni concierto, según le sonaba el teléfono a Gina iba a recoger un cliente, y de esta guisa durante una hora dimos vueltas hasta subirse a la furgoneta, tres chinos, dos brasileños, dos peruanas de Lima, una israelí y finalmente una pareja de alemanes que les hice de traductor al inglés pues Gina contaba casi todo en castellano.
Y los 100 Km de distancia hacia el norte lo hicimos en cuatro horas de viaje, nos encaminamos por el valle del rio Santa o Hatun Mayu que recorre de Norte a Sur el departamento de Áncash, Gina nos contó entre muchas cosas que la Cordillera Negra se encontraba al oeste del valle y la Cordillera Blanca al este, la cordillera negra también tenía cimas de cinco mil metros pero sin nieve, y era muy importante su presencia porque al cortar los vientos cálidos del océano pacífico permitían que la Cordillera Blanca tuviera un microclima con nieve a partir de los cinco mil metros. Según ella la cordillera Blanca se denominaba así, no por sus nieves, sino por la blancura de los granitos que la formaban y la cordillera negra era por ser materiales volcánicos más oscuros y más antiguos.
Nos paramos junto a la carretera una vez que nos desviamos del valle principal en Villa María, allí nos dieron desayuno, yo tomé un mate de coca con un plato de huevo, queso muy salado y aguacate, y pagamos el almuerzo por 48 soles en total ambas cosas.
Tras continuar nos paramos en la entrada al parque donde tuvimos que pagar 10 soles en la barrera del Parque nacional del Huascarán en la zona central de la Cordillera Blanca.
Y aquí nos metemos por una quebrada o un barranco estrecho que nos llevará hasta la laguna Parón a 4155 metros, la furgoneta se retuerce y se esfuerza por una gran pendiente y una pequeña carretera sin asfaltar con grandes socavones.
Y justo antes de llegar el gran socavón, la carretera se lo ha llevado el agua, y en su lugar hay un arroyo que parece venir de la laguna.
Lo cruzamos por unas tablas, y los chinos lo pasan un poco mal en el momento…
Nos dice Gina que mejor primero subamos al mirador de la laguna, hay cien metros de desnivel y desde allí se deberían de ver las grandes cumbres, entre ellas el Artesonraju que es la montaña que sale al principio de las películas de la Paramount .
Y así hacemos, aunque falta bastante el aire, apenas he caminado en cuatro días, no estoy aclimatado a cuatro mil metros, la aclimatación es indispensable para subir cumbres y para ello hay que subir poco a poco de cota bajando a dormir más bajo de donde se llega.
Al final llegamos al mirador, y allí nos juntamos las dos Limeñas(madre e hija), la israelí(Anastasia), Gina y yo, donde echamos unas risas, ya que las nubes no nos dejaban ver cumbres, y demasiado que no nos estaba lloviendo.
Bajamos al pie de la laguna donde se encontraban el resto de viajeros y otros de excursiones diferentes, te ofrecen montar en Kayak por 10 soles durante 15 minutos, pero preferimos disfrutar de las vistas, pues apenas en media hora nos volvemos, 4 horas de viaje de ida, dos en la laguna y cuatro de vuelta, demasiado viaje. Empieza a llover débilmente, no veremos hoy las cumbres.
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Le hago un reportaje fotográfico a Anastasia, Israelí de pasado ruso, pero por edad no creo que fuera de la familia Romanov, ella lleva dos meses por Sudamérica viajando sola, muy valiente.
Y nos volvemos todo por el mismo sitio parando a comer en Villa María.
De vuelta a las seis y media y mañana hay que madrugar más para ir a la laguna del 69.
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11 de junio de 2025.
Laguna de 69.
Y a las cinco de la mañana estoy esperando abajo en la sala d la entrada del hotel para que me recojan para la excursión a la laguna del 69.
Esta vez me recogen a la cinco y media, hay dos autobuses pero me ubican en el de atrás, que también está lleno.
Inicialmente hay dos chicas recogiendo a la gente, pero finalmente se bajan y se queda solo Daniel, un guía con bastante barriguita.
Nos cuenta en español y luego en inglés en qué consiste la excursión, son primero tres horas de autobús parando quince minutos a desayunar, luego llegaremos y tendremos para ir y volver a la laguna seis horas en total, según nos cuenta Daniel, el guía, que los 7 km con un desnivel de 750 metros (eso no lo dice), él lo hace en una hora, yo le indico que en una hora no lo haría andando, y me contesta que está bastante tumbada la subida y nos dejarán tres horas para hacerlo, una para disfrutar de la laguna y dos para la vuelta al autobús, subiremos a 4600 metros, por lo que no es tarea nada fácil hacerlo en tres horas, pero el guía dice que sin problema se hace en dos horas, con el barrigón que tiene Daniel no tengo ninguna duda que lo de subir en una hora lo haría con veinte años y tengo mis serias dudas de que la suba en dos horas, pero me temo que hoy toca correr…
Así que paramos a desayunar en el sitio que han concertado el guía y el conductor, como hacen en todas las excursiones de Perú, entro en el techado y me pongo en una mesa de cuatro personas y se sienta frente a mí, Valerie, una bella muchacha no blanca( ya hoy día no se sabe cómo acertar con los colores de la piel sin ofender a alguien) de París , me empieza a hablar en un castellano muy fluido y me cuenta que viaja sola, yo me pido dos huevos sin pan, pues no tomo gluten, y la conversación con ella fueron los diez minutos más agradables en compañía del día.
Volvemos en el autobús para empezar a ascender otra vez por una quebrada esta vez por la de Llanganuco, el autobús se retuerce en el camino de tierra ascendiendo al valle que nos espera.
Llanganuco son dos lagunas enmarcadas por grandes paredes a ambos lados pero sin estar encajonadas, sus aguas verdosas nos advierten de la presencia de peces y fauna, pues son las lagunas de color azul turquesa las que no tienen peces por su elevado contenido en minerales, según nos había contado ayer Gina, las de Llanganuco tienen algunos destellos turquesa, así que tendrán peces a destellos…
Apenas nos dejan diez minutos para admirarlas sin ni siquiera parar el autobús, con su motor rugiendo amenazando de nueva marcha y el olor de gasoil quitando todo rumor romántico al momento pese a los árboles de troncos rojizos que se retorcían y se prestaban a fotos de las parejas.
Subimos y en poco volvemos a parar, el otro autobús de la compañía se ha averiado y todos los ocupantes se suben en el nuestro, dicen que será por solo dos kilómetros, por fortuna no hay barranco en esta zona…
Y al borde de un camino nos dejó el autobús, y nada más bajar Daniel comenzó a animarnos a caminar, que no nos detuviésemos, empieza la subida, casi a la carrera.
En 500 metros estamos en la zona de los restaurantes del parque, previamente nos habían cobrado 30 soles en el autobús por entrar en el parque nacional de Huascarán, no nos detuvimos, nos esperaba un valle muy tumbado lleno de vacas, más propio de Suiza que de Perú, que dejábamos a nuestras espaldas el Huascarán Sur con sus nieves blanqueando los azules celestiales.
Vamos deprisa por el valle, noto bastante la falta de aire, voy solo en la ruta, Daniel se ha quedado el último y la mayoría van por delante pues yo paro a hacer vídeos y fotos, puede que no vuelva nunca por aquí.
El valle empieza a encresparse en cuesta y una cascada aparece en nuestra derecha y luego otra a la izquierda, estamos subiendo una terraza más alta del valle glaciar.
Vamos subiendo la pendiente que cuesta como buena cuesta a más de cuatro mil metros, el guía Daniel, aparece de repente , viene sudoroso y parece que le va a dar un infarto, pero nos insiste en que no nos paremos , que no podremos llegar a ver la laguna. Me acabo de encontrar a Anastasia, la israelí de ayer, le hago alguna foto en la ascensión junto a las cascadas.
Pero veo que va más lento y me voy a quedar sin tiempo para disfrutar de la laguna 69, aprieto la marcha a pesar de que me falta el aire.
Salgo a otra zona llana y en medio está la pequeña laguna de Consuelo, unas fotos y sigo avanzando.
Queda otra zona de pendiente que superar hasta la laguna, así que ya no me detengo, aprieto dientes y adelante.
Veo las rocas que de la morrena que envuelve a la laguna 69, y llego a la laguna por fin.
Hay bastante gente, que una vez más,no paran de hablar, hago dos videos en la orilla pero me voy a la izquierda buscando la soledad.
Me sitúo sobre una gran roca, para ver mejor, no solo ver, también escuchar, oler, y sobre todo sentir, la cascada se precipita por la pared vertical cubierta de nieve, las aguas turquesa se embelesan de cielo y nubes que lamen las cumbres que apenas se dejan ver…
Ha venido un chico Peruano a mi roca, se llama Antony y nos intercambiamos fotos, me dice que subirá al Nevado Mateo, que es la cumbre que hacen los que no tienen experiencia.
Y allí estaba la laguna toda para mí, asentada de millones de años de hielo perforando la roca para luego morir en agua en el lecho redondeado de turquesa, a 4 600 metros de altura buscando el cielo que se afana en nubes, llanto de la montaña por la muerte de los tres muchachos peruanos en el Artesonraju, mientras el viento intentaba mecer el pañuelo que me cubría la cabeza, ¡ Maese Viento!
-
¿Maese Viento, porqué nos pasamos la mitad de la vida entre el lamento y el llanto?
-
Ya ni me saludas, humano. La familiaridad ha matado tu educación.
-
Disculpa, Maese, pero llevo todo el viaje hablando contigo, ya sabes que vine en solitario. No te me vayas hoy a poner melindroso.
-
¿Melindroso? Sois vosotros los que como acabas de decir os pasáis la vida en lamento.
-
Pero por qué, Maese. No lo entiendo.
-
Es un mecanismo de supervivencia de vuestra especie, humano.
-
Buff, sigo sin entender, tráeme la luz, una vez más, Maese. Por favor.
-
Durante mucho tiempo la especie humana, como un animal más de Madre Tierra estuvo a merced de depredadores y de amenazas diarias para perder la vida. Desde entonces vuestra atención se fija en lo negativo.
-
Pero eso no es suficiente, Maese, habrá algo más, para que la queja supere la gratitud en nuestra sociedad.
-
Es una cuestión social, de vuestra civilización, os han enseñado desde pequeños a ser así, vuestra sociedad de consumo llena vuestras grandes ciudades de supermercados, y de posibilidades de comprar objetos materiales, los que llaman bienes de consumo, valorando solo lo material, sin darle importancia a lo inmaterial.
-
Pero al final lo que menos encuentras en las grandes ciudades, es la felicidad, es el bien más escaso.
-
Así es, humano. Las sociedades que viven en armonía con madre tierra sin agredirla, tienen muchas más risas que llantos, mira las tribus del Amazonas, ellos son felices y apenas tienen nada.
-
Nos rodeamos de objetos sin valor, Maese, buscando la felicidad. Cuando lo más valioso es siempre lo que no se puede comprar con dinero.
-
Tú lo has dicho esta vez, humano. La lealtad, la amistad, el respeto, la paz y el tiempo no se pueden comprar.¿Y tú, humano, que crees que es lo más importante para ti que no se puede comprar con dinero?
Me ha dejado algo pensativo, Maese, con su pregunta , pero no hay tiempo, queda la vuelta, a la voz de “grupo esperanza”, la consigna que nos había dado un Daniel bastante sudoroso para distinguirnos de los otros grupos de turistas e iniciar el descenso al autobús que será por el mismo sitio.
Ahora lo pasamos al revés, y vamos descendiendo, tenemos dos horas para llegar al autobús, por la vuelta voy conversando con Luz de México y su marido de Rumanía, viven en EEUU y están unos días de turismo, no todo va a ser solitario en este viaje.
Llegamos al autobús que parte en cuento se termina el recuento, la vuelta de tres horas sin parar con el objetivo de llegar a las seis de la tarde que es cuando se anochece.
Me despido de Luz, de su marido, de Valerie y de Anastasia, me vuelvo al hotel, tras la ducha bajo y subo, pues pared con pared hay un restaurante de pollos asados llamado Don Vito, donde me ponen pollo con patatas fritas y anticucho (corazón a la plancha en un pincho), será mi única comida del día tras los huevos fritos.
Y ya en el hotel preparo mi petate, mañana vienen a recogerme a las nueve al hotel, comienza la aventura, estaré seis días escalando nevados de cinco y seis mil metros, si el tiempo y mis fuerzas lo permiten…
«…Voy a subir a la cima del dolor
Y desde allí gritarle al mundo entero
Que tengo el alma reventada
Y arena en el corazón
Con esta torre derribada
Ahora veo el sol
Amaneceres en la playa
Y un brindis en tu honor
Si la felicidad se escapa
Bailaré con el dolor
Y desde allí gritarle al mundo entero
Que tengo el alma reventada
Y arena en el corazón
Con esta torre derribada
Ahora veo el sol
Amaneceres en la playa
Y un brindis en tu honor
Si la felicidad se escapa
Bailaré con el dolor
Con la luz de la mañana
Iré a buscarte a la orilla del mar
A ver si puedo encontrarte
Y aunque la noche me hiera
Con todas sus estrellas
Brillaré por ti
Y aunque la noche me hiera
Con todas sus estrellas
Brillaré por ti…»
Iré a buscarte a la orilla del mar
A ver si puedo encontrarte
Y aunque la noche me hiera
Con todas sus estrellas
Brillaré por ti
Y aunque la noche me hiera
Con todas sus estrellas
Brillaré por ti…»
Arde Bogotá.
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