Y había acabado la expedición al valle de Ishinca, no así mi viaje por el interior de Perú.
La tarde que volví desde Ishinca a Huaraz me acerqué hasta la nave de Francisco (Franpisco Adventure) donde me tenía guardada la ropa que no había necesitado para la montaña, estuvimos largo rato hablando de la aventura y me habló de un mirador de todas las montañas circundantes, pero estaba casi a 5 km e iba a estar toda la tarde caminando, así que decidí ir a pasear por las calles de Huaraz.
Huaraz es el centro neurálgico y comercial de todo el valle y la zona, llena de ruidos de vida y cláxones, numerosas calles con puestos de verdura, frutas, carne, ropa, enseres todos agrupados por gremios, aunque en algunas zonas hay mezcla de gremios. La carne está sin refrigerar y la mayoría de los puestos están al aire libre por lo que si llueve tienen que guardar y marcharse, me paseé largo rato y luego volví al hotel.
Dentro del hotel Valery había una oficina de la compañía de guías de Alpamayo, donde escuché la conversación de la búsqueda de los cuerpos de los tres estudiantes desaparecidos en el Nevado Artesonraju, la montaña que sale al principio de las películas de la Warner, allí había una chica joven con gafas y mucha simpatía en lugar del guía fornido del día que salí a la montaña.
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Buenas tardes, señorita.
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Buenas tardes, caballero. En qué puedo ayudarle.
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Mire, acabo de bajar de los nevados pero me quedan dos días todavía en Huaraz, y la vida continúa, así que quiero hacer dos excursiones, ¿qué me pueden ofrecer?
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Caballero, está en el sitio correcto, aquí tenemos todas las excursiones, tenemos algunas muy bonitas a lagos, laguna parón, laguna 69, lagunas Llanganuco, laguna Rocotuyoc…
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No señorita, esas lagunas las hice antes de ir a los nevados, no quiero lagunas, me gustaría subir al nevado Mateo pasado mañana, ¿tienen esa salida?
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Por supuesto, por 150 soles salimos todos los días con un guía acreditado para cada tres personas, de iniciación a la montaña y aportamos todo el material necesario.
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Perfecto, me quedé con las nieves en los labios, con el mal tiempo no pude subir al Tocllaraju y ahora me encuentro en condiciones de seguir subiendo, esa me parece genial, pero no tiene para mañana algún glaciar que va a hacer mal tiempo.
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Sí, claro, tenemos una excursión muy interesante que por solo 60 soles( 15 euros) al glaciar Pastoruri y pequeñas paradas en el agua gasificada de Pumapampa y en el parque de las Puya Raimondi, las plantas que florecen cada cien años y mueren.
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No se hable más. Esa para mañana.
18 de junio de 2025.
Y me levanté para estar abajo a las ocho de la mañana que era cuando vino un autobús rojo a recogerme para la excursión del glaciar Pastoruri.
Sin ningún tipo de duda, tomé esa mañana mi mochila y la llené de material de montaña para el frío y la nieve, me sorprendió que el autobús estuviera medio lleno de gente pero nadie llevaba mochila y algunos iban algo ligeros de ropa, parecía como si yo fuera un exagerado, aunque había visto que las previsiones eran de lluvia e incluso de nieve en el glaciar que estaba a cinco mil metros, así que creí que eran ellos(todos los del autobús) los que se habían descuidado por turistas.
Tras dar vueltas y vueltas recogiendo a más turistas nos marchamos, esta vez hacia el sur de Huaraz, paramos unos instantes en un restaurante de Catac, para desayunar muy deprisa y luego encargar la comida para la vuelta, yo no llegué a hacerlo, había desayunado huevos en el hotel con té y ya tenía para todo el día.
Y seguimos y paramos a pagar 10 soles en la entrada del parque nacional de Huascarán gestionado por la mancomunidad de Catac, y continuamos hasta que nos detuvimos en un páramo medio desértico donde había un
poco de agua burbujeante entre la maleza circulante, no me llamó mucho la atención después de haber estado hace dos años en Islandia,paramos poco tiempo, fotos y al autobús.
La Puya Raimondi, la flor que florece cada cien años.;
«Puede alcanzar 3 a 4 m de altura en crecimiento vegetativo, pudiendo alcanzar hasta 12 m de altura con la inflorescencia y produce racimos hasta de 8 mil flores y 6 millones de semillas por planta.[3] Puede vivir más de 100 años. Es una especie que ni bien florece, muere (monocárpica) siendo las semillas su único medio de propagación. Se la puede ver florecer en los meses de enero a diciembre.» De wikipedia.
Y la Puya Raimondi empezó a aparecer en las descarnadas laderas del altiplano que cruzaba el autobús camino del glaciar de Pastoruri, el tiempo cada vez se ponía más frío y más cerrado de nubes, yo estaba tranquilo llegaba ropa para aguantar ventisca de quince bajo cero.
Llegamos al sitio habilitado para ver la Puya, y nada más bajarnos del autobús comenzó a llover, mucha gente ni se bajó. Yo me puse el impermeable y disfruté lo mejor que pude…
Ya estamos en el centro de recepción del glaciar, hace mucho frío y está cayendo agua nieve.
El autobús nos deja y junto a los servicios al resguardo del viento nos vestimos y salimos, cada uno a su ritmo al glaciar, son dos kilómetros y doscientos metros de desnivel por lo que no se puede correr mucho, pues ascenderemos a más de cinco mil metros.
Voy a mi ritmo por una acera que está junto a una valla, me pasan por fuera de la vaya algunos turistas a caballo, alguno de ellos en pantalón corto con la que está cayendo, yo voy calentito a pesar de la aguanieve y el viento.
Antes del glaciar hay un gran lago, por lo visto era también glaciar hace apenas unos años, pero por el cambio climático ha retrocedido cientos de metros en pocos años.
Una mujer panameña me hace unas fotos delante del glaciar.
Luego me paro un momento a aun pequeño video que no puedo poner directamente por ser vertical y en la inserción de youtube no me lo reconoce.
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Y me vuelvo hasta el mirador a ver una panorámica.
Decido emprender la marcha de vuelta al autobús, pero me encuentro al guía y salgo de nuevo charlando con él hasta el pie del glaciar, no quiero llegar demasiado pronto al autobús, se está abriendo el día.
Y efectivamente el día se despeja definitivamente , pudiendo disfrutar de las cumbres circundantes de más de cinco mil metros.
Llegamos al autobús, y ya con el día abierto nos marchamos de vuelta.
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Las Puyas Raimondi están por todas partes.
Y paramos en Catac, no me apetecía comer, así que me fui de turismo por la ciudad de Catac, donde los niños juegan con las niñas en las calles sin móviles al modo antiguo cuando la infancia era más real.
El ayuntamiento tenía un monumento a la Puya Raimondi y se veían casas multicolores, lo que más me llamó la atención es la ausencia de tiendas de alimentos frescos, solo alimentos procesados, los frescos están en Huaraz, parece que no hay red de distribución de alimentos frescos fuera de Huaraz.
Y me volví a Huaraz donde me esperaba una buena comida en el Chifa (restaurante chino), pues al día siguiente me recogerán a las 3:30 de la mañana para ir al Nevado Mateo.
19 de junio de 2025.
Me levanté a las tres de la mañana, y a las tres y veinte estaba esperando en la pequeña sala de estar delante de la escalera empinada que llevaba a la calle que estaba un piso más abajo, me sorprendió que el muchacho estaba despierto y sentado en su pequeño puesto de la recepción, me hizo meditar cuán larga se le haría la noche con todas sus horas, y me hizo sonreír al sentirme identificado con ese muchacho.
He estado más de mil doscientas noches despierto trabajando perdiendo mi salud para atender a la salud de una población que no cuida la tuya, los cuales no tienen culpa de ello, pues tú aceptaste trabajar día y noche sin descanso poniendo en riesgo tu salud y la de tus pacientes, sin darle la importancia que tiene…
Muchas veces me han preguntado si no tengo miedo de poner mi vida en riesgo en las montañas, me dicen que soy un inconsciente por subir montañas heladas en pleno invierno, estar a veinte bajo cero en el polo norte, pasarme noches enteras andando para llegar a una cumbre…
Es cierto, soy un inconsciente, un temerario, lo he sido desde que soy médico de atención primaria, he permitido que el estado me obligue durante años a trabajar 32 horas seguidas una vez a la semana sin tener derecho a descansar lo que el estado ha llamado guardias, que se incrustan de manera obligatoria en tu semana de trabajo normal de cualquier persona de lunes a viernes, y la “guardia” es cualquier día de la semana inclusive festivo, un día, dos incluso tres o cuatro días a la semana sin derecho a descanso, hay semanas que trabajas 90 horas y a la siguiente 60 horas y no pasa nada, así una semana tras otra. Te acostumbras a no comer, ni ir a los aseos, a no dormir en las noches, atendiendo cosas desde absolutamente banales hasta de vida a muerte, he tenido madres que me han insultado a las tres de la mañana por no darle suero fisiológico para los “mocos” de su niño que no puede respirar y no quiere ir a la farmacia a comprarlo y atendido a infartos de corazón inferiores que al mínimo movimiento del paciente se podía morir a esa misma hora de la noche y si te equivocabas después de 20 horas trabajando esa persona moriría por tu culpa, y a todo lo tienes que atender, y todo eso hacerlo con una sonrisa en la boca, a las diez de la mañana, que ya has visto veinte personas, a las tres de la tarde , que no has podido comer, a las seis de la tarde, con catarros y accidentes de tráfico, a las nueve de la noche, más catarros, a las doce de la noche cefaleas y dolores de “muelas” , a las tres de mañana avisos a domicilio, a las seis de la mañana, más avisos a domicilio, y así hasta las ocho de la mañana que empiezas de nuevo, donde te espera una consulta de 40 personas que quieren que le sonrías y le atiendas correctamente, y cuando acabas a las tres de la tarde después de 32 horas trabajando coges tu coche y te vas a casa, tres cuartos de hora conduciendo sin apenas poder coordinar las manos para meter las marchas. Luego llegas a tu casa, y allí tienes hijos y esposa que quieren tu atención y tú no puedes pensar en otra cosa que no sea morirse… Eso sí me da miedo, miedo no, pánico.
Así he estado durante 20 años de mi vida, ya por fortuna ya no es así, no podría soportarlo como mucho hago dos guardias al mes de solo 24 horas, no cuatro o cinco de 32 horas más mi trabajo todas las mañanas aparte , pero ¡Dios existe! es un milagro que no me haya matado en el coche, ni haya muerto de un cáncer ni de un infarto por estrés, me he tirado casi toda mi vida laboral agotado mentalmente por el abuso del estado con unas “guardias” que no cuentan para tu jubilación, y te las pagan a mitad de precio o menos, cobrando muchas veces menos que el celador que está en la puerta…,lo que hago en el polo norte, o en las montañas heladas a veinte bajo cero o en las pendientes de infinita caída, no son nada, son un juego de niños…
Y llegó el guía a recogerme a las tres y veinticinco, nos metimos en una furgoneta en la que al final estuvimos una pareja de Perú, un muchacho de unos treinta años y yo. Delante se sentaron dos guías.
Nos acomodamos entre los asientos y nos pusimos a dormitar por lo profundo de la noche, son dos horas y poco de camino hasta el túnel de la punta olímpica a 4750 metros donde se aparca el vehículo.
Llegamos poco más de las seis de la mañana y nos pusimos los cascos, los arneses , el piolet y los crampones , yo al llevar mi equipo me había ahorrado 20 soles, la actividad me había costado sólo 130 soles. (32 euros).
El Nevado Mateo es una montaña de 5180 metros de altitud, llamada así porque un niño de diez años llamado Mateo la subió con su padre que era montañista, se utiliza como iniciación al alpinismo al ser una subida de corta duración, y yo me decidí hacerlo al encontrarme bastante aclimatado y no haber podido ascender a un seis mil que era uno de mis sueños y ya no me daba tiempo.
El tiempo seguía estando dudoso, aunque por la tarde lo daban bueno.
Al final las cordadas eran de tres, yo estaría con Richard, el guía que conducía la furgoneta, y con Arnold, un Limeño de 30 años que es ingeniero y destilaba alegría y muy buena energía, he tenido mucha suerte.La pareja se queda con el otro guía, ya que salieron más tarde tras de nosotros.
La tarde anterior llovió y tras hacerse de noche, la lluvia se congeló, está toda la roca cubierta de hielo, no es nada fácil la subida, patinas en muchos sitios y la pendiente es importante.
Dejamos en la explanada del parquin la furgoneta junto a otros vehículos, delante nuestra ha subido un grupo más numeroso que el nuestro, no hay más grupos, el mal tiempo ha hecho desistir a muchas personas de intentarlo, para mí ha sido un aliciente, no me gustan las cosas demasiado fáciles, son aburridas.
Richard va delante guiando, yo detrás y Arnold cierra el trío, hay zonas que son peligrosas, pasamos un repisa vertical que tiene una caída mortal.
El sol va iluminando las cumbres colindantes, pero en poco comienza a nublarse.
Llegamos a una grieta o canal que nos hace más fácil la subida, la parte del principio es la más peligrosa.
Al final de la canal vemos al grupo numeroso ante el glaciar poniéndose los arneses para meterse en la nieve.
Llegamos al inicio del glaciar y la nieve, nos ponemos los arneses y nos encordamos, Arnold que no tiene experiencia irá en medio, Richard el primero y yo el último, comenzamos a andar.
Me he colocado la cámara Gopro, y tras una pequeña zona de rellano comienza a subir el glaciar casi en vertical, no me esperaba tanta pendiente en una montaña para principiantes. Sube y sube con gran pendiente, no para de subir, Arnold que se le ve que va al gimnasio y hace honor a su nombre, me dice que le van a reventar los gemelos, pero llegamos a la cumbre donde encontramos al grupo numeroso que vimos subir delante de nosotros.
Ha sido un poco de decepción para mí, esperaba algo más, no me enterado de la subida, demasiado corta para lo que estoy acostumbrado,pero nos quedaremos un buen rato a ver si abre y vemos las vistas, tengo la maldición de las nubes, los tres estudiantes que murieron en el Artesonraju todavía no lo han encontrado, la montaña sigue triste.
Pero no se abre así que decidimos bajar, no podemos tener aquí todo el día a Richard que tiene esto ya muy visto.
Y apunto de empezar la pendiente nos cruzamos con una pareja de franceses, el otro grupo ya hace rato que se bajó.
La pendiente es muy pendiente, es la primera vez de Arnold, le voy explicando al ser yo el que abre la marcha.
Se pone más llano y se abre un poco la vista, da ganas de subir de nuevo. Pero no es garantía de que sea abra. Llegamos al final del glaciar y nos desatamos de Richard. Ahora vemos el valle en la bajada relajada por la pendiente.
Y ya casi llegando tenemos una zona muy peligrosa, Richard nos ata y bajamos despacio por la roca.
Por fin llegamos a la zona llana tras pasar la pendiente del principio que es la más peligrosa, tengo unas hojas de coca que compré en el glaciar de Pastoruri, Arnold y Richard me explican el ritual de dar gracias a la montaña, se les da hojas de coca por habernos protegido, y luego masticas unas pocas que te dejas en el carrillo y luego la escupes. Muy interesante.
Hemos llegado los tres sanos y salvos a la furgoneta de nuevo, allí nos está esperando el otro guía junto a la pareja, se dieron la vuelta al empezar el glaciar, no estaban bien aclimatados y se cansaban de más, me sorprendió que pudieran sobrepasar la parte de las rocas con hielo, mucho más peligroso que el glaciar.
Nos volvemos a Huaraz, se está despejando una vez más el día, empiezan a verse las cumbres que no pudimos ver arriba, el día radia de luz, la música que pone Richard es de la buena, aquí en Perú no hay Reggaetón en casi ningún sitio, ¡Qué descanso!
De repente Richard nos dice que no se ha desayunado todavía y paramos junto a la carretera en un sencillo restaurante, son las doce de la mañana, hora perfecta. Estamos en medio de la carretera, es un techado con algunas mesas y una mujer joven vestida de andina, con sus colores vivos, nos ofrece tres platos del menú.
Estoy acostumbrado a ayunar, desde ayer no había comido, pero cené mucho en el chino y no tenía apenas hambre, pues la cima apenas me había costado al ser muy corta, me pedí sopa de pollo pero llevaba fideos con gluten, así que me pedí una trucha, recién sacado del río de al lado del chiringuito, por apenas 15 soles, de lo más exquisito que he comido en mi vida.
Y tras la trucha nos quedamos los cuatro, Arnold, la pareja peruana, y yo sentados en la mesa compartiendo vivencias, bajo el sonido del viento que se encarama a nuestros oídos para escuchar en el momento.
El sol brilla en el valle, las nubes se retiran, las montañas abrazan el cielo mostrando sus nieves a los cuatro vientos, olores de vida plena, en un breve parpadeo, calma blanca, risa suelta, recuerdo perfecto que se pierde en la memoria, un rayo de sol que toca la piel y deja ciego de paz y vuelve a parar el tiempo, todo es perfecto, todo es sencillo, bajo el cielo de Perú, nada importa, nada existe, nada que no esté aquí en este momento, simplemente sentado en una banqueta de un pequeño restaurante, con una banal charla de un día cualquiera, pero es el día elegido, el único que existe, el día de hoy, en el minuto ahora…
Volvemos a Huaraz me despido de todos, principalmente de Arnold, que puede ser un andinista en el día de mañana, en su primera ascensión a un nevado ha disfrutado como yo, como un niño de cinco años.
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Y por la tarde me despedí de mi tocayo Pancho de FranpiscoAdventures y me concertó un taxi por 30 soles para ir al aeropuerto, mañana abandonaré el Perú interior para ir a Lima, la ciudad del nublado eterno en el invierno que no llueve…
20 de junio de 2025
El avión sale a las 9.05 del aeropuerto al Anta, al sur de Huaraz, el taxista llegó poco más de las 7.15, con buena charla me lleva hasta el aeropuerto y me deja allí en la pequeña sala del único vuelo del día que llega a las 8.25 del aeropuerto de Lima y parte a las 9.25 para Lima. En este aeropuerto se trabaja todos los días, pero muy poco.
La chica del mostrador decía que mi mochila no estaba incluida en el vuelo, y que al ser grande tenía que pagar 50 euros, parece ser que Latam te cobra por cada bulto que lleves aparte de ti mismo, a la ida no tuve problemas pero al final me dejan pasar sin pagar, no me vería cara de tonto, por ese dinero le doy la mochila y me compro otra, pues todo el equipaje lo llevaba en el petate que facturé,( y la mochila no me cabía en el petate).
En Lima me espera un gran amigo de juventud, el Doctor Karim Chibouti, fue compañero mío en la carrera de medicina de Granada, llegamos a ser muy amigos pues siempre éramos delegados de curso, y entre los dos organizamos huelgas estudiantiles, somos personas comprometidas. Y tenemos vidas muy parecidas, Karim hizo medicina de familia, luego maxilofacial, y también cirugía plástica, nunca ha parado de estudiar, formarse y no conformarse, hace tres años emigró desde España a Perú tras arruinarse en el Covid con los impuestos de la clase política a los que emprenden, tuvo que cerrar siete clínicas de estética.
Karim aquí en Perú lleva dos clínicas de cirugía maxilofacial y se está preparando en Málaga un nuevo negocio.
Karim me ha mandado al aeropuerto a su hombre de confianza, Alfonso, es taxista, pero fue la primera persona con la que habló al llegar al aeropuerto de Perú hace casi cuatro años y le buscó alojamiento y desde entonces colaboran de manera inseparable.
Me voy a alojar en el hotel Esperanza de Miraflores, Miraflores es uno de los barrios seguros de Lima, el extrarradio está lleno de chabolas y zonas de pobreza y delincuencia, Karim me ha dado el teléfono personal de Alfonso y me va a recoger.
Al bajar de avión voy a recoger mi gran petate, Alfonso me ha mandado una foto para que le reconozca, y allí está esperándome, me aparta del carrito para llevarlo él y me empieza a contar que en Lima está siempre nublado hasta diciembre porque ahora es invierno, es la persona más simpática que he conocido en todo el viaje y ya es difícil, ha tenido una competencia terrible aquí en Perú.
Salimos en su coche, y al poco rato de salir en el atasco normal de la autovía hacia Lima, se pone a nuestra altura otro vehículo y nos dice –La llanta-, -la llanta-.
Alfonso duda, me dice que no sabe si la rueda está pinchada o es una estrategia para robarnos, pero mantiene la calma, sigue conduciendo y tras la salida de la autovía se detiene junto a dos coches de policía, que nos ignoran a pesar de estar al borde de la carretera donde pasan los coches a mucha velocidad.
Efectivamente, la rueda está pinchada y la llanta da en el suelo, era verdad. Así que debajo del maletero saca una rueda pequeña, y se pone a cambiarla sin preocuparse demasiado.
He estado bajo la nieve en una cumbre de 5500 metros, he subido laderas empinadas y padecido en estos días bajo la lluvia…
Pero en ningún momento he sentido mayor sensación de peligro que la de Alfonso cambiando la rueda del coche en El Callao, con los coches pasando rozando sus pies mientras lo hacía, pues era la rueda del lado del conductor, me coloco detrás del coche haciendo señales para que los autobuses y los carros se desvíen sin atropellar a Alfonso, mientras de reojo veo que dos policías se han ido pero queda uno que ni siquiera nos mira a pesar de estar en medio de la circulación entorpeciendo, pero gracias a la destreza de Alfonso en pocos minutos ya estábamos de nuevo en marcha, me confesó que si no hubiera estado la policía en esa zona no habría parado por muchos llantazos que diera el coche.
Me dio un paseo en taxi por la zona de Miraflores, me explicó dónde podía ir a comer y a comprar y luego me llevó hasta el hotel Esperanza que fue el que me recomendó Pancho, mi tocayo.
Me fui a comer a donde me dijo Alfonso, Siete Sopas 24 horas, entré fácilmente, tuve suerte, pues siempre hay cola.
Y por la tarde tras un gran paseo por Miraflores, me fui a comprarme un sombrero, fue muy complicado, a pesar de que había decenas de tiendas de artesanía cerca del hotel, para no decir cientos, pero por diez soles triunfé.
Miraflores es un distrito muy tranquilo que recuerda mucho a cualquier gran ciudad de España.
karim trabaja el viernes hasta tarde, viene desde Medellín donde tiene su otra clínica, pero ha adelantado sus citas para que nos podamos ver, antes visito el Malecón de Miraflores como me recomendó, de noche, pues a las seis anochece.
Karim me recogió en el hotel al volver de Medellin y nos fuimos a cenar en un restaurante de moda, un pulpo exquisito.
Al día siguiente a pesar de ser sábado, Karim también trabaja, pero al mediodía vamos a quedar, me envía un Cabify y me lleva hasta su clínica, allí me enseña los quehaceres diarios, atendido por su ayudante y asistente de cirugía, un joven muy amable.
Luego comimos junto con su enfermera venezolana pollo asado.
Por la noche fui hasta Barranco donde tiene su apartamento y me enseñó su barrio, todo esto acompañado de una carne exquisita, Karim en su hospitalidad de su cultura bereber siempre invita, es un lujo ser su amigo.
Y al día siguiente llovió, cosa que casi nunca ocurre en Lima, lo que no impidió que Karim y yo nos diéramos un paseo por el Malecón de Miraflores sorteando los charcos de la lluvia que cesó, me contaba que yo había traído la lluvia, en tres años no había visto llover con esa intensidad, y me lo creo pues en el Ishinca me llovió y cuando llegue a España interrumpí una ola de calor en pleno Junio para que llovieran grandes tormentas.
Comimos temprano Karim y yo y nos despedimos, Alfonso me llevará de nuevo al aeropuerto. En estos dos días se ha sellado una amistad separada en 30 años que no nos veíamos, y tras ese tiempo nos hemos dado cuenta que tenemos muchas más cosas en común y que compartir que cuando estábamos en la facultad de Medicina, muchas gracias Karim, espero verte por España pronto.
Muchas gracias a Pancho de Franpisco Adventures, sin ti nada de esto hubiera sido posible, no todo el mundo prepara expediciones con un solo cliente y lo bien que salió todo.
Muchas gracias, Fredy y Hosterlin, mis hermanos de Ishinca, nunca os olvidaré.
Muchas gracias, Arnold y Richard, compañeros risueños del Nevado Mateo.
Y gracias, Alfonso, me llevaste al aeropuerto sin que me atracaran en El Callao en la vuelta, ni pinchara la rueda.
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Humano, y otra vez te has olvidado de mí en tu pobre relato.
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No, Maese. Estaba esperando que me hablaras, amigo.
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Pues ya hablé. El problema es que antes no me escuchabas. ¡No lo hiciste!
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Eso ya ha cambiado, Maese. Ahora sé que siempre me hablabas, hasta en los momentos más fríos y oscuros, que han sido muchos, y nunca fueron en la montaña, yo no supe verlo hasta ahora. Gracias por estar ahí, siempre. Maese Viento.
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No lo olvides, de nuevo. Nunca estás solo. Pero…, ¡Qué vas a saber!, ¡a saber!, necio humano, si ayer te hundiste, fue porque quisiste, solo era cuestión de escuchar, ¡y no lo hiciste!
¡Gracias a todos que estuvieron ahí! ¡¡¡Gracias por escuchar!!!!
¡Nunca perdáis la sensibilidad!, ¡no os la cortaron junto al cordón umbilical, la tenéis dentro de vosotros…!,…aunque a veces duela demasiado.
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