Y seguirás tu camino
como si nada
sin saber el espino
en mi corazón olvidada,
sin sacar de mis entrañas
el hierro de hollín,
que roe como alimaña
tan dentro de mí.
Y te irás sonriendo
en tus pasos cadenciosa,
tan serena y hermosa
como brisa silenciosa.
Pues detrás de ti yace
lo que tu iris deshace,
que sin sangre reposa
con la pena de esposa.
Y te irás tranquila
a tu lejana ciudad,
que aquí triste sigila
me ahogaré en oscuridad.
Sin ver tu esbelta figura
modelada de mazapán,
me hundiré con amargura
en mi viejo diván.
Y te marcharás sola
con tu mirada materna,
sobre la enorme ola
de mi desespera eterna,
y tu dorado cabello
que no mirar siento,
caerá por tu cuello
lejos de mi aliento.
Y son norte tus ojos
de tu mirada incisa
y tus labios alojo
del blanco tu sonrisa,
con tus verdes pupilas
en paja me deshilas
y me sacas la calma
y hasta toda mi alma.
Y toda tu hermosura
es mi dolorosa conjura
y toda tu ligereza
en mi corazón pesa.
¡Ay, de aquel día
que me cruzaron tus ojos,
con inocente felonía
y me hicieron despojos…!
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