Lunes 13 de marzo de 2023. De Pielpavuono a Suovasaari.
Y no siento el pie izquierdo a pesar de llevar más de 45 minutos calentándolo junto a la estufa, lo apoyé contra el cristal y hasta empecé a oler a chamuscado, sigo sin sentir nada, espero que no me lo hay quemado aunque el calcetín no lo ha hecho. El pie derecho parece que recobró la vida y me duele, ha sido un poco absurda la manera de dejarme los pies medio congelados.
Y la noche anterior había sido gélida, pocas veces he pasado tanto frío en mi vida, Angeloti y yo nos metimos en la tienda de campaña sobre las nueve y media con intención de levantarnos a las seis…
Pero a las diez de la noche como nos había advertido Javier Campos nuestro guía llegaron las motos de nieve, a nosotros dos que estábamos en la tienda nos afectó poco, pues el rojo de la tienda nos garantizaba que no nos iban a atropellar a pesar de estar situados en medio del lago, pero los que dormían en la cabaña tuvieron peor situación, pues entraron en ella a calentarse en la estufa y cada vez que lo hacían se enfriaba la estancia y la noche estaba siendo muy fría, ellos estaban tirados en el suelo durmiendo y los motoristas caza auroras esquivando sus sacos para acercarse a la estufa, pero lo más increíble es que Vicente , nuestro “fallero mayor” no se enteró de nada y por la mañana pensaba que le estábamos tomando el pelo con los de los motoristas, desde nuestra tienda escuchábamos a una chica hablar en inglés y estuvieron dando vueltas y vueltas por las inmediaciones de nuestra tienda ,creo que sin ver nada, pues no había previsiones de aurora, pero tampoco fui capaz de asomarme a comprobarlo,y a las once menos diez de la noche por fin se marcharon.
Y lo peor de la tienda de campaña, es tener que salir a media noche a vaciar la vejiga, y esa noche había bebido bastante agua por miedo a la congelación, pues la hidratación es la defensa frente al frío de tus tejidos, así que me pasé la mitad de la noche aguantando las ganas de orinar de haber bebido, y el frío te da más ganas de ir y esas ganas no te dejan dormir hasta que sales a orinar y te terminas de enfriar del todo y vuelta a pasar más frío, así en bucle casi toda la noche aguantando ganas y aguantando frío.
El vaho de mi respiración se congelaba si no cerraba el saco del todo, llenando el saco de una fina capa de escarcha que tenía que sacudir con mis guantes medio mojados, así que finalmente opté por meterme del todo dentro del saco y cerrarlo por todas partes, pues por las rendijas abiertas no entraba aire, entraba hielo…
Pero por fin conseguí calentarme tomando un reconfortante sueño a primera hora de la mañana, hasta que me despertó Angeloti para salir de la tienda poco después de las seis, se fue a la cabaña donde acababa Javier de volver a encender el fuego tras apagarse de madrugada.
Y así estoy ahora, junto a la estufa, me quité las botas, no sentía los pies, pero poco a poco el derecho me empieza a doler, lo que es bueno, pero el izquierdo no es mío, no siento nada. El error había sido que antes de salir me puse un calcetín congelado sobre el que tenía seco y calentito, y la bota a pesar de estar dentro de la tienda también estaba gélida, así que en el breve gesto de calzarme calcetines y botas había empezado a notar que no sentía los pies a pesar de salir corriendo a la estufa a calentarlos, y ahora llevaba casi una hora sin conseguirlo.
Y en ese intervalo aproveché para descongelar en la estufa la crema de sol para poder aplicármela, habían entrado los franceses a calentarse y a cambiarse , Nuria que no salía del saco no paraba de dar tiritones, estaba descompuesta de frío y de ánimo, no se le veía con fuerzas para seguir con nosotros después de sus problemas de circulación venosa y arterial.
Javier le ha dado diferentes opciones, y ella ha decidido volverse y abandonar la expedición, ahora estamos cerca de la civilización, pueden venir a recogerla en moto de nieve, pero si sigue llegaremos a un punto de no retorno donde llegar es muy complicado, así que con dolor suyo y nuestro ha decidido volverse.
Javier ha hecho varias llamadas telefónicas, ella se quedará aquí en la cabaña esperando a que la recojan, me entrega dos “compeed” y geles calentadores de manos y pies pues ya no les van a hacer falta, un calentador de ellos me lo puse en el pie que seguía muerto sin notar nada, y también me dio la bolsa de las ollas para cocinar que irán a partir de ahora en mi pulka, me apena mucho que no siga pero creo que ha hecho lo correcto.
Hemos recogido la tienda que se lleva Carlos a su pulka, en ese espacio se nos han acercado varios renos, los renos pese a su aspecto, no son salvajes, pertenecen a pastores Samis, que según nos contó Javier, los marcan de colores para distinguirlos y en Noruega hay una policía de renos que sirve para evitar conflictos entre los pastores, ya que los renos viajan muchos km.
El sol luce sin apenas subir en el horizonte, nunca lo hará estamos en el ártico, desde que amanece siempre viaja sobre el horizonte a la misma altura, para mí es imposible saber la hora sin reloj, el día está radiante y eso que durante la semana nos daban una previsión de borrasca terrible, por fortuna se equivocaron, hoy tampoco usaremos esquíes, iremos andando sobre las huellas de las motos de nieve, nos hemos enterado que los franceses también van al mismo sitio que nosotros, y esa cabaña es más pequeña todavía, optamos por apresurarnos para llegar antes que ellos.
Salimos a las diez menos cuarto por las gestiones de Nuria, pero los franceses están aún calentándose, pasaron más frío que nosotros…
Avanzamos tirando de nuestras pulkas sin prisa pero sin pausa, no hacemos nada más que volvernos a ver si vienen, hoy tenemos 14 km de ruta, pero sin esquíes lo haremos bien. De repente nos pasan veinte motos de nieve y tras rebasarnos vemos que se paran frente a una isla.
Cuando llegamos ellos marchan, Javier nos cuenta que estamos frente a la isla de Ukko, la isla más alta de Inari, y es la isla sagrada de los Samis, los esquimales europeos, frente a la isla nos paramos a comer algo mientras la admiramos con su porte triangular, le pregunto a Javier por la leyenda de la isla pero no me responde, sopla débilmente el viento…
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Maese Viento, querido amigo. Me alegra tanto oírte…
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Has venido muy lejos esta vez para poder entenderme, necio humano, acaso era necesario cuando siempre estoy en ti, vayas donde vayas.
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Maese, no te me pongas invernal y no he venido por ti, lo hice por mí, bien lo sabes.
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Pues que quieres de mí ahora, pues cuando hablas conmigo algo persigues.
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Si apenas te pido algunas cosas de vez en cuando, anda, cuéntame lo de la isla sagrada de los Samis, cómo dijo Javier que se llamaba…, Ukko, creo.
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Ya sabía que algo pretendías humano, pues es la isla sagrada de los Samis, la tribu que lleva doce mil años de vuestros breves humanos años por estas tierras.
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Pero cuéntame algo, Maese, seguro que aquí ocurrieron sucesos muy interesantes, no me se seas rácano, ponte veraniego, por favor, por favor, por favor…
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Siempre importunando, necio humano, por esta vez te complaceré, esta isla fue el último refugio de Aanaar, la última gran chamana de los Samis…
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¿Aanaar?, ¡Qué interesante, cuéntamelo, por favor, Maese, amigo mío, dime que pasó…
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Ya te pones meloso conmigo cuando algo quieres , pues abre tus sordos oídos, ya sabes que sólo te lo contaré una vez…
Aanaar, al última chamana de los Samis.
Todos creéis que me conocéis, pero no lo sabéis…, no tenéis ni idea.
Creéis que Yo soy quien agita las hojas en otoño, el que levanta el polvo que te hace cerrar los ojos, el que aúlla en tu ventana…
No, soy mucho más, mucho más que el simple viento, debes saber que cada vez que susurras, yo estoy ahí, cada vez que gimes, que comes, que hablas, que respiras, que suspiras…, yo lo siento, yo lo sé.
Yo soy el que te seca las lágrimas cuando lloras, y el que te revuelve los cabellos cuando saltas…, sé todo de ti y de cada uno de vosotros.
Os contaré una historia que sucedió apenas un ayer para mí, mucho tiempo para vuestras necias y cortas memorias, todo aconteció en lo que ahora llamáis lago Inari, en el corazón de Laponia.
Y estas tierras tan propicias a que suene mi voz rozando los troncos helados de los árboles, donde la Madre Luna apenas se alza en el cielo, donde el sol nunca calienta, vivían un pueblo que se llamaban a sí mismos los Saami, los Saami eran Seres Humanos especiales, tenían habilidades que ya habían perdido los demás humanos tras la muerte de las Tres Sorores, ellos conservaban la capacidad de entender a los árboles y a los animales, de escuchar el gemido de las piedras, pues gimen en su sueño aletargado, y tenían sueños en los que Madre Luna, Madre de todos los Seres mágicos les contaba los secretos de Madre Tierra, y todo ello lo vivían por sus chamanas, que eran las portadoras del saber Saami, y protegían a su pueblo de todo mal dirigiéndolos con amor, con el Amor de Madre que cuida de sus hijos con sabiduría.
Pero el pueblo Saami era un pueblo fugitivo, habían llegado a estas tierras huyendo al confín más inhóspito de la Madre Tierra, buscando mantener una forma de vida cercana a la naturaleza, donde todo se pide y se agradece y luego se devuelve a la tierra, que todo lo provee y todo lo presta, pues cuando desaparezcáis devolveréis vuestros cuerpos a nuestra Madre Tierra…
Pero el pueblo Saami era un pueblo fugitivo, habían llegado a estas tierras huyendo al confín más inhóspito de la Madre Tierra, buscando mantener una forma de vida cercana a la naturaleza, donde todo se pide y se agradece y luego se devuelve a la tierra, que todo lo provee y todo lo presta, pues cuando desaparezcáis devolveréis vuestros cuerpos a nuestra Madre Tierra…
Pero la historia de los Saami para entenderla hay que retroceder hasta hace miles y miles de años cuando Olivier, el señor oscuro, derrotó a las Tres Sorores, las Fadas madres protectoras de la humanidad, durante miles de años él y sus descendientes esparcieron el dolor y la guerra por toda la faz de la tierra, hasta que Culibillas, la gran Fada Madre ,descendiente directa de las tres Sorores, encerró a Olivier en su prisión eterna en el monte Balaitous, condenando a Olivier y su nombre, a ser olvidados por todos los Seres Humanos, pero no todos los olvidaron, hubo una estirpe de humanos que no pudieron hacerlo, y esa estirpe de Seres Humanos ellos se llamaban a sí mismos los Saami.
Y Culibillas quedó a la guarda de Olivier custodiando su prisión desde la peña Foratata para siempre, pero había una forma de que Olivier se escapara de su prisión que no podía controlar Culibillas, dentro de un volcán de aquel territorio que llamáis África se hallaban fragmentos del planeta de donde provenían los Seres oscuros, era la SUSTANCIA OSCURA, y la sustancia oscura la recuperó SOUL, el hermano menor de Olivier, para emplearla en acabar con el reino de la Atlántida, pero no toda, había un pequeño fragmento de sustancia oscura, la más potente, la más oscura, que perduró tras la desaparición de la Atlántida, durante siglos estuvo custodiada por los Tuaregs del desierto, los descendientes Atlantes, pero tuvieron que llevarla hasta Culibillas para que dispusiera de la sustancia, aunque ella no podía tocarla siquiera, esa historia todavía no se lo he relatado al necio humano que escucha y transcribe mis palabras, pues no olvides, que yo soy Maese Viento, aquel que todo lo ha visto y todo lo he sentido, pues desde el principio de los tiempos habito en nuestra Madre Tierra, aquella que algún día se deshará de vuestras necia existencia marcada por la codicia y la destrucción, como buenos hijos de Olivier que sois.
Y Culibillas decidió alejar la sustancia oscura de la atención de los hijos y hermanos de Olivier que la buscaban con el fin de sacarle de su prisión, en ese cometido Culibillas cargó esa responsabilidad en los que luego se llamarían los Saami, pues ella encomendó la custodia a los descendientes de su propia tribu, de la aldea de Anayet y Arafita, la Sustancia Oscura se la dio a Saari, prima hermana de Culibillas, pues no olvidéis que Culibillas nació humana.
Y los descendientes de Saari con el tiempo se llamaron los Saami, el pueblo de Saari, y tuvieron el duro legado de esconder la sustancia oscura de los hijos de Olivier, y para ello emigraron hasta Laponia, en el confín más frío y alejado del mundo, donde podían mantener sus costumbres arraigadas ligadas íntimamente a Madre Tierra y podían vivir lejos de los centros de poder y codicia manejados por los hijos de Olivier.
Y eligió a una mujer, porque además de ser de su sangre sabía que la codicia no la podía corromper, las mujeres tienen en su interior el poder más fuerte del universo, el Amor de Madre, que emana desde su útero, la matriz es un préstamo de Madre Tierra para poder crear nueva vida, y la vida se crea con Amor, aquel que mueve el universo en su presencia o en su ausencia, y todos los hombres pueden sentir ese Amor porque se gestaron en el útero de una mujer,
Y así fue como Culibillas la fada madre encomendó a una mujer la custodia de la sustancia oscura, a Saari, la primera chamana del único pueblo humano que recordaría el infame nombre de Olivier y por ello serían perseguidos hasta en los confines de la tierra…
Hemos estado comiendo algo junto a la isla, cuando al terminar nos hemos percatado que vemos unas figuras a lo lejos, son los franceses, si nos entretenemos de más nos van a adelantar y tendremos que dormir en la tienda de campaña, y a mí tras haberla probado, no me apetece en absoluto, así que reanudamos la marcha con celeridad.
Jose se ha parado a fotografiar unos árboles cubiertos de hielo engelante, y se queda algo atrás, Javier Campos lamenta que tengamos que venir al polo norte a repetir las carreras del mundo diario, pero queremos llegar antes que ellos y se están acercando mucho.
El día es claro y no hay una sola nube, la visibilidad es diáfana, ahora no se ven los franceses, han tendido que parar a descansar, venían muy deprisa.
Pero no cesamos en nuestro ritmo, hay muchas cosas que realizar al llegar, encender el fuego, abrir un orificio para conseguir agua, hacer la comida…
Giramos a la izquierda hacia una ensenada, ya no sopla el viento, notamos calor, sudamos, pero estamos a ocho grados bajo cero, nos parece increíble lo que influye en la sensación térmica el tener a Maese Viento tocándote el rostro.
Vicente, Angeloti y yo nos quedamos un poco atrás en la llegada a la isla de Suovasaari.
Los franceses han aparecido casi de la nada, han llegado cinco minutos después que nosotros, cuando giramos para seguir por la ensenada no vimos a nadie, han tenido que venir corriendo, pero llegamos antes, ellos se quedarán en la “cota” , la cabaña sin cerrar, con su tienda de campaña.
Sacamos agua, y antes de anochecer Javier nos enseña a ponernos los esquíes, prácticamente ninguno de nosotros lo ha hecho nunca, se me salen los enganches metálicos de detrás, no tengo claro que va a ser de nosotros mañana, tenemos una jornada muy larga para personas que no han esquiado nunca…
Angeloti prepara un arroz para chuparse los dedos, es un añadido tener cocinero, lo mismo lo contratan en “Groenland adventure”…
Me acuesto en el suelo delante de la cocina, dejamos leña junto a la estufa para que el que salga por la noche al baño eche algún tronco, que luego por la mañana hace mucho frío.
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Martes, 14 de marzo de 2023. Souvasaari a Kaukhasaari.
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Sabes, me encanta mucho tu perfil del “meetic”, me gusta el color de tu vestido verde. ¿Y cómo me dijiste que te llamabas?
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Me llamo Aurora, y tú también me pareces interesante, he visto en tu perfil que escribes, que te gusta la aventura y no tienes miedo a nada…
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Bueno, Aurora, me dan un poco de miedo las chicas, me pongo nervioso cuando veo una muy guapa como tú, me encantaría quedar contigo…
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Pues estupendo, Fran, sólo que tengo una pequeña pega, si quieres quedar conmigo tendrás que venir al círculo polar ártico, pues como Aurora Boreal no puedo estar en otro sitio, es mi obligación.
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Vaya, Aurora, vaya pega que tienes, con las ganas que tengo de conocerte, pero bien, cuándo quedamos, dime un día y una hora.
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Pues si te parece bien, el martes a la ocho de la tarde…
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Me parece muy bien, Aurora, en el círculo polar ártico nos vemos el martes a la ocho, por ti iré al fin del mundo…
Acabo de abrir los ojos, son algo más de las seis de la mañana, he dormido de un tirón, la noche anterior fue dura en la tienda de campaña, el suelo de madera de una cabaña siempre es más cálido y acogedor, he salido afuera, y estoy muy disgustado, está totalmente nublado y había quedado hoy con Aurora, sé que vendrá, ella no me fallará, pero puede que no podamos vernos pues las previsiones son de nublado para hoy y dan mucha nieve mañana, pero contra el tiempo no se puede luchar…
Javier y yo vamos a por agua al orificio que hicimos el día anterior, los franceses han entrado a calentarse a la cabaña, y se quedarán hoy en ella, ellos no llevan esquíes y no podrán seguirnos, se hundirían sin avanzar, iremos por territorio ignoto, que sólo se adentran los aventureros como nosotros, llenamos de agua caliente todos los termos, cada uno lleva el suyo, el agua la llevamos en termos para que no se congele, beber es muy importante como nos explica Javier, la deshidratación favorece la congelación…
Salgo el último de la cabaña y a continuación entran los franceses, estaban deseando meterse en la cabaña, estamos a quince bajo cero, hemos salido de nuevo al lago y nos colocamos los esquíes, me inquieta la ruta, son 15 km y no sabemos esquiar.
Pero en poco nos damos cuenta que sólo es deslizarse, no es tan difícil, vamos teniendo algunas caídas, a mí se me salen los esquíes y me los tengo que colocar varias veces hasta que aprendo a hacerlo de manera estable, todavía no me he caído, puedo ser el único de los novatos que todavía no lo hizo, pero seguro que me caeré…
Vamos haciendo sistema de relevos, ser primero fatiga mucho, te hundes al abrir huella pero tienes la recompensa de tener todo el horizonte para ti, así que Javier siempre se coloca segundo, y cada 20 minutos nos turnamos, el primero se aparta y se queda el último para descansar y el tercero se pone primero avanzando en la rotación hacia adelante como en las contrarrelojes por equipos de los ciclistas.
El día va avanzando, hasta que llegamos al centro del lago…, allí está, inmensidad.
Me he puesto el primero, en la INMENSIDAD
Todo está blanco, y el sol pálido y demacrado acariciado por su túnica de nubes que aminoran su sonrisa, me mira indiferente…, y Maese Viento sopla frío y distante en la inmensidad, sin apenas cuerpos a los que susurrar, susurro de hielo, susurro de inmensidad, lleno de vacío, de horizontes, de nubes nubladas, de silencios inmensos abriéndose y rompiéndose delante en cada paso.
Paso a paso, con el sonido sibilante de los esquíes quebrando la nieve, deslizándose, agarrándose, arañando el suelo blanco y blando y el golpear metálico de los bastones…, me pierdo, me encuentro, me siento…, inmensidad, inmensidad inmensa, eterna, enorme, perdida de pensamientos, sentida de deseos, deseo de sentidos…inmensidad. Llena de vacío, vacío que llena, que suple, que alimenta y a la vez desalienta, inmensidad…, como el frío abrazo que reconforta y te desinfla.
Inmensidad, sin existir, sin sentir sintiendo, sintiendo todo, sintiendo el vacío que te llena de la nada,…nada, no somos nada, casi nada, sólo el sonido lastimero de unos esquíes que van deslizándose en el blanco de la inmensidad…
La voz de Javier me ha despertado de mi inmensidad, han pasado los veinte minutos, han sido varias vidas y alguna muerte en el silencio polar del cielo tímido de nubes, suaves y rasposas.
Con desgana me quedo el último de la fila, una vez más, Maese Viento alza su voz que nos da en la cara y con ella la sensación de frío, rozamos los veinte bajo cero de sensación térmica, mi aliento se congela en la braga que me tapa la boca, me puse la máscara de neopreno encima y parece que también se ha congelado con mi aliento…
Hemos pasado el centro de lago, se hace largo el día, el avance con los esquíes es lento y costoso, costoso de esfuerzo, pero nos vamos metiendo en una ensenada, el final de la jornada se acerca.
Hemos llegado y aquí hay dos cabañas, una primera que es más grande, con literas de madera y una estufa pequeña, la otra cabaña es más pequeña, similar a la de la noche anterior con la estufa más grande.
No somos capaces de encender el fuego, la leña está muy mojada y al ser de pino es más dura y dura más que la de abedul en el fuego pero es más complicado encenderla, Javier ha quemado literalmente un mechero en el intento de encenderla, en ninguna de las dos cabañas somos capaces de encender la estufa de momento , yo me voy con el “verviki” a hacer un hoyo para el agua con Jose, que me graba en su móvil en la operación.
Cuando volvemos están las dos estufas encendidas, Carlos se quedará en la cabaña grande, que está más sucia y oscura, pero la estufa calienta una barbaridad, pese a lo pequeña que es, seguro que la estufa es Sami, los demás nos vamos a la pequeña donde metemos una mesa de una zona recreativa para poder cenar.
Angeloti nos prepara unos exquisitos espaguetis con panceta, tomate y queso, y nos damos un regalo antes de dormir, las historias de aventuras que nos cuenta Javier, propias y de amigos exploradores suyos.
Esta noche escuchamos absortos como niños, la historia de Borge Ousland y Mike Horn en otoño de 2019 que cruzaron 1800 km del polo norte, ellos solos en la banquisa que va a la deriva y te lleva en otra dirección a la que quieres ir, durante tres meses de marcha fueron avanzando pero se quedaron aislados en una banquisa al final de su trayecto y el gobierno noruego puso una expedición para rescatarlos, se le acabaron los alimentos en la espera del rescate , hirvieron los calcetines y se bebieron el agua para recuperar sales tratando de sobrevivir, pero cuando llegaron hasta ellos se encontraron que había una lengua de agua que separaba a Borge y Mike de sus rescatadores ,la situación era límite, no les quedaban fuerzas ni alimentos, pero no podían hacer nada más que esperar…
Pero al día siguiente de manera milagrosa las placas se habían desplazado acercando las dos banquisas hasta que se juntaron. Las cruzaron sin apenas esfuerzo dando sólo un pequeño paso, cuando habían estado a cientos de metros de su salvación, si las placas hubieran ido en dirección contraria Borge y Mike no lo habrían contado…
César me dice que hay índice cape 3 de auroras esta noche en nuestra zona, yo sabía que Ella vendría a su cita conmigo, pero no nos podremos ver, está muy nublado, intuyo su luz a través de las nubes, sin poder vernos, sin poder hablarnos, sin tocar tocarnos…, será un encuentro de desamor.
Desamor gélido, oscuro y cubierto de copos de nieve que se van depositando suavemente a partir de las ocho de la noche, en la hora que Aurora me esperaba…
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