Era el segundo día del campamento, esta vez acudiría aconsejado por César a la ruta de media distancia dentro del parque nacional de Aigüestortes, que posee más de trescientos lagos y miles de rincones de ensueño.
Los taxis del parque nos acercarían y nos traerían por diez euros, esta vez quedamos a las ocho de la mañana , yo acudiría directamente a la parada de taxis ubicada en Boí.
Parecen que mis sueños esta noche me abandonaron…,dejándome una pesada losa sobre mis párpados que se expandía lenta desde mis ojos…, mi mochila cojo, del hotel salgo, y sigo la senda que lleva de Erill la Vall a Boí, la voy pisando cuesta abajo, me adentro en el bosque, cruzo el río y subo de nuevo por el bosque…,que oscuro de mañana y frescor me pone la carne de gallina, llego a la parada, soy casi el primero…,el segundo, admiro la Iglesia de Sant Joan, que cabizbaja me cuenta historias de pena…
Aparecen cada vez más personas, muchas personas, por fin los guías, y nos subimos a los taxis como buenamente pudimos, ocho por taxi, el ticket para la vuelta y si lo pierdes pagas de nuevo…
Vamos por la carretera del balneario, con gran soltura nos meten en un desvío a la derecha, donde una carreterita serpenteante se retuerce, me llueven imágenes, de vidas pasadas, de vidas extrañas que tenía olvidadas en lo más oscuro de los recovecos de mi recuerdo, son cinco veces las que pisé Aigüestortes y no lo sabía hasta ahora, que he vuelto.
Pasamos una caseta control del parque, nos dan mapas, pocos para los que vamos, allí se quedan los coches particulares, nosotros seguimos en la fila de taxis, el bosque se estrecha, luego se ensancha, la Estany de Llebreta nos mira con indiferencia, ahora nuestro taxi sube por retorcido asfalto,… estamos llegando.
Nos bajamos, hace un poco de fresco,las hordas del nuestro campamento han tomado la explanada, nos han contado, somos 95 .Dan una explicación y unas recomendaciones, no sé lo que han dicho, mi cabeza no está aquí, hoy no…
La algarabía comienza a andar jubilosamente sobre la pista, voy quedando atrás, las imágenes me vuelven a inundar en lluvia que moja por dentro y te empapa en suave muerte…, apenas da tiempo a parar, van muy deprisa, las aguas torcidas van lentas y pesarosas junto al camino, y el bosque aparece oscuro y sin vida, tan desprovisto de color, tan gris…, casi negro.
Nos desviamos a la derecha por una senda que comienza a ascender con gran pendiente, el bosque se va poblando cada vez más de pinos muertos, que con sus grises esqueletos , parecen que se quieren clavar en tu alma…
Voy quedando sólo, atrás dejé a Lola con sus fotos de plantas y a su marido Evaristo…, escucho el rumor apagado de un arroyo, que suena lejano y quejumbroso, como al llanto de un niño perdido, el silencio me inunda los oídos llenando mis pensamientos de duelos y sueños rotos, mis pasos arañan lentos el camino, que se pega a mis botas, que no quieren despegarse del suelo…, hay un claro en el bosque, donde el fango se esmera en hacerte resbalar a cada paso, allí está Dani…, espera y espera, para que no nos perdamos…
Ahora marcho con Lola y poco más arriba en un claro encontramos al grupo, sentado en un breve tentempié, viendo el valle con la Llebreta al fondo… No me siento, prefiero no sentarme, ni sentirme…, quisiera no sentir, a veces podría ser lo mejor…, miro el fondo del valle, la lluvia de recuerdos sigue empapando en lentas gotas de agonía, hoy no es mi día.
Se empieza a andar de nuevo, arriba nos espera el Estany De LLui, seguimos subiendo, paso a paso, minuto a minuto, ya aparece la primera laguna, en ella hay gente con redes en una barca, la laguna está marcada con cintas de plástico, y una chica que trabaja en Sierra Nevada, nos explica, que los de la barca son técnicos del estudio del cambio global que se está haciendo en Pirineos, Picos de Europa y Sierra Nevada…, me han estropeado mi primera foto de laguna en Aigüestortes, sin duda…,hoy no es mi día.
Y ahí están las lagunas de Llui, que desparramadas caen desfallecidas en el valle glaciar, que se adentra perezosamente hasta el collado del mismo nombre, sobresaltado con los picos de las Palas de Llui, que quieren reflejarse melancólicos en los lagos apesadumbrados de su sueño, alargado y pesaroso…
Se ha parado a echar el bocata, me aparto de la algarabía a mirar el lago…
-
“¿Y dónde vas hoy tan triste y huraño, montañero en la montaña…?
-
Déjame, Maese Viento, hoy no tengo palabras, hoy no quiero sueños que se vuelvan pesadillas…, hoy no quiero nada, me conoces muy bien y sabes dónde voy.
-
Dímelo, dónde vas…quiero escucharte.
-
Mal rayo te parta, Maese…,¡déjame sólo!, … en mi soledad.
-
Dónde…, dímelo…, no te dejaré hasta que lo sueltes.
Y si mis ojos caen
oscurecidos de sombras,
tapados por las grises brumas…,
…no importa.
Y si mis brazos desfallecen,
cargados de frías losas,
colmados de noches oscuras…,
…no importa.
Y si mi pecho cruje,
resquebrajado por las mil hieles,
de mi inmensa soledad…,
…no importa.
¡No importa!
Entonces te diré …,
una y otra vez,
que mis pasos…,
siempre irán,
uno a uno,
paso a paso,
sin vacilar…
¡ Adelante!
¡Siempre adelante…!
-
Y tanto te ha costado decirlo, humano…, pues repítelo una y otra vez…, cuéntatelo hoy a ti mismo.”
Me encuentro a Silvia la gallega al pie del lago, la musa de las bondades, que sigue en su firme empresa de recordarnos que… ¡La ELA EXISTE!
Hago algunas fotos y me siento con los gallegos en el bocata, risas y más fotos y fotos, el día va mejorando, poco a poco…
Salimos de nuevo, pasamos unos bloques y nos colgamos de un sendero que suspendido en el lateral de la montaña, va dejando pequeñas las lagunas, quedo atrás una vez más con Evaristo y Lola, hacedora de fotos de flora…
Los pinos se cuelgan de las paredes y el camino se empeña en allanar la pared, las luces tapan las sombras y las formas puntiagudas del bosque van llenando mi retina, el cielo azul, inmaculado de nubes, se afana en sostener al sol que calienta y radia caliente para nuestras miradas…
La última de la fila es la superguía Alba, y resulta que es enfermera, y de atención primaria, todo un lujo su conversación y su compañía, el valle empieza a brillar, un día más…
Ya baja el camino, saldremos al refugio del Estany Llong, son las una de la tarde, aquí se acaba la ruta, ahora hasta las siete hay taxis para la vuelta, cada uno hace lo que siente…, o puede.
Me perdí la explicación, tengo claro que mis piernas, han empezado a andar por fin y quieren más…, acelero y voy al Estany Llong, ya hay muchos que vuelven, el Estany es enorme, y sus praderas copiosas de excursionistas, parece un parque de gran ciudad.
Hay un gran grupo de Murcianos junto a la laguna, por algo son casi mayoría absoluta en el campamento, están comiendo, hay prisa, quiero seguir y el tiempo pasa deprisa, pregunto si alguien sigue adelante, Lola y Evaristo vendrán, los demás se vuelven…
Salimos por la pista, yo quiero subir al Estany de Redó y ver lo que pueda, y si es posible ir al collado del Portarró, desde allí se tiene que ver el Estany de Sant Maurici, el más grande y famoso.
Hace calor, nos echamos crema solar, pasamos las praderas del Estany Llong repletas de excursionistas y de grupos de niños, vamos avanzando por el fondo del valle, tiraremos a la izquierda buscando al Estany Redó, hay una subida desnuda de árboles y vestida de rocas, pasamos esa zona, el bosque jugoso de sombra fresca nos acoge con cariño, las vistas del Estany Llong ya hace que mereciera la pena subir…
Estamos en el Estany Redó, me separo de Lola y Evaristo a tomar fotos…
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“Bueno, humano, seguiste adelante…, por lo que veo.
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Maese Viento, siempre estás ahí, amigo mío, gracias por lo de antes…
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Pues ahora que ya me puedes escuchar, te contaré la historia de la Náyade de Aigüestortes.
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Naya qué…, siempre me estás sorprendiendo.
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Las Náyades son sirenas de agua dulce, son hadas protectoras de los lagos y riberas, y la historia de ella, te viene muy bien para el día de hoy, humano…
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Pues, soy todo oídos…, de los que escuchan…
El sueño de Mirfak, la náyade de Aigüestortes.
Hace mucho tiempo, vivía entre los lagos y arroyos de Aigüestortes , la más bella de las náyades que jamás poblaran los Pirineos,…Mirfak.
No había hada de mayor gracia ni que cuidara con más cariño y sutileza de la ribera del lago, así como cada ser vivo que respiraba cerca de ella.
Era feliz, llenaba con su amor y su calor cada rincón, y su risa era tan contagiosa, que hasta las hojas de los árboles temblaban jubilosas y trémulas cuando ella reía, y su sonrisa hacía que el rumor del agua cayera cristalina, y el sol brillaba jovial y cálido siempre en lo alto cuando ella le miraba…
Pero un buen día, su luz cálida y protectora comenzó a declinar lentamente, pues tenía un sueño secreto que empezaba a tornarse en anhelo, y ese deseo le llevaba a estar días y días sumida en la melancolía. Ella soñaba secretamente con tocar con sus dedos una estrella fugaz, cálido y efímero sueño que noche tras noche trataba de alcanzar sin conseguirlo, y su sonrisa se fue apagando, y su mirada se cubrió de nieblas, y toda su esencia se fue diluyendo y con ella, las plantas perdían día a día su color, y los animales del río temblaban temerosos de pesadillas…
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Luna que todo lo ve, Madre de todos los seres mágicos, se dirigió a ella con paciencia y cariño, aunque ya era conocedora de lo que le sucedía.
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Qué te ocurre dulce náyade, bella ninfa de risa cristalina…, tus ojos no brillan como el lucero en la noche oscura, tus labios no alojan la sonrisa que abraza las orillas del manso regato, cuéntame, hija mía.
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Oh, Madre luna, quiero una estrella, dulce, cálida, y hermosa, quiero tocar una estrella fugaz con mis dedos, y sentir su esencia brillante que apaga la oscuridad…
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Querida hija, no puede pasar, pues nada perdura, todo es efímero, todo muere y desaparece…, hasta las grandes estrellas apagan su luz, y una estrella fugaz, no podrías tenerla ni un solo segundo, por eso es fugaz, y ni yo con mi magia puedo hacerlo…
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Madre, mis sueños pasan delante de mis ojos cada noche, sin alcanzarlos, mis anhelos se me escapan cada instante, sin alcanzarlos, qué puedo esperar, qué puedo ser, si nada tengo de lo que deseo…
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Hija mía, tienes muchas cosas, pero si sólo ves lo que te falta…, nunca podrás ser feliz…
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Pero yo madre, quiero ser feliz…
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Pues la felicidad no está en las cosas, está dentro de ti., no busques fuera, lo que está dentro. Y no permitas nunca que tus sueños te hagan daño,…hija mía, disfruta de las estrellas en el cielo, qué es dónde tienen que estar…
Pero Mirfak no escuchó a su madre Luna y seguía emponzoñada de tristeza oscura, y sus lágrimas comenzaron a brotar de sus tristes ojos, y el agua se volvía cada vez más turbia en los Estanys y ríos de Aigüestortes, pues el agua cristalina surge de la felicidad de las Náyades.
Gran problema era para la supervivencia de los animales del lago la turbidez del agua y convocaron una reunión…
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Me cuesta respirar día a día, necesito agua cristalina…, se quejaba la trucha.
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Yo veo poco y si además está el agua oscura, ¡Qué va ser de mí!…se quejaba la salamandra.
Todos los ojos se volvieron al Tritón Cano, el más viejo y sabio del lugar…, que accedió a hablar con Mirfak y a contarle un secreto que sólo él sabía…
Bella Mirfak, quiero contaros algo que os puede interesar.
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Decidme tritón, o callad si no es importante, contestó Mirfak con su mirada perdida.
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Sé dónde están vuestras estrellas fugaces…
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Mirfak se revolvió con gran interés ; Cuéntame, viejo amigo, soy el hada de la escucha…
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Mirfak, en mis largos años he viajado mucho y sé dónde van tus estrellas fugaces del cielo…
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¡Dónde!, ¿Dónde?. Dímelo por favor.
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Las estrellas van al sur, y muchas caen dentro del mar, las vi hace muchos años en poder de la sirena Leucosia…
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Leucosia…, no había oído hablar de ella. ¿Estás seguro de ello?, Tritón Cano…, Madre Luna no me lo mencionó…
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Las he visto con mis propios ojos, ellas las tiene…
Mirfak, iría al fondo del mar, a dónde fuera, aunque perdiera todo en el intento, no iba a renunciar a su anhelo, no iba a renunciar a su sueño…
Dejó los plácidos lagos que eran su hogar y se dejó caer por el riachuelo, que pasó a río y luego al gran río que llevaba al mar, la dificultad era enorme pues las cascadas que tenían fondo rocoso le impedían saltar y tenía que salir del agua para rodearlas.
Seguía decidida en su empeño, el río cada vez era más grande y la corriente más lenta, de repente, se cruzó con un búho que huía volando corriente arriba…
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Qué os pasa, señor búho, para estar tan nervioso y agitado, no es propio de un animal tan comedido…
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¡No sigáis dulce náyade!, daros la vuelta, en la desembocadura del río habita un gran mal…
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Tengo que hacerlo…, es mi destino.
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Allí habita la Bruja Negra del cieno y del lodo, y si os atrapa os dejará allí para siempre en su colección de seres afligidos…
-
Pero tengo que seguir…
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Daros la vuelta, por favor, pues se alimenta de la tristeza de los seres vivos, y las náyades sois seres de alegría y luz, que si se vuelve en tristeza, sería enorme, muy grande…Un gran trofeo para la Bruja Negra del cieno.
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¿Y puedo ir por otro sitio?, señor búho, debo llegar al mar.
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No es posible, la Bruja del cieno, lo domina todo, y hasta ahora no conozco ser vivo que haya escapado de su poder…
No había más opción, que la intención de seguir, así que se fue adentrando en el delta del Gran Río, que ahora se llama Ebro.
El agua se volvía cada vez más oscura y lenta en su discurrir, los árboles muertos dominaban la orilla, los cuervos sobrevolaban siniestros las alturas, Mirfak se acurrucó junto a la orilla y esperó a que oscureciera.
Cuando la noche era completa, muy lentamente comenzó a nadar, el corazón le corría deprisa, el aire maloliente apenas le entraba en sus pulmones, se sumergió, pero el cieno no le dejaba ver y decidió nadar con los ojos asomando sobre la superficie del agua.
De repente, escuchó una sonora carcajada;
-
¿Y pretendes burlarme de noche?, dulce e insensata niña, ¿cómo osas venir a mis dominios?, tu pelo dorado se ve hasta con los ojos cerrados…,¡ja,ja,ja,ja! Y de noche es cuando veo mejor…,¡Ja,ja,ja,ja!
La Bruja Negra del cieno, era una mujer oscura, con su vestido de lodo negro y una gran flor negra con aroma de tristeza, todo su ser emanaba melancolía y desconsuelo. Había surgido del cieno ante Mirfak, que estaba paralizada de terror. Hizo un gesto con su mano y surgieron raíces en el cieno que la encerraron en una jaula, pequeña y maloliente, que destilaba pesadumbre a quien estuviera en ella…
-
Pero tienes una oportunidad de escapar…, lo dicen las leyes de la brujería, tienes toda la noche para darme la respuesta a este enigma, al amanecer vendré, y si no aciertas, tú y tu tristeza serán mías para siempre…¡Ja,ja,ja,ja,ja!
Escucha bien porque sólo lo diré una vez:
“¿Qué es lo que aún no ha sido,
que debe de ser,
pero cuando lo sea,
ya no lo será…?
Tienes esta noche, para pensar la respuesta, con los primeros rayos del sol vendré, y si fallas, te quedarás para siempre en tu jaula,¡Ja,ja,ja,ja!
Pobre Mirfak, pobre Náyade, encerrada en su jaula de pesadumbre y desesperación…, esperando con terror el amanecer…, con un destino casi cerrado de dolor y tristeza,…para siempre. «
-
Lola quiere seguir adelante al Portarró, ya son casi las tres y hay más de dos horas de vuelta, el sol es implacable y la cuesta que vendría sería muy infame, no merece la pena…,hay que disfrutar de la vuelta que nos espera, no hemos saboreado todavía Aigüestortes…
Bajamos, hace mucho calor, vamos mirando buscando del Pino de Peixerani, el más antiguo y enorme de Cataluña, no parece que aparezca, nos hacemos una buena “selfie” y seguimos.
Me paro en una sombra a esperarles, estoy deseando volver, con las botas, me estoy cociendo los pies y quedan muchos días de rutas…,maldito calor, siempre me persigue desde Extremadura, aunque lo mismo es culpa de tanto Murciano, que no se quedan cortos en ese menester…
Detrás de mí aparece por una cuesta un hombre y Lola le pregunta por el Pino, las casualidades no existen, el hombre viene del pino, y está a cinco minutos…
Subimos la cuesta con ganas, de llegar al “Pi”, y allí está, sólo en un recodo de montaña, expectante de siglos y mañanas, pues siempre hay otra más, para este pino…
Nos encontramos a los gallegos bajo el pino, las casualidades no existen, ellos se van de vuelta, Lola y Evaristo de relajan bajo el pino de Peixerani, según el cártel, yo estoy nervioso, las botas me aprisionan y quiero un mañana de sendas…
Lola me recomienda que meta los pies en agua, yo, nervioso de calor y aprieto de botas, me despido y salgo de vuelta, me desvío del camino buscando acortar y me encuentro, una garganta con un pino “haciendo el pino”…
Y allí están los gallegos, con los pies en el agua, no puedo resistirme. Les imito, me mojo los pies, tomo agua del río para apagar mi sed y me tumbo a la sombra…, lo mejor del día. El bramido de la cascada partía el barranco en notas de fuerza líquida, que acompaña a tus oídos en suave sopor vespertino…
Estamos junto al río buscando náyades y sirenos, alguno habrá creo yo, Pablo el vasco es un experto en la materia de los sirenos…, se nos echa encima el tiempo y muy a pesar nuestro, tenemos que volver, han quedado con el resto del grupo gallego en el refugio, y deben estar esperando, no sé dónde se dejaron el fresco gallego, ¡vaya calor!
Seguimos hasta el refugio y allí están los demás gallegos, vascos y Pedro…el Extremeño Sevillano. Vamos bajando todos y me quedo atrás hablando con Pedro, el valle es muy hermoso, pero las sombras van avanzando, nos metemos por la pasarelas de las aguas torcidas o Aigüestortes, andando muy rápido, pues se aproxima las siete de la tarde.
Sin darnos cuenta, estamos en la parada, son las seis y cuarto, hacemos justo un taxi, nos volvemos…, en una curva al arrimarse al borde por la proximidad de otro taxi que sube, toca la rueda con una roca, se baja el conductor…, nos vemos empujando. No ha pasado nada, seguimos, llegamos a Boí, donde acabamos de la mejor de las maneras, con una buena bien fría caña,… aunque echamos de menos la buena costumbre de la tapa, que por estas latitudes no se destila…
Ah, se me olvidaba Maese Viento me prometió contarme la historia de Mirfak en la ruta del siguiente día, donde subiremos al Pic de Montardo…, acaso sabeís la respuesta al enigma…decídselo a Mirfak.
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