En el interior de Perú. 3. En las nieves del Ishinca. El gran reinicio.

publicado en: Otras Montañas, Rutas | 0

14 de junio de 2025.

 

                                 Y me sentía realmente cansado…
Allí estaba en la tienda meditando en todo lo vivido, cómo con gran dificultad había conseguido superar los más de mil metros de desnivel en apenas dos kilómetros para llegar a la cumbre del Urus guiado por el ya mi gran amigo Hosterlin, me había dicho al bajar de la cumbre que no me veía aclimatado para acometer la subida del Tocllaraju o “hielo peligroso”, siempre he conseguido ascender todas las montañas que me he propuesto salvo el Mont Blanc, que fue por seguridad, y la sola idea de no siquiera intentarlo me reventaba, pero estaba destrozado. Pocas veces me he sentido tan cansado y sin energía al día siguiente  tras subir una montaña. Por unos momentos tuve los fantasmas de mi edad circulando, pero realmente creo que muy poca gente de la que conozco  hubiera subido esa montaña de 5495 metros sin aclimatar previamente y sin haber estado nunca tan alto, y mientras más joven más difícil pues con la edad se aclimata mucho mejor.
A las seis amanece y como estaba cansado me quedé en el saco hasta las siete y media, Freddy nos ha preparado un poco de desayuno, nos iremos Hosterlin y yo a las lagunas de las morrenas del Tocllaraju para estirar los músculos y seguir aclimatando para mañana subir al Ishinca; 5530 metros.
El día ha salido totalmente despejado, se ve la cumbre del Urus que había subido el día anterior, y sin pensarlo demasiado dejamos a Fredy a cargo del campamento y nos fuimos, Hosterlin y yo buscando a la derecha del valle de Ishinca la subida a las lagunas de donde desagua el río que pasa junto al campamento, a la izquierda se sube hacia el Tocllaraju pero ya no hay suficientes días para intentar hacerlo.

A medida que vamos avanzando  vemos el Urus en su totalidad, su subida muy vertical cruzando una canal hasta llegar al nevero que lleva a su base, para después  seguir a la izquierda buscando su cumbre por entre la roca y el hielo.

Desde abajo parece muy difícil la subida, y lo es, si no estás aclimatado como yo.  Seguimos avanzando por el valle y subimos una terraza  donde salimos a una llanura donde están los restos de un  campo base para subir al Tocllaraju..
Una última ascensión y salimos  a la laguna Toclla. Fotos y más fotos en hacia el Tocllaraju, la laguna Toclla y otra más pequeña llamada Pacliash.

 

Le propongo a Hosterlin que vayamos a ver una tercera laguna más grande a la izquierda, para ello tenemos que crestear por una gran pedrera, y es lo que hacemos.

 

El día es maravilloso, está todo lleno de luces, vamos pedreando por la cresta del borde de la laguna Milluacocha, y apreciando cada vez más la cumbre del Tocllaraju y su gran glaciar que lo cubre.

Estoy bastante dolorido del día anterior y los músculos los tengo algo sobrecargados, voy caminando con prudencia pues con el cansancio muscular puedes lesionarte, y de repente al pisar una gran piedra esta cede un poco y tengo que dar un gran traspiés para no caer, no me he caído, pero mi pierna derecha me duele bastante en el gemelo.
Y el sueño de cualquier alpinista es tener  una novia que  sea fisioterapeuta…, y si va contigo a la montaña mejor.
Seguimos por la cresta, lo estoy pasando mal, al apoyar me duele  y temo que si vuelvo a dar un traspié puede ser mucho peor, se me está haciendo larga la arista.
Nos paramos en unas rocas más grandes para fotografiar el Tocllaraju.
Y llegamos al final de la arista desde donde hay un hito enorme de piedras y a lo lejos se ven algunos más, además  se percibe el Tocllaraju  en su plenitud y desde allí tomamos una vereda que nos lleva de vuelta.

Nos volvemos por el mismo sitio, ahora vemos con claridad  nuestra huella en el nevero que sube al Urus pues lo tenemos de frente en el valle, lo hicimos muy vertical en el día de ayer, nuestra huella se percibe claramente en el nevero de la derecha.

 

 

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Llegamos de nuevo al campamento y grabo un video del mismo.

 

Luego hicimos una comida andina ambientada con música típica.

 

Me hago masajes fuertes y me froto con linimento, mi pierna no está del todo dañada pero no sé si soportará doce horas de ruta mañana con más de mil metros de ascensión hasta superar los 5500 metros de altura.

Cenamos temprano, el tiempo está cambiando, el campo base se ha visto rodeado de nubes, pero todavía hace buen tiempo aunque las previsiones no son muy buenas.

 

Poco a poco va empeorando  y tras anochecer decidimos cenar, Fredy está hablando en quechua con un hombre mayor  que está al otro lado del arroyo en la penumbra del valle,  al rato  aparece el hombre mayor en nuestra tienda, se llama Máximo y es el abuelo de Fredy , está buscando dos vacas que se le han perdido en el valle. Le invitamos a cenar y se sienta en un rincón, tiene 76 años y me sonaba su cara de verle a la entrada del parque vendiendo refrescos, la vida en el valle tiene que ser muy dura, las arrugas de la cara denotan su edad  pero su cuerpo es ágil y fuerte, nos pregunta a Hosterlin y a mí si las vimos en la zona de las lagunas, no las vimos, le tocará subir por el valle, pero ahora recoge algo de comida que se guarda en su zurrón y desaparece entre las sombras como había llegado.
Me meto en la tienda a las siete y media intentando dormir hasta la hora convenida, apenas  cinco horas con suerte, pero a las ocho y media comienza a llover, el sonido de la lluvia no me deja dormir, a las nueve y media sigue lloviendo, a las diez  y media también llueve intermitentemente, no estoy durmiendo nada.

 

15 de junio de 2015.

 A las doce y cuarto escucho salir a Fredy de la tienda para preparar agua caliente y algo de desayunar, temo que la lluvia no nos deje subir  pero por otra parte al no tener bien la pierna y quedar un día de margen,  sería un día de reposo para recuperarme de la contractura.
Salgo a hablar con Hosterlin que todavía no se ha levantado, y  no se ha enterado de que ha estado  lloviendo toda la noche, decidimos  salir si para de llover, y  entonces para de llover, nos ponemos todo el material,   y cuando estamos en la tienda salón empieza a llover de nuevo, nos esperamos hasta las una y media que es el límite para decidir.
Ha parado dos veces de llover, pero a las una y cuarto empieza  de nuevo con mucha intensidad, así que al final decidimos abortar la subida, para hacerlo  el día siguiente, el día que Hosterlin cumple 30 años, y será mi cumbre para celebrar mi 54 cumpleaños que sucedió en Mayo.
 Yo le doy gracias a Maese Viento por la lluvia, no había dormido absolutamente nada y la pierna la tengo muy dolorida, un día de descanso me vendrá muy bien, así que me vuelvo a meter en el saco tras quitarme toda la parafernalia de montaña y me acuesto sin poner el despertador, por primera vez desde que llegué a Perú, en mis vacaciones se madruga mucho más que cuando estoy trabajando, voy a necesitar unas vacaciones para descansar de las vacaciones…
Nos despertamos y desayunamos a las ocho, luego vamos al refugio  de Ishinca buscando la posibilidad de hablar con el exterior, ya que mañana haremos Ishinca y hay que organizar la vuelta, el guarda del refugio, un peruano muy amable, nos dice que desde la lluvia de por la noche están completamente incomunicados, algo se habrá roto en el temporal. Así que les va a tocar a Hosterlin y Fredy ascender a buscar cobertura para poder hablar. pero antes se echan una partida de ajedrez.

 

 

Y hoy soy marqués, príncipe, rey , …emperador del Valle de Ishinca, mi palacio es una tienda de campaña  y mi reino no tiene fin,   es el valle, el arroyo, el cielo, las nubes que reptan por las cumbres amenazando de mojarme, mientras el susurro de Maese Viento atiza las lonas de la tienda de campaña, soy el hombre más afortunado del mundo, ¡Qué más puedo pedir!

Hosterlin y Fredy se han subido a mitad de pendiente del Urus a buscar cobertura, necesitan llamar para anular la vuelta del día siguiente  de la expedición.
Llevo toda la mañana haciendo masajes y hablándole a mi pierna lesionada, es verdad, hablándole, las palabras cariñosas curan, es un pequeño secreto que no le he contado a nadie, si eres capaz de entrar en tu cuerpo y ver la parte dañada le hablas con amor y le explicas  que mañana tiene que andar doce horas subiendo mil cien metros en una montaña de cinco mil de altura entre un glaciar y puede que bajo la nieve, espero que no se lo tome a mal. Pero al menos le hablé con cariño…
Y en la tienda estoy casi toda la mañana, saliendo a ratos para ver si vuelven los  guías, ya vuelven de llamar por teléfono han estado toda la mañana en la montaña,  me dicen que tuvieron que llegar a los cinco mil metros para encontrar cobertura.
Fredy nos prepara algo ligero de comer y en poco nos volvemos a las tiendas, pues más tarde nos acercaremos al refugio de Ishinca.
El “spotify” se me ha desconfigurado  en mi móvil, así que no puedo escuchar la  música que tengo descargada,  pero de fondo suenan los pájaros del valle, que cantores se esmeran en pregonar su presencia,  y la vacas mugen de vez en vez y se te  quedan mirando cada vez que salgo de la tienda  a mirar las nubes que se cierran sobre las montañas, nubes  que sueltan alguna descarga de agua con la voz de Maese Viento sobre la lona de la tienda…
  • Maese Viento, creo que no se puede ser más feliz de lo que lo soy ahora en este momento.
  • ¿Y a qué le llamas felicidad, humano?, ya has perdido la costumbre de saludarme antes de hablar.
  • Ay, lo siento. Maese. La felicidad, es algo que sientes por dentro, es un estado interior.
  • Has mejorado mucho desde que empezaste a tomar conciencia de que me escuchabas hace once años. Humano, algún día conseguirás hablar con las rocas y las nubes como hacía Martin, el enano de Gredos.
  • Pero hablo contigo, Maese Viento, y por ahora me es suficiente. He pasado mucho tiempo en soledad, y eso ha permitido que te escuche y te entienda.
  • Pero no has dicho qué es la felicidad, para aquellos que te lean.
  • La Felicidad, Maese Viento, es un estado interior, es el bienestar del presente, siento que no necesito nada más de lo que tengo en esta tienda de campaña, en este momento, no hay nada que pueda mejorar el presente, afuera  de la tienda no hay nada mejor que lo que existe en este momento  en el que estoy conmigo mismo.
  • ¡Y tantas veces que has lamentado tu soledad!, necio humano, ¡ la soledad siempre ha sido tu fortaleza y tu academia!
  • Es el primer viaje  en que nadie me espera a la vuelta, y no me importa. Que nadie me espere a la vuelta de un viaje es normal, siempre ha sido así,  pero  lo que ha cambiado por fin y es la primera vez , es que ya no me importa.
  • Ya era hora que te dieras cuenta humano, no necesitas a nadie para tener la felicidad, la felicidad sólo depende de ti, y has derramado tantas lágrimas y has perdido tantos momentos de tu soledad, lamentándote de ella, ¿y a qué viene este repentino cambio?
  • Maese, me he dado cuenta que desde siempre he vivido a la sombra de un sueño, una ilusión, la ilusión de un amor, la ilusión de compartir con alguien mis sentimientos, pero cometí un gran error…, permití que mi  gran sueño se convirtiera en mi  gran pesadilla.
  • ¿Entonces quieres decir que tu herida se ha cerrado por fin, aquella que no ha parado de sangrar desde siempre?
  • Maese, las heridas de vida no se cierran nunca, siempre están ahí, hasta la muerte. ¡Déjame ya de hacerme hablar de mí!, a nadie le importa ni le interesa.
  • ¿Pero has dejado de perseguir la sombra de la ilusión que te habías creado?, ninguna mujer puede competir con una ilusión, con el fantasma de una persona que nunca ha existido.
  • Calla, calla, Maese. Qué me estás quitando mi felicidad del momento perfecto, no me saques el pasado, pues sólo existe el presente.
  • Humano, definitivamente, estás creciendo. Y ya sabes que no soy de alabanzas, ¡Nunca permitas que venga un necio y te estropee tu momento de felicidad!, aprendiste la lección, por fin. Bueno, ya veremos más adelante si sigues así.
  • Maese, ¡Cállate de una vez!, que por esta vez no te he pedido lecciones ni consejos. ¡No rompas mi momento de presente en el presente!
Maese Viento a veces me pone a prueba, para ver si voy aprendiendo lo que me enseña en mi soledad, pero por esta vez no le defraudaré, nada puede quitarme mi paz interior en el interior del Perú, por muy pesado que se ponga…

 

Por la tarde fuimos al refugio Ishinca pero  nos volvemos pronto para cenar temprano, nos despertaremos a las doce y media para intentar salir a las una de la madrugada, la suerte está echada, si vuelve a hacer mal tiempo, no podré hacer mi cumplecumbre, y sería la primera vez.

16 de junio de 2025.

He dormido muy bien de un tirón hasta las doce y media de la noche, no llueve…
Está todo nublado pero respeta de momento, así que nos pertrechamos y tras desayunar ligero y tomar agua caliente por si hace mucho frío arriba comenzamos a caminar.

Esta noche si hace falta los frontales, la oscuridad es casi impenetrable, no se ve apenas nada, pero Hosterlin conoce bien el camino, lo ha hecho cien veces.
Tras cruzar el valle comienza la ascensión, es una vereda muy bien conformada y es muy tumbada, Hosterlin me dice que son diez km hasta la cima, me parecen muchos pero paso a paso todo se hace.
 El camino es de herradura y va retorciéndose, a la hora empieza a llover débilmente, coloco el impermeable en  mi mochila y en mí mismo, sigo tras Hosterlin paso a paso, sin pensar nada que no sea seguir a Hosterlin, a las dos horas el agua se va volviendo agua nieve, en un momento Hosterlin se vuelve con la mirada interrogante, llevamos dos horas bajo el agua o aguanieve, le hago la señal de seguir, tiene que caer muchísimo más para dejar mi cumplecumbre, sólo me preocupa  un poco la visibilidad en lo alto, no hace frío, ni viento, para mí es cómodo caminar por la vereda, apenas me canso nada, y comparando con el Urus, voy de lujo.

A las tres horas comienza a nevar, ahora es mucho mejor, la nieve no cala, y se quita de un manotazo.

 

 

Seguimos casi todo el tiempo en silencio bajo el ruido intenso de un río que va más debajo de nosotros y no consigo ver.
A las cinco y media de la mañana entramos en el glaciar, hacemos una apuesta Hosterlin y yo,  su tardamos menos de seis horas en subir, él invita a la cerveza en el refugio a la vuelta, si tardamos más invito yo.

A las seis amanece y empieza a verse los contornos blanquecinos del glaciar envueltos de nubes, confiamos en que pueda abrirse al amanecer como ha hecho en los días anteriores.
Pongo a grabar la cámara “Gopro” cuando vamos a pasar la grieta del glaciar, que se queda a nuestra derecha.

 

Salimos a una zona más llana, parece que se va a abrir, ralentizo la marcha aunque vaya a perder la apuesta, quiero disfrutar de las vistas.

 

Se ve bien la cumbre, Hosterlin me dijo más tarde que si hubiera estado en niebla nos habríamos dado la vuelta para no perdernos.

 

Nos acercamos a la cumbre y hay una pared de nieve, se hace un poco largo, me doy cuenta que voy a perder la apuesta, así que voy más despacio para perderlo por mucho, aunque la realidad es que me estaba asfixiando…

 

Y tras terminar la pendiente las nubes se van cerrando pero  por fin hacemos ¡Cumbre!

 

Ha costado bastante, pero mucho menos que el Urus, creo que en tres o cuatro días podría haber subido al seis mil. Mi pierna dañada está perfectamente, se ha portado genial, no he notado lo más mínimo.
No termina de abrirse , así que me hago un vídeo de cumplecumbre que no puedo poner en el blog, por  ser vertical y el YouTube lo sube como short y ese formato no lo soporta mi blog.

Yo celebro mi cumplecumbre 54  años, pero Hosterlin es su cumpleaños en la cumbre de hoy, cumple 30 años, así que vela y lo celebramos.
No hace frío, así que esperamos a que se abra y no se abre.

 

Y seguimos esperando sin abrirse, Hosterlin me contó que este tiempo no es normal en estas fechas, siempre está despejado desde Marzo hasta octubre que es verano aquí, me dice que se debe a la muerte de los tres estudiantes en el Nevado  del Artesonraju, la montaña está triste por la desgracia y llora por ello.
Y a pesar de esperar y esperar, no tiene pinta de abrirse, así que decidimos bajarnos, aunque se está muy bien aquí arriba, he sacado el piolet para la bajada, está muy vertical, a pesar de llevar las gafas amarillas de ventisca, no veo nada, cuando hay niebla, la luz se refleja en la nieve y todo aparece blanco sin diferenciar el cielo del suelo.

 

Y en el descenso se cierra del todo y comienza nevar cada vez más fuerte.

 

Se acerca el fin del glaciar, hace como si se abriera. Pero no se abre.

Salimos del glaciar definitivamente y es cuando se abre, el sol me da en la espalda mientras me quito toda la cacharrería, parece que me va a abrasar.

La salida del glaciar y nos paramos a quitarnos los cacharros.

Ya de vuelta por el mismo camino, primero hay que salir del glaciar y para ello hay que ascender un poco, luego tomamos la vereda que nos lleva en eses por un valle.
Ahora  llegamos a la laguna Ishinca desde arriba. De noche no la vi. Las cumbres están que se cubren y descubren, ahora no llueve por fortuna.

 

Y ahora tomamos la cómoda vereda por el río Ishinca que saldrá al valle donde tenemos el campo base.
En la bajada nos ha respetado el tiempo, llegamos al valle del campo base cuando se están cerrando las nubes de nuevo. Nada más llegar nos prepara Fredy una sopa para que nos reconfortemos, no hemos comido nada durante la subida y han sido 12 horas en total.

 

Tras comer me tengo que meter en la tienda rápidamente, empieza a llover con mucha fuerza, hemos tenido mucha suerte.

 

No acercamos por la tarde al refugio, les debía una cerveza a los guías por la apuesta que hicimos subiendo.

 

Nos pasamos el resto de la tarde celebrando el cumpleaños de Hosterlin en el refugio, allí llega otro guía peruano que al final no ha subido al Ishinca, salían a las tres  y media para la cima y a esa hora ya se había cerrado la lluvia, nosotros ya estábamos bajo la nieve a esa hora, y la nevada no nos impedía avanzar. Pero eso ya era épica pasada , yo sólo tomé dos cervezas que es mi tope, pero cayeron cerca de veinte.
Alegres y felices nos volvemos a cenar y a acostarnos, Fredy se fue antes de acabar la fiesta para prepararnos la comida, que luego estaba muy rica.

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17 de junio

Y a las 7 de la mañana nos levantamos, el taxi nos espera a las doce y media  y son casi 13 km de bajada,  salimos a las 8.30 Hosterlin y yo, Fredy se queda cargando las mulas , el bajará corriendo.

 

El camino ha cambiado, radicalmente, la primavera ha llegado, toda la lluvia caída en estos días no solo ha llenado de barro el camino sino  de flores la montaña, es todo mucho más hermoso, más bello. Cierto aire de melancolía  se nutre en tus pulmones, se acaba la expedición durante tres días Fredy, Hosterlin y yo hemos sido como hermanos, hemos compartido vivencias, y risas por doquier, apena dejar el valle, y con la alegría de haber subido dos de las tres cimas a pesar del mal tiempo y de que la mayoría de los montañeros se fueron del campamento sin realizar ninguna ascensión. ¡Qué bello es vivir!

A las doce y poco nos adelanta Fredy con las mulas y su esposa Rosalía, nos apartamos para dejarlos pasar,  bajaron corriendo y creyeron que no nos alcanzarían, los fotos a las flores que hicimos se lo permitieron.
Y llegamos a la zona convenida para el taxi a la hora convenida y no estaba el taxi.

Fredy descarga  nuestros enseres de  las mulas y luego  baja camino abajo a buscar el taxi, no hay cobertura en donde estamos.

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Yo me acerco a un campo de flores donde he descubierto un par de colibríes libando sin percatarse de mi presencia.
En diez minutos aparece Fredy con el taxi, estaba algo más abajo esperando, no sé cómo va a meter todo nuestro equipaje en el coche.

Pero finalmente ha entrado todo,  me despido de Fredy, me coloco atrás con el equipaje y Hosterlin de copiloto, empezamos a descender el valle andino lleno de color y luz de Junio, mientras Hosterlin nos pone sus canciones románticas en el coche, llevamos toda la expedición escuchándolas, y me parecen muy armónicas, le recomiendo a Hosterlin que escuche a Malú y a Manuel Carrasco, que son de la misma frecuencia. La música en Perú es maravillosa, no se escucha la tortura que tenemos en España, el “reventóm” o “reagueton” música para almas simples y materiales…

 

Las casas de Perú son muy pobres, apenas cuatro paredes de ladrillos sin tejado, con una puerta de hierro con un candado por fuera, y por dentro el suelo es de tierra y comparten la vivienda personas con sus animales.
Pero sin embargo se ve a la gente sin prisa, sonrientes con sus trajes andinos coloridos, sonriendo cuando pasa nuestro taxi por la pista de tierra, sin duda son más felices en el interior del Perú que en nuestras ciudades, aquí el tiempo transcurre de otra , manera, y apenas se ven móviles, los niños siguen jugando entre ellos en las calles sin asfaltar, aquí la vida es de verdad, no es un virtualismo   en un mundo  a la deriva que no tiene principios salvo la posesión de objetos materiales.
Me han dejado de nuevo en el hotel Valery. Me despido de Hosterlin, ha sido mi amigo y mi hermano estos seis días, me siento triste.
Me han dado la misma habitación, la 310.
Pero esto no ha acabado, me quedan dos días en Huaraz antes de irme a Lima y los voy a aprovechar como si fueran los últimos que  tengo en esta vida.
  • Maese Viento, qué haces ahora aquí en mi habitación. Si no suelo escucharte salvo que esté en la montaña.
  • Es parte de tu proceso, humano. Ya me escuchas en todas partes, estás creciendo.
  • Es que en el interior del Perú, es muy fácil estar en el interior de uno mismo, Maese. ¿Y ahora por qué te diriges a mí cuando estoy procesando todo lo vivido estos seis días de expedición?
  • He venido para asegurarme que haces el gran reinicio…
  • ¿Qué gran reinicio?, Maese. A qué viene esto, estoy cansado.
  • Por eso mismo  estás muy cansado. Cansado de perseguir un fantasma toda tu vida, déjale ya. No te hizo ningún bien, y tú lo sabes.
  • Pero Maese, es cierto estoy  muy cansado, realmente agotado, pero  ¿cómo se puede dejar de perseguir una sombra de algo que nunca ha estado ni cerca de  suceder?, ¿cómo  abandonar una idea que  ha sido siempre tu mayor ilusión…? , ¿cómo se puede hacer el gran reinicio…?
               «…pero mi mente recorre fantasmas y recuerdos
                          y sigues siendo para mi lo que no existe
                          ¿cómo puedo dormir con esta frialdad junto a mi?
                           ¿cómo puedo dormir con esta frialdad en mí?…»
                              By Muse. 2022.

 

 

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