“…Podía matarme, pero la muerte parecía ahora el menor de todos los males. Sin perder tiempo, corrí hasta la ventana del este y me deslicé por la pared, como antes, al cuarto del conde. Estaba vacío, pero eso era lo que yo esperaba. No pude ver la llave por ningún lado. Pasé por la puerta en la esquina y descendí por la escalinata circular y a lo largo del oscuro pasadizo hasta la vieja capilla. Ya sabía yo muy bien dónde encontrar al monstruo que buscaba. La gran caja estaba en el mismo lugar, recostada contra la pared. Yo sabía que tenía que llegar al cuerpo para buscar la llave, de tal manera que levanté la tapa y la recliné contra la pared; y entonces vi algo que llenó mi alma de terror. Ahí yacía el conde, pero mirándose tan joven como si hubiese sido rejuvenecido pues su pelo blanco y sus bigotes habían cambiado a un gris oscuro; las mejillas estaban más llenas, y la blanca piel parecía un rojo rubí debajo de ellas; la boca estaba más roja que nunca; sobre sus labios había gotas de sangre fresca que caían en hilillos desde las esquinas de su boca y corrían sobre su barbilla y su cuello. Hasta sus ojos, profundos y centelleantes, parecían estar hundidos en medio de la carne hinchada, pues los párpados y las bolsas debajo de ellos estaban abotagados. Parecía como si la horrorosa criatura simplemente estuviese saciada con sangre. Yacía como una horripilante sanguijuela, exhausta por el hartazgo. Temblé al inclinarme para tocarlo, y cada sentido en mí se rebeló al contacto; pero tenía que hurgar en sus bolsillos, o estaba perdido. La noche siguiente podía ver mi propio cuerpo servir de banquete de una manera similar. Caí sobre el cuerpo, pero no pude encontrar señales de la llave. Entonces me detuve y miré al conde. Había una sonrisa burlona en su rostro hinchado que pareció volverme loco. Aquél era el ser al que yo estaba ayudando a trasladarse a Londres, donde, quizá, en los siglos venideros podría saciar su sed de sangre entre sus prolíficos millones, y crear un nuevo y siempre más amplio círculo de semidemonios para que se cebaran entre los indefensos. El mero hecho de pensar aquello me volvía loco. Sentí un terrible deseo de salvar al mundo de semejante monstruo…”
Drácula de Bram Stoker. Publicada en 1897.
Y acabábamos de dormir junto a la casa museo de Drácula en Transfagarasan, en Valaquia, Rumanía. Drácula era transilvano pero fue príncipe de Valaquia, una región al sur de los Cárpatos que se compone de profundos valles que nacen en las cumbres de los Cárpatos Orientales, una región llena de bosques espesos donde la luz apenas llega al suelo y los lobos y los osos campan a sus anchas.
Y hasta allí habíamos llegado César y yo para pasar una semana, la última de setiembre. Para ello habíamos tomado el avión de Madrid hasta Bucarest y habíamos alquilado un coche en el aeropuerto, un Toyota C-HR azul híbrido.
Y cómo decidimos llegar hasta la región cuna de vampiros “novelarios”, pero que en realidad tierra de Osos, lobos y zorros por doquier, nos habían advertido de la peligrosidad de los osos, un par de meses antes se habían devorado a una chica joven; pero lo que más temíamos eran los mastines y los perros abandonados asalvajados que tenían historias de ataques y agresiones a excursionistas desvalidos, nosotros pensamos en llevar un spray “antiosos” que en el Decathlon que visitamos no lo había ,pero al menos nos compramos allí unos bastones de trekking, que nos servirían de defensa en caso de ataque, ya que el machete no nos permitían embarcarlo en el avión, bueno, en realidad no es para tanto, lo que más temíamos era el mordisco de las vampiresas rumanas…
Y decidimos ir porque era aventura de la buena, y porque Rumanía merece la pena, así que nos hospedamos en la “pensiune Bella Vista” en Catanenii Ungureni, junto a la carretera que cruza el valle de Argès y su bosques.
Y en el restaurante de la fonda cenamos en abundancia manjares rumanos…
Y tras ello salimos a un breve paseo por la noche “Draculiana” del valle , la luna llena brillaba en lo alto, las siluetas de los bosques se tornaban espesos de oscuridad, el silencio penetraba desde la humedad de la hierba mientras agudizábamos el oído intentando oír los aullidos de los lobos o de los hombres lobos pues estábamos en medio de un bosque muy oscuro,pero lo máximo que escuchamos fue la música regional de una boda en un salón de un restaurante cercano, al que estuvimos tentados de entrar a felicitar los novios, pero no estamos vestidos para la ocasión…, y el frío nos sorprendió mal abrigados por lo que volvimos a nuestra habitación que ni tenía cerrojo ni funcionaba la llave así que no se podía cerrar. Fuimos preguntarle a la mujer joven que regentaba el lugar la manera de cerrar la puerta y nos dijo que no pasaba nada, que allí no tendríamos problema. Pero a pocos metros de nosotros está la casa de Drácula pero ¿ y si la bella muchacha de la pensión fuera una de sus esclavas?
Así que barajamos la posibilidad de dormir con ajos y estacas de madera en la cama, pero como no sabíamos dónde obtenerlos a esas horas, nos acostamos sin saber sin volveríamos a ver el amanecer del nuevo día, pero con la posibilidad de despertar inmortales…
22 de septiembre de 2024.
Y hoy ha salido el sol, y no nos hemos desintegrado cuando nos expusimos a sus rayos, parece que nadie nos visitó por la noche, montamos en nuestro Toyota híbrido con cambio automático, no desayunamos nada pues la cena aún nos perdura, César al volante, nos espera la carretera Trasfagarasan que cruza de sur a norte el valle de Argès hasta llegar a dos mil metros al lago de Balea ya en Transilvania donde saldremos para adentrarnos entre las mayores cumbres carpetanas con destino en la Cabana Podragu.
La carretera de Trasfagarasan va junto al río Argès y tras salir de nuestro alojamiento se estrecha el valle para subir por un barranco muy vertical y tras él te encuentras con el embalse de Vidraru que tenemos que bordear ente más bosques hasta volver a subir de nuevo en esta larga carretera de más de 30 km, apenas paramos salvo para hacer foto a las curvas de la carretera, una gran obra de ingeniería que cierra en invierno, según me cuenta César, que es ingeniero de este tipo de empresas.
Cruzamos un gran túnel y tras él nos aparece un circo glaciar repleto de puestos de comida y de pequeños enseres, hay cientos de personas, hoy es domingo, no podemos parar al estar todo lleno de coches y nos encontramos de repente bajando otra vez hacia el valle del norte, no puede ser, tenemos que quedarnos en lo alto, nos damos la vuelta tras valorar si dejar el coche aparcado en el peralte de una curva de la carretera pero no lo hacemos.
Está todo llenísimo de coches y de personas, decidimos avanzar junto al lago buscando el inicio de la ruta, nos quedamos atascados en una carretera de un solo sentido con varios coches de frente en un pasillo entre tiendas de comida y “souvenirs” y tuvimos que dar marcha atrás entre los puestos de mercaderes, fue un buen rato para llegar a encontrarnos un lugar para aparcar, habíamos recorrido con el coche toda la orilla del lago Balea en domingo, con todo abarrotado de turistas comprando en los múltiples puestos que estaban junto a la carretera. Al bajar vimos una señal que ponía en rumano que era propiedad privada y que era de pago para aparcar, pero no había nadie para hacerlo, y tras dar algunas vueltas alrededor del lago buscando a alguien para pagarle decidimos marcharnos, se nos hacía tarde y la “Cabana Podragu” estaba todavía muy lejos.
Encontramos la vereda que sube a la “Cabana Podragu”, y en poco vemos un cartel que pone 6 horas para llegar, son cerca de las doce del mediodía, nos entra la inquietud por la hora, en los refugios se cena a las siete y a veces pierdes la reserva a las seis, no podremos parar a disfrutar, así que sin prisa pero sin pausa.
La primera cuesta es intensa, sube mucha gente y vamos dejando el lago Balea apacible entre las nubes que mansamente se empeñan en acunarle, seguimos tomando altura poco a poco.
Salimos al collado entre lagos y nos encontramos al “Lago Capra” que pasamos sin apenas pararnos, el día está gris y el tiempo apremia.
Todo está pelado, estamos en lo alto, todo el sendero irá a dos mil metros bajando y subiendo continuamente, bajamos tras un collado, luego subimos y en el camino nos encontramos muchas personas que vienen de la “Cabana Podragu”, nos han dicho que hasta las ocho está abierta sin problema, así que nos tranquilizamos un poco, pero sólo un poco son diez km de sube y baja por la montaña y no sabemos si encontraremos pasos con dificultad, nos dijeron que no paráramos en un recta que caían muchas piedras, no nos cayó ninguna, por esta vez.
Estamos en una encrucijada, si vamos por arriba hay vistas pero tenemos un paso equipado con cadenas, y por abajo es un sube baja de tres valles, una chica que habla español nos recomienda por arriba y le hacemos caso.(1)
El paso está enseguida, en la cresta de la montaña sobre unas rocas, tiene buenos agarres pero tiene un tramo algo vertical.(2 y 3)
Hemos pasado el paso complicado, seguimos ascendiendo para luego bajar, esto es así, y luego subimos para llegar a una cima sin nombre, a la que bautizo “Gorrescu”.(4)
Volvemos a bajar y nos encontramos una laguna y la niebla que nos acecha con los vampiros a punto de salir de sus guaridas…(5)
De nuevo subimos y tras bajar y subir nos encontramos ya por fin con el refugio de “Cabana Podragu” esperándonos, llegaremos para las seis y algo, vamos muy bien, pero nos paramos a hacer fotos a las lagunas del valle donde se aloja el famoso refugio.
Al acercarnos a lo lejos vemos una mujer robusta y madura esperándonos en la terraza del refugio, nos pregunta si tenemos reserva y al decir el nombre de César asiente con la cabeza, parece que estaba ansiosa de nuestra llegada.
Me recuerda la guardesa a Angela Merkel , es robusta, enérgica y autoritaria, nos dice que antes de entrar que nos comportemos como hombres y nos sacudamos bien fuerte las botas, parece que no hace falta quitárselas de momento para entrar pero casi nos hace hundir el suelo…
Seguimos hablando con ella pero nos interrumpe, “Menos hablar y más acción, entrad de una vez que os dé vuestra habitación”, nos ha dejado acongojados esta señora, yo creo que es la prima rumana de la Angela, ni nos atrevemos a preguntarle cómo se llama, no vaya a respondernos con un bufido.
Dejamos las cosas en una habitación donde nos acomoda a todos los que vamos llegando, luego nos prestamos a cenar una sopa de alubias muy rica y salchicha de segundo, es lo primero que comemos en el día, nos sabe muy bien.
Preguntamos a cuanto está el Moldoveanu que es nuestra meta del día siguiente, es la cúspide de Rumanía, lo más alto, y no nos iremos sin ella, nos dicen que dos horas, nos parece muy poco. Decidimos acostarnos, la guardesa viene y nos enciende la estufa, parece que tiene conocidos en la habitación con los que charla distendidamente antes de darnos las buenas noches, un poco más y hasta nos arropa en el saco, bueno, no exageremos…
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23 de setiembre de 2024. La cumbre del Moldoveanu.
Y ha amanecido, no han aparecido seres no vivos durante la noche, no me extraña nada, con la guardesa que tenemos ni el mismísimo Drácula se asomaría por estos lares, nos preparó unos huevos para desayunar, parece hoy un poco amable, hasta nos hizo una foto en la puerta del refugio antes de salir hacia el “Värful Moldoveanu”.
El día es espectacular, admiramos la laguna adyacente al refugio y partimos por la misma senda que llegamos, hasta el collado el camino es el mismo, desde allí iremos por todas las aristas sin apenas descender ni ascender, el paisaje me recuerda mucho a Sierra Nevada, son las mismas formaciones rocosas pero con más bosques a nuestros pies.
Vamos tranquilamente por la senda que lleva la cuerda de la montaña con vistas a los valles glaciares, disfrutamos cada paso del sol, hemos tenido mucha suerte con el tiempo, en estas fechas pueden comenzar las nieves, hace una semana hubo lluvias torrenciales con muchos fallecidos por esta zona de Europa, nosotros no tenemos ni amenaza de lluvia en la semana que estaremos por los Cárpatos Rumanos.
Y paso a paso llegamos en soledad a Värful Vistea Mare(2527 m), aunque por más que miramos no vemos ningún mar por ninguna parte, aquí nos alcanzan dos rumanos que salieron también del refugio y aprovechamos para que nos hagan una foto de la cumbre, ellos salen para el Moldoveanu y aprovecho para hacer un vídeo.
Tras respirar salimos para el Moldoveanu (2544 m), tenemos que hacer una rocosa cresta nada difícil, y en muy poco llegamos hasta la cumbre. Poco a poco llegan montañeros que duran poco tiempo en la cumbre, nosotros nos recreamos y permanecemos más de una hora, el día es muy soleado y gustoso.
Pero se empieza a nublar y ya no se está tan a gusto, así que grabamos un vídeo y decidimos volvernos para el refugio que cuando caiga el sol hará mucho frío.
Volvemos de nuevo al Vistea Mare y empieza a soplar Maese Viento, las nubes de quedan en la cara norte de la vertiente, asomándose al límite de la cara sur sin llegar a pasar, pero hace mucho frío, y las nubes se quedan al límite pero no pasan por mucho que Maese Viento sople y sople…
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Maese Viento, querido amigo, las nubes no te hacen caso hoy, se quedan al límite sin llegar a traspasar la cuerda, ¿acaso te quedaste sin poder sobre ellas, Maese?
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Ya ni me saludas humano, parece que no me has echado de menos, llevas meses sin dirigirme la palabra y ahora me hablas como si nada.
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Discúlpame Maese, llevas mucha razón, he estado meses perdido en mi mente, luchando contra la oscuridad, pero no te me enfades, he vuelto, una vez más.
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Ya sé de tu inconsistencia, humano, eres como los demás, una montaña rusa de emociones, y tanto te elevas como te hundes en lo más oscuro de tus profundidades, las nubes hacen lo correcto; ponen límites, estoy contestando a tu pregunta anterior, humano.
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Entonces las nubes tienen la capacidad de ponerte límites, Maese Viento, estoy perplejo, yo creí que iban donde tú deseabas hacerlo llevadas por tu aliento.
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Ellas hacen lo que debe hacerse, poner límites…
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No entiendo, Maese, yo creía que me dijiste que no me pusiera límites, que podría ser lo que soñara, que la barrera soy yo mismo…
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Y así es, humano. No debes de ponerte límites en tus logros, pero si debes hacer que los demás no hagan contigo lo que ellos desean si no es lo que tú deseas, debes poner límites a las personas que te rodean, si quieres que te aprecien de verdad.
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Ahora lo entiendo, las nubes te pusieron límites, no pasaron de vertiente aunque tu soplaras fuerte, por eso las amas tanto, Maese, lo sé. Escucho como les susurras con dulzura cuando las llevas en tus brazos de aire sobre los azules del cielo, no me lo niegues…
Y Volvemos por el mismo sitio, deshaciendo el camino a la inversa de la mañana, ahora las vistas son al revés y parecen diferentes, nunca se pasa dos veces por el mismo sitio, tú no serás el mismo…
Se ha despejado pero Maese es muy desagradable, sopla con gran intensidad, las sombras van avanzando en los valles glaciares y antes de que nos acojan totalmente en su seno volvemos al refugio, aquí estaremos a salvo de los vampiros, la guardesa es un hueso muy duro hasta para los vampiros…
Hoy hay mucha gente en el refugio, ha llegado un grupo grande de polacos, estarán en otra habitación, cenamos guisantes y sopa muy rica por cierto, sabe cocinar bien la guardesa…
Nos metemos en nuestra habitación, el refugio no tiene ducha pero si agua potable corriente y un inodoro bastante digno para lo que estamos acostumbrados, esta noche la guardesa no nos visitó y no encendió la estufa del dormitorio lo que agradecí bastante, tengo el saco de plumas y la otra noche apenas pude dormir del calor que pasé, mañana estaré a tope para subir la cúspide de Rumanía, Värful Moldoveanu.
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Martes, 24 de setiembre de 2024.
Seguimos estando en el mundo de los vivos…
Esta noche tampoco aparecieron las vampiresas, así que volveremos a la civilización…
No sabemos si hacerlo por la senda de las cimas por donde vinimos o por la cruza tres valles que no conocemos, pero al final Maese decide por nosotros, sopla con rachas cercanas a los 70 km por hora, por lo que es más prudente utilizar la senda de los valles.
Por esta senda tenemos que cruzar tres collados hasta llegar al punto donde nos encontramos con la senda común que nos llevará al lago Balea donde tenemos nuestro vehículo.
Comenzamos a la sombra con la frescura de la mañana por lo que agradecemos llegar hasta el primer collado donde divisamos un lago glaciar redondeado. (1)
Pasamos todo el valle glaciar por encima de su lago hasta llegar al segundo collado donde grabamos otro vídeo.(2).
Y bajando al nuevo valle de repente descubrimos de frente un rebaño de ovejas guardado por 4 ó 5 mastines, van delante del rebaño, así que decidimos pararnos mientras el rebaño descendía por la senda que debíamos cruzar más tarde.(3).
Finalmente iban dos pastores con el rebaño, de bastante buen ver, el rebaño cruzó debajo de nosotros hacia una pradera dejándonos el paso libre, parece que vamos a sobrevivir, al final habían 6 mastines, por aquí deben de haber lobos, no sólo hay osos y vampiros…
Y llegamos al tercer collado tras superar el momento “mastines”, y desde aquí vemos a donde saldremos al viento tras los tres valles(4).
Y salimos a la fiereza de Maese Viento, no paramos en el cuarto collado, hacemos video y alguna foto en la piedra ventana.(5)
Seguimos por la vereda, por cuarta vez subimos y bajamos, salimos a otro collado donde hay un monumento en recuerdo a los fallecido de un alud de nieve.(6)
Pasamos sobre la laguna de Capra y ya vemos el Balea, Maese no deja de soplar, vemos nuestro vehículo donde lo dejamos.(7).
Y vamos descendiendo poco a poco hacia el lago, hoy no hay rastro de nubes, el viento es muy desagradable pero en esta vertiente sopla menos.(8).
Llegamos al lago y tras dejar en el coche las mochilas decidimos comer en un “puestecillo” de la orilla, ya no hay tanta gente como el domingo por algo es martes. No nos salió nada barata la comida, pero es lo que tienen los sitios turísticos, tienen que hacer agosto los meses que abren.
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Tomamos el coche para irnos para Sibiu, donde César había reservado nuestro alojamiento, es de las ciudades más turísticas de Rumanía. Vamos descendiendo por un valle glaciar mientras la tarde se apaga, dudamos si pararnos a ver una cascada señalizada en medio del valle, pero se nos va a hacer de noche, seguimos adelante.
Y en un recodo de la carretera vemos aparecer un oso, así que nos paramos a verlo…(oso).
El pobre animal estaba esperando que le diéramos comida, lo que está prohibido según pudimos ver en un cartel un poco más abajo, le dejamos tumbado mientras que otros coches llegaban para verle.
Cruzamos bastantes kilómetros hasta llegar a Sibiu, el alojamiento es bastante limpio y moderno, César ha acertado, pues estamos junto al centro al que iremos a cenar tras la ducha que nos llama.(hotel).
Sibiu de noche es encantadora, es una ciudad muy limpia y bajo la luz nocturna resaltan sus líneas rectas, vamos buscando donde cenar sopa con contenedor de pan, es un plato típico de Rumanía, Chequia, Bulgaria y toda esta zona de centroeuropea, visitamos varios restaurantes y nos dicen que se le había acabado el pan, así que al final nos pedimos sopa sin el recipiente de pan, más adelante lo conseguiremos.
Y nos dimos cuenta que no había rejas en la ventana del hotel, así que podíamos entrar desde la calle con la ventana abierta, puede que esta sea la noche que alcancemos la inmortalidad, esta vez no buscaremos ajos ni estacas…
Y puede que por la mañana seamos miembros de la nueva raza de la revolución…, y si no, tras ver Sibiu nos volveremos a subir de nuevo a las cumbres de los Cárpatos pero esa es otra historia…
«…Otra promesa, otra escena
Otra mentira empaquetada para mantenernos atrapados en la codicia
Y todos los cinturones verdes envueltos alrededor de nuestras mentes
Y la interminable burocracia que mantiene la verdad oculta
Ellos no nos forzarán
Dejarán de degradarnos
No podrán controlarnos
Seremos victoriosos
Intercambiando control mental
Vamos, deja que la revolución se cobre su precio
Si pudieras presionar el interruptor y abrir tu tercer ojo
Verías que nunca deberíamos de tener miedo a morir
Levántate y recupera el poder
Es hora de que los peces gordos sufran un infarto
Sabes que su tiempo está llegando a su fin
Tenemos que unirnos y ver nuestra bandera izarse
Así que ven…»
Uprising 7 de septiembre de 2009. By Muse.
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