«Ordesa, Ordesa , Ordesa…
de prado verde de rocío espesa,
de bosques de hojas que la brisa procesa,
de paredes claras en vertical empresa,
de cascadas límpidas de espuma traviesa,
de nubes y colores en meliflua sorpresa,
que en sueños y éteres tu alma apresa…
Ordesa, Ordesa, Ordesa…»
Ordesa en Otoño; Cuando la realidad eclipsa los sueños… 18 al 23 de Octubre de 2015. La Aventura del Cañón de Añisclo.
Episodio 1. De las praderas de Ordesa a Góriz.
“Entonces me desperté bruscamente, eran las seis de la mañana, toda la tienda temblaba violentamente, el agua agitaba la lona, el viento soplaba ruidosamente… No podía ir peor ,mi intuición me había dicho que plantar las tiendas en el collado de Añisclo a casi 2500 metros de altitud no era buena idea, pero la noche nos atrapó y no nos atrevimos a bajar el precipicio de Pineta a oscuras… (La aventura del cañón de Añisclo)”
Desde aquel año 1992, que tuvimos aquella aventura que pudo acabar mal en el cañón de Añisclo, he vuelto cuatro veces a Ordesa, embaucado por su magia y belleza me prometí venir en otoño, un sueño que tras larga espera se ha hecho realidad, me había guardado una semana de vacaciones para ello, y en esta aventura me acompañaría mi amigo Sergio de Pela, escalador reconvertido a montañero tras un fatídico accidente laboral hace ahora 2 años, los médicos le dijeron que quizá no volvería a andar, pero tras doce tornillos en la columna y una prótesis en la cadera , mucho esfuerzo y fuerza de voluntad, se atrevía a probar las delicias de la montaña Pirenaica, ¡Bravo por Sergio!.
Salimos a las ocho de la mañana desde Navalvillar de Pela ,el día 18 de Octubre del 2015, y tras cruzar en 800 kilómetros casi toda España llegamos a Torla casi a las seis de la tarde, nos hicimos unas fotos en el pueblo y le apremié a Sergio para ir a Ordesa, estaba nublado y en Pela habían caído 60 litros de lluvia, nosotros como buenos sureños espantamos la lluvia de nuestro camino…
En la pradera de Ordesa, nos sorprendió el gran número de personas para un atardecer de domingo, estaba lleno de fotógrafos con grandes cámaras y trípodes, pero realmente la palabra sorpresa es pequeña para mi ansiada vista de Ordesa en Otoño, la realidad superaba la ficción, la belleza es una palabra vana y vacía para lo que se desarrollaba ante todos mis sentidos…
Las nubes fúgidas del llano abrazaban las montañas ardiendo en colores, soporíferas y ensoñadas anunciando la proximidad de la noche…el rugido del agua furiosa en caída y el sonido de las hojas suplicantes arrimadas ya muertas a mis pies…, el atardecer susurrante de otoño turbio y cálido en mis ojos…qué puedo decir,… qué puedo hacer, …qué puedo soñar, no somos nada, absolutamente nada, en este maravilloso planeta, al que tratamos tan mal…
La luz se fue apagando débilmente poco a poco y los colores grabados en mi retina, al día siguiente empezaría la aventura, subiríamos al famoso refugio de Góriz y allí estaríamos unos días moviéndonos por las alturas.
Las previsiones del tiempo apuntaban a chubascos débiles al día siguiente con mejoría paulatina hasta el viernes, nuestro último día, que lo daban estupendo.
Nos bajamos a Torla y por Booking buscamos hotel, pero en vez de reservar nos acercamos a preguntar, sería el hotel Spa Ordesa a la entrada del parque, nos salió más barato que reservando antes, 49 euros, todo un lujo…
Allí el recepcionista muy simpático de aspecto Dominicano nos atendió muy educadamente y nos dio una habitación con vistas al parque, que estaba apenas a 500 metros, teníamos que preparar la mochila para 4 o 5 días, dejaríamos los arneses, las clavijas de Cotatuero las haríamos el viernes desde abajo, que pintaba bien el tiempo, su subida y bajada de 1100 metros por paredes verticales es mejor hacerlas con mochilas pequeñas…
Nos levantamos al amanecer, dejamos el hotel y nos acercamos al parquin de la pradera de Ordesa, estaba nublado, pero sin pinta de llover, y las nubes eran altas y nos permitían ver bien el valle, la suerte nos acompañaba, lo presentía…
Ordesa, Ordesa , Ordesa…
de prado verde de rocío espesa,
de bosques de hojas que la brisa procesa,
de paredes claras en vertical empresa,
de cascadas límpidas de espuma traviesa,
de nubes y colores en meliflua sorpresa,
que en sueños y éteres tu alma apresa…
Ordesa, Ordesa, Ordesa…
¡Quisiera ser araña!, y tener mil ojos para abarcarlo todo, no sé dónde no mirar, mi cuello se va a quebrar, Ordesa, Ordesa,Ordesa, me priva de mis sentidos…, su suave sonido del viento entre árboles, sus olores de otoño y humedad en cada paso, me priva el andar, me priva el mirar, me priva el sentir, Ordesa, Ordesa, Ordesa…leve y serena con sus tonos de arena y suave pena que te resbala por dentro en dulce condena…
Salimos bien cargados Sergio y yo, despacio, disfrutando cada paso, cada color, cada giro, cada sonido, los autobuses de jubilados con sus zapatos de vestir, que se llenarán de barro, van llegando, es lunes y esto se va animando…
Subimos por el prado por el margen derecho del río, para volver de nuevo tras cruzar el puente a la izquierda.
Viene la cuesta que nos adentrará en un sinfín de rugientes y frescas cascadas de variados nombres entre cálidos coloridos y suave espuma,…fría de otoño.
Un hayedo, con un pequeño refugio donde el esqueleto de un botiquín vacío nos llama la atención, colores y más colores…y de alguna planta otoñal nos viene su olor dulzón, seguimos y seguimos, nos acercamos a la escalera líquida de las gradas de Soaso, el cielo está más cerca…
Ya nos asomamos al final del valle, el circo de Soaso…, una pradera verde y emparedada donde las vacas disfrutan tranquilamente, vamos a llegar a la Cola de Caballo, cascada de sinuosa caída…
En la cola de caballo, de nuevo muchos fotógrafos, cascada bella donde las haya, el final del valle de Ordesa, descansamos un poco, fotos y más fotos,…vamos con mucho peso para subir por las cadenas o clavijas de Góriz, daremos un pequeño rodeo y subiremos por senda normal, normal pero empinada.
La senda serpentea por la derecha del valle dejándonos hermosas vistas, subimos, despacio, disfrutamos, cada segundo, cada instante, dejando que Ordesa nos impregne, abriendo nuestro interior, para llenarnos de Ordesa y llevarnos todo bien dentro, mucho tiempo…muy adentro.
La senda bien guiada por las marcas rojas y blancas del GR-11, se eleva sobre Ordesa dejándonos en su cabecera, y a nuestros pies cae yaciente el valle en soporífero sueño otoñal, iremos hacia el norte persiguiendo al refugio de Góriz, que por fortuna nos espera…
Llegamos a Góriz, y comienza a llover débilmente, suerte tuvimos una vez más, la roca mojada no es buena compañera de ruta.
Son las tres de la tarde, disfrutaremos de la estancia…, dejamos las botas y nos calzamos las chanclas como en todos los refugios guardados, nos recibe una chica y comprueba nuestra reserva, el refugio está casi vacío, es un acierto venir entre semana, subimos a una habitación llamada Marboré, donde tres filas de literas se muestras ávidas de nuestra elección…alquilamos un saco de tela de algodón por tres euros, arriba hay colchón, almohadas y mantas, no hace mucho frío…por ahora.
Disfrutaremos de la tarde en el refugio, estamos muy pocos, una pareja que mañana subirá al Perdido, tres valencianos, Tino, barcelonés que acababa de bajar del Perdido, y va solo a todos lados…y nosotros dos, una tarde inolvidable, compartimos nuestros sueños, proyectos y nuestras aventuras pasadas, de los valencianos hay un matrimonio que llevan 2 años viviendo en Broto, lo dejaron todo se vinieron y se conocen el Pirineo de punta a rabo, él es Pizzero y nos cuentan su vida en Broto, con 4 meses de trabajo diario, y ocho de vacaciones relativas en un pueblo de alta montaña, donde el tiempo corre diferente a las llanuras…
Nos echamos muy buenas risas con unos y otros, Tino es un punto, es simpático y entrañable, llega la hora de la cena, nosotros cenaremos mañana, hoy no hemos sudado y nos conformaremos con lo que llevamos en el macuto. Vemos sorprendidos como por 14 euros dan cuenta delante de nosotros de dos platos de lentejas, dos de ensalada de arroz y uno de borrajas con una salchicha enorme, y de postre natillas…no van a caber en el saco…Charly el cocinero se ha desmesurado…
Tras la cena tertulia, la pareja que sube al Monte Perdido son muy curiosa, ella es de Galicia y vive de guía turística en Canarias, él es de Córdoba y es guía turístico del Pirineo, el día va a estar algo nublado, hay nieve desde el lago helado, y la escupidera puede tener hielo además de nieve, es el punto con más muertes de todo el Pirineo, según cuentan, si resbalas te escupe a un precipicio y parece que no lo cuentas…,yo subí hace muchos años y no me pareció para tanto…sin nieve.
Sara, Charly y el guarda Joan María los tres del refugio, tras la cena sacan un parchís y nos cuentan que pasan allí un mes entero en cada turno de trabajo, y que pueden echar unas 300 partidas al mes…, enseguida tras unírseles de cuarto un valenciano, nos demuestran su maestría e intensidad jugando…ni en la final de la copa de Europa se derrocha tanta pasión.
Nos vamos a la cama, Tino está en nuestra habitación, los demás en la de al lado, que tiene salida de la estufa y es más calentita, a las siete nos levantaremos para estar andando a las ocho, con las primeras luces…,las previsiones dan posibilidad de lluvia pero mejorará a lo largo del día, me gustaría subir al Perdido, pero me parece mucho para empezar para Sergio, haremos algo más tumbado, intentaremos llegar al Taillón, previo paso por la brecha de Rolando, que tanto tiempo llevo esperando ver…
“Nos habíamos separado la tarde anterior, un grupo había decidido bajar desde Fuenblanca hacía Escuaín en busca de más quebrantahuesos, los que no éramos biólogos decidimos seguir la GR-11 hacia Pineta, éstos últimos éramos 5; las hermanas Pilar y Merche, Antonio y su hermano David y yo. Perdimos un tiempo precioso en largas despedidas, yo tenía un mal presentimiento y nunca falla…
Ahora nos caía granizo y nieve, apenas se mantenían las tiendas de pie, hacía un frío terrible, saqué del macuto una pequeña radio, pillé radio nacional, anunciaban lluvias muy fuertes en Pirineo, mi presentimiento se cumplía…el tiempo cada vez era peor…, me asomé a ver el precipicio de Pineta, imposible bajar, yo me atrevería, a mis 20 años no temía nada, pero no pondría la vida en peligro de las chicas, me acerqué al grupo y les dije que lo mejor era salir rápido de allí ,las previsiones no eran buenas( me callé la parte de las lluvias muy fuertes), cogimos las mochilas, dejamos las tiendas y nos bajamos de nuevo por Añisclo, su bajada era más suave…pero no me hacía ninguna gracia meterme en la ratonera de Añisclo, un cañón estrecho y sombrío ,pero había un buen refugio en la palanca de Fuenblanca donde nos podríamos cobijar…(La Aventura del Cañón de Añisclo)”