Muere el amanecer
con el canto del mirlo
muere en charco ocre
muere en propia sangre.
Y la humedad de su dolor
roza indescriptiblemente
la punta de mis dedos
también ya muertos.
Muere sobre mis ojos
cegándome en ríos
muere entre mis brazos
tan siempre vacíos.
Y cada día muero
con los primeros rayos,
y cada día siento
como huye mi aliento.
Muere gimiendo silencio
con palabras de rocío,
muere silbando aromas
con notas de poniente.
Y cada día muero
aunque no quiero,
y cada nuevo día espero
aunque no creo,
que alguna mañana,
ya no sea muerte…
Deja una respuesta