-
Please, sir. Tickets.
-
Yes, wait a minute. I have two tickets for both trips ,and now i don´t know which one is the last one.
César y yo estábamos montados en un pequeño tranvía de vuelta de un decathlon de un barrio periférico de Cracovia, habíamos llegado el día anterior desde Madrid, y habíamos ido a buscar nuestros bastones de “trekking” que comprábamos siempre en destino para cruzar las montañas, ya que en cabina de los aviones no te dejan subirlos y todos los años nos toca comprarlos al llegar para dejarlos en el hotel o en el apartamento antes de embarcar de vuelta, todo un clásico.
El pequeño tranvía de aire nostálgico avanzaba lentamente pero seguro hacia el centro de Cracovia donde habíamos decidido volver para almorzar en algún restaurante polaco típico, ya teníamos nuestros bastones , los más económicos, pues son para una semana de uso, cuando vimos que nos tocaba bajarnos y justo cuando íbamos a hacerlo de repente se nos acercó de entre la gente un joven con una gorra y una chapa de la compañía de trenes en la camisa, sus pantalones vaqueros no le hacían destacar como revisor desde lejos pero sin embargo lo era.
-
Please, sir. Tickets.
-
Yes, wait a minute. I have two tickets for both trips ,and now i don´t know which one is the last one.
El revisor le pidió a César su ticket y tras mirárselo se puso a esperar a que yo sacara el mío de la cartera, apenas 1 euro el viaje, pero de repente perdió el interés en mí, y se dio la vuelta bruscamente.
Un muchacho, también de unos 25 años se había deslizado por detrás de él para bajarse, y rápidamente puso un brazo en la puerta impidiéndoselo. Empezó a hablar en polaco y nosotros nos bajamos mientras veíamos palidecer al joven que había detenido el revisor.
-
Para que luego digas, Fran. Que no hay revisores, ha salido de la nada.
-
Yo no lo vi venir, salió por generación espontánea.
-
Pues por no pagar un euro buena multa le va a caer…
Y nos fuimos caminando siguiendo el “google maps” hacia el restaurante elegido por César.
El Pato Negro (“Czarna Kaczka) fue el elegido, y tuvimos la suerte que sin reservar un sábado, en una Cracovia abarrotada de gente, tuvimos mesa y nada más entrar se llenó el restaurante, es la llamada sincronicidad.
En un rato tomaríamos el tren hacia la localidad de Zakopane, al sur de Polonia, capital de los Montes Tatras que pretendíamos cruzar andando por una de sus cimas más altas y escarpadas.
César es el cerebro y el alma del viaje, su amor por los trenes le ha hecho ser un experto en viajar, maneja todo tipo de transportes públicos, muy desarrollados en Polonia y Eslovaquia, no puedo decir lo mismo de España y mucho peor de Extremadura, que no posee casi ninguna posibilidad de viajar ni en tren ni en autobús, nuestros políticos luego nos quieren multar y penalizar por utilizar el coche.
Cracovia es una ciudad increíble, habíamos llegado desde Madrid la noche anterior para lo que tuve que partir directamente desde mi trabajo sin apenas quitarme el fonendo, es lo que tiene Extremadura, está muy lejos de los aeropuertos, y las distancias son enormes.
El apartamento lo había elegido César en el centro, y por esta vez no nos quedaríamos sin cenar, a pesar de ser medianoche en Cracovia hay muchos supermercados abiertos 24 horas y Kebabs por todas partes, parece que hay más que en Turquía.
Recién bajados del avión, tomamos un autobús que nos dejó hasta la entrada del casco antiguo, y desde allí fuimos por todo el centro iluminado.
Primero se descubrió sobre el río el castillo, resplandeciente de luces sobre verde se miraba en el cristal líquido del rio Vístula, que se sonreía de estrellas difuminadas por la avanzada lucha de la oscuridad con la civilización que todo lo quiere esclarecer.
Y llegamos a la plaza principal, donde los jóvenes disfrutaban de su viernes noche, apenas turistas cerca de los monumentos por lo que las fotos salieron casi solitarias.
Y nuestro pequeño apartamento en la última planta de un edificio antiguo pero bien reformado por dentro, pequeño pero acogedor.
Por la mañana volvimos a visitar Cracovia, subiendo hasta su castillo, pero sin llegar a entrar en ningún monumento salvo un par de iglesias que proliferaban por todas partes.
Cracovia es un centro espiritual católico, de aquí fue Juan Pablo II, famoso papa que acaparó los años de mi juventud y parte de mi infancia, aquí hay referencias hacia él por todas partes.
Tras comer carpacho de pato, sopa dentro de un pan (zurek) , empanadillas y pato nos dimos un paseo antes de llegar a la estación y tomar nuestro tren hacia Zakopane, que nos llevaría durante dos horas por un paisaje verde lleno de bosques y pequeños pueblos.
En Polonia anochece a las seis de la tarde y amanece también a las seis de la mañana en esta época, un paseo hasta el hotel elegido por César, “Boruta”.
Zakopane es la ciudad de la montaña, todo vive a través de ella, aquí en invierno es el centro de esquí y en verano de “treking”, las cumbres más altas de Polonia se encuentran todas cerca de esta ciudad que por el norte abraza los Montes Tatras. Llegamos bastante tarde y salimos a estirar las piernas por la zona centro lleno de restaurantes típicos, pero no teníamos mucha hambre después de comer tanto al medio día, así que compramos un poco de fiambre y nos fuimos al hotel, pasando antes ante una iglesia un poco tétrica.
Los Montes Tatras son la parte occidental de los Montes Cárpatos, que es la segunda cordillera íntegramente europea más larga, tras los Alpes Escandinavos, el año pasado estuvimos en la parte oriental, en Rumanía, en la zona de Drácula y sus vampiras.
21 de septiembre de 2025.
Y a las ocho y media tomamos un pequeño autobús en el que tuvimos que ir de pie al estar abarrotado, y nos dejó en la entrada del parque en Palenica.
Palenica es la entrada al parque nacional de los Montes Tatras. Durante todo el trayecto del autobús vimos cunetas y explanadas abarrotadas de vehículos aparcados por todas partes, es domingo y parece que ha venido toda Polonia a la montaña, cuando llegamos a Palenica nos encontramos una explanada enorme llena de coches y autobuses, asusta el meterse en la montaña con toda la gente que nos vamos a encontrar.
Decidimos César y yo hacer el trayecto de la ruta a la inversa de lo que venían en los “tracks” para ser autónomos y no depender de autobuses, en esta dirección podíamos llegar al hotel andando sin estar pendiente de autobuses, luego entenderíamos porque casi todo el mundo lo hace en dirección inversa a la nuestra.
César ya había adquirido las entradas por internet, así que se las enseñamos en el móvil a un muchacho que estaba en la puerta y pasamos por un pasillo de puestos de comida y recuerdos del parque, luego una pista y a caminar con cientos de personas hacia la montaña…
La pista asfaltada se mete entre los pinos que saltan a doquier en bosque rodeándonos en un verde vital, que se contrasta de azules y de pasos que van avanzando, sin mucho ruido…
Vamos progresando mientras nos adelantan los carros turísticos.
Llegamos a una cascada, que está en sombra por lo que no es fotogénica, y aquí nos desviamos a la derecha, subiremos por una senda marcada, la mayoría de la gente sigue recto hacia la famosa laguna de Morskie Oko, nosotros iremos mañana para subir a la cúspide de Polonia, el Rysy.
La pendiente se acucia y nos adentramos en un valle diferente, vamos siguiendo el río Roztoka, metido en el valle lleno de pinos, a pesar de que la mayoría optó por irse a Morskie Oko, nuestro camino sigue repleto de personas caminando, estoy impresionado, van muchas familias con niños, y a pesar de ello, se puede escuchar el viento y el arroyo, en España sería imposible escuchar la naturaleza con la gente hablando en voz alta sin parar, además en cada intersección está lleno de carteles marcando lugares y distancias, quiero que me adopten los polacos…
Los pinos al llegar a las alturas del valle se vuelven enanos en selva verde que destaca de lejos, y los troncos de cientos de pinos muertos aparecen por todas parres, parece que los incendios son parte de la vida en estos bosques.
Seguimos por escalones hasta que llegamos al refugio del primer lago polaco que vemos, Predni. En él está el refugio de Shronisko a 1650 metros de altitud y abarrotado de gente.
Apenas son las doce pero entramos en el refugio y decidimos desayunar, pues hasta ahora no lo habíamos hecho…
Hoy es domingo, y se nota. Está todo petado de gente, pocas veces he visto tanto personal en la montaña, allí tienen menos montañas que en España, pero no son ruidosas como los mediterráneos. Tenemos que tomar la decisión de si tomar la ruta azul o la amarilla, la azul pasa por todos los lagos, la amarilla le dijeron a César que era más bonita, pero más corta. Así que seguiremos la ruta azul.
Bordeamos el lago Predni y en poco nos encontramos el lago Wielki, a partir de aquí se separan las rutas azul y amarilla, seguiremos de frente hacia el lago Czarny.
Pasamos por arriba del lago Czarny y comenzamos a subir, en poco aparece otro algo más arriba de los anteriores, el lago Zadni, la verdad que me parecen todos impronunciables y lo tengo que mirar en el mapa para escribirlo un montón de veces.
Hago una panorámica de todos los lagos y nos disonemos a subir el último repecho del día hacia el collado.
La subida al collado tiene múltiple escalones con piedras que lo hacen más duro, aunque se hace bien, aquí en el collado encontramos muchos senderistas y montañistas con sus cascos subiendo a la próxima cumbre de Swinica, pero decidimos no subir pues vamos apretados de tiempo y no sabemos que nos encontraremos en la subida, todo el mundo sube con casco.
El collado de Zawrat a 2157 metros es una abertura en la roca que da a otro valle, el viento sopla con fuerza, preludio de lo que va a ocurrir esta noche y mañana con rachas de hasta 80 km, me asomo, la bajada está totalmente a la sombra…
Hay un momento que dudo que se baje por ahí, está muy vertical, pero escucho gente con casco subiendo, hay cadenas para asegurar la bajada, ahora entendemos porqué hacen la ruta en la otra dirección, es más fácil subir que bajar, pero que haya cadenas da mucha seguridad para hacerlo.
Nos ponemos manos a la obra, el primer tramo es muy vertical y la roca está pulida del pasar de la gente, tenemos cuidado, salimos al otro lado de la garganta y encontramos otro tramo de cadenas, nos cruzamos con algunos polacos que suben, aquí somos nosotros los raros, pero en inglés nos entendemos cómo podemos para darnos el paso. Y cuando parecía que se había acabado otro tramo de cadenas, la bajada es una inmensa trepada por la roca, con bastante pendiente y muy divertida.
El día se va cayendo con el sol, Maese Viento va reclamando su lugar en la montaña, nos hace recordar que estamos en territorio agreste.
Miramos atrás antes de llegar a una pequeña laguna y vemos por el estrecho paso en la roca que hemos bajado, tiene su cosita.
Pasamos la lagunita en una escalera de rocas, y salimos a una laguna mucho más grande llamada Czarny como otra que vimos en el otro valle. Los colores van cayendo de luz y se van avivando, Maese Viento sopla fuerte en el lago formando olas que parecen del mar.
Y pasamos el lago y nos encaminamos al refugio de Murowaniec, repleto de personas, es sorprendente la oferta de platos cocinados y más parece un pub restaurante que un refugio de montaña, tienen barra afuera en los bancos de la terraza, entramos y guardamos cola para pedir nuestra cena, César paga con zloty, no aceptan tarjeta pero hay un cajero para sacarlos aunque César sacó anoche en Zakopane.
Brindamos por el día tan bonito y nos queda la vuelta en la que se nos hará de noche, pero las pistas forestales no nos preocupan, aunque haya osos sueltos por ahí.
Dejamos el refugio con luces decadentes del día moribundo, rodeamos el edificio y no podemos dejar de mirar hacia atrás hacia la gran montaña que hemos descendido, es realmente vertical, pero el descenso fue emocionante y divertido.
Y nuestros pasos resuenan en la grava del camino, el sol va salpicando los cielos de ocres mientras los minutos van atrayendo la oscuridad, las diminutas nubes se dan un baño de colores mientras cientos de troncos rotos apuntan al cielo señalando la ausencia de vida, sus almas de pino ya se fueron de este mundo…
Agudizamos el oído para percatarnos de la presencia de algún oso en el atardecer, pero en nuestra bajada de pistas vemos otros senderistas polacos muchos más rellenitos que nosotros, son más jugosos y corren menos que César y yo, así que vamos bajando muy tranquilos por la senda.
Se hizo de noche al llegar a la civilización, estamos en Kudniche, vemos un autobús urbano que saldrá para Zakopane pero ya estamos acostumbrados a caminar y por dos Km vamos paseando hasta el hotel, que hay farolas y no nos hace falta el frontal.
Mañana haremos la travesía de los Tatras, subiremos al Rysy, la cumbre más alta de Polonia, y la última zona de la subida será de cadenas, parece que hay tramos peligrosos…
Pero será otra historia…
-
Maese Viento, en esta ocasión. No me has dicho nada en toda la ruta, ¿acaso no estás en Polonia?
-
Necio humano sabes que estoy en todas partes.
-
Pues entonces, ¿por qué no me has hablado?
-
Porque las palabras no son necesarias. ¿Para qué quieres romper el silencio cuando todo lo que necesitas está en tus brazos?
-
Una vez más tienes razón, Maese Viento. Me ha dejado impresionado como los polacos respetan el silencio de la montaña, no tienen la necesidad de llenar el silencio con palabras vacías, con conversaciones de otros lugares y otros momentos despreciando el momento más valioso que es el ahora.
-
Pues ya sabes humano , calla y disfruta del silencio.
-
Así haré, Maese. Pero que sepas que voy a pedir la nacionalidad polaca…
Powered by Wikiloc
Mercedes
Me gusta mucho como narras todo el viaje y envuelves al lector en el.
Como en Ítaca, no es el destino, es el viaje.
Un abrazo Fran.
Fran Pascual
Muchas gracias, querida amiga. El viaje de la vida es el máximo viaje. Es una alegría tenerte aquí en mi blog. Me animas a seguir escribiendo, a veces no es nada fácil. Besosssss.