Hacía mucho tiempo que mi vista se había posado en hacer un tres mil de Pirineos en invierno, lo había hecho en todas las estaciones, pero nunca me había expuesto a las sombras y al frío del invierno en esas latitudes, sería un primer paso antes de dar el salto a otras cumbres más inaccesibles y elevadas…, entonces conocí a Bene.
Bene, había decidido repetir sus grandes hazañas invernales en el Pirineo de hacía 20 años, pero no tenía con quién hacerlo, así que se juntó el hambre con las ganas de comer…
Planeamos hacer una ascensión en Enero a algún pico en condiciones invernales, para lo que empecé a comprar material de abrigo adecuado…, no volvería a subir con los guantes de un euro del Mont Blanc,… uno va aprendiendo.
¿Qué cima subir…?, pues para qué complicarse la vida, teníamos un pico que lo había hecho decenas de veces Bene en invierno, yo lo había subido en verano y estuve a punto de hacerlo de nuevo con Sergio hace dos otoños, si el viento huracanado no lo hubiera impedido…, el Monte Perdido.Pues entonces queríamos encontrar nuestro sueño perdido con el gran premio de Ordesa Nevado…
Reservamos el refugio en los últimos días de Enero para nuestra expedición, pero los dos metros de nieve caídos con riesgo 5 de aludes y la carretera cortada nos hicieron posponerlo.
Durante semanas me pasé vigilando las previsiones del tiempo, buscando una ventana de tiempo favorable hasta que tras muchos temporales se abrió en Marzo, además ahora se uniría a la empresa Cecilio, que había vuelto a coincidir con él, tras apuntarnos Bene y yo a la asociación de Cáceres de Montañeros de Monfragüe.
El tiempo pasaba, nuestro sueño del Perdido cada vez más cerca y los miedos propios de cada empresa nueva, me atenazaban como a cualquier otra persona que sueña…, pues nos esperaba la temible escupidera con su rampa inclinada, que es el punto con más cadáveres de todo el Pirineo…, te pasas días escuchando tu cuerpo ante cualquier síntoma físico que te pueda mermar, y tu entrenamiento pasa a ser en modo “entre algodones”, no vaya a sucederte alguna lesión…
Sería el jueves 9 de Marzo cuando comenzaría nuestra aventura, quedaríamos Ceci, que vendría de Jerez de los Caballeros, y yo a las tres de la tarde en mi casa de Villanueva de la Serena ( Badajoz), luego recogeríamos en mi coche a Bene en Entrerríos .
Entonces sucedió algo, los miedos se hacen realidad…, el lunes al levantarme de la cama me dio un vértigo, el vértigo es el miedo hecho enfermedad, pues eres incapaz ni siquiera de levantarte de la cama y menos de andar, pierdes la estabilidad y sobre todo la confianza en tu mundo normal, que de repente da vueltas y vueltas en náusea y sudor de muerte…
Faltaban tres días y no podía ni andar, y cómo meterse en la escupidera sin la más mínima estabilidad…, todo está en ti, la enfermedad y la curación…, un día en cama y al día siguiente a trabajar como si nada, pero con mucho miedo…, miedo azul que se aferra a tu sueño perdido…, miedo hasta de poder andar.
Traté de olvidar mi vértigo, que día a día iba mejorando, aunque no pude hacer la más mínima actividad física, lo que era un contratiempo, pero mi cuerpo ya estaba enseñado a estas cosas…
Llegó el día, dejamos el coche de Ceci en mi cochera y tras recoger a las cuatro a Bene empezamos a devorar kilómetros, 815 marcaría en Ordesa, las ilusiones se agrandaban con el transcurrir de los minutos que nos acercaban a nuestro sueño Perdido, en el Hostal Pirineos De Sarvisé nos alojamos al filo de la una de la medianoche…
Era el Viernes 10 de marzo cuando nos levantamos pasadas la siete, y tras pagar a una encantadora señora salimos a Torla en busca de un café para reactivar a Cecilio, pues sin él no anda, un buen rato nos costó encontrar un bar abierto y rápidamente fuimos en busca de nuestro sueño…Perdido.
Ordesa, Ordesa , Ordesa…
de prado verde de rocío espesa,
de bosques de hojas que la brisa procesa,
de paredes claras en vertical empresa,
de cascadas límpidas de espuma traviesa,
de nubes y colores en meliflua sorpresa,
que en sueños y éteres tu alma apresa…
Ordesa, Ordesa, Ordesa…”
Allí estaba el aparcamiento, todo cubierto de nieve, el sitio justo para pasar y aparcar el coche en un lado, ansiedad por empezar…
Entonces ocurrió…, al ir a abrir el maletero del coche, una placa de hielo, resbalé…, hice un giro brusco con la cintura para no caer y crujió…, la costilla flotante que tuve rota el año pasado y tantas horas de abdominales le había dedicado…,dolor ….,dolor…, no puede ser, otra vez no. Me toco con cuidado, esta vez no está rota pero me he hecho mucho daño…, no puede ser empezar de esta manera…, otra vez.
Bene y yo nos colocamos los crampones pues hay mucho hielo, Ceci dice que hay mucha huella…, comenzamos a andar, son las diez menos cuarto, vamos tarde…, Bene teme hundirse en la nieve pues no hace nada de frío, estamos en ola de calor según los del tiempo…, y eso que vinimos a hacer un tres mil invernal…
Vamos por la pradera, un manto blanco te roza los pies en forma de camino, mientras las paredes del tozal de Mayo y las siluetas de los árboles quieren abrazarnos…, quedo atrás, sumido en mi infierno de dolor y rabia, mis pasos van sin alegría, sin fuerza, casi sin ilusión…,¡maldita mi estampa!, maldito el sueño Perdido que se me escapa sin poderlo intentar, hasta me cuesta subir el brazo derecho para hacer las fotos…
Avanzamos en el sueño de Ordesa Nevado de cielos azules y cascadas crepitantes de espumas y espeso sonido que retumba en tu interior, no estoy aquí…, mis miedos y sombras me engullen en dolor e incertidumbre…, no podré subir mañana al Perdido, no podré, pero quiero intentarlo y me puede costar la vida…, no subiré, sí, lo haré,…no lo haré…,¡maldita mi cabeza…!¡Maldita por siempre jamás…!,mañana es mañana y hoy es hoy, disfruta de lo que tienes delante…
Se ha empinado en la zona de las cascadas, parece que la cuesta me ha quitado pesares de mi cabeza,… el dolor, lo ignoro, como lo he hecho otras veces…, no es para tanto,… aquí todo es fácil.
Nos adentramos en el bosque donde el pequeño refugio se ofrece a ser protagonista de nuestras fotos…
En llano seguimos por la garganta, las gradas de Soaso nos esperan, no olvidarás…, nunca, haber estado en ellas. La escalera líquida de sonidos y destellos de recuerdo, que deja impresa su huella en las profundidades de tu alma…
Y aquí parece que se ha parado el tiempo, el cielo azul impaciente de mi mirada es atravesado en sus costados por dos murallas salpicadas de blanco y pardo, mimadas de pequeñas motas verdes que se deslizan lejanas, amparadas en el abrazo de la madre roca, mientras el rugido del río,…vuela.
Se acabaron las gradas de Soaso y ahora su circo níveo se abre solícito de nuestros pasos, rodeando de estupor tu mirada que se pierde en sus formas redondeadas de mujer, cálida y acogedora, suave y desértica…
Aquí despierto, lo temores de Bene se hacen realidad, el sol ha calentado la nieve de más y empezamos a hundirnos continuamente, y bajo la nieve empieza a haber una capa de agua que amenaza con empaparte…, la marcha se vuelve penosa y la ausencia de Maese Viento aumenta la sensación de calor, que junto al deseo de llegar a la cola de caballo hacen que la pradera blanca se estire continuamente, como en la pesadilla del pasillo sin fin…
La Cola de Caballo está limpia de nieve, hemos decidido subir por las clavijas pues el camino de verano que zigzaguea a la derecha del valle está perdido y es peligroso de aludes.
Mientras Ceci hace fotos a la cascada, Bene sale disparado a las clavijas, está temeroso de la nieve blanda que nos falta por recorrer…, yo me coloco el arnés para las clavijas y salgo tras Bene.
Aparece en poco Ceci con su habitual velocidad, los cuarenta kilos que perdió en cuatro años le han ayudado…, y ahora es el “andador de las nieves”. No ha traído arnés, ni cordino, el sube rápidamente y Bene detrás mientras yo saco fotos, no estoy disfrutando, me duele demasiado la costilla y me hace sentirme inseguro sobre todo cuando tengo que usar el brazo derecho.
Estamos arriba, nos quedamos un rato mirando las vistas del valle…, saco el piolet pues hay que atravesar una estrecha garganta que asciende en zeta hasta situarse por encima de la garganta de la cola de Caballo.
De repente un estruendo, y frente a nosotros en la garganta cae un pequeño alud que retumba como una bomba, no lo pude grabar por segundos…, no creo que lo haya visto Ceci, con su habitual ligereza de pies lo mismo está ya en el refugio…¡de la Renclusa!.
Está arriba esperándonos, hay un pequeño paso de roca y unas vistas impresionantes…, estoy muy mal, no creo que pueda ir mañana al Monte Perdido, se lo digo a Bene, es un riesgo muy grande subir mermado…
Ceci ya puso su andador de nieve y hielo y se aleja rápidamente, yo salgo detrás y Bene que es el más corpulento de los tres se va quedando atrás, nos hundimos hasta la ingle, esto es un infierno con el sol calentando y asfixiando…
Parece que no se termina nunca, el refugio no quiere llegar…, pongo modo supervivencia…, miro al suelo y me concentro paso a paso, estoy pasando un infierno…, de repente recuerdo que no he pedido cena en la reserva que hice, y como son cerca de las tres y se cena a las siete, tienen que estar a punto de hacerla, puedo quedarme sin cenar y me hace mucha falta…
Parece que esa idea me reanima, y como cazador tras presa herida empiezo a apretar para llegar cuanto antes…, en busca de la cena calentita…
Llegué, son las tres y pico, me quito las botas y entro rápidamente, en recepción está Alberto el cocinero, que estaba echando las lentejas en la olla…,¡Llegué…bendito sea el cielo…,cena calentitaaaaa!
Me pongo a hablar con un muchacho de Madrid, Dani, que ha intentado subir con su novia al perdido, y a pesar de llevar cuerdas y tornillos no han podido pasar la escupidera, ayer lo intentaron dos vascos y tampoco, parece que estas temperaturas tan altas y el acúmulo de nieve hacen que sea casi imposible pasar…, me ha dado una gran alegría. Ya no tengo más lucha interna, no subiré al Perdido, si está tan mal la escupidera, mi costilla está peor, a Bene no le ha gustado, quiere intentarlo, Ceci le da igual, lo que digamos…,aunque no tiene frontal y hay que subir de noche…,yo no puedo, imposible, me cuesta respirar por el dolor.
Nos quedamos descansando hasta la hora de la cena, intercambiando impresiones con unos Belgas que vienen de la Brecha donde la nieve está muy bien, pues corre aire por allí.
Luis es el encargado del refugio, es una persona encantadora, servicial, simpático y excelente persona, nos dice que no es recomendable subir al Perdido, al Pico de las Olas menos pues hay aludes y que podemos ir a la Brecha por lo llano, pues por la cueva es muy peligroso, o a la cumbre Tobacor que es bonito y sencillo, justo enfrente del refugio y con bonitas vistas.
Cenamos un poco más tarde de las siete pues faltan tres personas por llegar, que lo hicieron a las nueve de noche…, la cena impresionante; lentejas, pasta y butifarra en salsa y mouse de yogurt…, riquísimo todo. En la cena conocemos unos muchachos que vienen de Cuenca y quieren mañana ir a la Brecha, se llaman Javi y Mario, más adelante volveríamos a coincidir…
Estoy hundido, apenas puedo respirar del dolor que me llega hasta la espalda, Luis cuenta, amenizando la velada, relatos sobre fauna y en concreto de un armiño que se come los ratones del refugio, apenas presto atención…, me veo mañana todo el día en el refugio sin poder hacer nada, y el día va a ser precioso…,no quiero pensar más, me tomo un puñado de calmantes y me meto en el saco poco después de las nueve sin ninguna expectativa…,mañana será otro día, pero seguro que mi sueño del Perdido se me ha perdido…, pero el otro sueño rápidamente me atrapa, y caigo en los brazos de Morfeo…, el señor de los sueños en las sombras.
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