EN EL PICURUCHO DE GREDOS(II). CUANDO DUERMES EN EL HOTEL DE LAS MIL Y UNA ESTRELLAS…

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Me despierto múltiples veces por la noche, buscando la posición de la almohada pinchada, ora un brazo se me ha dormido, ora me duele la espalda, pero al mirar el cielo las estrellas te parpadean y la media luna se sonríe mientras ilumina los recodos del valle que se desploma a nuestros pies, estamos muy cerca del Belesar, uno de los riscos que se erigen sobre el circo de cinco lagunas, desde aquí a nuestra misma altura se ve el geodésico del Meapoco,  a unos 2300 metros, caigo entre sueños y duermevela, hasta que escucho un ruido de revolver plástico. Son casi las ocho, Candy ya se ha levantado y está enrollando el saco, más allá Dani yace enroscado, perdido en la espesura de su saco, les doy los buenos días, comienza la mañana, nos esperan las cumbres del circo de cinco lagunas…

Desayunamos en el muro desde donde anoche estuvimos admirando las luces de las poblaciobes, miramos la silueta del Almanzor a nuestra izquierda que desde aquí se ve muy bajito, desde Navalmoral parece tan enorme…

Dani baja a rellenar las botellas de agua fresca, recogemos, iremos directamente al Belesar y a la cuerda que une las cumbres rocosas…

En poco más de diez minutos estamos encaramados a los precipicios, salimos a la cuerda,pero hoy no tendremos tanta suerte como ayer, el sol está de frente, y la vista es borrosa y las fotos son casi imposibles…

 

Sin el reportaje video gráfico seguimos sorteando rocas al borde del abismo, disfrutando de cada recodo, nuestro objetivo es el risco más alto que vemos al fondo, saltamos como las cabras, una y otra vez, es muy divertido, en muy poco tiempo  nos aproximamos al saliente más prominente , que está llano y suave…

Ya en el risco más alto, buscamos su nombre en el mapa sin encontrarlo, al día siguiente vería en el IGN que es la cumbre más alta de la cima doble del Meapoco, y

allí nos sentamos junto al precipicio a mirar y disfrutar.

 No se divisan tan bien como ayer las lagunas, pero vemos la Galana y el Almanzor, ambos con su roca suspendida terminal tan característica, los tres riscos del Gutre, el risco de Cinco Lagunas y el del Belesar poco antes de donde estamos, pero no sabemos nada de nuestro famoso risco del Picurucho, aquel que nos dijeron que era el mejor, y de frente en su terraza las Cinco Lagunas, desde aquí escondidas y sumisas apagadas por el sol que lo llena todo de luz. Esta vez disfrutamos sin fotos, solo con los ojos y los oídos…

“ – Maese Viento, no me contaste ayer que pasó con el lobo y los perros, en la historia del Enano de Gredos…

–         Guarda silencio, humano, guarda el silencio…»

 

«·        Maese Viento, querido amigo. Es todo tan hermoso, el reflejo de las nubes sobre las lagunas, el cielo azul recortado por las afiladas cumbres, pero… me siento vacío, no puedo decir que la alegría haya habitado en mí desde la muerte de Isabel, pero siempre siento un gran hueco en mi pecho.

·        Martín, o prefieres que te diga Enano de Gredos…,

¿un hueco en tu pecho?

·        Sí, Maese. Siento un gran vacío que no sé cómo explicar.

·        Ese vacío que sientes, amigo,…se llama soledad.

·        Es cierto, Maese, tú siempre lo sabes todo, me siento sólo…, tan sólo.

·        Los seres humanos no estáis diseñados para estar solos. Pero sabes, Martín, las soluciones aparecen cuando reconoces tu problema, nunca te podrás ayudar ni nadie lo hará, si no sabes cuál es…

·        No volveré al pueblo, Maese, ya sabes que Don Gonzalo puso precio a mi cabeza, y no cejará hasta matarme, pues quiere borrar su culpa por la muerte de Isabel, y yo soy el único que sabe lo que pasó…,tú me lo contaste.

·        Hay otras soluciones, Martín, todo tiene su tiempo, y no es casualidad que hoy me hayas preguntado por tu sentimiento, agudiza el oído, amigo mío.

El Enano se bajó su blanca capucha y se puso a escuchar, a lo lejos percibió un gemido, parecía como un llanto, lejano y distante, se volvió a poner la capucha y se dirigió rápidamente hacia el gemido, por el margen derecho de la laguna superior, pues se encontraba en un paraje con cinco lagunas, que en verano es un sitio ideal para descansar junto a sus aguas.

Corría pasando por cada una  de las lagunas, parando de vez en cuando para agudizar el oído y buscar el origen del llanto, y cuando llegó a la penúltima laguna, que es la más pequeña y escondida vio un bulto blanco…

·        Pero Maese, si es un pequeño lobezno, y está saltando de alegría al verme, es encantador, Maese, sus ojos son azules hielo…

·        Así es, Martín, ahí puedes tener la solución de tu sentimiento…de soledad.

·        Es un lobo albino, lo habrán abandonado, pues en verano se ve desde muy lejos en estos pardos parajes, ¿qué nombre le pondremos?, Maese.

·        Tú sabrás…, Martín, va a ser tu compañero a partir de hoy…

·        Pues le llamaré Brincalobito, pues no para de saltar y saltar, y de lamerme la cara,… te tendría que haber preguntado antes por lo de mi sentimiento, Maese…

·        No creas que la respuesta habría llegado antes, Martín, todo tiene su tiempo, la vida te lleva a tu sitio, pero siempre en su momento…

·        Gracias, Maese Viento, viendo saltar alegre  a Brincalobito creo que has resuelto dos problemas a la vez…”

 

Llevamos casi una hora encaramados en nuestro risco, pero si nos descuidamos el calor se cebará con nosotros en la bajada, iremos a la cima más baja   del Meapoco,donde se halla el geodésico, que está en una llanura a poca distancia de aquí y desde allí iniciaremos el descenso.

En muy poco estamos en el Meapoco, curioso nombre, y nos sorprende con sus vistas del Almanzor y la Galana, pensamos que es un sitio perfecto para pasar la noche en invierno  sobre la nieve, lo probaremos…

No queremos bajar al barranco, allí hace calor, así que son poco más de las diez y media y empezamos el descenso, iremos siempre que podamos por lo más alto acercándonos a Navalperal de Tormes donde se haya el coche, por caminos desconocidos para nosotros, será divertido.

Toda esta zona es una gran llanura que desciende suavemente siempre que no nos encaramemos al Este donde está el abismo del circo de Cinco lagunas, vamos avanzando sin prisa pero sin pausa, dejamos unos neveros tardíos a nuestras espaldas…

Vamos bajando muy poco a poco, ya estamos en el «callejón de los lobos», allí hacía mucho más frío la última que estuve hace dos años, lo recuerdo muy bien el hito cubierto de hielo, aquí siempre sopla una buena brisa…

 

 

  • » -Maese Viento, ahora que estamos en el callejón de los lobos…, y la historia del hombre que me dejaste a medias ayer…, qué pasó.

  •   – Humano, siempre eres impaciente como todos los demás.

      – Maese, yo no estaré una eternidad aquí para escucharte, sabes que mi tiempo es muy perecedero…

      – ¡Qué sabréis los humanos de tiempo!, calla y escucha…, si eres capaz de entenderme.

Y el hombre en la nieve de rodillas con las manos juntas entona en voz baja una oración, esperando su final.

El lobo blanco pasa junto a él ignorándole y se coloca amenazante de frente a los cinco perros que están a punto de alcanzarle, estos se detienen indecisos, pues el lobo es de gran tamaño, pero el perro alfa empieza a avanzar lentamente, decidido a lanzarse contra el lobo.

De repente,  detrás de un árbol aparece una pequeña figura cubierta de una túnica blanca, se coloca delante de los perros, los mira fijamente, abre los brazos lentamente en cruz y susurra unas palabras en voz baja al perro que estaba más avanzado, éste se calma, mira a los otros cuatro que estaban quietos, casi petrificados, se dan la vuelta y se vuelven por donde habían venido sin ni siquiera ladrar.

En ese momento el hombre se desvanece, derrumbándose sobre la nieve…

  • Jo, tanto tiempo esperando para tan poca historia, hoy estás muy tacaño, Maese Viento, anda que te vas a quedar sin saliva…

 

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Seguimos al norte, siguiendo un muro de piedras de muchos kilómetros de largo que separa los términos municipales y evitaba que el ganado se escapara, pasamos por una gran altiplanicie que marca el plano como “Plaza de Toros” y nos acercamos a la última cima, El Calvitero, aquí nos siembran las dudas, lo lógico sería bajar por una de las dos canales que van a las Lagunillas y desde allí dirigirnos al Barranco del Pinar por el camino normal de Cinco lagunas, pero nos apetece más la aventura…, subiremos al Calvitero y trataremos de seguir la cresta por la Cuerda del Barquillo, pues en el mapa aparece un refugio, desconfío bastante de esta elección, pues veo mucho verde, y aquí en Gredos significa piornos, la plaga verde, el peor enemigo del hombre, después de los mosquitos…

Cruzamos una vaguada y en pequeño ascenso estamos en el Calvitero, es casi llano, las vistas son espectaculares, nos metemos en los piornos, las cabras montesas nos esperan y salen huyendo de nuestra insensatez,…nos tragaron los piornos.

Por fortuna, las cabras han abierto algún que otro pasillo y aunque lentamente y golpeándome en las piernas con mis queridos piornos, podemos avanzar, Candy va delante, rastreando, está muy difícil, vemos ya la cuerda del Barquillo, que se desliza ante nuestros ojos, va a ser una pesadilla, no se ve camino alguno, nos arrimamos al borde, hay más rocas y menos piornos.

Seguimos y hay un descenso de la cima del Calvitero, dudamos y volvemos a dudar, no está claro, ya lo está…, si seguimos por aquí, no llegamos ni de noche, avanzar es un calvario más que un Calvitero, bajaremos.

Candy se asoma, y descubrimos un pasillo entre los piornos que han hecho las cabras que va a las lagunillas,que de frente nos incitan a bajar con un verde salpicado de pequeñas motas de agua, destacando en el centro una laguna más amplia inundada de algas que desde aquí parecen de color hielo…

Hemos salido a un prado estrecho, una vaca nos mira y se da la vuelta y empieza a andar, la seguimos, ellas son las que saben…

Nos detenemos a la sombra de una roca, aprieta el calor, no sabemos si bajar definitivamente al Barranco del Pinar o seguir a media altura, vemos grandes hitos a lo lejos, nos acercamos a ellos…

Para nuestra sorpresa y deleite descubrimos un camino desbrozado, que va en  dirección que deseamos, estamos de suerte…

Por el camino volamos, avanzamos muy rápido…, en la montaña siempre el camino más corto, es el camino…, si te sales lo pagarás en tiempo.

Nos quedamos sorprendidos al mirar hacia atrás de la espectacular vista de las cumbres de cinco lagunas, desde aquí se divisan todos los riscos que hemos subido y las demás grandes cumbres, lástima que la calima lo inunda todo y empobrece las fotos, volveremos en invierno…

Estamos en el refugio de la cuerda del Barquillo, es pequeño, pero acogedor, no paramos, son la una de la tarde y nos está pillando todo el calor…

Seguimos el camino, pero se va demasiado hacia la izquierda, Navalperal está a la derecha, no nos queda otra, los piornos no te animan a salirte.

Apretamos el paso y nos encontramos una gran pradera lleno de vacas y algún caballo, una fuente nos da la bienvenida…

Mientras ellos recargan me acerco a un refugio, es amplio y nuevo, huele a pintura y tiene una chimemea de metal, un sitio idílico, si somos capaces de volver algún día

Tras haber bebido en la fuente y parado en el refugio, partimos dejando a su suerte la pista que se marcha a la izquierda, seguimos por un camino más pequeño que sigue recto, vamos a la derecha, ahora nos volvemos, rastreando, los piornos nos cierran el paso, seguimos al norte,… por fin hemos llegado a una pista de coches, sin duda nos llevará a Navalperal, dando vueltas y vueltas…¡Qué horror!

El calor aprieta, estamos bajando sobre el Tormes poco a poco, apenas hay una brisa…

“   – No desfallezcas humano, que no te dejaré sin tu historia…, siempre cumplo con mi palabra.

      – Maese Viento, hoy es que está todo muy borroso por la calima y no puedo disfrutar de las vistas, y este calor me está haciendo el camino muy largo. Sabes que normalmente no soy tan insistente…

El hombre se ha despertado en  una cueva, el extraño enano con un hábito blanco que le cubría la cabeza prepara un caldo en una marmita que cuece lentamente, se gira, le mira y le sonríe con una expresión triste pero cálida.

·        Veo que habéis despertado, tomad un poco de caldo, os hará entrar en calor. Dijo el Enano acercándole un cuenco tras servirle  de la marmita.

·        Gracias, señor…, había oído hablar de vos, cuentan prodigios de usted, señor Enano, aunque en la iglesia dicen que sois un diablo maligno que se lleva el alma de los pecadores y el cuerpo de las doncellas, pero todo el mundo sabe en el pueblo que sois un alma bendita, nunca creí que me escaparía…,gracias señor, gracias.

·        Y entonces, habían soltado los perros para que acabaran con vos, de gran delito os habrán culpado, cómo os llamáis, amigo. Le dijo el Enano sentándose a su lado después de haber tomado otro cuenco para sí mismo. Como  acabáis de decir, también me buscan y me achacan terribles crímenes…

·        Mi nombre es Diego de Cáceres, soy vecino de Béjar y he caído en desgracia. Dijo bajando la cabeza y tomando una cucharada del caldo.

Se hizo un largo silencio entre los dos, cada uno ocupado en vaciar sus cuencos y sus pensamientos, el Enano consciente de la incomodidad de Diego no quería hacerle preguntas embarazosas.

·        Don Diego, aquí estaréis seguro de momento, ya sabéis que yo también soy fugitivo, me da igual el motivo por el que os perseguían y en vuestros ojos veo bondad, no tenéis que contarme nada…

 Diego volvió a agachar la cabeza y tras leve titubeo se dispuso a hablar.

·        Yo nací de una familia acaudalada de nuevos cristianos, siempre hemos estado soportando las envidias y las tramas de los cristianos viejos para hacerse con nuestras posesiones. Finalmente la inquisición nos  acusó de judaizantes y tuvimos que huir, ya solo quedo yo con vida, de toda mi familia…

·        Entiendo, Don Diego, habéis crecido con el señalamiento de “marrano”, los cristianos que seguís la palabra de Yahvé en secreto…

·        Ya hace mucho que  mi familia fue obligada a dejar la ley de Moisés por la fuerza, y la estrella de David la tuvimos que guardar, pero siempre en nuestro interior fuimos fieles a nuestras creencias más íntimas…, no se puede evitar, nacimos así…Nunca pensé que podría confesar a alguien lo que tanto tiempo hemos estado guardando…, señor Enano. Diego se silenció y bajó la cabeza en un gesto entre tristeza y vergüenza.

Entonces el Enano le agarró por la manga y le llevó hasta la entrada de la cueva, era de noche, estaba despejado, y el oscuro cielo estaba poblado de estrellas. Se acercó con su sonrisa triste a su oído y le dijo en voz baja.

·        No tenéis de qué avergonzaros, Don Diego, mirad el cielo y decidme  qué veis sobre vuestra cabeza.

·        Veo miles de estrellas, Señor Enano.

·        Así es amigo, y todo ser humano está bajo este mismo cielo de  estrellas y vuestra estrella,  luna, o cruz o lo que creáis también lo está, y es la única bandera de todos los seres que pueblan Madre Tierra, y no es una bandera de una sola estrella, es una bandera de cien mil veces mil estrellas.

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·        Entonces Señor Enano, no os importa que sea judío…

El Enano se sonrió, con su mueca triste…

·        ¿Cómo me iba importar, amigo, si vuestra sangre es roja, vuestra sonrisa aflora en blanco y vuestras lágrimas son saladas como las mías…?

·        Pero volverán a buscarme, la inquisición no cesará hasta darme caza…, nunca me dejarán en paz hasta que acaben conmigo, quieren mis posesiones, y conmigo muerto se apropiarán de ellas, Señor Enano.

·        No os preocupéis Don Diego, no os preocupéis, tarde o temprano también subirán a por mí, pero ellos no pueden comprender  la montaña, no la sienten, ni nunca lo harán, estaremos en ella  y ella nos protegerá…”

 

Curvas y curvas y algún atajo, estamos ya sobre el puente de hierro, nos queda el último empujón, una pequeña subida al sol y luego bajada, hasta llegar a la fuente del aparcamiento junto al Tormes en Navalperal de Tormes, Dani y yo paramos a beber y a refrescarnos  en la fuente, mientras Candy se acerca al cartel de información junto a ella y empieza a reírse, nos señala el mapa informativo donde aparece nuestro risco perdido, en el panel pone Picurucho o Risco de Cinco Lagunas,así que al final parece que ayer  estuvimos en la preciosa vista del Picurucho…

Salimos en el coche de Dani, hacia Bohoyo, son las cuatro de la tarde, recogemos el mío y terminamos el día en un chiringuito junto al río Tormes en Bohoyo, viendo el final de la vuelta en la cercana  La Covatilla , lo que era la razón de los helicópteros que nos acecharon arriba continuamente…

Ha sido un placer, gracias Dani, gracias Candy, volveremos a las andadas…

 

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