Anayet y Peyreget. En las puertas del Midi. Pyrene, la cautiva del fuego.

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Y he escuchado decir  del sonido de la lluvia que moja por dentro y que humedece  tu rostro, cuando oprime tu pecho le llaman los médicos asma…

Y esa  tristeza es la que te impide respirar, la que te hace enfermar dejando de llegarte el aire, moviendo tus días en noches, empapándote de fríos silencios oscuros y de sensaciones de opresión dentro de  tu pecho, que se  desgarra desesperadamente, buscando el aire que no quiere entrar, pues no hay sitio para nadie ni nada donde habita la soledad…

Y eso creo haber oído, sin saber dónde, cómo, ni de quién…

Y es verano por fin, las ansiadas vacaciones están aquí, y repetiré expedición de Pirineos con quienes fui el año pasado por estas fechas y además se añadirán Eloísa y Jesús.

Las cumbres de este año también son grandes, Pic di Midi du Ossau, Balaitous y Vignemale, en apenas una semana.

El Midi es una trepada muy “disfrutona” y popular que tengo pendiente desde hace años, el Balaitous ya lo he hecho y es una empresa en la que tiene especial interés Toño, aunque la veo peligrosa en estas fechas que las nieves han retrocedido bastante. Pero para mí realmente es el Vignemale  mi verdadero objetivo, la última de las cinco joyas del Pirineo que me faltan, y  llevo cinco años esperando poder realizarlo, pues está su acceso más sencillo en Francia a muchos kilómetros de distancia…

Y esta vez nos preparamos  para las cimas aéreas del Midi  y sobre todo del Balaitous, practicamos el rapelar y compramos material de escalada, pues con la cimas que nos esperaban eran imprescindibles, y entre Sergio en Extremadura y Toño(el jefe) en Zamora estuvimos realizando algunos rapeles, a mí me encanta hacerlo, aunque reconozco que el tirarse por un precipicio al principio cuesta un poco, pues tu instinto grita y se desgañita cuando tus piernas se descuelgan en un precipicio…,yo lo he hecho en múltiples ocasiones a lo largo de mi vida, pues  he estado colgado de paredes y barrancos siempre que he podido, pues no ha sido siempre que he querido…

El mismo día 1 de Julio que empezaban mis vacaciones me fui por la tarde a Cáceres para llegar a las seis, desde allí en la furgoneta de Eloísa nos acercaríamos a Salamanca donde Marga nos daría alojamiento a Eloísa y a mí por una noche.

Así que salimos a las seis de la mañana en busca del Anayet, son siete horas de viaje y trataríamos de llegar al mediodía para hacerlo.

Lute y Eugenio saldrían a media mañana en su furgoneta, y Caroline, Toño y Jesús lo harían después de comer en el vehículo de Caroline, todos ellos desde la provincia de Zamora. Así que a las nueve de la noche nos veríamos todos en un hotel de Tramacastilla de Tena, de cuyo nombre no quiero acordarme…

Eloísa, Marga y yo tras devorar las siete horas de carretera nos encontramos en el parquin del Anayet pasado Formigal a las una de la tarde, y para las una y cuarto estábamos andando.

Hicimos los dos kilómetros de carretera asfaltada en apenas media hora llegando hasta la estación de esquí que está cerrada, empezando a seguir la senda marcada de la GR-11 con líneas blanca y roja.

Esta ruta es muy frecuentada, es de las rutas senderistas más populares del Pirineo, primero llegaremos hasta los ibones de Anayet salvando un desnivel de casi mil metros y luego se puede hacer el Pico de Anayet que tiene una cadena en una zona de roca lisa y una chimenea que sin nieve no son muy dificultosas para personas acostumbradas y curtidas en montaña, pero sólo iremos hasta el geodésico de enfrente del Anayet  pues no tenemos mucho tiempo y nos gusta hacer fotos y disfrutar del camino…

Seguimos el barranco de Culivillas hasta la intersección con La Garganta, cruzamos un arroyo y comenzamos a superar la gran pendiente, el agua rezuma por todas partes, este año parece que ha nevado bastante.

Nos cruzamos con familias con niños y con senderistas descansando, vamos junto al arroyo que desciende desde los ibones,…me asfixio, no puedo respirar, tengo asma de esfuerzo que normalmente se me va pasando poco a poco en unas horas, pero hoy es diferente, es mucho más intenso, lo estoy pasando mal, muy mal, y nunca suelo utilizar dispositivos antiasma, pues me sirve de entrenamiento para cuando esté a   mayor altitud, pero hoy tengo que parar, mis pulmones no van, y me dejé el dispositivo en la otra mochila, el aire no quiere entrar…

Seguimos ascendiendo, yo como puedo, tengo que hiperventilar para poder andar, estoy haciendo un esfuerzo descomunal para una ruta que tenía que ser un paseo, pero seguimos adelante, sigo adelante, ya se me pasará, recuerdo la catástrofe que asolaron estos valles hace cientos de años, cuando Culibillas salvó su aldea de las inundaciones, me imagino el agua bajando salvaje por el barranco como si estuviera allí en ese instante de la historia que me relató Maese Viento.

 

Son las tres y cuarto de la tarde, estamos en los ibones, el día luce de azules y soles, pero este no es mi valle, no reconozco el sitio, no veo los colores de cuando estuve la última vez, todo está deslucido, nada es igual…yo estoy deslucido, apenas puedo andar sin jadear, mi cuerpo no responde, el asma sigue igual o peor y tengo que hacer un gran esfuerzo respiratorio para poder avanzar dos pasos, pero soy tauro y sigo adelante, con mucha resignación, paramos a hacer fotos en la primera laguna donde se refleja el Anayet, me emociona el pensar que en sus orillas nació Culibillas, la fada madre que venció a Balaitous, el señor oscuro, y devolvió el equilibrio a la humanidad…

Nos vamos a la segunda laguna y desde allí predomina el reflejo del Pic Di Midi en la lejanía, nuestro objetivo del día siguiente, y me empiezo a preocupar pues no puedo andar sin jadear con el maldito asma, nunca me había pasado igual, ni en el Aneto me dio tan fuerte…

Comemos al borde del ibón y mientras lo hacemos Eloísa se percata de que el Midi parece un delfín saliendo del lago así que decidimos darle algo de comer, y como no teníamos sardinas le dimos salchichón. Me doy una vuelta y grabo el desagüe del Ibón que está al pie del Anayet con el Midi al fondo…

 

 

 

Nos tumbamos Eloísa y yo, mientras Marga se va a hacer fotos, creo que me quedé dormido, estoy reventado, ya ha vuelto Marga de hacer fotos y nos apremia para que subamos al geodésico, el tiempo pasa volando en estos parajes, aunque estén deslucidos…

Nos dirigimos al collado, tenemos que rectificar el camino pues nos íbamos a la Canal Roya, ya estamos subiendo otra vez, sigo igual o peor con mi asma, me encuentro mal, tengo que parar y empieza a preocuparme que no se haya pasado todavía…

Vamos andando entre las rocas que aplastaron al ejército de Balaitous en el cerco al fuerte rojo, donde Anayet se refugió los habitantes de su  aldea para no entregar a Culibillas, su hija, al señor del mal…

En poco llegamos al collado y de repente sucede el milagro…

Y  un rayo de luz y color se apropia  de repente del valle, los colores ocres y verdes empiezan a fundirse con el azul de cielo y el blanco de las nubes reptantes de cumbres y pardos, cambian súbitamente el aspecto del valle, de todo lo que nos rodea, la luz del sol al bajar nos ha descifrado el milagro de color que se esconde en este paraje pero que se muestra a nuestros ojos en el momento que decide nuestro astro rey…

Sigo con mi asma, es tan intenso que casi duele, aunque el peor dolor no es el físico, pero avanzamos por la ladera rojiza que nos lleva al geodésico, por un suelo rojo descompuesto de rocas y algo resbaladizo, a nuestras espaldas el Anayet y el Midi nos miran indiferentes de nuestro paso efímero por sus dominios…

Ellas llegaron antes que yo al geodésico, voy arrastrándome con mi asma que se aferra a mi pecho, haciendo cada paso un esfuerzo anormal, casi descomunal, pero la recompensa es enorme, son las seis de la tarde y los colores nos rodean abrazándonos y llenando nuestras retinas de espacios y silencios mullidos de singulares momentos, nada es comparable al color del Anayet, que te envuelve y te lleva a lugares recónditos desconocidos dentro de ti, tan lejos y tan cerca, tan extraño y tan entrañable, los segundos se paran y vuelan a la vez, como si el mundo fuera una enorme bola de algodón de azúcar…

 

 

Tenemos que estar a las nueve en el hotel de cuyo nombre no quiero recordar,  tenemos que abandonar nuestro pequeño sueño de dulces y colores, y vamos bajando con pereza, con desidia, la del niño que no quiere abandonar un tobogán de bolas de colores…

Cuesta abajo respiro mucho mejor, aunque no se me ha pasado el asma, el esfuerzo es mucho menor, desandamos nuestro camino hasta llegar cerca del Ibón más grande, y Marga se va a la carrera a hacer fotos al borde del ibón mientras Eloísa y yo practicamos posturas de yoga en la alfombra verde que lo tapiza todo…

Bajamos muy deprisa, nos cruzamos con un nutrido grupo de chicas adolescentes que preguntan cuánto falta para llegar a los ibones cuando apenas han empezado la pendiente, van con tiendas a dormir allí y creo que les va a costar  mucho llegar, viendo  la marcha que llevan…

Vamos casi corriendo ,cenaremos en el hotel que solo  dan las cenas de nueve a diez, ni un minuto más, España está jugando en este momento con Croacia y están tirando los penaltis, lo que me despista al llegar a la furgoneta y se me olvida cerrar el track del wikiloc que nos llevará hasta el hotel cuyo nombre no quiero ni acordarme…

Hemos llegado, ya están allí los cinco restantes miembros de la expedición pirenaica de este año, Carolina, Jesús, Lute, Eugenio y Toño(el jefe).

Cenamos en el hotel donde nos dicen que la frontera con Francia no la abrirán hasta las ocho de la mañana, así que no podemos madrugar demasiado, nos levantaremos a las siete y desayunaremos para llegar al aparcamiento que hay ya en Francia pasando Portalet un par de kilómetros. Y mañana será un nuevo día, y espero que el asma me abandone, ….por esta vez.

 

 

 

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Son las ocho y diez de la mañana, hemos llegado al parquin junto a la vereda que nos llevará a nuestro objetivo, hemos echado todo el material de rápel y escalada para pasar las tres chimeneas que nos dejarán en la cumbre del Pic Du Midi  D`Ossau, que es una cumbre muy popular y la verdad que no me da demasiada alegría hacerla en sábado, pues puede haber colas para subir y bajar con la consecuente caída de piedras, la previsión meteorológica no es buena, dan posibilidad de lluvias débiles por la mañana y tormentas a partir de las tres de la tarde, sobre todo por la parte Francesa, en la que estamos.

Está todo cubierto de nubes, y las nieblas amenazan con cubrirnos por cualquier parte a la que miramos, la perspectiva no puede ser peor para nuestras intenciones, pues con roca mojada no subiremos, ya que sería muy peligroso, pero de momento no llueve…

Toño carga con la cuerda de 60 metros, un gran lastre para su espalda, empezamos a andar, son las ocho y cuarto de la mañana, quedo atrás esperando a Caroline, tenemos que bajar un poco por una vereda para pisar un prado y luego cruzar un río que viene bien crecido, lo hemos hecho y nos espera una gran pendiente herbosa que nos elevará hasta las cercanías del Midi tapado por las nubes.

No estoy bien, a pesar de que esta mañana utilicé el dispositivo antiasma y no noto falta aire, me encuentro sin energía, me encuentro vacío, sin alegría, sin ilusión por la  empresa que vamos acometer, las nubes reptan silentes deshilachadas en niebla fría del amanecer, la luz gris de la mañana se aploma triste formando una pesada losa sobre mis espaldas que soportan el peso de la mochila a duras penas, mis piernas no coordinan bien, la cuesta se empina haciendo los minutos alargarse en minuciosa pesadumbre…

El camino está siendo restaurado en algunos tramos y están cortados otros para que no se desgasten, se hace interminable la pendiente que nos llevará al collado (col  de Soum de Pombie) de antes del refugio del Pombie.

Las nieblas se empeñan en envolvernos en suaves tinieblas, ahora hay que bajar para llegar hasta el lago y el refugio, es lo caprichoso de la montaña, ahora subes luego bajas para subir de nuevo, paramos un momento al pie de la laguna junto al refugio…

Estamos delante de nuestro coloso, que soporífero de nubes y grises tapa su rostro, no dejándonos medir la intensidad de nuestra empresa que no pinta nada bien.

Hemos seguido, queremos llegar pronto hasta el col de Souzon donde empieza la trepada, pero de repente nos detiene la lluvia, primero comienza con pereza, levemente, nos metemos bajo una gran roca y nos ponemos los protectores de la lluvia, y para de llover así que  seguimos dirección al collado de inicio de la subida, yo ya he decidido que no subiré, me niego a meterme en la niebla para no  ver nada y con la piedra mojada que te puede dar problemas, hay que ser responsables de nuestros actos en la montaña y ser conscientes del peligro…

 

Pero en poco que andamos empieza a llover de nuevo, esta vez diluvia, yo todavía no me había puesto la capa de la lluvia pues me da mucho calor y en un minuto estaba casi calado, nos resguardamos de la lluvia bajo la roca, el grupo se ha roto en dos, ya sabemos que no subiremos, pero se cuestiona el seguir haciendo la circular o volver al coche a hacer  alguna ruta por  España más al sur donde debería de llover menos.

 

Las nubes siguen buscando su protagonismo en el día de hoy, ahora reptan desde el valle tratando de alcanzarnos lentamente…

 

 

Ha parado de llover, las nubes se alternan rápido sobre la efigie del Midi, tras esperar que volvieran los que iban por delante hemos vuelto todos al refugio de Pombie.

 

Allí descansamos celebrando el cumpleaños de Caroline con pequeñas botellas de Cava que llevábamos repartidas entre las mochilas, a mí me tocaron tres, es hermoso ver el lago al pie de la montaña que no quiso que la subiéramos.

 

Estamos un rato en una mesa del refugio esperando  a  ver que hace el tiempo, me doy cuenta que hay cobertura y veo en el radar el frente que nos ha pasado, no parece que vaya a llover más, así que decidimos seguir de ruta alrededor del Midi, me despisto haciendo vídeos de las nubes con el Midi y tengo que salir tras ellos que tras bordear el Lac de Pombie han empezado a ascender.

Las vistas del refugio con el Palas, el Balaitous y Frontiellas detrás son impresionantes, las nubes cruzan y se descruzan ante nuestros ojos…

Ascendemos aunque yo realmente no sé a dónde nos dirigimos, voy al final del grupo, sigo sin energía, estoy vacío…, vacío de soles, vacío de cielos y de esperanzas mullidas, no me encuentro bien, me desangro a cada paso que doy sin saber por qué…, el dolor me ocupa y me llena tapando mis minutos de desazón y de la parsimonia de la tristeza y la soledad…

Hemos parado en unos ibones tras ver una salamandra reptar por una piedra…, desde aquí el espectáculo de las nubes que se van retirando poco a poco es sublime, Toño tampoco marcha bien y tiene que parar pues le cuesta mucho respirar, el año pasado tuvo un problema cardíaco del que parece que se ha recuperado bien, pero hoy, tampoco marcha bien…

Hemos llegado al collado del Peyreget, me entero ahora que vamos a subir al pico de este nombre, algunos han dejado sus mochilas en unas rocas, pues hay que bajar por el mismo sitio, yo no lo hago, pues en el Balaitous llevaremos las mochilas repletas de enseres tras pasar la noche en el refugio y tengo que luchar  un poco más, a ver si mis piernas empiezan a marchar…

Sigo despacio hasta la cima, aunque dejé un poco atrás a Toño, esta vez no seré el último en llegar a la cumbre, me sorprende ver que hay bastante gente y no paran de subir cada vez más personas, resulta que estamos en un mirador perfecto al Midi del que no sube. Nos hacen foto de grupo, es una suerte poder disfrutar de tan bello sitio…

 

En muy poco rato dicen de bajar, yo disfruto un poco más de la pequeña cumbre que me ha costado como si fuera grande, y bajamos Marga y yo los últimos haciendo fotos del Midi…

Estamos en las rocas  donde dejamos las mochilas, comemos un poco y emprendemos la marcha, bajaremos por el otro lado del collado del Peyreget hasta dar la vuelta completa, me quedo atrás una vez más, en  mi soledad…, y entonces Maese Viento me toca el rostro…

 

 

  • Deja ya de compadecerte, humano, hoy vas arrastrándote como la salamandra que acabas de abandonar a su paso…

  • Maese Viento, no sé qué me ocurre, me ahogo y me muero por dentro, siento tanta soledad, y no me digas que nunca estoy solo, pues siento tanto dolor…, tanta desesperación.

  • Así es, humano, sientes dolor y desesperación, abrázalo, acéptalo, deja de luchar contra ti mismo o tus pulmones se cerrarán de nuevo…

  • Qué me ocurre, Maese, es como una muerte que lleva cien mil muertes en mi pecho…, no lo entiendo, este dolor no es mío, viene de fuera, mi dolor es más sereno, lo conozco muy bien, pues siempre  va conmigo a todas partes…

  • Estás en lo cierto, humano, este dolor no es tuyo, lo que sientes es el dolor ancestral del amor. Amor y dolor, las dos caras de la misma moneda, si amas en algún momento te dolerá, pues la muerte está siempre al final y se lleva todo lo que amas…,es la condena de vuestro sentimiento pues nada es eterno.

  • Me alivias enormemente, Maese, me estaba asustando con lo que sentía, no quiero volver a morir de nuevo en vida, ya aprendí la lección,…cuéntame, Maese, ¿qué ha ocurrido en este lugar que me sobrecoge tanto…?

  • Sabes que el nombre de las Montañas que habitas en este momento se deben a Pyrene, la mujer más bella que jamás  ha pisado la tierra que tocan tus pies…

  • Pyrene…, Pirineos. Algo he escuchado, ilústrame por favor, Maese, soy todo oídos.

  • Estás en la tumba de Pyrene, humano, bajo el Midi se encuentra sus restos. Heracles, el hombre más fuerte jamás nacido de una mujer, levantó esta montaña en su desesperación por su muerte, pues amaba a Pyrene…

  • ¡Anda ya!, Maese, cómo va a levantar un hombre una montaña, además la leyenda dice que levantó todos los Pirineos…

  • Tú sabrás si quieres escuchar la historia, pues en mi silencio no la hallarás y sí en el tuyo…

  • Sí, quiero, Maese…, cuéntame por favor, me callo,¡ me callo!, soy una tumba…,¡tan grande como la que tengo delante…!

  • Pues abre tus oídos, humano, y recibe la historia de la mujer más bella…, Pyrene, la cautiva del fuego.

Estoy en el collado, me paro pues no hay motivos para perderse lo que me rodea…

Sigo bajando por el collado del Peyreget y tras pasar una pedrera y cruzarme con excursionistas franceses llegamos a una pequeña laguna, de esas que desaparecen en el verano, abajo vemos un Lac bastante grande y lo bordearemos por arriba sin bajar.

Salimos a otro collado, esta vez herboso, desde aquí divisamos a Portalet, tenemos que rodear la montaña que subimos para llegar hasta donde dejamos el coche.

Me he quedado detrás, no tengo energía, me encuentro cansado, y Maese me tiene entretenido contándome la historia de Hipólita, la madre de Pyrene, Marga se ha quedado rezagada conmigo y dudamos en bajar directamente por un barranco, pero al final seguimos la estela lejana del grupo.

Ya estamos cuesta abajo, mis piernas responden mejor, pero sigo sin ánimo alguno, estoy exánime, me preocupa el mañana, espero recuperarme a mí mismo, volver a ser normal, pues el Balaitous son palabras mayores, y me preocupa muchísimo, aunque no se lo he dicho a nadie, tengo mis dudas de que nuestro numeroso grupo alcance la cima de la montaña del señor oscuro, y encima con mochilas grandes…

Hemos alcanzado el grupo mientras cruzaban el río, llegamos a los coches y aquí volvemos a brindar por Caroline…,¡Felicidades!

Mañana nos espera la subida al refugio de Respomuso, allí disfrutaremos de las pirámides sobre el lago, y al día siguiente acometeremos la empresa más peligrosa que ha tenido nunca este grupo, y lo peor que yo soy el único que soy consciente de ello, ya advertí el año pasado de su peligrosidad pero aquí estamos de nuevo para hacerlo, aunque no es mi elección.

Y hoy ha sido un día de lucha…, lucha contra uno mismo en el que no hay vencedor, en la guerra civil nunca hay vencedores, porque el dolor siempre es tuyo,  y tras él  sólo cabe la derrota en la soledad.

 

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