Y tras los últimos pasos
del último anochecer…,
ella desapareció.
Estrellas, estrellas…,
vosotras;
que me habéis dejado de brillar,
que me habéis dejado de guiñar,
pues la oscuridad me ha llegado.
Luna negra,
noche en niebla
tierra asfalto
sin palabras,
…allí solo en el andén.
Silencio oscuro,
desnudo de palabras,
vestido de ausencia,
clavado y atenazado,
en el suelo duro del andén.
Y aún resuena en mis oídos,
el eco de su voz:
-Adiós,adiós,adiós-
Y el tren rugía,
y el altavoz reía,
…se reía de mí.
-Adiós,adiós,adiós-
Temblaba el suelo,
no temblaba…,
no lo hacía…,
eran mis piernas.
-Adiós,adiós,adiós-
Y su rostro se empapaba
de cristal y lágrimas…
-Adiós, adiós, adiós-
Y la noche de metal…,
me arrancaba el día.
-Adiós,adiós,adiós-
Y allí quieto seguía…,
sin estrellas,
sin sonrisas,
sin guiños,
…sin abrazos,
en el andén,
…para siempre.
-Adiós,adiós,adiós…
Fran Morales Fuentes
Realmente bello, Fran.
Un abrazo, y espero que a ese andén llegue el tren de la felicidad, cargado de luz y energía.
Fran Pascual
Gracias, Tocayo. Otro abrazo para tus latitudes…