Viento, viento, viento…
envuélveme en sueños
de dulces sonidos,
y te colmaré dueño
de un blanco nido.
Embriágame del sopor
de tus firmes brazos,
endósame el rumor
de tus tibios lazos…
Viento, viento, viento…
encuéntrame serena
en mullido estrato,
cálmame con sigilo
en plácido trato.
Ensuéñame hoy
de sueños blanditos,
pues nube soy
del cielo infinito…
Hacía meses que no pisaba Gredos…mis piernas recelosas de su ausencia me pedían la vuelta, así que aprovechando el último día de vacaciones que me quedaba este año, Jesús y yo decidimos ir en viernes, fuera del mundanal ruido de los fines de semana.
Quedamos a las ocho de la tarde puesto que tenía que entrenar a sus esforzados atletas , y en su coche llegamos a la hora de las brujas al Hotel Rural La Dehesilla en Barajas, donde nos atendió muy amablemente el dueño, que alarmado por el motor de nuestro coche, en el silencio de la noche, salió a recibirnos…se le había olvidado consultar las reservas online.
Nos dejó en una cómoda habitación con calefacción muy fogosa, que nos despertó en la madrugada acalorados y tuvimos que registrar la habitación buscando la manera de apagarla…es que ya apenas hace frío en diciembre nos diría el dueño por la mañana, las cosas cambian,…siempre.
Un superdesayuno incluido en el precio de la habitación nos esperaba a las ocho, que junto con la conversación del dueño nos llenó de energía para nuestra aventura, cuando estábamos terminando, llegaron a desayunar dos montañeros sevillanos que habían estado en la Mira y pensaban dormir en el refugio Elola previo paso por el pico Morezón ,para el día siguiente intentar hacer el Almanzor.
Salimos, la niebla cubría el valle, era buena señal, arriba haría sol y las previsiones eran muy buenas, en la plataforma apenas había dos coches, Gredos sería para nosotros,…queríamos de su soledad para disfrutarlo.
Dejamos el coche, y a cero grados comenzamos a andar, descubrimos con sorpresa que las piedras del caminito de Gredos tenían una fina capa de hielo, muy patinadora, mejor dicho, los patinadores nosotros, no la piedras, la niebla amenazaba con alcanzarnos, pero enseguida vimos que se quedaba presa en los llanos, eran poco más de las nueve y media, y el sol nos atrapó enseguida dejándome en manga corta, esto está un poco desangelado, casi mitad de diciembre, no hay copo nieve por ninguna parte por el momento y en manga corta…
Seguimos Jesús y yo tranquilamente por el caminito de las piedrecitas que tan bien conocían nuestros pies, Jesús, mi amigo Jesús, es una persona que se desvela en que los demás estemos a gusto siempre con él, y bien que los consigue, su optimismo, su buen humor, su deleite y amor por la naturaleza lo llenan todo, cuando vas con él…
Disfrutamos del paseo sin prisa, Barrerones, en su cartel vemos una vez más sobrecogidos los picos Gretenses salpicados con un espolvoreado blanco y tenue de silencioso frío.
Frío…, dónde te fuiste, sigo en manga corta, esto no es normal, o yo no lo soy…las dos cosas.
Bajamos hacia la laguna viendo al fondo nuestro objetivo, el Casquerazo por la portilla de los Machos, su nombre será por lo de “apretarse los machos” para subir, o eso parece desde aquí.
Laguna Grande de Gredos, dormita medio helada, ahuyentada de excursionistas, sestea pausadamente con el ronroneo de fondo de las caídas de agua de sus veintitrés arroyos, y rodeada de sus veintitrés cumbres…al pie del Almanzor y su leyenda. La Leyenda del Almanzor
Gran presea del claro lago es su imagen de cumbres reflejadas, en el color sereno y triste del otoño avanzado, sueños de agua e hielo con azul cielo y fibras de nubes…
Suspiro de silencio, palabra insonora que te toca y te aplaca la retina, en el paso a paso que rodea la laguna, llenando mi cámara de imágenes y mi alma de serenas sensaciones…
Nos tenemos que despertar del ensueño , nuestro pico nos espera, y será sólo para nosotros dos, pues nadie respira por estos contornos, mejor así, el silencio nos acompañará en la subida.
Nos separamos de la laguna, y hacia la izquierda pasaremos por encima de unas rocas donde se ven cascadas heladas, no tenemos material ni ganas para pisar el hielo azulado…
Buscamos hitos, pocos vemos, como buena cabras nos acercamos a la pared entre grandes bloques de granito, me he puesto el casco, mi cabeza ya tiene bastantes golpes para encajar más…
Nieve empieza a aparecer, que está congelada y helada, nos tapa la vereda, si nos ponemos los crampones los destrozaremos, puesto que casi todo es roca, evitaremos la nieve…treparemos más, seremos cuadrúpedos monteses.
La laguna va aplastándose en el suelo mientras el gran Almanzor nos mira de reojo vigilando nuestro paso por su reino, cascadas heladas, hermosa gélida estampa nos detiene un momento en fotos y deleite…
Rocas y más rocas, nos asaltan y nos refregamos en ellas para no caer, los hermanitos asoman sobre nuestras cabezas a modo de cuernos, ahora si somos cabritos en la portilla de los Machos…
Ascenso lento, pero poco a poco con el Perro que Fuma sin nubes, nos vamos acercando a la cima evitando las cada vez más frecuentes alfombras de nieve y hielo, nos dirigimos ahora por una vereda con hitos a la izquierda de la Portilla, que se va dejando abajo. Hay arena, está congelada, más motivos para patinar, más motivos para caer, la montaña quiere resistirse o simplemente jugar con nosotros para aumentar nuestro deseo…
Escucho la exclamación de Jesús , ha llegado arriba, está sacando fotos, tiene que ser impresionante… no, no lo es, es mucho más…las nubes amasan y serenan suavemente de olas de estupor de finas capas de seda y ensueño…
Me adelanto a Jesús, por las rocas, de frío agarre y duro tacto me impulsan arriba, más arriba, arriba, subo y subo, más y más, llegué, estoy en mi hogar, mi casa, mi mundo, mis nubes, mi cielo, soy yo, si yo, aquí siento, aquí existo, aquí vivo,…aquí respiro.
Estamos en la cima, Maese Viento apenas sopla, deleite, gozo, en formas blancas algodonosas que se desparraman contra la silueta pétrea de aristas y crestas, vértigo, si miras abajo, el mundo a nuestros pies, todo tiene sentido…
– Maese Viento, silencioso y cauto te hallo hoy…
– Mi silencio es para quien no sabe escuchar…, estoy muy cerca de ti, humano, más cerca que nunca…, tu dolor se va aplacando…
– Si, Maese…, pero deja mi dolor en paz, no quiero saber de dolores, me dijiste que las nubes te hablan, dime que te cuentan, dímelo…yo sé que te aman,…dímelo.
– Escúchalo, tú mismo, ahora que estás más cerca…Martín, el Enano de Gredos las escuchaba, tú también serás capaz…, aquí y ahora.
– No sé, Maese… el silencio me inunda en suaves copos, mis oídos están sordos,…espera,… sí, escucho el silencio, sí, Maese ¡Tenías razón!, las escucho, ¡Las escucho!…, ¡las nubes te hablan…!
Viento, viento, viento…
envuélveme en sueños
de dulces sonidos,
y te colmaré dueño
de un blanco nido.
Embriágame del sopor
de tus firmes brazos,
endósame el rumor
de tus tibios lazos…
Viento, viento, viento…
encuéntrame serena
en mullido estrato,
cálmame con sigilo
en plácido trato.
Ensuéñame hoy
de sueños blanditos,
pues nube soy
del cielo infinito…
Ensuéñame viento
en besos y abrazos,
elévame con sentimiento
suave en tu regazo…
Ensuéñame viento
de risas y murmullos,
enséñame el camino
con tenues arrullos…
Ensuéñame de tu voz
en sutil sueño sedoso,
y susténtame veloz
en un cielo calmoso…
Ensuéñame del rumor
que me deja tu aliento,
dibújame de rubor
y de rojo sarmiento…
Y entonces…
te abrumaré
en cirros templados…
y te abrazaré
de blanco nevado…
Habrá que volver, aquí no existe el tiempo, no existe el mundo, no existe el mañana ni el luego…pero hay que bajar, o se nos hará de noche, y por muy cabras que seamos, somos diurnas…
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