EN LA SUBIDA DEL MONTE ARARAT. CUANDO LA VENTISCA Y EL CANSANCIO NUNCA ES SUFICIENTE…

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Y aquí estoy con Artemio, mi amigo y compañero de expedición, en una tienda de campaña a 4200 metros de altitud. Estamos intentando dormir o al menos descansar un poco antes de iniciar la subida a la cumbre del Monte Ararat, la montaña más alta  de Turquía…

La tienda no para de retorcerse y retorcerse con gran ruido, parece que se va a desmantelar a pesar de las grandes piedras con las que habíamos sujetado sus paredes de lona, la tormenta había parado de granizar pero las rachas de viento huracanado no nos dejan un minuto de descanso.

César, nuestro meteorólogo en la montaña que tenía datos en el móvil, nos había pronosticado dos horas de fuerte tormenta con gran aparato eléctrico y mucho viento, y todo eso después de haber tenido cuatro tormentas de menor calibre con granizo a lo largo de la tarde.

Y no paro de acordarme de Lola, la única mujer de los seis de la expedición aparte de los dos guías, ella no estaba muy convencida de estar sola en su tienda de campaña durante la gran tormenta, pero tampoco se decidió a que ninguno de los cinco presentes la acompañáramos en la tienda, seguro que no va a dormir ni un minuto esta tarde noche.

Y esperando a que llegue la una de la noche para levantarnos a desayunar y acometer la cima del Ararat   y en mi desvelo no dejo de recordar cómo llegué hasta aquí…

Y el Monte Ararat es la segunda montaña más alta que he acometido su subida después del Monte Elbrus, la verdad que tenía ilusión pero estaba muy desencantado, la agencia por la que la había contratado, Pako Crestas, en concreto el señor Pako, a pesar de haberse comprometido a comprarme el billete de avión tras pago de su propuesta de vuelo en Enero de este año, que hice en el mismo instante que lo dijo, no cumplió su compromiso contractual y en abril , casi 4 meses después de que supuestamente me había comprado los billetes, me los adquirió 140 euros más caros y con transbordos de 12 horas que me hicieron dormir en el aeropuerto de Estambul en la ida y en la vuelta, teniendo además más tarde otra desagradable sorpresa que más tarde revelaré…

Y para colmo de males mi trabajo…, apenas hago una o como mucho dos guardias médicas  al mes, pero por necesidades del servicio me encontré con tres guardias en la semana previa al viaje, no pudiendo descansar el fin de semana previo al tener guardia de 24 horas en sábado, lo que significaba no poder descansar en dos semanas, que además me impidió ascender a la cumbre de casi tres mil que tenía proyectada para mi preparación, y que  junto con el servicio del lunes y luego del jueves previo al viaje hacía que me encontrara realmente agotado antes de  viajar y  esperaba que todo saliera bien, pero no podía ser muy optimista, me plantaría en la base del Ararat sin dormir dos de las tres últimas noches antes del «trekking».

Y así que era el sábado 21 de junio de 2024, me había levantado con dificultad de la cama, mi cuerpo estaba cansado, pero mi alma ardía de ganas de la aventura venidera, así que sobre las once de la mañana salgo hacia Madrid, esta vez acompañado de mi hija Laura que allí en la estación Sur de  Madrid tomará a las cuatro y media un autobús para Cartagena, donde está estudiando fisioterapia.

Comimos mi hija y yo un buen menú en un restaurante de Navalcarnero, el primer pueblo grande de Madrid desde Extremadura y tras llevar a mi hija hasta la estación, voy al hotel parquin AP Madrid para dejar mi vehículo allí una semana, ya es una rutina.

En el bus de hotel a la terminal T1 del  aeropuerto suena mi móvil, es Artemio , me cuenta que el señor Pako Crestas no nos incluyó el petate de bodega, que es obligatorio para nosotros pues llevamos crampones y piolet que no pueden estar en cabina, y resulta que ha tenido que pagar 200 euros y a la vuelta lo mismo a un precio de 24 horas el kilo facturado cuando por 50 euros más al contratar el billete del vuelo el señor Pako Crestas nos lo tenía que haber  incluido,(sabiendo que llevábamos material de alpinismo),no sé si es negligencia, maldad o estupidez pero yo lo voy a pagar muy caro, pero como le dije en la conversación vía “whatsapp” con el propio Pako Crestas, en la que no admitió sus fallos, es la última vez que me va a pasar, son 500 euros de perjuicio  y dos noches durmiendo en un sillón en un aeropuerto en vez de tener una escala corta , no volveré a cometer el error de ir de viaje en una agencia de un impresentable e irresponsable, al que no volveré nunca más a nombrar…

Ya he encontrado a Artemio junto a los mostradores de Turkish Airlains, ya facturó y me estaba esperando, saco un bolsa de unos tres kilos del petate y me la meto en mi mochila antes casi vacía de viaje, me ahorraré  40 euros en la maniobra, pero de todas formas son 180 euros, pero lo mejor viene cuando el señor de la compañía me dice que no hay  asiento para mí, que no puedo embarcar, y aún falta casi dos horas para ello, no entiendo esto de las compañías cómo funciona…

Pero al final tengo billete y me embarcaré sin mayores problemas, la fe mueve montañas…

Nos montamos Artemio y yo en un avión bastante grande, con filas de 8 asientos en la parte central del avión, pero las pantallas táctiles funcionan muy mal…

Salimos sobre las 19,30 h de Madrid y llegamos a Estambul cerca de las una de la madrugada  hora Turca, nuestro vuelo a Igdir despega a las Siete de la mañana del domingo.

Así que tuvimos que recoger el petate en Estambul y volverlo a facturar sin pagar otra vez, pero tuve un problema que explico en el vídeo…

 

Y tirados en el aeropuerto hasta las seis de la mañana que nos fuimos a embarcar para Igdir, donde llegamos a las diez de la mañana sin contratiempos.

 

Igdir en un aeropuerto muy pequeño, más pequeño que el de Van, que visité en Marzo, y recogiendo los petates me encontré a Samba, que venía de Navarra y luego a César y a Pepe, ambos de Valencia, así que con Artemio y yo  éramos cinco para la aventura del Monte Ararat.

Encontramos en la puerta del aeropuerto un joven kurdo que no sabe hablar español ni inglés y por señas nos dice que viene a recogernos de parte de Orhan Temel, para ello nos escribe su nombre en el móvil, y nos llevará a la ciudad de Dogubayazit, donde vive Orhan y es la más cercana al Monte Ararat.

En casi una hora llegamos al hotel Athilan  de Dogubayazit, el mismo que me hospedé la otra vez, nos dan habitación, la misma para Artemio y para mí, y a la hora y media aparece Orhan, nos vamos todos a comer y nos dice que también vendrá un chica de Madrid que se llama Lola y llegará después de las tres.

La tarde transcurre apaciblemente tratando de descansar después de la noche en vela en aeropuerto, que era para mí la tercera noche en vela en menos de una semana, me encuentro bastante cansado.

Lunes , 24 de junio de 2024.

Me acabo de despertar, aquí amanece a las cuatro de la mañana y se va el sol a las siete y media de la tarde, he dormido pero no he descansando, me encuentro sin energía, mi mente apenas puede pensar, me vine al Ararat destrozado por los secuestros del estado, por mi trabajo, que a veces es inhumano, pero los médicos también somos personas algo que  se les olvida continuamente a los pacientes y a la administración…

A las ocho Orhan llega con una furgoneta que la llena a más poder, subimos previamente a las siete a desayunar…

Nos montamos apretados en la furgoneta y en pocos kilómetros nos ha metido por una pista que se dirige a la Montaña.

 

Nos para Orhan para hacernos unas fotos con la mole que íbamos a subir detrás nuestra, en la gran llanura que rodea este estrato-volcán…

Nos deja la furgoneta en un recodo del camino que se va estrechando, subiremos desde aquí al campamento base que está a 3200 metros de altitud, es parte de la aclimatación, Orhan no nos acompañará a la cumbre para disgusto nuestro, en su lugar Cuma será nuestro guía durante toda la expedición, no habla español ni tampoco inglés, si tenemos problemas hablaremos con el móvil con Orhan.

Comenzamos a andar por un camino sencillo, el terreno volcánico nos rodea, no hay árboles y grandes piedras nos recuerdan que un día el volcán estuvo activo.

Me voy quedando atrás, me molesta que me hablen, quiero estar sólo en el silencio, necesito encontrar energía pues en dos días iremos a cumbre, no tengo apenas fuerzas, me encuentro apenas a un diez o un veinte por ciento de mi capacidad física y mental, malditas guardias, malditas guardias, no soy yo, hoy no soy yo…

En poco nos adelantan unos caballos pero no parecen que sean los nuestros, hay más expediciones que subirán como nosotros.

 

Y en el silencio conecto con la Tierra, y empiezo a ver, a sentir, a escuchar, las alondras cantan, los colirrojos se devanean y los lagartos se asoman curiosos a mi paso sin energía, en el contacto con Madre Tierra busco la energía que no tengo, mis pasos se pegan al suelo, apenas despegan…, mi cabeza es un lastre, si miro la mole que tengo que subir me parece imposible hacerlo, pero es sólo ruido, la cabeza no sube la montaña, la sube el corazón, le digo que se calle y me centro en el sonido de mis pasos en el pequeño barranco que estamos subiendo.

Paramos a tomar un té que nos ofrece una niña con sus dos hermanos que además venden ropa kurda, allí coincidimos con otra expedición holandesa que subirá como nosotros al Ararat, son más de veinte, luego  veríamos que la nuestra era la expedición más pequeña en la montaña.

 

Y reanudamos la marcha, paso a paso, empiezo a conectar con el silencio, en él se hallan todas las respuestas, las sombra de mi cuerpo se ha dormido en el camino, dulce melodía más allá de las almas, el sonido de mis pasos que se pierden entre las flores del prado, los lagartos se paran a mirarme, ellos sienten la penumbra de mis pasos y parecen que quieren animar mi desgana ahogada en el secreto de la noche, las noches que no me dejaron descansar…,malditas  guardias.

Incrustado en las fotos de pálidas flores que se ofrecen a mis pies, mis pasos se suceden al final del grupo, pasamos un campo base, el campo de Mustafá, aquí se quedan los holandeses, nosotros seguiremos más arriba hasta los 3200 metros, empieza a tronar y Maese Viento aprieta…

Aceleramos y tras pasar el campamento de Mustafá, cien metros más arriba  estaba el nuestro, en un bello prado, allí encontramos nuestros petates que  tenemos que meter precipitadamente en la tienda comedor, ha comenzado a granizar, estaba todo planeado hasta el último segundo, un minuto más y nos calamos de granizo que es bastante doloroso.

 

En la tienda comedor y cocina está Sabri, nuestro “masterchef”, nos han dispuesto una mesa de fruta, chucherías, frutos secos a nuestra llegada, la comida cena será a las seis de la tarde puesto que a las siete y media se hará de noche, sigue tronando y granizando, parece que es normal en esta montaña.

 

Anochece y aparecen las luces de Dogubayazit, están muy cerca, parecen que se pueden tocar, un manto de luceros distantes se iluminan pálidos en el oscuro cielo del Monte Ararat, mañana haremos los que se llama rotación, subiremos a cuatro mil metros y luego volveremos a bajar.

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Martes ,25 de junio de 2024. La rotación.

Lola se ha levantado muy temprano, dice que podríamos empezar a subir que por la tarde podrían caer tormentas, según el pronóstico de César, nuestro meteorólogo de la expedición, Samba también está ansioso por empezar a caminar, yo me levanté el último, estoy muerto, aunque un poco menos cadáver que ayer, me encuentro al veinte  por ciento de mi capacidad…, malditas guardias.

Cuma se ha levantado a las siete y media, ya desayunamos a las siete, a las ocho salimos,  y así se hace, hoy serán tres horas de subida por la parte más virgen de la montaña para aclimatarnos.

Salimos por una pequeña  vereda a la izquierda  y en poco nos encontramos unas banderillas con una foto a modo de santuario de una montañera que murió por un alud en Marzo, en aquel tiempo estaba yo subiendo el Süphan que se ve desde aquí al otro lado de la región del Kurdistán, la verdad que allí había entonces  mucha nieve, pero por fortuna no me atrapó un alud en el monte citado.

Vamos ascendiendo poco a poco, con paradas establecidas para aclimatar, vamos pisando rocas y nieve, la montaña se muestra en su lado sin humanos con el rumor de una cascada al otro lado de la ladera que se desliza desde el glaciar que está sobre nosotros…

Y ascendemos sin consecuencias, yo siempre atrás buscando recabar algún gramo más de energía para la subida, la fuente del arroyo rumoroso entre la brisa helada, acaricia de alas en mis dedos ateridos por el frío de la mañana, pero sin embargo Maese Viento calla, no podré comprender el secreto del agua…, sigo arrastrándome sin fluir en la música de la mañana, hasta que la niebla borboteaba del latir de la roca, espesa de rocío y de luz marchitada que tapan mis ojos de la tristeza de la desgana, que se arrastra en mis pies reventados de desvelos y heridas de frío…

Vemos de repente ascender al grupo de Holandeses que vienen hacia nosotros pero se paran, están también aclimatando, seguimos hasta llegar a los cuatro mil metros y tras sentarnos un rato pequeño comenzamos de nuevo la bajada…

 

Me sorprende que tanto César como Pepe se han empeñado en hacerle la competencia al guía Cuma en ser el que bate el récord de cigarrillos fumados en las paradas, me sorprende que sus cuerpos toleren el veneno del humo a esta altura que es como si fumaras cinco cigarrillos en cada uno, luego vendrán las consecuencias, tiempo al tiempo, el maltrato del cuerpo por falta de amor siempre se paga…

Nos bajamos cruzándonos varias veces con los holandeses con los que ya son de la familia e intercambiamos bromas en cada cruce…

Volvemos al campamento base, nos espera la mesa de chucherías y fruta que ha preparado Sabri, son las tres de la tarde, hasta las seis no se cena tenemos la tarde libre y de momento no llueve ni hay tormenta, hoy era el día menos tormentoso de todos en la predicción.

Pasamos la tarde descansando y mirando la cumbre que se ve subiendo un poco más adelante del campamento, me he subido a una roca a escuchar a Maese Viento, pero hoy no me dice nada…

Mañana empieza la acción, por la mañana subiremos al campamento dos, y luego a la noche sobre las dos de la madrugada comenzaremos a buscar la cima, ponen grandes tormentas en la tarde, pero por la noche y la mañana del jueves estará despejado, la cima no peligra por la meteorología, yo prefiero no pensar, espero estar al menos al cincuenta por ciento de mi capacidad física y mental, ya lo veremos mañana.

 

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Miércoles  26 de junio de 2024. Ascensión al campo dos.

Y anoche llegaron otro grupo de españoles al campamento que subirán un día después que nosotros, cambiamos impresiones y eran mayoritariamente de Andalucía, de mi patria perdida…

Y nos levantamos a la hora de siempre, antes de las siete para desayunar a esa hora y salir sobre las ocho, hoy ascenderemos al campamento dos desde el que esta misma noche emprenderemos el ataque a la cima del Ararat.

Y me quedé en la tienda rescatando hasta el último gramo de energía que pudiera sacar, me encuentro bastante mejor que hace dos días, pero no soy yo, no soy ni la mitad de mí, la montaña está tapada por una “nube corona”, los que estén arriba no verán nada, a las dos de la mañana vi sus luces reptando en la ladera altiva, tan altiva, que me hace sentir como una cucaracha bajo el pie de un gigante que lucha contra la suela del zapato tratando de escapar…, se ve tan alto y tan lejano cuando apenas hay unos pocos kilómetros, unos cuantos kilómetros hasta el cielo…

 

 

Por fin salimos, una vez más voy el último, hoy iremos por un gran sendero hasta el campamento dos.

Pero nada más salir nos encontramos a cinco minutos  un gran campo base lleno de letrinas y de tiendas desperdigadas, es de donde salen la mayoría de las expediciones, estamos a principio de temporada en unas semanas no quiero pensar la sobre población humana que sufrirá esta montaña y el gran acúmulo de basura desperdigada por todas partes, es una pena ver cómo lo destrozamos todo, te dan ganas de no volver a sitios donde no se respeta la naturaleza y lo llenan todo de “basuraleza”, algún día los turcos lamentarán no ser más cuidadosos con lo suyo…

 

El sendero es sencillo, es ancho  y muy transitado por muchos grupos de personas y recuas de caballos que llevan los enseres y los alimentos, es un gran espectáculo ver a estos espléndidos animales.

 

Voy guardando en silencio toda mi energía, son mil metros hasta los 4200 metros a los que ascenderemos esta mañana y luego por la noche serán hasta los 5137 metros de  la subida restante, por medio unas cuantas horas de descanso, porque dormir va a ser muy difícil  por las previsiones de tormentas para esta tarde, y posiblemente estaremos metidos en ella, rodeados de rayos…

Hemos dejado el valle inferior para empezar a subir por una pedrera muy vertical junto a un gran nevero que se pierde en la niebla, vamos parando continuamente a admirar las recuas que suben y bajan.

 

El camino zigzaguea en herradura hasta que nos mete en la niebla, el tiempo  va empeorando.

Pero ya vemos  nuestra zona de acampada en el campo dos, hay una tienda más grande donde nos recibe Sabri con un buen tentempié, y una vez más empieza a granizar nada más llegar, el tiempo no está nada agradable.

 

Salgo a ayudar a Cuma a montar las tiendas bajo un gran temporal, luego viene Samba a ayudarnos, preparamos al final cuatro tiendas en las que cogemos las paredes de lona con grandes piedras, César nuestro meteorólogo nos ha dicho que lo peor vendrá de 7 a 9 de la tarde y luego quedará el cielo despejado pero con viento.

 

Lola se quedará sola en la primera tienda y muestra su preocupación porque salga volando ella con la tienda al ser poco pesada, yo le digo que tiene cinco hombres para elegir para que la acompañen  hasta la hora de la salida, pero parece que prefiere su miedo a la tormenta.

En la siguiente tienda estará Samba sólo, y en el  bancal  más abajo estarán los Valencianos César y Pepe  y junto a ellos, la tienda de Artemio y mía.

Preparo la mochila para por la noche, y me voy a mi tienda de campaña, no me gustan los barrotes de metal de la tienda grande atrae rayos  ni el “fumadero” que han montado entre los guías y los no guías…

Las tormentas van sucediéndose una tras otra, truena bastante fuerte pero no son las más fuertes según nuestro meteorólogo.

 

Al final he salido de mi tienda y me he ido a la grande, cenamos antes de las cinco para poder descansar pues a  la una  de la madrugada  nos levantaremos para comenzar a andar a las dos.

 

Salimos cuando la granizada para un rato para estirar  las piernas en el período de entre tormentas, vemos como poco a poco se acerca la gran tormenta que pronostica César.

 

Y Artemio y yo nos metemos en la tienda con la certeza que con los cerca de 200 kilos que tenemos de cuerpo entre los dos no saldrá volando nuestra tienda , aunque se retuerce y se remueve continuamente bajo los truenos que rompen sobre el sonido fiero del viento y el granizo que azota la tienda, no nos preocupa en demasía salvo porque no hay quien pegue ojo con tanto ruido…

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Jueves, 27 de junio de 2024.

 

Y la tienda sigue retorciéndose compulsivamente como si estuviera de parto, Artemio ya me había advertido de la proximidad de la hora señalada para salir de ella, la una de la madrugada, por lo rápido que se me habían pasado las dos últimas horas intuía que podía haber tomado un sueño ligero en las convulsiones de la tienda, Artemio lamentaba no salir antes de la hora pues no estábamos durmiendo y amanecería poco más allá de las cuatro, pero como estaba acordado hasta la una no lo hicimos.

En parto de mellizos nos deja la tienda afuera con el frío de la noche, noche estrellada y oscura sin luna, no tengo fuerza ni para hablar, es la cuarta noche en vela en ocho días, malditas guardias, malditas sean…, pero la suerte está echada iré arriba con lo que tengo, no sé si seré la mitad de mí mismo, pero es lo que hay.

Hemos desayunado apenas un té caliente, no entra la comida a estas horas y alturas, y el frío es cada vez más frío, no me atrevo a pensar ni tengo apenas fuerzas para hacerlo.

Nos preparamos y terminamos de abrigar dentro de la tienda comedor, Lola nos cuenta que no ha dormido un solo minuto en toda la noche, que a las nueve de la noche temiendo salir volando con su tienda se levantó y se acercó a la tienda más grande, y que pocas veces ha pasado tanto miedo en su vida.

No me he puesto el segundo par de guantes pensando que no sentiría frío, pero así no ha sido y tendré que parar para ponérmelos, las manos me duelen, se me duermen, y me vuelven a doler, luchando contra el peso de las sombras con mis pasos trémulos de  somnolencia, acosados por aquellos pensamientos  que me impiden caminar, pero  sin embargo mi corazón me engaña…

Cuma se ha puesto a la cabeza de la ascensión,  yo me quedo el último del grupo de “turistas” detrás de Samba  y  el “masterchef”, el otro guía detrás de mí, que también subirá con nosotros por si tiene que bajar a alguien antes de tiempo, posibilidad  muy considerable  por el frío y el fuerte viento que nos azota esta noche.

Comenzamos la marcha entre una fila de luceros de más de setenta personas en ascensión, nos hemos juntado todas las expediciones a la misma hora y en el mismo momento, no puede ser bueno, pero no puedo gastar energía ni en pensar, pero mi corazón por fortuna me engaña…

Nos metemos en una inmensa fila de montañeros que nos para y nos frena continuamente, no podemos tomar un ritmo, la fila lo impide, se me apaga la luz de mi frontal, no tengo fuerzas ni para darle al botón y prefiero seguir a oscuras, pero las demás luces de los frontales son suficientes para ver mi camino, sin embargo las estrellas se pierden difuminadas en el firmamento que no puedo ni siquiera observar, apenas puedo subir la cabeza en mi desgana, pero sin embargo mi corazón me engaña…

Paso a paso vamos subiendo muy lentamente, nos paramos a  dejar pasar un grupo de veinte personas, luego los volvemos a pasar y luego nos pasan ellos y se detienen, estamos  en zona de roca y hielo , el granizo de la tarde anterior se derritió y convirtió los pasos de la roca  en trampas resbaladizas,  este corredor de rocas y piedras que no termina nunca me recuerda a la subida al Mont Blanc hacia el refugio del Gouter, ahora nos paramos cada vez más y la sensación de frío aumenta hasta hacerse  poco menos que soportable, llevo puesta dos capas más que cuando fui al polo norte, entre ellas el “plumas” que nunca lo suelo usar pero me estoy congelando,… en el terror de la oscuridad que no sienten ni las rocas ni las estrellas, pero mi corazón me engaña…

Y la noche empieza a diluirse, ahora no siento, ahora me reviento, ahora no me entiendo, abrazo el frío que me toca las manos, que me dice esas palabras que me impiden avanzar, que me cuentan esas patrañas de dolores y tristezas que frenan mis pasos en cada paso, en cada roca, en cada trocito de hielo, pero sin embargo, mi corazón me engaña…

He tratado de comer un trocito de yema de huevo congelado, pero me duele mucho el pecho al hacerlo y no puedo respirar, no volveré a tomar nada, sólo beberé agua caliente de mi termo, los demás que no lo trajeron se le ha congelado el agua dentro de sus cantimploras   que no entiende del revestimiento para el frío.

Nos sentamos a esperar que avancen el grupo más numeroso, estamos atascados, ya  se ve, apenas me atrevo a mirar hacia arriba donde la cresta de rocas se extiende hasta el infinito, hasta la eternidad, hasta el fin del mundo lejano y difuso, o eso me quiere hacer creer mi mente, mejor no miro, menos mal que mi corazón me engaña.

Y de repente  se alza como pirámide oscura, impávida y enorme  la sombra de la montaña, del Monte Ararat, en el horizonte apuntando a las nieves del Monte Süphan que en la lejanía se ríe de nuestros ateridos pasos en la cola de montañeros para subir al Ararat, allí detenidos por el hielo que apenas se atreven a cruzar la larga fila de colores de los montañeros poco acostumbrados a estos cometidos me parece a mí  y  nos sentamos un momento…

 

 No sé si es   mejor ver que  la oscura terquedad de la noche negra, pero paso a paso seguimos, despacio, ahora cruzando pequeños neveros que están helados ,ahora por  la roca resbaladiza que te quiere tumbar, durante la noche he visto abundantes abandonos en otros grupos, algunas personas tiritando de frío, otras blancas por el mal de altura, pero nuestro grupo sigue adelante sin dudar, y no paro de pensar en el esfuerzo que  Lola está realizando, su decisión indudable de llegar a la cima le lleva delante de mí y hace  me no me plantee ni por un momento desistir, aunque realmente apenas  estoy sufriendo físicamente, es mi cabeza la que entorpece mis pasos…

Y cruzamos dos neveros más grandes y  la fuerte pendiente por un momento empieza a debilitarse, vemos sobre nosotros el blanco de la cima de la montaña, nos paramos a ponernos los crampones, a partir de ahora todo es nieve, nos quedan más de cuatrocientos metros de desnivel, pero yo ya sé que llegaré…, aunque no sea con vida.

 

Maese Viento siempre sopla sin compasión, fiero, fuerte, gélido, con su bramido que nos impide hablar entre nosotros, y la ancha aurora nos sorprende con sus blancos en el cielo y sus azules grisáceos en la tierra, nos elevamos sobre la esfera del firmamento, pero no puedo apenas mirar, mis fuerzas me lo impiden, pero por fortuna, mi corazón me engaña…

 

La ventisca se ceba con nuestros cuerpos de montañero, el frío se acrecienta aún más,  y nuestros pasos se pausan pero siguen adelante en la fila de montañeros que ha ido cada vez disminuyendo, y sentí sobre mis brazos una mirada, y el murmullo del respirar de la montaña cuando Sabri me señala la ansiada cima.

Y mojé de diamantes helados mis ojos fijados en la cumbre que se distanciaba cada vez más,  tan lejos, muy lejos, que parecía perdida en un cielo de azules y blanco difuminado, y eso que Sabri me dijo que faltaba una hora, pero mi corazón suave en las profundidades de mi pecho  me continua  engañando…

Sabri se ha pegado a mí desde que empezamos, conocedor de mi mirada perdida, no para de animarme, y a veces me apremia a seguir para no quedar atrás en mi desgana, dejando herida mi mente débil en la mañana, pero él ignoraba que mi corazón me engaña…

Maese Viento precipita miles de cristales de hielo en nuestras caras, bramiendo, gritando, aullando, como queriendo decirnos que no sigamos hacia la cima, pero no comprendo lo que nos quiere decir Maese Viento que está invernal y gélido,  y mi corazón no entiende nada pero sin embargo me engaña…

 

Y el sol se asoma sonriente de hielo, con su esfera pálida que nos alumbra como un faro hacia la cima, y bajo su cuerpo redondeado  nos espera la cumbre vestida de novia, me dijo Sabri que faltaba una hora, pero no me dijo que tipo de hora era la que nos faltaba, si era corta como un beso alado o largo como un parto de trillizos…, pero sin embargo mi corazón me engaña…

 

No metemos en una zona con piedras descubierta de nieve por la intensidad de Maese que nos lleva hasta un serac o bloque de hielo que sortearemos a su derecha, en este tramo hemos adelantado cerca de treinta personas, y eso que vamos a paso de penitencia.

 

No creo que lleguen ni la mitad de los montañeros a la cima hoy, pasamos  a una vaguada donde todo está blanco, Maese Viento no sopla apenas en esta zona, hay mucha gente que lo aprovecha para descansar sentados en la nieve, algunos parecen que van a caer tumbados muertos  en la nieve, y nos paramos a tomar un poco de aire…

 

Y nos rompemos en la última subida, Samba nos marca el ritmo a Lola y a mí, lento pero seguro y constante, pero por un momento me quedo atrás, , respiro, miro, no pienso, no siento, no padezco, la cima está ahí mismo…

Sabri me apremia a seguir, yo sé  que voy a subir, casi estoy arriba, pero mi mente no da para mucho más, no puedo apenas ni pensar, no me pesa estar a más de cinco mil metros, me pesa mi cabeza, pero por fortuna mi corazón me engaña…

La última cuesta me queda por subir, paso a paso, parece que voy para atrás, malditas guardias…, ya voy llegando, ahí están mis compañeros y amigos que vienen a abrazarme cuando me ven, pero el pozo de mis lágrimas se secó hace tiempo en el calvario de la pendiente…

 

Estoy en la cima, es un volcán redondeado desde el que se domina todos los alrededores, me pongo a hacer fotos a mis compañeros en la cima, Maese Viento aprieta sin piedad y hay una cola en la estrecha columna de nieve  al lado de un “buzón” que marca lo más alto, 5137 metros…

Estoy como anestesiado, apenas puedo mirar, mi cabeza no razona, pero me acuerdo de hacer un vídeo de la cima…

 

Y nos hicimos una foto, pero el viento frío hacía muy desagradable el permanecer en la cima, así que enseguida comenzamos el descenso, todavía continúan llegando algunos montañeros rezagados, a la cima no ha llegado ni la mitad de la gente que la acometió esta mañana, ha sido muy duro…

Vamos bajando me quedo atrás, no tengo prisa, quiero disfrutar de la bajada, de la subida no lo pude hacer, estaba más centrado en sobrevivir…

 

Y poco a poco vamos bajando deslizándonos por el blanco, colgados del cielo, sobre las nubes, sobre las letanías bañadas de grises que se dispersan alejadas de nuestros ojos, sintiendo que el paisaje se perdía solitario  en el azul cielo, diamante azul que canta, cantar del silencio transparente lleno de luces y diáfanos de entendimientos que fluyen entre las nubes que se deshilachan sobre mis pies entre la brisa helada, acariciar de hadas gélidas de sueños perdidos…

Y escuché entre la luz del astro rey  un fluir de música y de voz  ignorada, dura, pero firme, fría pero sincera, llenando mis oídos de su timbre conocido y esperado hasta el ansia más profunda por mí, es Maese Viento, por fin…

  • Maese Viento, ¿dónde estabas, amigo mío?, me azotabas y golpeabas en la cara cuando más te necesitaba, esta vez lo he pasado bastante mal en la soledad, pues tú callabas…

  • Necio humano. Siempre estoy, bien lo sabes, eras tú el que perdido en tu mente oscurecida  no me escuchaba.¿ Y por qué crees que tu corazón te engaña?, ¡ estás muy confundido humano!

  • Maese Viento, claro que mi corazón me engaña, pero he subido por él, ahora lo sé…

  • Y qué te decía tu corazón, para creer que te mentía, bien lo sé, pero los humanos que te leen no lo saben…

  • Que la montaña era pequeña para mí, que la podía subir mil veces si yo quería, pero yo me estaba muriendo en la subida y apenas avanzaba…

  • Gran error humano, escuchaste al ruido de tu cabeza, y te instalaste en la queja y en la autocompasión por los daños recibidos de los demás antes de venir a la montaña, eres tú en tu cabeza quien te engaña no tu corazón…

  • Tienes razón, Maese, ahora que estoy bajando no me encuentro cansado, mi cuerpo está bien, era mi cabeza…

  • Era tu cabeza la que te frenaba con su ruido y sus lamentaciones de humano desvalido e incapaz, tu corazón te decía la verdad, tú eres mucho más que todo eso, bien lo sabes, pero se te olvida con frecuencia…

  • Para eso estás tú, Maese Viento, para recordármelo. Gracias, querido amigo.

Maese Viento tiene razón, realmente no me siento cansado, es mi cabeza la que me ha estado saboteando todo el camino, pero escuché a mi corazón y aunque creía que me engañaba  fue  él quien  me subió hasta arriba, y si hubiese tenido mil metros más la montaña, también lo habría hecho…

Me voy quedando atrás en el sentir de la montaña, que me llena los ojos de cielos y momentos queridos por mí, la fila de montañeros felices se desplaza buscando la telúrica línea del horizonte que cada vez va aterrizando del cielo que se aleja poco a poco de nuestros cuerpos que se hunden en el seno de la Madre Tierra, y allí sigue azotando con fuerza Maese Viento, con su voz tan anhelada por mí…

  • Maese Viento, tú que lo ves y lo sabes todo…,¿ por qué mi corazón es mi fuerza?, creí que lo era mi cabeza, y ahora veo que realmente mi cabeza es mi debilidad…

  • Humano, dentro de tu pecho en la zona del corazón, tienes la energía más potente del universo, es la vibración absoluta, la frecuencia Sagrada, es el AMOR.

  • Y ese AMOR, Maese,¿ lo tenemos todos los humanos?, hay personas que parecen que no lo tienen y por eso viven en la amargura y el daño, a veces a sí mismos y casi siempre lo hacen a los demás…

  • Como ya te conté en otra ocasión, humano, el AMOR se transmite de madres a hijos por el útero que es un préstamo de Madre Tierra, pero a algunos seres humanos apenas les llega como has dicho tú antes el AMOR de Madre Tierra, ese AMOR que lo llena y le da sentido a todo, y que determina todo en vuestro mundo humano ya sea por su presencia o su ausencia.

  • Pero Maese, entonces ese AMOR que nos dan es el que vamos a tener para siempre, y si nos dan poco tendremos poco en nuestra vida,  ¿es así?

  • No, no lo es, humano. El AMOR es una vibración, una frecuencia de energía que se puede amplificar hasta el infinito, si tú lo cuidas y eres CONSCIENTE de él, tendrás AMOR para ti y para los demás de manera infinita, ese AMOR te une con las demás personas, y con todo lo que hay en el universo, pues la materia es energía y en su frecuencia máxima es la del AMOR, la frecuencia de lo Divino.

  • Maese Viento, me sorprendes, hoy estás muy amoroso, con lo que me has gritado y helado en la subida… ¡no me lo puedo creer…!

Seguimos bajando por la nieve, la bajada se me está haciendo corta, apenas hemos andado distancia subiendo, pero bajando todo es tan diferente…

 

No paramos a comer algo, lo tengo todo congelado, así que prefiero comer  cuando lleguemos al campamento dos, allí nos espera Sabri con algo de picar. Me va contando Samba que es muy amigo de Alex TxiKon, el famoso «ochomilista», que hace ayuno de varios días para entrenarse, en altura no se puede comer porque la digestión es muy difícil salvo agua y cosas líquidas, ahora entiendo por qué me dolía el pecho cuando tomé el trozo de huevo duro al comienzo de la subida.

Nos bajamos poco a poco, Cuma se va quedando atrás con Lola que va muy cansada de no haber dormido esta noche, tiene mucho mérito lo que ha conseguido, a pesar de haberme quitado  los crampones busco neveros para ir más deprisa, dudo si bajarme corriendo por el gran nevero que hay a la derecha que baja todo el barranco, pero al final sigo entre las piedras, nuestro grupo se ha ido separando y llegamos al campamento dos poco a poco.

Aquí nos encontramos de nuevo a los españoles que conocimos en el campo base,  descansamos un momento y comemos algo en la tienda comedor, pero al poco rato descendemos hasta el campo base, otros seis km en nuestras piernas.

Llegamos al campo base y nos encontramos que están reparando el techo de la tienda cocina-comedor, luego al día siguiente Orhan nos contaría que en la tormenta de anoche que nos revolvió las tiendas en el campo dos, había arrancado el techo de esta tienda más grande y había inundado otra tienda grande de agua y arrancado dos más pequeñas, también nos contaría que había muerto un iraní dos días antes de que subiéramos y al día siguiente por la mañana se caería una montañera y estaba muy grave con un golpe fuerte en la cabeza, estas cosas asustan pero también dan valor a lo realizado.

Así que cenamos pronto y nos acostamos en nuestras tiendas de campaña del campo base bien temprano después de degustar una botella de ron de canarias que había traído Artemio, caeremos muertos…

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Viernes, 28 de junio.

Nos hemos levantado a la hora de siempre , y desayunamos , la nostalgia alberga nuestros últimos minutos en el campamento base, ahora pensamos en los españoles que están en la cima, les está haciendo  un día muy bueno, pero no nos apetece subir de nuevo, nos hicimos fotos, disfrutamos de los últimos instantes en el campo base del Monte Ararat…

 

Y bajamos a dos mil metros donde empezó la aventura, pensativos de los días vividos, con la satisfacción del logro conseguido, se vinieron con nosotros cuatro rusos  en la furgoneta, son de la zona del Elbrus, ellos subieron por libre pero acamparon en nuestro campo base.

 

Llegamos a Dogubayazit  y tras ducharnos y descansar nos fuimos a celebrarlo todo almorzando…

 

Por la tarde nos acercó Orhan al palacio de Ishak Pachá, que vimos un poco deprisa, a Orhan parece que no le gusta el turismo…

Y aquí acabó la aventura del Monte Ararat…

Gracias a mis compañeros  Pepe, César, Lola, Samba, y Artemio.

Y al guía Cuma y al “marterchef” y guía Sabri que me regaló unas gafas kurdas…

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Epílogo

Y al día siguiente volvimos al aeropuerto de Igdir Artemio y yo, fuimos los últimos en hacerlo del grupo, por lo que un taxista nos llevó hasta allí pero antes comimos por última vez en Turquía allí en el centro de Igdir mientras el taxista nos esperaba en una mesa contigua.

Tuvimos luego que pasar dos veces por el mostrador del aeropuerto, una para facturar y otra tras haber pagado la factura de nuestros petates que habíamos disminuido su peso para que no nos costara 200 euros la broma, regalamos ropa, botiquines y zapatos, y yo llevaba diez kilos de equipaje  a cuestas para evitar pagar 120 euros, dormimos en el aeropuerto otra vez gracias a la mala conexión de 12 horas de espera por la nefasta gestión del innombrable de la agencia de viajes, al menos esta vez no me dijeron que me iba a quedar sin sitio en el avión, miremos lo positivo…

  • Otra vez estás con tus lastimeras quejas, humano. Llevas todo el viaje quejándote de todo, te estás perfeccionando en el viejo oficio de las plañideras…

  • Maese Viento, ¡Qué sorpresa!, tú aquí abajo hablándome, no te esperaba. ¡Una plañidera!, lo que me faltaba por escuchar, Maese. No crees que estás exagerando un poco.

  • Las quejas te bajan la energía. Humano, no has parado de hacerlo, cómo pretendes subir a las cumbres frenándote, culpando al exterior de tus malas gestiones.

  • Malas gestiones, Maese…

  • Tú ya sabías la naturaleza irresponsable de la persona que lleva la agencia que no quieres nombrar.

  • Pero quise darle una oportunidad de hacer las cosas bien, Maese.

  • Pues ya sabías que había actuado mal con tu amigo Angeloti en Azerbaiyán, y previamente conocías de  dos testimonios de la poca ética de esa persona, no eres víctima sino cómplice de permitir que te dañara, así que deja ya de quejarte.

  • Al final siempre tienes la razón, Maese Viento, yo mismo me frené y me limité todo el tiempo en la subida y nunca debería haber confiado en esa persona que no volveré a nombrar…

  • Humano, no lo olvides, tu futuro se crea desde el presente, si te quedas en el presente con pensamientos negativos y victimistas sólo puedes atraer cosas negativas, VIVE el presente desde lo POSITIVO, conseguirás todo lo que te propongas y atraerás un mundo mejor para ti.

  • Maese, me tienes desconcertado, como me cuidas últimamente, no me lo puedo creer, algo está cambiando en ti…

  • No te equivoques, humano, el que está cambiando eres tú…

La Promesa

Y por último os dejo la promesa de Pepe el Valenciano, no la he olvidado, espero que  cumpla el compromiso  del abandono del tabaco   y que César también lo haga algún día próximamente…

 

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