Ha sonado el despertador de Jesús Mansilla, me ha despertado pues estaba dormido, creo que he podido dormir por lo menos dos horas, son las once de la noche y habíamos acordado despertarnos a las doce…, ¡vaya!, otra vez me confundí al no tener la hora en el móvil de Rusia, Jesús Mansilla puso bien el despertador, son las doce no las once…,hay que levantarse, hoy es el 26 de Junio de 2019.
Nos tendremos que poner todo el equipo, arneses incluidos, ayer hablamos con un armenio que acababa de bajar de las dos cimas y nos contó que en la arista final de la cima oeste que es la que subiremos hay un cable para asegurarse y es conveniente hacerlo pues tiene mucha pendiente y mucho hielo y si te caes es muy difícil poder detenerte con el piolet. Desayunamos algunas galletas y cruasanes que compramos el día anterior, estoy deseando subir, me encuentro muy bien.
Iniciamos la subida tan temprano por dos motivos; para que la nieve a cotas más bajas no esté blanda por el sol y para estar abajo a las doce del mediodía, que es cuando en el microclima del Elbrus se forman las tormentas diarias. La subida es muy dura en su inicio y se suaviza tras las rocas de “Pastukov” a 4800 metros girando la senda a la izquierda buscando “ la silla de montar”, que es el collado entre las dos cimas, y tras cruzar el collado que es bastante llano se coge la arista final, la más dura físicamente, pues apenas hay un 50% de oxígeno a más de cinco mil metros, y el cuerpo lo nota y si no sabes regularte y controlar tus pulsaciones y tu respiración, te puedes agotar fácilmente.
Nos hacemos una foto en la puerta del Barracón y Jesús graba un vídeo del comienzo de la aventura a las una y veinte…
Josechu me dijo que me colocara primero y que marcara yo el paso, él se sitúa detrás de mí, luego Eloísa, luego Jesús Mansilla y por último Jesús.
Lo habíamos hablado previamente, la subida se debe hacer a un ritmo continuo pero que los cinco lo pudiéramos aguantar sin cansarnos, hay que guardar fuerzas, he calculado que son ocho horas de subida a ritmo tranquilo, luego tras disfrutar de cima y bajarnos serán otras cuatro horas, así que poco antes de las dos de la tarde deberíamos estar de vuelta y sobre esa hora se pondrá mal el tiempo según previsiones.
Empiezo a andar, voy bastante despacio, está muy oscuro, la luna está en cuarto menguante, cogemos una pista ancha de pasar vehículos, es bastante cómoda, creo que no vamos bien pues tengo de frente la luna y tenemos que ir al sur no al este, corregimos trayectoria, ya estamos en la pista de verdad…
La nieve está muy triturada del paso de las orugas, ya vemos luces en lo alto, pues ya habrán subido a algunos “excursionistas” hasta las rocas de “Pastukov”, es lo que peor que tiene la cara sur de la subida al Elbrus, suben a la gente en oruga hasta los cinco mil metros y a algunos en motos de nieve, y digo gente, pues un alpinista no lo haría nunca, y así hay tantas muertes en esta montaña; se suben en teleférico hasta donde estamos en la estación de esquí a 3800 metros, y luego les suben en oruga hasta los 5000, y ellos sólo andan hasta los 5640 metros que tiene la cima, la mayoría si no hecho una aclimatación previa llegan a la silla de montar a 5200 metros y allí se quedan reventados, y reventados literalmente, pues alguno muere de mal de altura o está a punto de hacerlo como el japonés que atendimos ayer…
Voy despacio, trato de respirar lentamente relajando el cuerpo, tengo que ir adaptándome para que apenas necesite oxígeno al andar, pararemos cada hora comeremos y beberemos, voy empezando a encontrarme muy bien, mejor que nunca en la montaña, se me ha pasado la primera hora volando y estamos en el refugio Marie, a casi 4100 metros, vamos bien.
Antes del refugio pasamos una pendiente muy grande, allí tuve que frenar un poco, es lo que tiene mi ritmo lento, que lo llevo siempre igual sin importarme la pendiente o el llano, me preocupa mucho Eloísa, ella antes de venir aquí ha estado muy poco tiempo en altura a lo largo de su vida, espero que pueda aguantar hoy…
La segunda hora se me pasa rápido en la oscuridad, nos adelantaron dos orugas repletas de excursionistas, es un incordio pues te dejan olor a gasoil y te trituran la nieve, Eloísa parece que va bien, me fastidia no verle la cara al ir primero, me vuelvo continuamente a preguntarle cómo va…
Empezamos la tercera hora de ascenso, hay pendientes largas y duras, voy moviéndome muy despacio, estoy entrando en un estado de sopor, cierro los ojos y tengo la sensación de estar en la cama, me siento raro, no siento que fuera andando,… es como si levitara, como si estuviera descansando en una meditación y mis pies no tocaran el suelo…, ahora siento la montaña…,siento su inmenso cuerpo que me lleva hacia arriba y me arrastra a su cima, y yo no me resisto ni me esfuerzo lo más mínimo…, es difícil de explicar, nunca sentí nada parecido, algo está cambiando en mí, es un grado de conciencia superior, es darte cuenta de que eres parte de una energía y aquí te vas encontrando con ella…
No me gusta la cara de Eloísa, ella dice que está bien, pero conociéndola, resistirá hasta que reviente, y eso me preocupa, pero no puedo hacer nada salvo andar más despacio…, me balanceo a los lados para no coger velocidad,…tengo la sensación de ser un paso de Semana Santa, empiezo a escuchar las trompetas y los tambores, me falta cantar una saeta…
Ya empieza a clarear, viene el momento del día más difícil, el amanecer…, caerán en picado las temperaturas y el cuerpo tiene un bajón muy importante,…es la hora que más personas fallecen de manera habitual, todos los médicos lo sabemos, creo que si Eloísa supera bien este momento habrá bastantes posibilidades de que todos hagamos cumbre.
Hemos llegado a casi 4800 metros, está amaneciendo, estamos sobre las rocas de Pastukov, en un poco de subida más ya estaremos llaneando, me encuentro genial, he subido sin ningún esfuerzo, la montaña me subió…, grabo un vídeo del momento…
Josechu ha grabado otro y me lo ha pasado, hace mucho frío y la sombra del Elbrus se cierne sobre el Cáucaso…
De repente reparo en el semblante de Eloísa, está blanca como la nieve…, me acerco a Ella.
· Fran, me encuentro mal. Tengo mucho frío sobre todo en las manos…
· Quítate los guantes, a ver si te las puedo calentar…, le dije mientras trataba de calentarle las manos abriéndome el abrigo y poniéndolas contra mi pecho.
· Podemos decirle a alguno de las tiendas si ella puede entrar un momento a calentarse, dijo Jesús señalando una de las tiendas de campaña.
Pero ella estaba cada vez más pálida y entonces me dijo que tenía náuseas,…ahora se ha puesto a vomitar, esto ya no me gusta nada,… se ha acabado la subida.
La agarro por las muñecas y le miro a la cara y digo en voz alta…
· Eloísa tiene que bajar, nos vamos para abajo…
· Bajo yo con vosotros, dijo Jesús Mansilla.
· No, bajo yo. Dijo Josechu. Bajaré yo…, no se hable más.
· Josechu, si Eloísa no está tan mal…, que baje Fran solo con ella que es el médico…, no hace falta que bajemos ninguno más…, dijo Jesús.
· ¡No!, ¡De eso nada!, en montaña el número para asistir a una persona son dos mínimo, si a Eloísa le pasara algo Fran no podría manejarse sólo con ella, no se hable más, subid vosotros dos que Fran y yo bajamos a Eloísa.
· Josechu, pero deja que baje yo, volvió a insistir Jesús Mansilla…
· Venga, que el tiempo apremia. Idos los dos para la cumbre que la expedición tiene que llegar arriba, yo no podría subir pues no me sentiría a gusto arriba sabiendo que Eloísa no está bien…, si fuera mi Guadalupe( la hija de Josechu) yo quisiera que la acompañaran dos personas…
Me acerqué a Jesús Mansilla y le di mi GPS, él es el técnico de informática del grupo, le expliqué cómo tenía que usar el GPS para marcar la cima.
Y empezamos a bajar los tres, en todo momento estuve tranquilo pues sabía que ni Josechu ni Jesús Mansilla me dejarían bajar sólo con Eloísa, ellos son de mi misma forma de ver las cosas y del mismo sentir en la montaña…
Aunque lo sentía por Josechu pues era el alma de la expedición, siendo éste su proyecto personal y él lo había organizado, y se quedaba sin subir por segundo año consecutivo, egoístamente me alegraba por mí, nosotros dos éramos los que más experiencia teníamos en la montaña y posiblemente los más fuertes físicamente en altura, eso era importante para tratar de llegar abajo con Eloísa en perfecto estado, que por el momento parecía que iba bien, pero nunca hay que confiarse, el mal de altura es progresivo pero a veces te aparece muy rápidamente, y después de ver lo que le pasó al japonés no íbamos muy tranquilos…
Las vistas eran increíbles, ahora sin la tensión de la subida me empezaba a relajar y a disfrutar, me acordaba mucho del Mont Blanc cuando Jesús y Josechu se metieron en la tormenta de nieve en la arista final y yo me di la vuelta, en esa bajada disfruté viendo y sintiendo, ahora se repetía la historia…
Y tanto que se repetía la historia, se ha formado una nube por encima nuestra , ellos estarán en la niebla, y ya veremos si no les nieva camino a la cumbre, aunque de momento no lo parece…, esperemos que tengan suerte , lleguen y tengan vistas que también es importante, me acabo de dar cuenta que con las prisas se me olvidó explicarle a Jesús Mansilla la forma de darle al GPS para que te traiga de vuelta si hay mucha niebla, es fácil e intuitivo pero podría hacerles falta…
Eloísa está muy disgustada, no para de decirle a Josechu que se encuentra bien y que se vaya para la cima, Josechu siempre le responde que cuando lleguemos al refugio Mari…, a Eloísa no la conocíamos ninguno salvo Jesús que fue quien la invitó al Elbrus, en su momento discutí con él pues no creía que ella estuviera preparada para un Elbrus, ahora aunque me había costado bajarme me alegraba de que hubiera venido…, cuando me di cuenta que Jesús no iba a preocuparse en preparar a Eloísa para el Elbrus, la incluí a ella en mi propia preparación personal, junto con Candy y Noemí nos fuimos a Trevinca, Gredos y Sierra Nevada, pasamos unos fines de semana muy buenos y me hicieron descubrir en Eloísa una persona madura, sacrificada, buena compañera y sobre todo, a una amante incansable de la montaña, a pesar de lo que había pasado, que ya me lo podía esperar pues a mi entender le faltaban 4 ó 5 meses más de preparación en altura, estoy muy orgulloso de ella y creo que en toda la ruta se ha comportado de sobresaliente pues ha pasado pruebas muy duras…, aprovecho para saludar a Candy que me pidió que cuidara de ella, a Noemí, la incansable amiga de Eloísa también amante de la montaña…, y a Bene, mi compañero de invierno y de rutas complicadas que me prestó el gorro de himalayista que llevo sobre la cabeza…
Vamos bajando poco a poco, me tienen que esperar, yo estoy embelesado con lo que contemplan mis ojos, y no paro de hacer fotos y fotos…
Estamos pasando junto al refugio Mari, ya es tarde para que se suba Josechu, y subirse solo no es prudente…
Hemos llegado al barracón, son las siete de la mañana, me acerco a Josechu y le digo.
· Josechu, cómo estás. Yo me encuentro como si hubiera estado durmiendo en la cama en vez de haber subido al Elbrus…,¿ te animas a subir de nuevo esta noche?
· Pues claro que sí, la verdad que me encuentro bastante fresco…
· Pues no se hable más, vamos a mirar el tiempo, a ver si es factible, y nos echamos un rato en la cama.
· Sí, que aunque lo más normal es que no durmamos nada con tanta claridad, al menos que estemos descansando el cuerpo.
Miramos el tiempo y lo ponían similar al de hoy,…subiremos, parece que ahora toca la epopeya…, una vez más, subiremos en menos de 24 horas dos veces, y mañana tenemos el avión, así que tendremos que darnos prisa y no despistarnos pues el teleférico lo cierran a las tres de la tarde, y si no llegamos tendríamos que descender otros dos mil metros andando que serían cuatro mil bajando y casi dos mil subiendo, sin haber dormido en dos días, será emocionante…
Nos acostamos en nuestras literas los tres, Eloísa está bastante abatida y no se encuentra del todo bien, pero ya se le pasó el frío aunque no del todo las náuseas, como no le duele la cabeza creo que es normal que esté un poco revuelta después de todo lo que ha pasado, me tengo que levantar a tapar con el poncho la ventana pues la claridad me tiene alterado…
Intento dormir, otra vez siento palpitaciones que hacen moverse el saco, y con el ruido del roce, no me deja dormir, estoy cargado de adrenalina, lo que no es bueno para descansar.
Tras mucho esfuerzo al rato me quedo casi dormido, pero de repente se abre la puerta de golpe y se asoma un ruso gordo y desaliñado con barba talibán que empieza a decirnos cosas en ruso a voces…
Me levanto y me acerco a él, estoy bastante aturdido, se acerca otro ruso con aspecto normal y empieza a traducirnos en inglés las palabras del talibán, me dice que es el jefe del campamento y que no sabe ni cuántos somos ni qué hacemos en el barracón, yo trato de hablar en inglés y no soy capaz, entonces sale Eloísa y le cuenta que nos hemos tenido que bajar pues ella se puso mala, que teníamos dos compañeros arriba en el Elbrus y estábamos esperando que bajaran, y que nos quedaríamos un día más los cinco y el dinero lo tenía un compañero del Elbrus, y que cuando bajara le pagaríamos. Se había marchado el anterior encargado del campamento y había venido éste hoy con muy malos humos y modos…
Tras las explicaciones que le dio Eloísa se marchó el Talibán a regañadientes…, que susto nos dio, ya me he despabilado del todo y son las once de la mañana, menos mal que Eloísa estaba más despierta que yo…
Tratamos de nuevo intentar dormir, pero ya no era capaz ni de cerrar los ojos, ya estaba con los nervios de la espera, me acordaba del Mont Blanc cuando en el refugio de “Goutier” esperaba que bajaran Jesús y Josechu con un temporal de nieve y viento en la cima y no llegaban…
Nos hemos levantado y nos planteamos Josechu y yo irnos a comer para no romper el ciclo fisiológico, pero no tenemos rublos y no aceptan tarjeta en la cafetería, le llega a Eloísa un “wathsapp” de Jesús Mansilla diciéndonos que han hecho cumbre y que ya están en las rocas de Pastukof , y que vienen muy cansados, sobre todo Jesús Mansilla que lo ha pasado regular subiendo, son la una y cuarto, es un alivio, está empezando a nevar pero ya no tiene pérdida, es sólo bajar y bajar en línea recta…
Se está haciendo interminable, estamos fuera esperando, pero cada vez nieva más fuerte, son más de las tres de la tarde, se nos acerca de nuevo el ruso talibán y empieza a decirnos que si no le pagamos que a la calle, el lenguaje de signos es universal, cada vez nieva más, estamos discutiendo con el talibán pidiéndole más tiempo y él solo quiere rublos, ni euros ni nada, o nos hecha a la calle ya…,con la gran nevada que nos cae,…justo en ese momento aparecen los dos Jesús del Elbrus.
Doble alegría, por verlos y porque nos echaban a la calle, le pido a Jesús Mansilla los rublos y le pagamos Eloísa y yo al Talibán, que se va a su barracón sin mirar atrás, eso sí, al darle los rublos le dedicamos un recuerdo a su madre y a toda su familia en español…
Entramos en el barracón, estamos expectantes de sus historias de la subida, Jesús nos cuenta que todavía quedaba muchísimo cuando nos dejaron, se metieron en la niebla pero con los banderines se iba bien, y que cuando daban cuatro pasos se tenían que parar a respirar, que lo habían pasado muy mal y que Jesús Mansilla casi se agota, Josechu y yo nos miramos y nos sonreímos, está pensando lo mismo que yo, no se pusieron a andar despacio a ritmo como hay que hacer en altura, y estuvieron a punto de agotarse…
Nos cuentan que cuando llegaron a la silla de montar, había mucha gente tirada en la nieve reventada…, los de las orugas supongo. Y que la última arista era muy empinada, y tardaron mucho en hacerla.
Pero al final llegaron a la cima y era preciosa, estaba abierto y tenían vistas muy bonitas, pero no se acordaron de hacer un vídeo en la cima de 360 grados al estilo “pisandocumbres”…
Ellos se ponen a disfrutar de su merecido descanso, nosotros no podemos, tenemos que organizar nuestro nuevo intento dentro de un rato. Cada vez nieva más, le digo a Josechu que tenemos que ir a por agua y a comprar algo de comer, son las cinco de la tarde, nos ponemos los equipos y nos bajamos bajo una nevada descomunal…
Llegamos a los depósitos, no para de nevar…, pero nuestra moral siempre está alta…
Y nos acercamos a la cafetería a por comida,…al mal tiempo buena cara.
Nos metemos Josechu y yo en el barracón cocina y damos cuenta de lo que hemos comprado, sigue nevando, nos va a complicar mucho la subida el tocho nieve que está cayendo…
Ha parado por fin, son las seis y media, a las ocho anochecerá y nos volveremos a acostar para tratar de dormir al menos un par de horas.
Ponemos el despertador a las doce, esta vez lo puse con hora rusa, nos acostamos y tras muchas vueltas y vueltas me duermo, me he despertado, miro el reloj, son las once menos cuarto, he dormido un par de horas, a las once como no escucho roncar ni respirar fuerte a Josechu le pregunto que si está despierto y si nos vamos ya…, me dice que sí, que nos vayamos que el día va a ser muy largo.
Nos levantamos y nos vestimos, Jesús también está despierto y se levanta , los demás estaban también despiertos, encendemos la luz, comemos algo y nos pertrechamos, Jesús Mansilla me da su tarjeta rusa del móvil, la idea es que ellos se bajarán con todo el material a las doce y luego estaremos en contacto con los móviles, hay zonas del Elbrus que hay cobertura, nosotros trataremos por todos los medios llegar antes de las tres de la tarde al teleférico, y rezar para que la tormenta de nieve que pronostican a las doce no sea como la de la tarde anterior pues también lo cerrarían.
Nos desean suerte, y salimos de nuevo para el Elbrus,…son las doce de la noche, hemos dormido cuatro horas en dos días, noto la cabeza bastante embotada…
Comienzo andando como ayer, hoy hay menos señales de oruga, hay que ir pendientes de no despistarse, tenemos que cruzar un pequeño riachuelo que cruza la nieve, alguna vuelta damos para hacerlo pero lo hacemos…
Voy tratando de coger ritmo, me encuentro algo mareado por la falta de sueño pero el cuerpo lo tengo bien, el día se me va a hacer muy largo, vamos a ritmo lento pero constante, nos va cundiendo mucho, avanzamos mejor que ayer…
Ya estamos en el refugio Mari, llegamos casi dos horas de adelanto con respecto ayer, el cielo está estrellado y no hace frío, llevo puesto sólo una térmica.
Del refugio salen otros montañeros y nos adelantan, es una gran suerte pues nos van dejando huella en la nieve, ahora no me hundo, me concentro en seguir los pasos, solo veo las huellas en la nieve que suben y me suben, escucho en el silencio el rasgar de los crampones en la nieve, empiezo a sentir sopor, empiezo a sentir otra vez como si no anduviera, y estuviera subido en una escalera mecánica de huellas que me sube y sube, sin esfuerzo, sin darme cuenta, siento un corazón grande que late despacio y con fuerza, …es el corazón de la montaña que me lleva irremediablemente a su cima, no estoy en la montaña, estoy dentro, …la siento.
Hemos parado por segunda vez a comer y beber, vamos muy bien, vemos luces y empiezan a pasar las orugas con los excursionistas de las alturas, empezaremos a oler a gasoil y nos destrozarán las huellas, no son buenas noticias.
Seguimos al ritmo lento, las huellas van por el borde de la pista, no quiero que se pierdan,…y solo veo las huellas de blanco que se introducen en la oscuridad y me llevan continuamente y me elevan de nuevo…, y ese corazón latiendo despacio y con fuerza…
Pero de repente…
Empieza a soplar un viento muy fuerte, que azota y levanta la nieve en nubes blancas golpeándome la cara, nos tenemos que parar a abrigarnos, seguimos y seguimos, el viento es terrible…
· ¡Vuélvete!, humano…,date la vuelta.
· ¡No!, Maese Viento…, voy a subir. Necesito subir…,¡quiero subir!
· No te lo repetiré más humano, escúchame por una vez…, vuélvete.
Nos damos la vuelta Josechu y yo y vemos dos tormentas eléctricas, están a nuestra altura las nubes y se van acercando, no pinta nada bien.
Nos miramos y decidimos seguir…, el viento casi nos tira, las huellas se han borrado y se ha quedado el hielo al descubierto, ahora el avance es muy penoso…
· Márchate, humano. Es la última vez que te lo digo…, vuélvete.
· Maese…, déjame subir, han sido muchos meses preparándome para estar aquí, déjame subir…,¿por qué?, Maese, ¿por qué?…, no quiero volverme.
· No preguntes más, humano, date la vuelta y vete. No diré más…
Miro hacia arriba de la montaña, veo nubes de nieve enormes levantándose, nos paramos Josechu y yo, se ven montañeros bajando de arriba, tiene que hacer rachas de 100 km o más…
· ¿Qué hacemos, Josechu?, esto no me gusta nada…, el viento viene con la dirección de la tormenta de la izquierda y si se juntan las dos…
· A mí el viento no me preocupa, es molesto pero se puede soportar, pero esas tormentas, es que llevan un ritmo de un relámpago cada dos segundos…
· Y lo peor es que están a nuestra altura, si nos alcanzan estaremos metidos dentro de la nube y nos quedan diez horas de ruta todavía…
· Sabes Fran…, démonos la vuelta, que estamos a tiempo de elegir y pellejo sólo hay uno, y la montaña siempre estará aquí…
· No se hable más, Josechu…
Y nos dimos la vuelta, lo que más nos hacía dudar era que no había predicción de tormentas a estas horas, pero aquí las previsiones, valen para poco.
Bajamos a buen ritmo, nos cruzamos con otra oruga que sube, nos volvemos a mirar, el viento es un auténtico vendaval, y nos pasa a nuestro lado una estela plateada bajando…
Empieza a dolerme todo el cuerpo, la mochila la tengo desequilibrada y se me va para la derecha, hasta ahora no me había dado cuenta, pasamos el arroyo en la nieve y meto el pie…, ahora voy dando patinazos se me ha formado una bola de hielo bajo el crampón y no soy capaz de quitármela…
Estoy completamente sorprendido con Josechu, baja con una tranquilidad admirable, no veo signos de abatimiento en él por tener que abandonar su sueño blanco del Elbrus, luego me diría que nunca en su vida le había costado tan poco renunciar a algo, cuando tuvo que bajarse con Eloísa…, yo no estoy abatido,… estoy destrozado, creo que podría haber subido diez veces al Elbrus, físicamente me encuentro mejor que nunca…, pero la montaña no es lo que nosotros queremos, es lo que podemos.
Llegamos todavía de noche al barrancón, nos acostamos y en segundos caemos dormidos…
Nos despertamos, es por la mañana, ahora mismo no hay tormenta, nos queda la duda si llegó a alcanzar la zona alta, mejor no pensarlo, estamos abajo, ya da igual.
Hacemos las mochilas y nos dirigimos al teleférico, en el ambiente flota un aire de melancolía, de tristeza, algunos de nosotros llegaron al Elbrus, lo que es un éxito del grupo, pero no lo hicimos todos y es triste la renuncia…
Nos subimos en el teleférico, apenas podemos cargar con los mochilones, se nos habían olvidado lo pesadas que eran, son tres tramos de teleférico, las vistas son muy hermosas, pasamos sobre un glaciar y vemos coladas de roca volcánica triturada por el glaciar…, todo un espectáculo.
Nos bajamos del teleférico, y en el primer sitio que vemos nos paramos a desayunar, nos pedimos nuestra cerveza con huevos fritos y unos pinchitos de Yak…, todo muy rico a pesar de las hierbas que le echaron a los huevos parecidos al cilantro…
Luego cogeríamos un taxi hasta el hotel, allí reservaríamos unas habitaciones, nos ducharíamos después de seis días, e iríamos a devolver el material, luego descansaríamos hasta las diez que vendría un taxi para llevarnos a Mineralyne Vody donde saldría nuestro vuelo a Estambul a las cinco de la mañana…, allí estaríamos un día de descanso antes de volvernos…
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EPILOGO
Y el mar rasgado se revuelve en surcos que forman olas al paso rápido de nuestro barco por el canal del Bósforo, el cielo salpicado de nubes va cambiando de color, y las torres de las mezquitas se suceden continuamente en el horizonte, a ratos una bocanada con olor a gasoil nos recuerdan que estamos en la popa, a mi lado está Eloísa que se ha puesto un pañuelo rojo para reservarse del frío, Jesús no para de hacer fotos y en la esquina izquierda están Josechu y Jesús Mansilla mirando intensamente el espectáculo de la puesta del sol sobre el Bósforo en Estambul…
Yo no soy yo, miro impasible lo que está ocurriendo como si se tratara de una película , estoy indiferente a lo que me rodea, me siento frío como una roca, gélido como el hielo…, no me reconozco, he vuelto a Estambul pues estuve hace dos años, pero…, no soy yo.
Y una gaviota hace cabriolas en el aire tratando de atrapar al vuelo la comida que le tiran los pasajeros, el barco está lleno, tuvimos la suerte de cogerlo por segundos, ya había arrancado pero se volvió a recogernos…
El día se apaga lentamente y se van mezclando los colores, se encienden las luces de las rascacielos…, el sol desaparece tras la torre Gálata, los colores oscuros van ganando la partida, no estoy bien…, no siento nada, las luces rojo rubí arriba en el puente rompen la línea del horizonte, abajo las luces de neón de los palacios ribereños reflejados en el agua…, no estoy aquí.
En el día que se acababa habían pasado muchas cosas, el taxista vino puntual poco antes de las diez y tras algo más de tres horas nos llevó al aeropuerto, tuvo que parar al principio pues Josechu se bajó a vomitar, los frenazos del chófer le habían hecho su efecto, pues sufre de cinetosis, mareo en los coches…,para los no entendidos, y por eso se pone delante…, todavía no sabemos cómo se las ingenió para que el taxista ruso parase y no vomitara en el coche…, le vería la cara…, aquí pondría un emoticono…
Tras pasar un primer control de entrada al aeropuerto, buscamos sitio en la sala de estar y estuvimos descansando hasta las cinco de la noche, hora de embarque…
En el embarque pasamos tres controles, parece que no querían que nos fuéramos, Jesús lo pasó fatal, le llevaron aparte y le registraron la mochila, parece que la fabada no se puede llevar en el equipaje de mano en Rusia, y él sin saber ni inglés siquiera, ya creía que se quedaba allí…
En otro control unos perros nos olisquearon las maletas, no creo que respiraran muy a fondo pues habrían fallecido del olor de los calcetines de montaña de tres días de uso…
Y en el del pasaporte, me tocó una policía joven, pálida y delgadita que estuvo veinte minutos haciéndome preguntas en inglés, sólo faltó que me pidiera el número de teléfono y que me dijera que la invitara a cenar…, pues lo último que me preguntó es que si volvería a Rusia.
A las seis salimos, era de día y por fin vi desde el avión el mar negro…, y no es negro.
Llegamos a Estambul y tras estar media hora en la cola para pasar , nos dice el policía que hay que sacar visado, nos mandan a otro mostrador y una señora nos cobra 20 euros a cada uno, ni nos miraron si éramos terroristas…
Tomamos un taxi que nos llevó al apartamento que había reservado Eloísa en el popular barrio de Fatih, hasta las dos estaba ocupado, así que el dueño nos abrió el sótano para meter las maletas, cuando volvimos de desayunar y de darnos una buena vuelta por todo el barrio pues nos perdimos, decidimos dejar las maletas en el sótano, pues el apartamento era un tercero con escalera de caracol de hierro, con dos habitaciones; en la más grande una cama de matrimonio y un sofá cama que abierto no dejaba sitio ni para las maletas, y en la otra habitación una cama pequeña que apenas cabía y que dejamos para Jesús por su fobia a los ronquidos…
Por la tarde estuvimos paseando y bajamos corriendo al puerto para coger el barco popular, donde suben los turcos por 15 liras( 6 liras un euro), en el barco de los turistas son 30 euros el paseo…, y ahí estábamos en el barco.
La noche se había cernido completamente en la hora que duró la travesía por el Bósforo…, pero yo no estoy bien…, no soy el mismo, la noche me descubrió sólo y roto en un lugar equivocado, no estoy aquí, … no siento nada aquí.
· Pues estamos ante la que se puede considerar la octava maravilla del mundo. Decía el guía que hablaba español a duras penas, pues tras negociar con un guía en la puerta de Santa Sofía éste se decantó finalmente por un grupo más numeroso y nos llevó hasta el que teníamos ahora, un señor entrado en años, regordete, canoso, con su barba islámica…
· Y estas columnas son distintas a las demás pues son de templos egipcios y pueden tener tres mil años de antigüedad…, levanté la cabeza con pereza, escuchaba su explicación como el que oye llover, y cuando miré lo que vi eran las columnas basálticas en el camino al Elbrus, no estaba bien, me sentía raro, mejor dicho, no sentía nada…, seguía frío, frío como una roca, gélido como el hielo, y estaba en Santa Sofía, pero me daba igual…
El guía se ha marchado, no nos ha querido coger todo el dinero del precio estipulado pues se atascaba continuamente con el español y nos ha dado una explicación muy efímera…, hemos decidido subir a la planta de arriba, nos encaminamos por la escalera, empezamos a subir, voy rezagado subiendo los gastados escalones, subo lento y pausado, subo escalón a escalón, me empieza a entrar sopor…, en mis oídos empieza a sonar el crujido de los crampones rasgando la nieve, abro los ojos ,veo las huellas blancas en la nieve que suben y suben, el viento me golpea en la cara fuerte, me obliga a cerrar los ojos, siento un gran corazón latiendo…, cuando abro los ojos estoy en una sala enorme, blanca de hielo y paredes de nieve,…estoy dentro de la montaña,en el centro de la estancia veo una pequeña mesa de hielo y sobre ella una jaula con barrotes transparentes de hielo, y en su interior…, un corazón, un corazón fuera de su cuerpo que late continuamente, lento pero fuerte.
· Estás en un error, humano. No es lo que tú creías…
· ¡Maese Viento!,… ¿por qué?, ¿por qué no me dejaste subir?
· Yo no soy el que decide quien sube y quien no, humano, eso me trae sin cuidado…, pero estás en un gran error humano, ponte la mano en el pecho…
Me puse la mano en mi pecho como me dijo Maese Viento…, no sentía nada, mejor dicho no sentía nada latir…, no sentía ningún latido, me llevo los dedos al cuello buscando el pulso, no lo encuentro…
· Entonces quieres decirme, que lo que sentía no era el corazón de la montaña…, era mi corazón.
· Tú lo has dicho, humano.
Y en ese momento comenzó a hundirse la mesa dentro del suelo de hielo con la jaula encima, me lanzo adelante para intentar atrapar la jaula pero ya está dentro del hielo, desesperadamente toco el suelo helado buscando un resquicio para tratar de abrir el suelo, es inútil, me quedo mirando el corazón que late dentro del suelo de hielo, lentamente, pero con fuerza, empiezo a arañar y golpear el hielo desesperado…
· Devuélveme mi corazón…,montaña…,¡montaña!, quiero sentir de nuevo…, ¡devuélvemelo!
He sacudido la cabeza y al levantar la vista estoy de nuevo en Santa Sofía, lo he soñado todo, creo…, instintivamente me llevo las manos al cuello y noto el pulso acelerado de mi corazón…
Nos hemos ido de Estambul, y eso que el taxista vino media hora tarde después de que Eloísa le llamara insistentemente pues se quedó dormido, llegó oliendo a sudor y un recorrido de casi dos horas lo hizo en media hora y parando a echar gasolina, yo me puse en los asientos en sentido inverso de la marcha para no ver lo que hacía…
El vuelo a Madrid fue normal y Eloísa condujo su furgoneta desde Madrid alternándose con Jesús Mansilla para llegar a Villanueva de la Serena casi a las ocho de la tarde…, allí Josechu nos dijo que nos pasáramos por el campo de su familia que nos iban a saludar, y allí estaban la familia de Josechu y Jesús Mansilla ( tío y sobrino) ,esperándonos…, fue un recibimiento por todo lo alto, nos hicieron sentir como héroes, nos emocionó a todos muchísimo…, muchas gracias.
Inmaculada Martín Gallardo
Una pena, que el tiempo no dejará subir a ti ,Fran y a Josechu, pero para mí, los héroes de esta aventura, ya que el verdadero montañero es el que va en grupo, piensa en grupo y empatiza con su semejante, y en ese momento Eloísa lo necesitaba, mujer valiente pero la montaña la venció en esta ocasión, pero no desistas y sigue preparándote para seguir conquistando cumbres, la montaña siempre estará ahí esperando.
Fran Morales Fuentes
Gran redacción, Fran. Un emocionante desenlace, que me ha tenido pegado a la pantalla, palpitando a cada paso que dabais en esa majestuosa y azotada montaña.
Debe ser un poco deprimente ir concentrado en tu esfuerzo y ver pasar esas máquinas, con gentes a bordo de cualquier parte del mundo, dispuestos a vivir su artificial cumbre.
Por otro lado, empecé a odiar a ese ruso que os expulsó a la calle. ¡Que poca empatía y que egoísmo! Déjalo… es él el que vive atormentado.
Yo también he soñado por unos instantes con que subías a lo más alto de esta maldita montaña. He aprendido bastante, con tu relato… no te quepa la menor duda. Tu conocimiento no está cayendo en saco roto. Gracias.
Me ha encantado el último video, con el recibimiento que os dieron al llegar a casa. Da las gracias de mi parte a toda esa gente. Ha sido bastante emotivo.
Maese viento te hizo pasar un mal rato… y a Josechu. Un abrazo a ambos, y espero que Pirineos sea enriquecedor… estoy atento a tus pasos.
Saludos, compañero, y enhorabuena a todos.
Fran Pascual
Querido tocayo, disculpa la tardanza en contestarte, estoy muy atareado en las cosas de la vida, todavía no he escrito ni una palabra de las rutas de Julio de Pirineos. Hoy ha dado la casualidad que ha subido una amiga al Elbrus, me ha mandado fotos de la cumbre y se aloja en el albergue donde casi se muere el japonés, lo he revivido todo. Me alegra y alienta que sigas mis pasos literarios, a ver si alguna vez coincidimos en cumbres. Maese no se portó en el Elbrus, aunque todo pasa por algo, en Pirineos me recompensó soplando cuando más calor hacía…,siempre Maese Viento está ahí de alguna manera,aunque sea por su ausencia. Josechu quiere intentar ir al Aconcagua en Enero, yo no iré en esta ocasión, no me encarta y tengo otras prioridades para gastar los días.
Tomy Lee
Enhorabuena. Sí, aunque no consiguieras la cima, enhorabuena… ¿Por qué ? Pues por tus experiencias vividas y compartidas con tus compañeros y, sobre todo, por tu actitud en la montaña. Creo que con eso está todo dicho. No cambies.
Mi enhorabuena también a todos los componentes de la expedición, han demostrado ser la mejor de las compañías.
Un saludo a todos.
Fran Pascual
Muchas gracias, Tomy Lee. Lo importante es disfrutar del camino que te lleva a la cima, y siempre debes llevar a amigos que respondan en las duras y en las maduras, en la montaña es donde tiene más importancia el compañerismo aunque no todo el mundo se percata de ello. Gracias, por comentar en esta humilde página.