Por la Garganta de Navamediana de Gredos. Cuando las luces y los hielos dan calor a tus recuerdos.

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Y estoy con Candy en su coche, hemos cruzado un pueblecito llamado Navamediana y tras aparcar cerca del cartel del comienzo de ruta, nos vamos colocando las botas mientras llegan los demás coches, nosotros vinimos de Béjar, mientras ellos lo hacen desde   Salamanca.

Se bajan de los coches, Teo, Maxi, Marga, Rosa, Jose Manuel y Loren. Así que con Candy y conmigo, Fran Pisandocumbres, bloguero de las alturas somos ocho.

Seguiremos la senda del PR AV-38 por la garganta de Navamediana guiados por Teo, yo como siempre empiezo al final del grupo.

El camino empedrado llanea introduciéndose en un bosque de robles invernado, el olor dulzón de las hojas muertas asciende en nuestros pasos, el rumor del rocío que se desploma suavemente sobre mis botas llena de silencio mis oídos, mientras los rayos de sol tímidos de mañana nublan mis ojos entrecerrados llenando de borrosidad los contornos de valle…

Sabedor de las velocidades de Teo, solo llevo puesta una manga  y por un momento me coloco a la cabeza tratando de suavizar el paso, aprovechando una parada del grupo para quitarse ropa, pero en poco Teo vuelve a las andadas y se sitúa al frente con Rosa pegada a él acelerando de nuevo al grupo. El bosque va desapareciendo poco a poco dejando paso a los prados, esta vez Marga y yo quedamos  atrás, no me preocupa, pues quiero disfrutar lo que pueda del ascenso, lo importante no son las metas, sino el camino que te llevó hasta ellas, pasamos una fuente, y el río rompe el silencio una vez más, Marga y yo vamos haciendo fotos sin dejar de andar deprisa.

El camino tras unas retamas se empieza a desnivelar en pendiente ascendiente, y de repente surge una garganta…

 

La garganta salta en cascadas, una a una, salteadas de hielo que se quiebra bajo el impulso de la corriente, todo…, es tan hermoso, y mis pasos rotos de sueños, sueños quebrados en líquido helado, destemplados, deslizados,  en rumorosa impronta  del agua con roca, en caricia húmeda de arroyo, que va deslazándose dentro de mí, apoderándose una y otra vez, solazándose, expandiéndose, rompiendo a su paso el silencio…, una y otra vez.

Hemos salido a las Hoyuelas, un cartel nos indica que el camino se ha terminado, seguimos por un prado de color pajizo encanecido de nieve y hielo que juega con nosotros en pequeños hoyos repletos de charcos escarchados que tocan formas caprichosas esculpidas por el hielo…

Pero lo mejor del valle viene ahora, el arroyo en remanso, comparte su cauce líquido con la fría escarcha mientras la nieve es testigo desde la orilla de su romance efímero, que morirá en breve bajo los rayos del sol, la vida helada que cambia cada noche y cada día…

 

Y un poco más arriba están los charcos de hielo que serenos sirven de espejo para las nubes que tratan de asomarse a ellos sin poder conseguirlo…

Los piornos aparecen salpicados de hielo, ya estamos llegando al refugio de Regajo Largo, aquí paramos a tomar algo y retomar algo del aliento pues subimos el valle  con ligereza…

Teo quiere que lleguemos a la parte superior del Callejón de los Lobos, y allí comer para luego volvernos, son las doce y media, vamos bastante bien creo yo…

Salimos de nuevo, y de nuevo Marga y yo quedamos atrás, no vamos a cejar en nuestro empeño de buscar imágenes para la posteridad, ahora tenemos que pelearnos brevemente con los piornos, hasta llegar al muro que separa la cuerda, en poco paramos a ponernos los crampones pues la nieve está helada y se aproxima una pendiente helada…

Los crampones se clavan crujientes en la nieve helada, seguimos paralelos al gran muro, y aparecen cada vez más cerca las siluetas de las cumbres expectantes de nuestros ojos, el Cabeza Nevada nos salió primero con sus redondeada y desnevada cabeza, el año está siendo muy duro con la nieve, y a lo lejos el circo de Cinco Lagunas con todas sus cumbres despuntando, y el cielo rasgado de nubes nos marca el camino a seguir…

Hemos llegado a nuestro objetivo, son poco más de las una y media, Teo dice que aquí se acaba la excursión que tras comer nos queda la vuelta, tenemos vistas al Circo de Cinco lagunas, descarnado de blanco, impropio para esta época.

Pero Maxi y Rosa no están muy conformes, quieren seguir hasta el Belesar, yo que estuve por aquí hace poco, me apetece llegar al geodésico del Meapoco, apenas hay 20 minutos, y  para mí es la mejor vista de Gredos o de las mejores…

Decidimos unos cuantos que iríamos al Meapoco, pero al final partimos todos, Teo se quedó el último pues había sacado ya el bocadillo, me quedo el penúltimo pues se me salió un crampón que no lo tenía bien ajustado…

Yo voy directamente a media ladera pues la nieve está perfecta, detrás viene Teo que me adelanta  casi llegando al geodésico, los últimos fuimos los primeros, la línea recta con nieve buena es el trayecto más corto…

Maese Viento sopla con mucha fuerza, es gélido,  estamos disfrutando de las vistas de los Reyes de Gredos, Almanzor y La Galana, y los tonos verdosos de la llanura al sur nos recuerdan que estamos a 2400 metros…

 

El viento azota con fuerza, las manos las tengo casi heladas…, Maese Viento…

  • «Y una vez más, humano, no me escuchas…

  • Aquí estoy de nuevo, Maese. He vuelto…, pese a todo.

  • Pero no has dejado tus miserias en las llanuras, las llevas arrastrándolas hasta aquí arriba, gran esfuerzo haces con tan absurda carga…

  • Todas las heridas sangran Maese, pues por eso estoy vivo, cuando muera no sangraré…

  • No me convences, humano, los daños y las traiciones no justifican tu sufrimiento, y una vez más te recuerdo que puedes elegir tu realidad  dejando el pasado atrás…

  • Déjame…, Maese, tu aliento está otra vez gélido y cortante, sigue contándome la historia de Pablo, el constructor de Ameales,¿ se encontró con Marcia?, su alma anexa…, y la maldición de Balaitous…, cuéntamelo.

  • Basta, humano, me abrumas con tu cháchara…, calla de una vez, y escucha…»

    «Pablo dejó a sus animales en un gran prado junto a la laguna grande, y  viajó durante dos jornadas hasta llegar al bosque de los grandes robles, estuvo toda la mañana deambulando por el bosque, no tenía claro que ella estuviera en un bosque tan oscuro, pero por algo escuchaba al viento, él siempre te lleva al sitio donde debes estar…, si sabes escucharle,…si supierais escucharme.

    Cansado de deambular se sentó en una gran roca junto a un roble enorme pensando en que Don Maese le podría haber dicho algo más, sacó su flauta y comenzó a tocar una melodía triste, era de noche y luna estaba en lo alto, pintando de plata la negra oscuridad…

    Estuvo gran rato tocando y cuando paró escuchó una voz a sus espaldas…

    • Me encanta vuestra música, Pablo. No dejéis de tocar, hacedlo para mí, por favor…

    Pablo se levantó sobresaltado, y al girarse se quedó sin palabras…, una joven misteriosa de larga cabellera dorada y ojos azules le miraba profundamente, parecía que podía ver dentro de él, y entonces entonó la melodía más hermosa que sabía, le salía de dentro, sin ningún esfuerzo, fluía como arroyo  de una roca caliza…, como  caricia íntima  para los oídos de Marcia.

    Mientras tocaba la flauta le miraba fijamente a los ojos y las notas se deslizaban entre los dos, acercándolos, uniéndolos, entrelazándolos, abrazándolos, deteniendo  el tiempo en su mirada, única, que se estrechaba, y sin cursar palabra   se lo decían todo y se sentían mientras la música les envolvía cada vez más. Marcia  entreabrió sus sensuales labios como queriendo decir algo, sin apartar sus ojos de él luciendo una sonrisa intensa  pero se abalanzó sobre Pablo y los dos se fundieron en un apasionado abrazo, desmesurado, desesperado, se  besaban y se mordían, se tocaban y se abrazaban, con deseo, con fuerza, con el hambre de muchas vidas, como si en vez de ser la primera vez que se tocaran fuera la última, sin querer perder el más ínfimo segundo…, se arrancaron la ropa con vehemencia,  y entonces se amaron  con el ansia y el dolor del tiempo perdido del ayer que nunca volverá y  el miedo y la incertidumbre  de un  mañana  que no se sabe si podrá nacer…

    Y entonces un gran resplandor se hizo en el bosque, y una luz azul brotó de sus cuerpos y se proyectó al cielo dejando dibujada una estrella azul en el oscuro firmamento.

    El tiempo se había parado para Marcia y Pablo, se habían vuelto a encontrar una vez más después de cien vidas, no necesitaban contarse nada pues en sus ojos lo veían todo, lo sentían todo, lo tenían todo, absolutamente todo.

    Allí abrazados estaban, desnudos bajo la luz de la luna, ajenos al resto del mundo, piel contra piel, enredados en sus cuerpos, sentían sus latidos, sus respiraciones, sus caricias, tenían todo lo que necesitaban en este mundo…, pues nada importa…, nada más importa.

    Pero lejos de allí un hombre entrado en carnes, estaba encaramado a su ventana, había visto el resplandor y al asomarse al cielo y ver la estrella azul, frunció el ceño y se sonrió para sus adentros, sabía lo que significaba esa estrella azul,  era la señal que había estado esperando tanto tiempo, se separó lentamente de la ventana y con las manos entrelazadas  detrás de su espalda y en ellas  le daba vueltas a un rosario de perlas blancas con una cruz de oro, murmuraba entre dientes mientras su rostro lustroso sudaba,… murmuraba que; encontraría a esas Almas Anexas y las devolvería al lugar de donde vinieron…, al oscuro limbo.»

     

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Me vuelvo con el grupo que está comiendo en un abrigo del viento mirando las vistas al sur, realmente se está muy bien al sol…

Tomamos una sesión de “photocall” con el escenario de fondo de las cumbres de Gredos, es cierto, merece la pena el esfuerzo, la mirada no se cansa de acariciar el horizonte, horizonte infinito que te envuelve  y te abraza, en cálida letanía con toques  de blanco, pardo, verde y tonos azulados de lejano sabor…

Hay que bajarse, Rosa se queda atrás , la espero pues yo debo ser el último, el cielo aconsejado por  el gélido susurro de Maese Viento se va vistiendo de deshilachadas y algodonosas nubes  que enturbian al sol tapando su leve caricia, todo tiene un color tan especial, el azul tapizado de blanco mientras el espejo de nieve que pisan nuestros crampones nos hace la bajada fácil y segura…

Y una vez más quedamos Marga y yo los últimos, vamos compartiendo momentos para la posteridad, en pequeña y alegre competición vamos buscando la mejor foto posible que nos vuelva a evocar estos momentos, allá cuando los tiempos no sean tan buenos…

Seguimos bajando con gran disfrute por la empinada pala de nieve dura, un regalo, pues ya casi no queda nieve en Gredos, el grupo de delante se parte pues hay quien no se puso los crampones y buscan la manera de no pisar hielo en pendiente.

Llegamos hasta donde esperan los que se pusieron crampones a los que no, y éstos últimos deciden hacerlo pues viene mucha pendiente…

A Candy se le ha roto una correa del crampón, así que va cojo, pasamos por una estrecha canal, por la que tenemos un poco de dificultad para pasarla…

Pero si el día no hubiera sido increíble, ahora viene lo mejor, a medida que nos acercamos a la hoya del Gargantón, el arroyo se ha ido retorciendo formando lagunas de hielo y cascadas con coladas del transparente helado, dando imágenes que nos emocionan y nos regocijan a los que estamos en esto de la fotografía…,verdad, Marga…

 

Llegamos a la Hoya del Gargantón y encontramos una presa de 1916 que se  hizo para el regadío, y gracias a nuestro amigo Jesús Arribas que nos dio la información…, aquí vemos cascadas y coladas de hielo, el paraje es precioso…

 

 

El Gargantón se acaba y salimos al paraje de las Hoyuelas de la Garganta de Navamediana, aquí paramos a reagruparnos y toda la vuelta es ya por la Garganta haciendo el camino a la inversa…

Aceleramos el paso pues la gana de llegar nos podía, y sobre las seis y media lo hicimos al cartel de inicio de la ruta…, luego fuimos los ocho a Bohoyo a celebrar brevemente nuestra día…

Ha sido un día muy hermoso, un regalo que nos irá muy bien para calentar nuestros recuerdos en estos tiempos oscuros que nos ha tocado vivir, pero ahora toca la cumbre más difícil, y cuando lleguemos a ella dejaremos derrotado   al canalla e infame virus coronado que ha roto nuestras vidas…

 

  • «Maese Viento, y volveré a escuchar tu voz alguna vez…, pues el silencio llenará mis oídos de letargo y soledad cuando baje de mis cumbres…

  • Yo estoy en todas partes, humano, eres tú quien no sabe escuchar…, aprende y hazlo.

  • Pero Maese, me seguirás contando la terrible historia de Pablo…

  • No le gustarán a tus oídos humanos semejante historia.

  • Eso lo tendré que decidir yo, Maese, cuando me las cuentes… , lo harás, Maese…

  • Qué castigo eres, humano, ¡ni las siete plagas que diezmaron egipto!,¡ calla de una vez…!

  • Pero me las contarás, Maese…

  • ¡Calla!.

  • Me lo…contarás, lo estoy diciendo más bajito…

  • Bufff, cuando vuelvas a las montañas, en la ciudad no eres capaz de entenderme.

  • Valeee….

 

 Y gracias Franeto por el video…

 

 

 

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