“Y soñar con un sitio cerca del cielo, donde el silencio se rompa por el ruido de las cascadas, donde la luz se filtre a través de las nubes dibujando palabras de nieve y roca; en el Corral del Diablo donde el cielo y la tierra se abrazan…”
Esta ruta es de las más hermosas y tranquilas de Gredos, ya la había realizado un año antes en Junio, ahora iríamos buscando la nieve de primavera.
Quedamos en Trujillo a las 6.15 de la mañana los espartanos Miguel Angel, Luci y yo para ir hasta el Barco de Ávila donde nos esperaba Jose que se había acercado desde San Lorenzo del Escorial, en lo que iba a ser un día para recordar.
Tras algún café y dejar el coche de Jose junto a la Benemérita para que nos lo “cuidara” salimos hacia el pueblo Nava del Barco, un pueblecito tranquilo desde donde se accede al Corral del Diablo o Laguna de la Nava.
Dejamos el coche a 500 metros del puente de la Yunta en un lateral y comenzamos a andar a las 10 de la mañana, las previsiones eran de nubes de evolución diurna con posibilidad de algún chubasco, pero me gustaban más la de los americanos que sólo hablaban de nubes, quería ver La Covacha, que la última vez, vi sólo niebla…
Se pasa el puente, se cruza una pista y se sube por la ladera por un sendero estrecho para evitar las curvas zigzagueantes de la pista que engancharemos arriba, vamos por un bosque de robles melojos y tras atravesar una cancela verde, que dejamos cerrada, nos adentramos en un prado, empezamos a ver a lo lejos las formas rotundas del Circo del Corral del Diablo, avanzamos a buen paso por el valle mientras Jose y Luci nos cuentan sus experiencias recientes en Marruecos subiendo al Toubkal.
Nos topamos con el refugio de Navacasera y al poco rato con otro refugio un poco más pequeño.
El valle se va a estrechar, el prado se acaba, vamos por el lecho del río comido de cantos rodados, hay que vadear, miramos bien que no apetece bañarse, no es difícil si buscas.
El valle se angosta en garganta, ya en el margen izquierdo subiendo, el camino es calzada de piedras, todo un lujo, empiezan a tronar cascadas en el desfiladero, se te remueve el alma. Roca , agua, cielo y nubes aprisionando el sendero que te lleva al diablo…,bendito diablo.
Subimos y subimos, la soledad infinita que te llena en el paraje, cada vez más cerca, nos esperan las cumbres de roca y nieve.
A los 1800 metros empezamos a pisar nieve, inmaculada, blanca y tierna, no hacen falta los crampones, llegamos a una zona plana justo por debajo del circo, el río se tranquiliza y te ofrece sus aguas para tus labios en múltiples regueros…
El corral del diablo, una presa y un lago helado, al pie de unas paredes cascadeantes de agua y nieve…
– Maese Viento, porqué se llama Corral del Diablo, no me creo que haya diablos y demonios…son paparruchas de viejas.
– Humano, siempre tan preguntón, escucha los ríos, la piedras, las nubes, mis palabras… y luego interioriza, escúchate a ti mismo, nada más que sabéis hablar y charlar…
– Te escucho, dime algo más, te lo ruego…
– El corral del Diablo, es un sitio mágico, como muchos otros en Gredos, han pasado muchas cosas en vuestro tiempo humano, ha habido muertes, sufrimiento, vida , sentimientos, pero no busques muy lejos al diablo, está muy cerca de ti, escucha, aquí se oye mejor tu interior…
– Qué quieres decir, Maese Viento.
– Tú lo sabes, dímelo tú.
– Es cierto, lo sé, Maese Viento, el diablo está dentro, va conmigo, va con cada uno de nosotros, esperando hacerte daño.
– Por eso me entiendes humano, tú has visto tu diablo y sabes que está dentro, es tu peor enemigo. Si sabes escuchar, escucharás a tu amigo, lo que llamáis el Ángel de la Guarda y serás feliz y harás lo que llamáis el bien. Si en vez de escuchar, oyes tu diablo, te harás daño y dirás que son los demás los culpables de tu dolor…y harás el mal.
– El hacer bien o mal, el ser feliz o desgraciado depende de cada uno, todos tenemos un Ángel de la Guarda o un demonio dentro, cada uno tiene que escoger.
– Así es humano, aquí en el Corral del Diablo, estás más cerca de tu diablo o de tu Ángel de la Guarda…
Teníamos que seguir, si queríamos llegar a La Covacha, nos subimos a una roca junto a la sendera y mientras nos tomamos un tentempié nos hicimos fotos y fotos.
Por la margen izquierda, siguiendo el margen de un arroyo, que aparecía y desaparecía juguetón entre la nieve, subimos hasta la cuerda del Pelado Bernardo a 2150 metros
Allí nos encontramos muy jugosas vistas, la garganta de los Caballeros tumbada a nuestros pies dibujando en la letanía las grandes cumbres de Gredos, de frente los Riscos Morenos y a la izquierda nos aparecería en unos cientos de metros la impresionante mole del Juraco, matizada por la laguna de Los Caballeros yaciente a sus pies…
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Riscos Morenos de frente. |
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Laguna de los Caballeros, el Juraco prominente en el centro. |
Venía lo peor, el tramo de la plagaverde, del castigo de Gredos… los piornos. Teníamos que bajar a la Laguna de los Caballeros y para ello descenderíamos por la margen derecha del barranco de su nombre donde reina el piorno. Gracias a unos hitos de piedras amontonados y a la labor continua de las cabras montesas , muy presentes en este lugar, se puede pasar, con dificultad.
Nos íbamos aproximando a la laguna, helada, plácida y rodeada de algunas nieves, se hacía tarde, subiríamos a La Covacha sin dilación, El Juraco tendría que esperar otra ocasión…
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La musa de las Nieves… |
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Llegamos a la laguna y nos encontramos una pareja de Madrid que habían bajado de La Covacha, y a las tres de la tarde se tomaban su merecido avituallamiento, nosotros lo haríamos tras bajar…
Pasamos al margen izquierdo de la laguna, es la subida más pendenciera, su pendiente, su nieve blanda y su arena suelta, te quitan el aliento, al igual que la vista de la laguna flotada de hielo, …merece la pena sin duda.
En la cuerda de los Riscos Morenos o Loma de la Cumbre se nos ofrece ahora la garganta de Cuartos al sur, perdiéndose nuestra vista en los valles de la Vera, a nuestros pies la laguna y cada vez más cerca el Juraco y La Covacha.
Último repechón entre rocas y nieve y las nubes que nos quitan el sol hacen de la nieve una pisada perfecta, nos enlazamos en alguna trepada fácil y Luci, la musa de las Nieves, corona la primera donde colocaremos nuestras medallas en forma de fotos…
“Escúchame, soy tu sueño,
el que te hizo volar,
sobre nubes y montañas
con tus pies de titán.
Mírame, cuanto puedas abarcar,
ahora es todo tuyo,
siente la caricia helada del viento
que te silba en efluvio.
Degústame, soy la luz de tus ojos,
que en blanco níveo atrapada,
vuela en nube ensoñada
de mares de cielo y azul.”
Maese Viento está gélido y nos aprieta contra el cielo, helándonos las manos, no quiere que hagamos fotos…
Son las Cuatro de la tarde, hay que bajar, el sol nos sonríe, volveremos por el mismo sitio, la nieve blanda nos hace resbalar raudos barranco abajo, con algún tropezón por alguna roca, y con cuidado para caer en algún hoyo oculto junto a las grandes piedras.
Rápidamente llegamos de nuevo a la Laguna de los Caballeros, donde tomamos la comida central del día, poca cosa, hay que subir de nuevo a la cuerda del Pelado Bernardo, no nos podemos relajar, queda mucho por hacer, y los piornos cuesta arriba son muy “divertidos”.
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Desagüe de la laguna. |
Tras un breve descanso, ascendemos de nuevo, cuesta mucho arrancar, qué es la vida sin dolor, qué es un mundo sin sufrimiento, se puede ser feliz sin antes sentir dolor, pues…no lo sé, pero mi pierna izquierda en plena cuesta me dio un buen tirón, que me hizo merecerme la felicidad…
La cuesta se alarga y se alarga, qué lejos está todo en la vuelta… Miguel Ángel nos dice que según el GPS vamos muy bajos, que nos hemos desviado, que hay que subir mucho más, los demás respondemos que antes habíamos pasado por allí y que más arriba no nos sonaba, lo que hace la mente cuando no se quiere subir…mi GPS decía lo mismo que el de el gran espartano.
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Riscos Morenos. |
Así que enganchamos un neverito sin piornos, y para arriba, qué largo se hace todo con dolor, qué lejos está todo con el cansancio, pero la felicidad hay que ganarla sobreponiéndose a las dificultades…es la vida misma.
En la cuerda miramos hacia atrás por última vez , y bajamos por la nieve, blanda y suave, alivio de mi pierna renqueante, ¡Qué bueno es estar vivo, qué bueno sentir el dolor!, quién no se consuela es porque no quiere.
Jose, se queda rezagado conmigo esperándome, y nos colocamos en poco tiempo en el Corral del Diablo,a Luci y Miguel Angel parece que se los quieren llevar el diablo, demasiada velocidad para mi aterida pierna…
El color del valle hace todo diferente, por la tarde los rayos filtrados en nubes le da un tinte gris a la garganta de la Nava, que en zeta de piedras nos va dejando poco a poco de nuevo junto al río.
La ventaja del rezagado, Luci y Miguel Angel se pasan el vado y se tiran un rato para cruzar, Jose y yo utilizamos el mismo sitio y lo hacemos rápidamente sin dificultad, adelantando a los espartanos avanzados…
En el prado se alargan los kilómetros y se aleja cada vez más el final, siempre ocurre igual cuando llevas diez horas andando. Miguel Angel el espartano mayor sale a la carrera en busca del fin, sus piernas no aguantan más sin parar, mientras Jose, Luci y yo hacemos una tertulia de la vida para que el tiempo transcurra más llevadero.
Por fin llegamos al coche, donde nos esperaba Miguel Angel ya cambiado y casi bañado, eran casi las nueve y cuarto, 11 horas y cuarto de ruta, no estaba mal, así que enfilamos en el Barco de Ávila un buen bocadillo de lomo con una gran cerveza que todavía estoy saboreando.
Deseando repetir, cuando los espartanos quieran…
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