Y el tiempo pasa, pasa y vuelve a pasar…
Dejando la impronta del daño, de la tristeza, del miedo, que flota en el aire, que se propaga como un virus, que respiramos todos cada día, esparcido por las ondas de los medios del miedo, el mayor daño no es el corona virus, es la incertidumbre, de un futuro incierto, inseguro, amenazado por un enemigo invisible, repetido hasta la saciedad, imponiéndonos todo lo que tenemos que hacer en nuestra vida privada, se acabó el viajar, el estar en grupo, el tocar, el abrazar, todo prohibido, todo lo humano es malo y nosotros somos nuestros propios policías, señalando a aquel que no cumple con lo impuesto, que por ser repetido hasta la saciedad no puede llegar a ser cierto…
Nadie sabe nada, nada asegura nada, y en medio de esa guerra de bulos, verdades, bulos certeros y verdades farsantes, yo estoy en medio…
Mi conciencia es mi faro, mi verdad es el sentido común, rodeado de un mundo manipulado que se desmorona día a día, trato de mantener la dignidad, la dignidad de cada persona, de cada ser que respira en este vapuleado planeta por los señores de la codicia, pero mi desgaste es inmenso…
Me han privado de mi fuente de energía, de mi luz, de la catedral donde voy a practicar mi religión…, la montaña.
Los señores de la codicia en su inmensa estupidez me prohíben ir a buscar la soledad de la montaña en otra provincia, mientras si puedo juntarme a beber alcohol con decenas de personas sin distancias ni mascarillas, todo es tan absurdo, pero en toda esta guerra, siento que…, me muero.
Necesito respirar, necesito mi aire, mis nubes, mis cielos infinitos, el susurro del agua deslizándose en una roca, el olor del piorno, tantas cosas me han robado en su necedad, tantas cosas se han llevado con su egoísmo…, no puedo más.
Tras descubrir en mí la ansiedad que tantas veces he tratado, tomé una resolución, tendrían que meterme en la cárcel, tendrían que matarme, pero no podía vivir así, no podrían privarme más de mi esencia, me iría a la montaña y además lo haría en solitario que no es lo mismo que en soledad…, lo necesitaba para encontrarme de nuevo y para que no pudieran acusarme de llevar el terrible contagio, pues no me acercaría a nadie en la aventura…
Necesitaba algo especial, algo que me devolviera las sensaciones perdidas, el dolor en el cuerpo, el cansancio, la sed, el sentir ese cuerpo que tanto tratamos de hacerlo callar con medicamentos…
Sin duda, lo más difícil a mi alcance era el Almanzor, el más alto en Gredos, y lo haría desde muy abajo, para añadir dificultad, además tenía el tiempo de mi lado, una borrasca atlántica pasaría enfriando las temperaturas, lo que daría más incertidumbre a la subida pero al mismo tiempo me evitaría el calor de esta época, que es mucho peor…
Me empapé de las previsiones, miré como siempre en los modelos matemáticos, para no tener intermediarios en la interpretación, tenía posibilidades de que saliera todo muy bien, pues el tiempo iría mejorando a medida que yo subiera, pero si no lo hacía pasaría bastante frío…, sumido en la niebla y en la oscuridad.
Eran las seis y media de la mañana, sonó el despertador, estaba despierto desde las seis, pero no me había levantado pues salí tarde de la guardia, y estaba algo cansado. Desayuno ligero y rápido, me monto en el coche y empiezo a hacer kilómetros, me han preguntado después si no tenía miedo de subirme solo a una montaña escarpada rodeada de precipicios infinitos en solitario, y es cierto, tuve miedo, miedo de que en el trayecto me parasen y me dijeran que tenía que volverme a casa, no tenía miedo, era pánico a no poder llegar…, al comienzo de mi ruta.
Pero la lógica era que llegara y así me fui acercando a mi destino en la localidad de El Raso, las vistas de las montañas estaban empezando a taparse de nubes, y al cruzar el pueblo de Madrigal miré hacia arriba y allí estaba…
El Almanzor, la gran mole, distante, enorme, elevado con su dignidad imperturbable, infinito en sus alturas, rodeados de nubes que se esmeraban en darle ese abrazo que se nos prohíbe a los humanos, y yo quisiera decir que se me saltaron las lágrimas, pero no, sería mentira…, lloré como un niño…, como nos pueden hacer tanto daño a tantas personas un puñado de desalmados, pues no os engañéis, el virus no es el enemigo…, al menos el peor.
Cruzo El Raso, busco el camino del poblado celta, lo encuentro y tras pasarlo, una pista forestal me lleva durante varios kilómetros hasta el Puente del Pinillo, nunca he estado allí, pero llevo el track en el GPS, aparco el coche y me cuelgo la mochila de casi quince kilos, pues llevo toda la ropa de invierno, saco, esterilla y crampones aunque no se ve gota de nieve, pero yo soy muy supersticioso y los llevo siempre para no encontrarme placas de hielo…
Cruzo el puente que ruge de agua primaveral, está todo húmedo, el olor a bosque mojado me llega y me deleita profundamente, me conmueve, volver a sentir, volver a respirar,… el aire que colma mis sueños…
Veo una mujer buscando un perro, hay aparcados dos roulottes y tres todo terrenos, no estoy solo.
La mujer ha desaparecido de mi vista, me encuentro un cartel quemado por el sol en el que a duras penas se puede leer que hay una senda hasta el Sillao de la Peña de la Chilla, empezamos muy bien el día, todo me viene de cara, no necesitaré GPS para subir hasta allí pues la senda está marcada, y desde allí lo conozco, lo hice hace 5 años…
Y cuando empezaba a adentrarme en la veredita coqueta escucho una voz, ¡Oiga usted!, ¡Oiga usted!, me vuelvo sorprendido de que esa voz me era familiar y allí nunca había estado…, ¡era Agustín!, mi gran amigo y compañero del club de Monfragüe al que pertenezco, es increíble…, el universo me cuida.
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Hombreee, Fran. Qué te vas para arriba…
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¡Agustín!, qué alegría, qué haces por aquí…
Me acerqué y me fue a dar con el codo, pero no pude resistir el impulso de darle un abrazo, pero me separé al ver su cara de sorpresa.
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Pero si ya no hay virus, Agustín, llevamos miles de PCRs y ni un solo contagio en un mes, todo es una mentira. Como no lo pilles de fuera, nosotros no lo podemos tener…
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Si lo dice un médico, debe saberlo…
Y comenzamos a charlar tranquilamente manteniendo las distancias, yo estaba un poco incómodo, cómo nos han cambiado las vidas con el virus los señores de la codicia, pero fue entonces fue cuando cambió el curso de mi aventura, de una roulotte salen una pareja además de la pareja de Agustín, el joven se nos acerca, es amigo de Agustín, y me pregunta:
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¿Vas al Almanzor?
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Pues sí, creo que llegaré hoy si el tiempo lo permite.
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¿Y dónde tienes pensado dormir?
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Pues no sé, lo más arriba posible, donde me dejen las nubes.
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Pues lo suyo sería, sin no dan tormentas que durmieras en el Vivac de la cumbre del Almanzor, todo montañero debería hacerlo una vez en su vida…
Lo iba diciendo y yo abría los ojos como platos, pues lo había pensado, pero no quería planearlo pues era bastante arriesgado, es un trocito de cerco de piedras en una roca al lado del geodésico, suspendido en el aire, rodeado de vertiginosos precipicios, no sabía si podría escalar hasta allí con el mochilón, pero había visto a gente quedarse allí, y por qué yo no…
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No, no va a haber tormentas, respondí rápidamente. Y además debe ir mejorando el día a medida que caiga el sol y despejarse por la noche. Eran mis propias previsiones, hechas con la ciencia y la ilusión…
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Pues sube lo más tarde posible, allí arriba bate mucho el viento y no hay cobijo, pero antes debes coger agua en la fuente de la Portilla Bermeja, no es fácil verla…, y es el único punto que la hay en toda la parte de arriba.
Y se puso a dibujar en la arena de la pista explicándome donde estaba el agua, mientras yo me sonreía, pues sentía dónde iba a dormir esa noche, las señales del universo te las coloca para que las sigas…, y sabía que yo dormiría en lo alto del Almanzor, en el cerco de las estrellas, en el palacio de roca gris, tapizado de cielos infinitos y aires envolventes de frío y terquedad…, rodeado de precipicios infinitos.
Me despedí de ellos con una sonrisa en la cara, sin llegar a tocarles, y comencé una vereda estrecha que sube en eses junto a árboles sueltos con el ruido de fondo del arroyo del Barranco del Pinillo que no podía divisar entre los árboles…
El olor húmedo de la lluvia recién caída me tocaba la piel suavemente, mientras pensaba que el sol habría derretido la nieve que esa misma noche había caído arriba, según me contó Agustín.
Paso a paso, siento el crujir de las hojas de los helechos bajo mis pies, siento el canto de los pájaros rodeando el aire, pero mis ojos no están, mejor dicho están presos en el momento, no recuerdo nada, estuve horas y horas subiendo con la mochila cargada y apenas recuerdo un cartel de un collado…, y al final del valle un manantial con varias mangueras negras, ya no hay árboles, me encuentro en un pequeño prado , verde, tierno e infantil de hierba blanda y mullida donde cientos de minúsculos saltamontes saltan huyendo de mi paso, me paro a hacer una foto y grabo un vídeo sin querer…, con la niebla en acecho de engullirme…
Sigo avanzando entre una zona de piornos quemados y de repente empiezo a ver bultos negros que se mueven al acercarme, descubro un rebaño de vacas que me miran con recelo y curiosidad, están muchas preñadas y algunas recién paridas, extremo las precauciones, se vuelven irascibles con las crías pequeñitas, así que voy azuzándolas y las grabo…
El camino sigue en zigzag entre prados de hierba y piornos hasta que llego a la cuerda,(el punto más alto de la ladera de una montaña), veo el horizonte plagado de verdes, azules y grises ondeando en mis ojos, distingo Extremadura en la lejanía, mientras que en mi mirar ascendente la niebla roza delicadamente las rocas redondeadas del berrocal en el que me hallo…
Sigo ondulando con la cuerda, rodeado de piornos en flor que me han llenado de amarillo luz, amarillo de vida…
Me he encontrado un corredor (runner), mantenemos las distancias y me cuenta que está tapado de niebla a partir de la Peña de Chilla, pero que se está muy bien de temperatura, y me pregunta si mañana hará bueno que quiere subir más alto que hoy en que las nieblas lo están cubriendo…
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Mañana será un día buenísimo, maravilloso…, le respondí mientras miraba las cumbres tapadas completamente por una densa capa de nubes y me sonreía para mis adentros con tranquilidad…
He llegado al Sillao de la Peña de Chilla, es un pequeño collado donde un cartel marca el final de la senda señalizada tras cinco horas de camino, son las tres de la tarde, grabo un vídeo…
Como un poco y me tumbo sobre una roca, escucho el vuelo de los buitres, están sobre mi cabeza, vuelan tan alto…, siento el aire que les acaricia en su vuelo, pues es el mismo que el mío…, estoy dentro de la montaña, sin prisa, sin hora, sin normas humanas ni reglas, ni convenios, el sol calienta entre las nubes débilmente y me entrecierran los ojos, noto el aire que me llena los pulmones en silencio…
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Maese Viento…, los segundos, las horas, los días…, se detuvieron sin ti, amigo. Mi pecho se paró en losa de mármol sepulcral,…creí que me asfixiaba.
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Realmente lo crees, humano…, pues entonces cómo escuchaste mi palabra en tu encierro, canalizaste mi historia de Culibillas desde tu oscuro cuarto…
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Es cierto, Maese, pero ha sido todo tan duro, tan largo, mis ojos miraban y no veían, mis manos se tendían y no tocaban…, pues no había nada que tocar…, y mucho dolor que sentir, estaba todo tan oscuro, tan negro, tan espeso de miedo y dolor, y no era mi dolor, no era mi miedo, pero estaba allí cada día arañándome de gris y daño…
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El daño te lo haces tú mismo, tú puedes elegir lo que quieres ver, tú puedes elegir lo que puedes sentir…
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Maese yo no elegía, me llegaba el dolor de todas partes, me quemaba, me abrasaba, me aplastaba, cerraba los ojos y escuchaba el llanto…, miles de llantos en silencio que llenaban el cielo de duelo, el azul había desaparecido por momentos…
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Humano, Madre Tierra no os quiere, pues vivís a espaldas de ella, ya no la sentís, y utilizará a los señores de la codicia para exterminaros, ellos siempre han creado las guerras, las hambres, las enfermedades, pues todo surge de la miseria de los negros corazones de quienes os dirigen, de quienes llevan vuestro necio mundo humano.
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Déjame de miserias ahora, Maese. Estoy a gusto, soy feliz, aquí no necesito nada…, sólo necesito tu aliento, tu voz, tu susurro…, que me toca y me acaricia por fuera y sobre todo por dentro…
Le envíe unos “whatsapps” con el hilillo de cobertura que tenía a las personas que sabían que estaba allí, siempre fuera de la montaña debe haber alguien que sepa dónde estás, por si te tienen que buscar.
Empiezo a andar de nuevo, otra vez rodeado de piornos en amarillo saltarín…, empiezo a ver las grandes rocas de las cumbres tapadas de grises y espesas nubes, me acuerdo de Frodo en el señor de los anillos cuando se acerca a Mordor, pero yo voy más solitario que él…
Aquí se va complicando en camino, tengo que ir mirando los hitos para no perderme, y me encuentro una canal llena de rocas en escombro, que me obliga a gatear en ocasiones y a mirar el GPS para no perderme, pues los piornos tapan el camino a veces, hay rocas oscuras grises con formas que me rodean, me cuesta respirar, mi asma me está dificultando la marcha, en esta época tengo los pulmones muy cerrados por la alergia primaveral…
He pasado un tramo muy incómodo, llego a un estrecho en la roca desde donde se divisa la portilla Bermeja, pero no se divisa, esta vez la niebla no se ha subido al llegar yo, como viene haciendo desde hace mucho rato…
He comido un poco, aprovecharé el descanso esperando que la niebla suba para buscar la fuente y reponer el agua que me hará falta esta noche, he bajado unos cien metros hasta encontrar un hilillo de agua entre el verde, estoy un buen rato para llenar la botella, las manos se quedan frías de tocar el agua, aprovecho el momento para respirar y mirar el horizonte…
He subido a donde tengo la mochila, guardo la botella, se ha levantado una vez más la niebla, comienzo a andar hacia la portilla Bermeja, tengo que subir por un arenal que me dificulta el paso pero en poco llego a la Portilla Bermeja, la Portilla Bermeja es un Collado que da paso entre la vertiente sur y la norte de la Sierra de Gredos, desde aquí se divisa el circo de Gredos, estoy a 2400 metros, la laguna grande de Gredos yace en el fondo de la laguna. Observo el espacio preparado para dormir cercado de piedras, pero mi intención es seguir, me quedan 200 metros de desnivel, pero son los más agrestes y duros, los que son para los montañeros, los que no entienden de despistes o errores pues aquí te puedes hacer mucho daño si te caes…
Empieza el tramo final, el tramo duro, el que decidirá si encumbro mi cima, el que dirá si alcanzo mi sueño…
La niebla tapa las cumbres, estoy justo por debajo de ella pero si sigo subiendo me tapará, no tengo elección, guardo los bastones en la mochila, pues necesito las manos libres desde aquí hasta la cima, respiro hondo tres veces, miro arriba, miro abajo a la laguna de Gredos perdida en la lejanía del horizonte y empiezo a trepar por los grandes bloques de rocas que me encontraré hasta llegar al final de la pendiente.
Voy despacio, extremando las precauciones, voy saltando de roca en roca, asiéndome con las dos manos, buscando las señales que te dicen por dónde es mejor subir, me acerco al borde, cerca del precipicio, por aquí se anda mejor, me vuelvo a alejar cuando me lo indican los montones de piedras en hitos, poco a poco sin pausa ni prisa voy ascendiendo, roca a roca, y al mirar hacia arriba veo la parte de arriba engullida por la niebla, esta vez es inevitable, acabaré en el frío y en las tinieblas en breves momentos…
He llegado a otro collado, da paso a una zona más llana de unos 50 metros de anchura, ahora es el punto delicado, tengo que encontrar un paso en el muro de piedra que me cierra el acceso al Cuerno del Almanzor, mi penúltima estación antes de la cumbre.
Veo que hay tres zonas señalizadas para pasar, se destacan apareciendo fantasmalmente entre la niebla, me asomo a la más alta, hay un salto para entrar en ella y luego una trepada en llano de la que no se ve el final, prefiero no arriesgarme, decido descender hasta la tercera zona, que parece desde aquí más sencilla, es un pendiente muy pronunciada que va directamente hasta la base del Cuerno del Almanzor, que es una mole de piedra que apunta erigida hacia las estrellas…
Bajo por el estrecho pasillo, tiene mucha pendiente, trato de no resbalar, está húmedo, tras 50 metros de descenso giro a la derecha para tratar de terminar de pasar, me encuentro una pared de seis metros de caída…, me tengo que dar la vuelta…
Miro hacia abajo…,si sigo bajando para rodear el Cuerno por su base tendré que bajar muchísimo para luego subir de nuevo, estoy ya un poco cansado, la mochila de quince kilos no me da para estar bajando y subiendo tanto, así que desando mis pasos y me vuelvo a donde empecé, no sin dificultad, pues me resbalo en el arenal tan pronunciado, y si caigo rodando, no se puede parar…, miro el GPS, efectivamente el paso era el del medio, el último que probé, suele pasar, tengo que saltar tras quitarme la mochila y lanzarla desde una altura de más de un metro y medio, no quiero dañarme una rodilla por exceso de peso, me encuentro una pequeña pared casi vertical, pero tiene buenos agarres y la destrepo con facilidad…
¡Ya estoy en la base del cuerno del Almanzor!, arriba a unos doscientos metros están esperando mis sueños, mis anhelos, mi litera mágica sobre el mundo gris y oscuro…, la CUMBRE DEL ALMANZOR…
La niebla lo cubre todo, Maese Viento sopla con moderación, el paisaje desolado de rocas peladas y paredes verticales se vislumbra entre las tinieblas, y después de las pequeñas dificultades que he tenido para llegar hasta aquí, me lanzo hacia la cumbre sin dudar…
Voy trepando en la roca desnuda, buscando el mejor paso, con menos riesgo para caer, esta zona es más sencilla, a medida que asciendo me doy cuenta que no veo casi nada y que hace muchísimo frío, entonces decido pararme y me siento en una roca, tengo un DILEMA…
Y son casi las ocho de la tarde, al final he decidido retroceder y bajar hasta la base del cuerno del Almanzor, aquí hay una zona para dormir, arriba el viento sopla muy fuerte, y no podré soportar el frío, además con la niebla no veré las vistas…
He llegado al pequeño espacio cercado entre las rocas que se puede utilizar para dormir, dejo la mochila, y me pongo a cenar…, un pequeño trozo de queso, otro de salchichón y una rebanada de pan serán mi cena, tengo que hacer tiempo, sé que la niebla se levantará…
He terminado de comer, hace mucho frío, no puedo estar quieto, me tuve que poner la ropa de invierno, las tres capas, pero me estoy congelando, decido hacer ejercicio, empiezo a coger grandes rocas y las voy colocando en el cerco del Vivac para cortar el viento, busco piedras grandes y planas y así me entretengo, por un momento pensé en abandonar y meterme en el saco allí mismo para quitarme el frío y descansar y dejar la cumbre para mañana…
Pero no, no me rendiré, mientras haya luz del día yo esperaré, el amigo de Agustín me dijo que subiera lo más tarde posible, sé que se abrirá la niebla, lo sé, lo siento…, pero Maese Viento cada vez sopla más fuerte…,y cada vez está más oscuro y hace más frío…
Pero Maese Viento…, es mi amigo. Y si sopla más fuerte es por algo, nada es casualidad…, y de repente, súbitamente…, la niebla empieza a disiparse bajo el aliento de Maese…, comienza a subir rápidamente la niebla y en apenas unos segundos no hay ni rastro de ella, y el viento se detiene quedando una tarde realmente increíble…
Me sonrío, acababa de pasar lo que esperaba con paciencia, la cumbre es mía , me pongo la mochila y comienzo a subir con nerviosismo, con ilusión, como un niño en la mañana de reyes, tengo que deshacer el camino dos veces, pues me metí por donde no era, y la trepada final para hacerla más sencilla, debe ser por la parte derecha de la canal, llego al último trepe, es una pequeña pared vertical con buenos agarres, …lo he hecho, ahora un paso muy aéreo y fácil, también…, me quito la mochila pues en el geodésico no me hace falta, la última trepada y …¡Cumbreeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!
Estoy en lo alto del Almanzor, son las nueve de la noche, lo he conseguido, creí en todo momento que lo haría, y lo hice sin miedo, sin miedo al fracaso, pues en no subir tampoco hay éxito o fracaso, todo depende con los ojos que lo mires…
Allí me agarro con una mano al geodésico para no caer mientras giro al grabar, fui bueno, no apunté a mis pies para que los que tienen vértigo no vieran la caída en el vídeo…, allí sobre el mundo, rodeado de la luz traslúcida del sol bañando las laderas de las cumbres entre las nubes serenas del anochecer, y a mis pies el circo de Gredos, desnudo del blanco níveo, adormecido por el frío de un día de finales de primavera atípico…
Allí todo es relativo, nada es importante, sólo importan tus ojos que miran acariciando las siluetas puntiagudas de los picos y riscos de Gredos, el tiempo se para, las nubes se regodean silenciosas de grises y blancos del atardecer, pero me queda algo pendiente…
Tengo que subirme a mi litera nocturna que está en frente de donde me hallo, algo que no he hecho nunca, me asomo con cuidado al precipicio y veo una trepada muy vertical para acceder a la gran roca que será mi tálamo nocturno…, así que me bajo con cuidado del geodésico y a continuación me subo a la gran roca donde pasaré la noche, y desde donde veré la puesta de sol…
Me he quitado la mochila, preparo mi cama, el vivac es una roca plana rodeada de otras rocas en forma de redondel , apenas entro en él, y no se puede hacer más grande pues está ya al borde del precipicio, hay una caída de seis metros en mi cabecero, las luces del día tardan en apagarse, y poco a poco aparecen las estrellas en el cielo, y luego se va encendiendo en el horizonte las luces de los pueblos circundantes, lo veo todo desde dentro de mi saco, no necesito apenas moverme para ver el circo de Gredos a mis pies, tenía razón el amigo de Agustín…,todo montañero debe dormir aquí al menos una vez en la vida, y yo lo voy a hacer hoy…
Tengo los pies muy fríos, pues estoy tocando con ellos las rocas, me pongo la almohada en ellos, pues utilizo de almohada las rocas del cerco, al ser tan pequeño no me queda otra opción.
Me he puesto toda la ropa y con ella estoy dentro del saco y de su funda impermeable, antes tomé la precaución de tapar con la capa de la lluvia la mochila y las botas, esta noche va a hacer mucha escarcha, espero que caigan a unos seis bajo cero…
Me he despertado, es la una de la noche, veo una densa capa blanca de nubes sobre el circo, empiezo a preocuparme de que esa niebla suba por la mañana y me cubra, dificultándome la bajada, tengo tres pasos complicados, que mojados lo pueden ser más…
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¿Y qué es lo que tanto miedo te da, humano?
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Maese Viento…, me preocupa bajar con la mochila tan grande, hay una pared vertical de 4 metros de altura, y luego dos pasos, que mojados pueden ser peligrosos…
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Necio es tu miedo, humano, si has subido, bajarás…, ya lo sabes, ¿por qué te preocupas por algo del mañana, pues estás en el hoy?, …y ese miedo que tienes, debes saber que no es tuyo…
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¿El miedo que tengo desde que estoy aquí arriba, Maese?, no he dejado de sentirlo…
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Ese mismo, humano. Sientes un miedo que no es tuyo y no lo necesitas…, déjalo marchar.
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Es cierto, Maese. Siento miedo, mucho miedo, y lo tengo desde que llegué aquí arriba…, y ahora entiendo ese miedo, es el miedo que vi en los ojos de mi amigo Agustín, me miró con ese miedo que ahora siento, aquí lo siento, está en el aire, aquí sobre el mundo, siento ese miedo… ,el miedo de las personas, de los Seres Humanos, que tienen miedo a su futuro, tienen miedo a su presente, tienen miedo a tocarse, tienen miedo a mirarse…, siento mucha tristeza por ese miedo, …que lo llena todo.
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No solucionas nada, humano. Tomando algo que no es tuyo, no te pertenece, no dejes que te dañe, que cada humano acarree con su miedo, si no tiene el valor de dejarlo…, tú has dejado todos tus miedos, y aquí estás, has superado en solitario todas las dificultades, y no han sido pocas…
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Gracias, Maese. No esperaba un halago de ti, esto es nuevo, no estarás enfermo… Gracias por llevarte las nubes y dejarme subir, gracias, Maese…, yo no hice nada especial, sólo lo que mi corazón me dictaba, tenía que venir a sentirte de nuevo, querido amigo, y esta vez me has ayudado…
En duerme vela paso toda la noche, y a las dos de la madrugada dejé de escuchar la música de pachanga que llevaba toda la noche oyendo, no eran imaginaciones mías…, la contaminación del hombre llega hasta las grandes cumbres, somos una especie mala…
A las cinco empiezo a tener bastante frío, Maese Viento está soplando con más fuerza como hace cada amanecer, a las seis de la mañana comienza el alba, sus tonos rojizos empiezan a inundar la montaña…
Pero apenas puedo sacar las manos del saco para hacer las fotos, me tengo que encerrar totalmente en él cada vez que hago una foto, veo el amanecer a intervalos, estoy cubierto de escarcha, y el móvil lo metí conmigo en el saco para que no se congelara…, ya me ha pasado otras veces…
Ya ha salido el sol, empieza a calentar, me siento muy a gusto, tengo que sacudir todo el hielo que tengo encima antes de que se derrita y me moje, pero no puedo bajar todavía, la roca tiene una capa de escarcha muy resbaladiza y peligrosa…
Espero desayunando un rato y me acuerdo de las palabras de Maese, voy a bajar, ahora es cuando me he de preocupar en hacerlo, respiro despacio, hago un poco de meditación, tengo que estar sereno, como en todas las bajadas, la concentración es fundamental, un error puede ser fatal.
El primer destrepe desde la roca en que dormí, me hace dudar, pues es la primera vez que la hago, pero lo paso sin dificultad, tras quedar colgado de la pared un breve minuto, aquí da el sol y la roca está seca, ahora viene lo peor, la bajada es por la umbría y estará mojada, bajo el destrepe sin dificultad tras quitarme la mochila y tirarla abajo, ya estoy bajando por la canal del Almanzor…
Ahora tengo que llegar a la base del cuerno, está todo cubierto de escarcha y resbala, bajo con mucho cuidado, pero aun así doy un mal paso y noto como se me retuerce el tendón rotuliano de la rodilla derecha, el dolor es intenso, me tengo que sentar, me hago un poco de Reiki en el tendón, sigo bajando y tengo que volver a subir, pues había un paso en la roca que no me atreví con el dolor en la rodilla.
Me vuelvo a parar, me siento, me sigue doliendo, respiro hondo y luego despacio, trato de meterme en mi cuerpo mentalmente, me imagino a mí mismo entrando dentro de mí, y tras llegar al tendón dañado, lo visualizo y le hablo; “ gracias, por doler, sé que te has hecho daño, pero tenemos que salir de aquí los dos, por favor, no te inflames, yo pisaré con cuidado para que no te vuelvas a dañar, pero para que pueda andar necesito que no me duelas, gracias…”
Me dije mientras me ponía la mano sobre el tendón, la técnica funciona muy bien, en poco más de media hora cedió el dolor, y eso que iba andando por bloques, y no me ha vuelto a doler…, vivimos habitualmente de espaldas a nuestro cuerpo, lo sentimos como algo extraño, cuando somos nosotros nuestro cuerpo, y si le tratamos con cariño, nos hace caso…
Pasé la pared del cuerno del Almanzor tras tener que dar un salto hacia arriba tras lanzar la mochila hacia arriba, ya he pasado lo peor, los grandes bloques ya les da el sol y no resbalan, los he bajado despacio por el dolor de mi rodilla, me paro en una roca a quitarme ropa, asomado al precipicio y al mirar al Almanzor que lo tengo ahora de frente, veo un montañero subir por el espolón sur, la pared es muy lisa por allí, supongo que llevará pies de gato(zapatillas de escalador), me está dando miedo verle y no le digo nada, no fuera a que se sobresalte y se precipite al vacío…
Él está a unos 200 metros y nos separa un barranco enorme(la portilla del Crampón), me doy la vuelto decidido a marchar y escucho su voz.
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Buenos días, qué tal dormiste en la cumbre del Almanzor…
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Hola, buenos días, pues muy bien, un poco de frío, me llené de escarcha, pero estuvo despejado, tuve mucha suerte…
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Es que anoche estuve tomando una cerveza abajo con tus amigos, y me dijeron que estabas aquí arriba, son gente muy apañada, si les ves ahora al bajar dale de nuevo las gracias…
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A ver si los veo, estás en un sitio un poco escarpado, ¿vas bien…?
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Estoy haciendo el espolón Sur, poco a poco, me dijeron ayer que estuviste en el Elbrus el año pasado, ¿qué tal fue…?
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Pues es todo muy diferente allí en Rusia, una experiencia muy bonita.
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Bueno te dejo, que a ver si llego pronto a la cumbre del Almanzor.
Y siguió subiendo, me quedé un poco sorprendido de la conversación a voces de lado a lado de la montaña que tuvimos, todo pasa por algo, la verdad que me siento muy afortunado, aunque ahora me queden cinco horas de bajada y son las diez de la mañana.
Empiezo a bajar con alegría y velocidad pues el camino es largo y puede hacerme mucho calor abajo si llego muy tarde.
Veo los buitres a mis pies volando, aquellos que ayer estaban sobre mi cabeza tan altos, todo depende desde el punto de mira que tengas…
Bajo sin parar en la fuente, no hace mucho calor, ya cogeré agua abajo, me meto en la canal de rocas empinada que tanto me costó subir el día anterior y tras pasarla veo que se empieza a nublar todas las cumbres, una vez más he tenido mucha suerte, con niebla se baja muy mal.
Ya estoy en el Sillao, voy bajando de prisa, aprovecho que se ha nublado, me encuentro una fuente pero está llena de vacas y no me atrevo a beber allí, sigo acelerando, quiero llegar pronto.
Paso una zona quemada, pierdo el camino y me tengo que pelear un rato con los piornos para salir, ¡Maldita Plagaverde!, el piorno es el peor enemigo del hombre en Gredos, después del mosquito…
Me salgo de la cuerda, me he desorientado, no reconozco nada, voy mirando el GPS para no perderme, me encuentro de nuevo a las vacas negras de ayer, me miran con el mismo recelo…
No he podido coger agua en la fuente, me he desviado mucho, así que suelto la mochila y me bajo al arroyo, hace calor y estoy muerto de sed…
Bajo casi corriendo, estoy deseando llegar, todo me parece diferente a ayer, no reconozco nada, ayer medité mucho subiendo…
Por fin he llegado al coche, son las tres de la tarde, Agustín no está, así que ni me paro a estirar, me cambio de ropa, me meto en el coche y me voy para mi casa, no pararé ni a comer, no vayan a decir que los contagio del virus inexistente en mi zona…
Y llegué a casa a las cinco y cuarto de la tarde, esta vez no podía tomar una cerveza con los compañeros de ruta, pues fui solitario. Aunque mi amigo Miguel Angel vino a cenar conmigo, no me acordé de hacernos una foto de fin de ruta…
Y esta vez tengo que darle las gracias a Agustín y a su amigo, que me dieron las claves para poder dormir arriba y sobre todo GRACIAS a MAESE VIENTO, que me ayudó una vez más. y además me contó otro capítulo del Enano de Gredos que publicaré en cuanto la escriba…
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Fran Morales
¡Que grande eres Fran!
Me encanta como transmites tus sentimientos. Yo también pienso que con la excusa del virus, nos han atormentado innecesariamente, y nos han sometido a la autoridad de manera brutal.
A mi me multaron un día, en la 4ª semana de confinamiento, porque vivo en San Fernando, pero estoy empadronado en Puerto Real, y mi médico es en Puerto Real. Yo no tengo smartphone, ni impresora, y todo el comercio estaba encarcelado, por lo tanto no pude imprimir el justificante… y un agente de la GC procedió a denunciarme por no «justificar» mi desplazamiento al municipio vecino. Iba solo, en mi coche… y al parecer eso es ilegal…
Nosotros el día 14 de marzo, día del decretazo, nos fuimos temprano a la montaña, y el 16 de mayo volvimos… no se podía, pero si te podías ir en coche por tu provincia de bares… y dije ¿si?, pues me voy al Bar que hay en la cumbre del pico Garlitos… y que me busquen. No vimos a nadie en todo el día…
Ahora quieren llamar a esta insensatez, la nueva normalidad… todo fomentado por A3Media y el resto… en fin.
No conozco nada de Reiki… voy a tener que indagar en ello. El confinamiento me ha llevado a descubrir el Yoga, y lo practico casi a diario… ya no lo pienso abandonar… de eso nos ha servido estar encerrados.
Yo tampoco he dormido nunca en el pico de Almanzor… y este verano, con lo raro que va a estar todo, no nos atrevemos a ir a Pirineos… y hemos pensado hacer una circular por Gredos, a nuestro aire… acompañados de Maese Viento… no se… 4 o 5 días… allí hay agua… no hay problema.
Al final tuvo razón Agustín. ¡Que buena cumbre, chaval! ¡Eso es vida… y no una cárcel domiciliaria!
Saludos… un abrazo.
Fran Pascual
Holaaa, Tovayo. Me encanta tener noticias tuyas otra vez, acabo de meterme en la página a publicar la subida a la Pica y en un rato me voy a Pirineos. Esto es una locura, una insensatez, nos han quitado nuestra libertad y ahora nos quieren quitar nuestra esencia humana, no quieren que nos toquemos, ni nos miremos, solo vibran por sus sillones y sus millones en el banco, los señores de la codicia se han adueñado de todo, han limitado nuestras vidas utilizando la escusa del virus que ellos mismos crearon y se encargaron de propagar por todos los rincones de nuestro país, no me puedo creer que no supieran lo que estaban haciendo en los primeros días de marzo cuando a los sanitarios nos prohibían juntarnos y tocarnos y a la población la animaban a salir a la calle a besarse y abrazarse, y ahora lo controlan todo para el gozo de su ansias de poder, yo hace mucho que no veo sus medios del miedo y de incomunicación, lo utilizan para transmitir el miedo tan necesario para controlar cualquier reacción ante el golpe de estado a nivel mundial que han dado. Vienen tiempos difíciles, un gran cambio se avecina, se acaba un ciclo en la historia, empieza otro, y confío que la humanidad consiga aumentar su nivel de conciencia antes de que destruyamos el medio ambiente en el que vivimos, y nos vayamos todos con él…, pues Madre Tierra seguirá, con nosotros o sin nosotros…,nosotros decidimos. Un abrazo, amigo.
Mrcos
Buenos días Fran,
Estoy escribiendo un libro de montañas y me gustaría incluir la primera foto de esta entrada en el mismo. ¿Sería posible?
Fran Pascual
Buenas tardes, Marcos. Estaba liado con otros asuntos y no había visto tu comentario, discúlpame. Muchas gracias, para mí será un honor que tengas algo mío en tu libro, y desde ya es tuya, espero que lleves a buen puerto, de montaña, tu libro y tengas éxito en todo lo que te propongas. Un fuerte abrazo.