Y la deuda de montaña es cuando sientes que tienes que ir a un lugar, a un lugar que es tu sitio, tu momento, tu esperanza, tu sueño, y que a veces es difícil de llegar y otras veces es muy sencillo, pero te ronda la cabeza y no lo puedes apartar, y te viene de noche, y te viene de tarde, y al amanecer, y en la oscuridad, siempre está ahí, y cierras los ojos y ves el lugar, que te llama, que te aclama, que te pide tu presencia, y estás en deuda continua y onírica con él…
Y ese lugar que me llamaba sin parar eran las cumbres del circo de Cinco Lagunas en Gredos, el Belesar, embelesado de nubes que se enredan en los escarpados riscos del Almanzor, el Picurucho; suspendido vigía de las Cinco Lagunas durmientes en frío, el Meapoco; curioso nombre para dos cimas, una con Geodésico plana y apacible y la otra que te ofrece de frente todas las cumbres de la vertiente occidental del circo de Gredos, un lugar idílico, todas ellas forman un emplazamiento apenas conocido y visitado… , y desde que estuve en septiembre eran mi gran deuda de montaña…
Y no podía dejar que se marchara la nieve sin verlas de blanco, así que cuando nevó copiosamente a finales de abril tras un invierno seco e infame, vimos nuestra oportunidad, pues Candy que estuvo conmigo en setiembre en estas cumbres, sentía la misma deuda, y quien no ha respirado en las alturas quizá no lo puede entender…
Quedé con Candy en que el 27 y 28 de abril lo haríamos, Dani el tercero que tuvo la suerte de conocer este lugar en septiembre no pudo venir a última hora, pero se nos añadieron a la expedición César, Jesús, Noemí y Eloísa. Lo primero era como abordar el refugio de Prado Seco donde empieza la vereda que te lleva hacia las cumbres con una de las mejores vistas de todo Gredos, pues en todo momento vas viendo las cumbres que se te acercan pausadamente, lentamente, relajadamente,…salvo que vayas a la carrera.
Tenía que encontrar la manera de llegar lo más directo posible a Prado Seco y tras una tarde de buscar en “Google Maps” e “Iberpix” descubrí un área recreativa donde dejar el coche, y desde allí nace la pista que te lleva hasta el refugio que es el comienzo real de la ruta, encajaban las piezas, pagaríamos nuestra deuda…
Y era el sábado 27 de Abril de 2019, tras recoger a Noemí y Jesús en Villanueva de la Serena antes de las siete de la mañana, partimos hacia Béjar y tras parar en Trujillo para agregar a Eloísa a la aventura llegamos pasadas las nueve a una rotonda de la entrada de Béjar, allí estaban Candy y César esperando en su vehículo. Salimos detrás de ellos hasta el cruce de Navamediana donde ellos se desviaron y nosotros seguimos a la zona recreativa de Zapardiel de la Rivera.
Allí dejé a mis pasajeros y partí hacia Navamediana, para recoger a Candy y César que habían dejado allí su vehículo para cuando terminásemos la ruta.Me los encontré por la carretera, pues venían andando para calentar motores, los recogí y volvimos a Zapardiel.
Nos preparamos, nos hicimos unas fotos y salimos en busca de la pista que nos subiría hasta el refugio. El día iba a ser radiante, el cielo brillaba en un azul intenso primavera, y un perro nos quiere acompañar mientras un ganadero nos adelanta con su todoterreno, y tras los primeros “selfies” de Noemí en grupo, salimos por la pista que se esmeraba en subir la cuesta retorciéndose en curvas cerradas, miramos si podíamos acortar por algún sitio, pero decidimos no abandonarla para no perdernos, decisión que a la postre fue acertada. La cuesta cuesta en subirla, la mochila llena de cachivaches y viandas nos molesta en este comienzo, sobre todo a Eloísa que va algo renqueante de la espalda, pues no se le amolda bien la mochila.
Tomamos un pequeño tramo campo a través para acortar y en poco vislumbramos a las cimas queriendo asomarse por encima de la loma que estábamos atacando con nuestro caminar.
Paramos un momento a reponernos y a admirar al Cabeza Nevada que se erige firme ante nosotros, más adelante llegamos al refugio de Prado Seco, descansamos un poco, y en ello aparece una pareja de forestales que nos iluminan con su experiencia en la zona y nos cuentan por dónde subir y los nombres de los refugios que abordaremos, es muy grata su compañía y nos cuesta partir de nuevo…
Pasamos una fuente, la de Navalperales según nos contaron los guardas, y llegamos a la cuerda, nos deleitamos con las primeras vistas del circo de Cinco lagunas que ya no nos abandonaría en toda la subida, hacemos de grupo, las “selfies Noemí», primer recuerdo para nuestra retina, Candy y yo nos hemos pasado de largo del refugio del Barquillo, por lo que tuvimos que volver un poco tras advertir al grupo que no siguiera, el refugio del Barquillo es un refugio íntimo para dos o tres personas , muy bien avenidas , con vistas de postal alpina…
Allí almorzamos, no tenemos prisa, el recreo y el disfrute pausado se adueñan de nuestros minutos, que vuelan silenciosamente, vamos a mirar el valle del Pinar que queda a nuestros pies, nos cuesta volver a andar, simplemente estamos a gusto, el placer de mirar, ver, sentir, escuchar, conversar y sobre todo reír, reír y reír, es la alegría de vivir, sin prisas, sin deudas, vivir el momento sintiendo que eres dueño de tu tiempo y de tu felicidad…, felicidad, es un sueño, es una ilusión,…no, es tu realidad, tu realidad si la quieres, pues somos dueños de nuestros sueños…, sencillos y baratos…
Tras el “ selfie Noemí” salimos a regañadientes, ahora ascenderemos por el valle por una senda desbrozada de piornos por los forestales, según nos contaron ellos mismos. La senda marcha suavemente y apenas te das cuenta de ella, pues andábamos sobre la nieve, blanda y mullida, y las vistas del circo de frente acercándose lentamente te tocan el rostro…
Hemos llegado al paraje de las lagunillas, nos ponemos las polainas, la nieve está muy blanda, hace calor y nos vamos a hundir en ella, hay dos canales para subir, lo haremos por la derecha como nos aconsejó el forestal…
Va a ser difícil, los piornos se entremezclan con la nieve, seré el que abra huella, mi asma aprieta y me cuesta respirar, me servirá de entreno para el Elbrus, allí tendré la misma sensación de falta de aire. Voy esquivando los múltiples arroyos que bajan por la ladera, busco zonas sin nieve, pues te arriesgas a caer sobre un arroyo si cede la nieve, avanzo con algo de dificultad, vamos pisando agua continuamente y a veces hasta casi los tobillos, Noemí va justo detrás de mí y a veces choca contra mí con su ímpetu juvenil, estamos en lo más empinado, la nieve me llega al pecho, me he quedado atascado, le digo a Noemí que siga adelante, pues por donde voy caemos al arroyo, me quedo el último.
Noemí avanza con menos dificultad entre la nieve y los piornos, pesa menos, pero también se hunde hasta las rodillas, cuando vamos a mitad del valle, creo apreciar un paso seguro sobre el arroyo, y me cambio de margen huyendo de los piornos, en seguida les adelanto, mi zona está limpia de piornos y no me hundo apenas en la nieve, les espero desde arriba marcándoles el paso, salimos a una pequeña explanada y luego hay una pequeña cuesta hasta un muro de piedra.
Estamos arriba, tenemos que bajar ahora un poco hasta el refugio donde dormiremos, el de Regajo Largo, esquivamos los piornos, pasamos un prado y llegamos al refugio.
Este refugio es de los más grandes de Gredos, pueden caber bien 10 ó 12 personas, tiene chimenea pero no tenemos leña, la nieve nos rodea y dentro del refugio hay una zona con nieve, no sabemos por dónde entró, pues está todo cerrado, pero hace mucho frío.
Dejamos las cosas, queremos subir al Meapoco a ver la puesta, descansamos un poco y salimos de nuevo hacia el muro, nos pegamos un rato andando sobre él para no hundirnos en la nieve que cubre los piornos, sin mochila se va mejor.
Subimos una vez más tranquilamente, serenamente, conversando y disfrutando de la alegría del momento, de estar, de ser, de sentir, agarrando los minutos y exprimiendo su sustancia, pues estamos donde siempre quisimos estar, camino de nuestra cumbre…
Pero no podrá ser, si subimos hasta la cumbre oscurecerá y no podremos disfrutar del momento, y como mañana haremos cumbre hoy nos quedaremos en el Callejón de los Lobos, y allí nos acercamos a las rocas suspendidas sobre el Circo de Cinco lagunas, el sitio es la paz,… allí no existen las preocupaciones terrenales suspendidos sobre los riscos…
Nos hacemos fotos y más fotos, y nos volvemos a fotografiar, pero poco a poco el sol va declinando en su luz, buscando la puerta que quebrará el día y dará entrada a las sombras…, hay que volver.
Y estamos volviendo, y sobre los horizontes disipados se va formando un tul naranja de irrealidad que lo envuelve todo , que me toca suavemente…, me voy quedando atrás del grupo en silencio, no puedo articular palabra, mis ojos se impregnan de imágenes, la nieve, el cielo, las rocas, el aire, mi cuerpo se va inundando de un color ocre dorado, el silencio sonoro del atardecer penetra en mis oídos, siento como el sol cae, buscando la salida del día mientras la noche acecha en mi espalda y promete estrellas y oscuridades…
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Y es que hoy no vas a escucharme, Humano. Qué ronda en tus tristes pupilas…
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No es tristeza, Maese Viento, es vacío, vacío de pensamiento, sobrecogido de sentimiento, atorado sin que surjan la palabras, cada vez es más difícil llevar tu palabra, cada vez es más difícil escribir… ,quiero dejarte amigo. No puedo, no puedo escribir más…, inundaré de silencio los espacios vacíos, Maese…, este vacío que me está matando…
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Y crees que es lo mejor para ti y para el mundo, tu mundo,…tu silencio, humano.
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No lo entiendes, Maese, yo vivo de la inspiración, del sentimiento, y últimamente me encuentro vacío, sin ganas ni capacidad de escribir, de transmitir, y creo que no merece la pena nada de lo que hago…, me siento mil veces delante del teclado y apenas soy capaz de hilar dos o tres palabras, tu voz suena en mi cabeza pero no me llega a las manos pues mi corazón zozobra…
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Siempre tan dramático, humano, siempre tan quejumbroso y lastimero, haz lo que quieras, ya sabes que todo se perderá, todo fluirá en mi aliento de viento, sea de voz, llanto, palabra o escrito. Nada perdura, todo desaparece, y lo que hagas carece de importancia…
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¡Pues anda que el que me quiere animar…!, ¡vaya cosas me dice!, …Maese Viento, eres un “mala follá” y seguiré escribiendo aunque lo haga con el “culo”, ¡y lo haré para llevarte la contraria…!
Se desciende muy bien por la nieve blanda, le hago mil fotos al sol moribundo en el horizonte suspendido de sones de silencios, en concierto de luces furibundas de ocaso entrañable y descarnado de recuerdos perdidos y sueños rotos, todo envuelto en un tocado de colores que se va muriendo lentamente, muy lentamente, en las fauces de la oscuridad…
Estamos llegando al refugio de nuevo, va a hacer mucho frío, cenamos contemplando las últimas luces y nos metemos en nuestros sacos, tras cambiarnos y asearnos, voy quedando el último en meterme en el saco, Eloísa, César y Candy dormirán sobre la tabla, Jesús, Noemí y yo sobre el suelo, estamos un rato de charla y chanzas, por suerte mi saco aguanta bien el frío, no recuerdo más pues me quedé dormido…
Ha amanecido, Noemí dice que no ha dormido del frío, Jesús tampoco, Candy y Eloísa un poco, César se revolvió en pelea continua con su saco y yo no me enteré de nada…
Ahora amanecido tenemos un problema, menos los que tienen botas nuevas y relucientes que las tienen secas, los demás las tenemos empapadas del día anterior y estamos descalzos sin ellas, con nieve y humedad en algunas zonas del suelo del refugio nos da pavor salir del saco, Candy se anima a salir afuera y saca sus botas al sol, nos dice que se está muy bien, y poco a poco los gusanos abandonan sus capullos y se van estirando al sol, …es verdad, se está mucho mejor.
Desayunamos, la nieve está muy dura, llevo un rato vestido esperando para salir, tienen que ser cerca de las diez, salgo el primero pues quiero coger agua del arroyo, y como me puse los crampones voy derecho por la pala de nieve por la zona más empinada tras cruzar el arroyo con mucho cuidado, no fuera hundirse la nieve y darme un baño matinal…
Noemí, Eloísa y Jesús van tras mi pista, César y Candy, que no se pusieron los crampones, siguen por el camino que hicimos ayer…
Nos volvemos a juntar en poco, se avanza muy deprisa, la nieve está estupenda, mucho mejor de lo que esperábamos, seguimos nuestras huellas del día anterior y en poco estamos de nuevo en el callejón de los Lobos donde me encuentro la estampa de los Beatles en el paso de cebra del “Abbey Road” de Gredos…
Hoy me siento bastante bien, ya llega algo de aire a mis pulmones, me coloco en cabeza y me encamino al geodésico del Meapoco, empezamos a ver el Almanzor, estamos en un sitio diferente, que casi nadie conoce de Gredos…,hacemos vídeos y fotos.
Volvemos un pequeño tramo para subirnos a la cima rocosa del Meapoco que da al Circo de Cinco Lagunas, allí nos paramos largo rato, y miramos las cumbres , serenas se plantan ante nuestros ojos dejándose admirar con la lentitud del que siente cada segundo de la alegría de vivir…
Salgo de nuevo primero buscando las luces del Belesar, me tengo que poner de nuevo los crampones pues hay una ladera helada y no tengo ganas de patinar, me reincorporo y vuelvo a superar el grupo mientras Candy y César se calzan sus crampones, César se dejó los suyos en Madrid y tiene unos de juguete del “Decathlon”, pero es suficiente para hoy, pues ya no llegaremos al Guetre, pues no nos dará tiempo…
He llegado al Belesar…, no , no es esta cima, Candy me indica que es una que está un poco más arriba, así que seguimos, y nos situamos llaneando en la gran cima del Belesar que es alargada y plana y tiene vistas preciosas a La Galana y al Almanzor, al circo de Cinco Lagunas y a las letanías extremeñas…
Se nos ha hecho un poco tarde y decidimos no seguir al Picurucho, nos detendremos, pensamos en bajar y comer después de salir de la nieve pero Noemí nos sugiere que lo hagamos allí…,acaso puede haber un lugar mejor…
Nos paramos más de una hora, algunos hasta sesteamos contemplando la imagen de Cinco Lagunas amodorrada de hielo y al Almanzor con sus riscos verticales enredados de nubes sigilosas…
Todo tiene un precio, César tiene que coger el autobús de las ocho de la tarde en el Barco de Ávila hacia Madrid, tenemos que bajar por una garganta en pleno deshielo que es la más larga de la cara norte de Gredos, pues decidimos bajar por Bohoyo aunque el coche estaba en Navamediana, tendremos que correr bastante.
Son las dos y media, nos ponemos crampones, más para no patinar en alguna ladera que por el hielo, habrá mucha nieve en la bajada, salimos hacia el oeste buscando la garganta de Bohoyo, las nubes de evolución diurna se entremeten algodonosas en el Almanzor y salen despedidas hacia nosotros flotando en un cielo azul que se mira en el espejo inmaculado que se hunde con nuestras pisadas…
Tras bordear la parte alta de una garganta Verata que acaba en Madrigal de la vera, pasamos un muro de los que separan términos municipales y ganados en verano para dejarnos caer derechos al fondo de la garganta…
Estamos junto al arroyo, el deshielo es generalizado, va a ser una gran aventura cruzar las terrazas de roca que se interponen entre nosotros y la senda que nace unos kilómetros más abajo.
Nos quitamos los crampones tras cruzar el arroyo, decido ir por el centro del valle pues creo que habrá menos agua, voy saltando de arroyo en arroyo, otros optan por la derecha junto al refugio del Belesar, pero yo sé que por ahí viene un río y será peor, en poco vienen todos tras mi pista y por esta vez es la mejor…, cruzo sin dificultad el arroyo casi río que viene desde detrás del refugio del Belesar de tan buenos recuerdos…( celebré allí mi cumpleaños hace ya casi tres años).
Empieza la fiesta, aquí hay un estrechamiento donde convergerá toda el agua del deshielo, será difícil avanzar…, y así es, tenemos que ir sorteando numerosos regatos, palas de nieve que se hunden a nuestro paso y rocas lisas resbaladizas en potencia…
Nos vamos retorciendo con las eses del agua de los arroyos que se nos cruzan, buscando el mejor paso, ahora con Candy a la cabeza pues tenemos mucha prisa, ya que César va muy justo para su autobús…
A mitad de las terrazas rocosas nos encontramos un arroyo más grande que hay que cruzar , Candy busca un vadeo en medio de una amplia corriente, yo sigo corriente abajo pues veo que se estrecha el arroyo en esa dirección y hay un paso, Eloísa va tras de mí, cuando llegamos nos encontramos que hay que dar un salto para cruzar cayendo en una roca de difícil apoyo, Eloísa duda, pues la mochila es grande y si caes el agua va con mucha fuerza, en ese momento aparece Jesús en la otra orilla y tratamos de ver la forma de pasar. Tras estudiar la situación, creo que lo mejor es meter el pie en el río hasta casi el tobillo y pegar un pequeño salto…, lo hago sin dificultad. Eloísa duda, si te caes el agua va con mucha fuerza…, Jesús trata de colocar una gran piedra de apoyo, el agua se la traga en seguida…, estamos un poco atascados…
Pero Jesús no cesa en su empeño de “rescatar” a Eloísa y finalmente consigue cruzar con la misma técnica que yo empleé ayudada por Jesús, y es que la montaña siempre saca lo mejor de nosotros mismos y que puede te pone trabas y dificultades que te hacen tengas que superar…, escuela de la vida.
Nos hemos quedado rezagados, apenas vemos a Candy, Noemí y Cesar, van con la premura del autobús de César, seguimos buscando los pasos con dificultades, y entre ellas me encuentro a estas flores de nieve, que surgieron en un remanso helado…
Terraza tras terraza vamos descendiendo, los vemos detenidos a lo lejos, llegamos a su altura y efectivamente, había un río que se nos cruza en nuestro camino y es inevitable pasarlo, César está quitándose los zapatos, Noemí dudando y Candy se fue a la parte más estrecha del río…, y profunda.
Yo en estos casos suelo llegar el último y cruzo el primero, ni me detuve, busqué la línea de piedras de su paso original y sin miedo ni zozobra crucé sin mojarme más de lo que ya estaba…, y me puse a grabar el momento del cruce ajeno…
Realmente creí que Noemí al final cruzaba nadando a braza como en el lago azul, pero no se mojó más que Candy…
Ya estábamos en el lado correcto, y cerca estaría ya la vereda, habíamos pasado lo peor, César y Candy salieron a toda prisa, decidieron que para llegar al autobús de las ocho tenían que correr hasta Navamediana donde se encontraba el coche de Candy, se darían una buena paliza con las mochilas grandes, pero era la única manera…
Nosotros cuatro nos relajamos unos minutos antes de seguir, ya con poca nieve por delante, y partimos en busca del segundo refugio de la Garganta contando desde arriba, allí empezaría la “civilización”…, la senda.
Noemí estando en el refugio me pregunta que cuánto falta para llegar al aparcamiento, yo le digo que dos horas, está muy molesta con las botas, pues las tiene empapadas. Seguimos hasta el siguiente refugio y allí paramos unos minutos, me vuelve a preguntar Noemí cuánto falta,… dos horas.
Me pongo delante a marcar el ritmo pues no llegaremos de día a este paso, la garganta es muy larga y luego hay que volver a Extremadura…, se acaba el prado, empiezan los primeros árboles…, el valle se alarga y alarga, Noemí me sigue preguntando cuánto falta; – hora y tres cuartos, le digo, – ¿ pero si hace más de una hora me dijiste dos horas como que ahora faltan hora y tres cuartos?, -pues ahora sí son casi dos horas, antes eran tres…, y si no nos damos prisa serán más…, es lo que tiene la garganta de Bohoyo.
La garganta se alarga y alarga, pasamos dos refugios más sin detenernos, esto no se acaba…, llegamos al bosque, salimos a una pista forestal, Eloísa sigue sola en solitario mientras Jesús y yo esperamos a Noemí que se había detenido, le están matando las botas caladas de agua…
Son las ocho y diez de la tarde, estamos en el aparcamiento, nos quitamos las mochilas, esperemos que venga pronto Candy con su coche a rescatarnos, y nada más decirlo aparece a toda prisa por la pista…, llegó al autobús de César con sólo 5 minutos, se habían dado una buena paliza pues hasta Navamediana eran dos kilómetros más de ruta por asfalto, qué alegría nos ha dado el verle…, estamos bastante cansados…
Nos metemos los cinco con las mochilas en su coche como podemos, nos vamos a Zapardiel a por mi coche, y allí nos cambiamos…
El día acabó con un bocata de lomo y una cerveza en el bar de las afueras de Bohoyo, allí nos despedíamos de Candy mientras nos llegaban “whatsapps” de César con fotos de la ruta desde el autobús a Madrid, a nosotros nos quedaba volver a Villanueva de la Serena donde llegaríamos al borde de las una de la noche…, mereció la pena…, gracias a todos, amigos.
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Fran Morales Fuentes
Estaba leyendo y sufriendo por Noemí y por César. Hay dos cosas que me matan en montaña: El estrés horario (autobús, tren…) y que me moje los pies.
Voy a criticar, con permiso: Yo me hubiese levantado bastante antes, para tener todo el día por delante sin prisas.
Cambio de tercio. Fuiste el único gusano que no pasó frío en su capullo. Puede ser por mala elección de saco, por parte de los demás, o por no haberse hidratado lo suficiente. Beber bastante es primordial… prefiero tener que salir por la noche a hacer pis, a quedarme corto y no calentar bien el horno.
Esa garganta de Bohoyo la tengo pendiente… y la quiero hacer en dos días, para saborearla mejor. Cuando hicimos 5 Lagunas, lo hicimos en una sola jornada, y es muy larga… da poco tiempo a saborear el plato… porque se hace de noche. Era otoño avanzado.
Gracias por inspirarme… y dile a Maese Viento, que seguirás escribiendo… y escuchando música… eso inspira bastante.
Un abrazo. Un fuerte abrazo.
Fran Pascual
Hola, Fran. Tocayo mío. Cuán placer es hallarte de nuevo por mis rincones de montaña, la premisa de la prisa fue la relajación en cumbre. De la que dudé hasta que me percibí de que yo no era quien, el que debía tener prisa. Así que relajado y holgado en las cimas de Gredos. en verano no es muy recomendable la garganta salvo para el baño pues hace bastante calor. La primavera y el otoño son anfitriones de lujo para esta garganta.Seguiré escribiendo sin duda, amigo.