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Buenos días, Fran.
Estoy en modo pánico buscando las llaves del coche.
He abierto mis ojos, y lo primero que hice fue mirar el móvil. Allí alojado en mi mesita de noche recargándose como cada noche, aunque digan los entendidos que lo hacemos mal…
Estaba en Búbal, en un residencial en medio del campo junto a la presa de su nombre pasado Biescas en el valle Pirenaico de Tena.
Hacía dos días que habíamos llegado en plena ola de frío polar en la península, eran los días más gélidos del mes de enero bajo una capa de nieve y hielo que no se recordaba hacía tiempo en el lugar.
Cuando llegamos a Búbal nos costó llegar atravesando la nieve hasta los pabellones, pues había mucho hielo que caía en estalactitas de los tejados, y no era nuestro ambiente pues Angeloti y yo veníamos desde Extremadura, donde se ve la nieve cada 20 años, César de Madrid, y Fidel y Marga desde Salamanca, todos para pasar una semana en el Pirineo.
Mi idea inicial era subir al pico Posets y a otros tres miles cercanos, pero la nieve estaba sin transformar, lo que significa que hay un elevado riesgo de aludes. Para los profanos la transformación de la nieve consiste en que cuando cae del cielo es polvo, en la que te hundes y es muy inestable pues el viento la va acumulando en las laderas, y a medida que el sol la calienta de día se derrite y de noche se congela, se va haciendo cada vez más compacta y más segura para avanzar, pero las temperaturas tan gélidas impedían que la nieve se transformara por el momento.
Así que consulté con mi amiga Navarra, Isabel Baranda ,que me aconsejó el valle de Tena, he estado algunas veces en Pirineos en invierno, pero nunca bajo condiciones polares de diez bajo cero en las localidades del valle donde se inician las rutas hacia la montaña.
Por prudencia decidí que el primer día subiríamos al Mandilar, una cumbre amable de 2211 metros junto a la estación de esquí de Panticosa, nos serviría para adaptarnos al frío y a las raquetas de nieve, con la que te tienes que desplazar de manera muy diferente a los habituales crampones…
Y hoy es miércoles, 25 de enero de 2023, mi amiga Isabel Baranda había quedado con nosotros para ascender a nuestra segunda cumbre de la semana, el Pico Canal Roya (2348 metros), me había despertado tranquilamente pues saldríamos a las nueve de la mañana, tratando de evitar la oscuridad en la carretera por si nos encontrábamos hielo, elemento que no estamos acostumbrados a conducir los extremeños.
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Buenos días Fran.
Estoy en modo pánico buscando las llaves del coche.
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¿Isabel, encontraste las llaves?
Un largo silencio, y un mensaje de voz en el que decía que iba de camino pero veinte minutos tarde, disculpándose por la pérdida y la tardanza.
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No te preocupes, corazón, César está muy feliz con tu retraso…
A César no le gusta madrugar, pues de noche todos los gatos son pardos y las fotos son grises…, a mí tampoco.
Ha llegado Isabel con sus veinte minutos de retraso, tras saludarnos a los cinco me meto en su coche para irnos hasta Portalet, los demás irán en el coche de Angeloti, parece que desde ayer se puede llegar sin cadenas hasta dicho puerto, ha estado el tiempo muy complicado por el fuerte viento de cien kilómetros por hora en el llano…
Vamos avanzando, la carretera está genial, el paisaje es gélido, todo sepultado por un precioso manto blanco, se acumula medio metro de nieve en los márgenes de la carretera, da cierta inquietud pues vamos ascendiendo en dirección al Puerto, antes de pasar Sallent de Gállego en una curva aparece la ventisca que ha ido introduciendo la nieve en la carretera, parece que estamos en Suiza.
Por fin llegamos a Portalet, aparcamos en un parquin junto al puerto, Isabel nos dice que tenemos que salir en la ruta un km más abajo pero no se atreve a seguir con el coche no vayamos a quedarnos atrapados con la nieve. Todo está blanco, blanco y “superblanco”, pero el día está precioso y no hay previsiones de que empeore.
Vamos caminando por la carretera buscando el inicio de la ruta, es el mismo sitio por el que se sube al gran Midi D´Ossau que nos mira de soslayo en nuestra llegada a sus dominios.
Isabel va con sus esquíes, tiene una lesión en el talón que no le deja usar otro calzado que no sea la bota y le haga de escayola, nosotros llevamos nuestras raquetas, que ya le tomamos cariño tras subir con ellas mil metros de desnivel en el día de ayer en el Mandilar.
El frío es considerable, el coche marcaba menos nueve bajo cero cuando lo dejamos aparcado, pero es soportable, Maese Viento está en silencio.
Nos adentramos en un valle desierto de blanco, cruzamos un puente blanco, vemos unas lomas blancas, un llano blanco, y una sonrisa blanca, todo blanco, hasta el cielo empalidece de blanco con el sol que apenas se atreve a alzar su voz en el reino de las nieves.
Vamos avanzando, me faltan diez ojos, cien ojos, mil ojos, mil vidas…, para poder contemplar la inmensa belleza que me rodea, los picos desplomados de nieve se acercan desde la letanía en mis pasos rasgados de nieve, mientras el Midi a nuestras espaldas nos sonríe.
Poco a poco el sol se va alzando, y las sombras se van aletargando, y el cielo celestial de azul cielo se abre a nuestros ojos, aquí todo cobra sentido, aquí nada existe, salvo el estar, el ser, el ahora, el momento que te llena y te completa, bajo el silencio del valle roto por nuestros pasos quejumbrosos de nieve quebrada…
El valle se va empinando para convertirse en ladera, nos encontramos un grupo de montañeros de Madrid que viene haciendo un curso de montaña de Buitre Granalpina, curiosamente llevado por un vasco asentado en Granada, mi tierra patria, la tierra de Sierra nevada, la Madre de mis Montañas…
Isabel con sus esquíes con la piel de foca para no resbalar para atrás nos va indicando, nuestra cumbre, nuestra ansiada cumbre que nos llenará una vez más, esta vez llamada Canal Roya; la cuesta se ha embrutecido y nos hace resoplar haciendo zetas en nuestra ascensión, el sol nos mira como un ojo en el cielo con un halo circular perfecto, que no intuyo su sentido en mis conocimientos de física.
Y llegamos a la cuerda divisoria, las cumbres nos desbordan por detrás y por delante, paramos a hacer fotos, el Midi con su característica forma nos vuelve a mirar, hacemos fotos y ellos siguen subiendo mientras yo grabo un video.
El sol se ha situado sobre nuestra cima, indicándonos como un faro el camino hasta nuestra meta, guiándonos en la loma rodeados de los precipicios que acostumbran a acechar a todo montañero, el grupo del Buitre nos adelantó y ya han llegado a cima del Pico Canal Roya (2348 m).
Llego yo el último, consecuencia de mi video anterior, estamos rodeados de decenas de cumbres, hay un nutrido grupo ya en la cumbre y como es costumbre humana, no paran de hablar, lo que me irrita un poco.
Cumbres, cumbres, cumbres, solapadas, distanciadas, fundidas, entremezcladas, rozadas, rozadas de silencio, tocadas de viento, pues Maese Viento que clama en calma en sus dominios de los cielos interminables, de los cielos infinitos en una espiral de puntas que apuntan al fin del sentimiento que se pierde entre soles y soledades…
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Maese Viento, esto tiene que ser la felicidad, o lo más parecido a ella…
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Eso crees, humano, hoy me hablas sin ni siquiera saludarme.
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Maese, no te pongas invernal, por favor. Aquí y ahora me siento feliz, rodeado del todo, sintiéndome nada. Lleno del silencio de las cumbres que se debaten entre mis soledades…
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Pues no sé qué entiendes tú por silencio, humano, pues los otros humanos de la cumbre que se dicen a sí mismos montañeros, no paran de hablar sin mirar lo que les rodea.
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Maese, siempre poniendo el dedo en la llaga, es verdad que no se callan ni siquiera en una cumbre, pero no me rompas este momento por favor, no me pasas ni una. Ahora que soy feliz, que me siento feliz aquí y ahora…
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¿Feliz aquí?, humano, por estar en un monte helado mirando alrededor, esa es tu felicidad, ¿eso es lo que crees que es la felicidad?
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Joooo, Maese, qué difícil me lo pones, pues sí. Esa es mi felicidad, subirme aquí con mi esfuerzo para mirar alrededor, cada uno tiene su forma de sentirse feliz, y la mía es esa.
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Entonces, humano, me estás diciendo que si no estás aquí no eres feliz…
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No exactamente, ya me estás liando una vez más. Venga, pues dime que es la felicidad.
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Necio humano, lo sabes de sobra, dímelo tú.
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Vale, pues la felicidad es hacer lo que te gusta, es estar con quien te hace sentir bien,…la felicidad es pasarlo bien.
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Hoy estás muy perdido, necio humano, la jauría de voces que te rodean en tu cumbre te hacen perder el norte. Dime que es la felicidad de una vez, humano.
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La felicidad, Maese…, la felicidad es…, un sentimiento, que nace dentro de mí y es mía y solo depende de mí…
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Ya vas mejor humano, sigue, te vas acercando. Es algo más que un sentimiento, dímelo…
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Jooo, Maese, no se callan los otros montañeros, con tanto ruido no escucho mi interior, los voy a tener que echar de la cima para encontrar la felicidad.
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Después me dices que yo estoy invernal, humano, venga, lo sabes, dilo de una vez…
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La felicidad, Maese. La felicidad es una actitud en la vida, es tratar de sentirse bien en cada momento de la vida por muy malas que se pongan las cosas, es tratar de vivir cada momento como si fuera el último y vivirlo en el presente, sin irse al pasado ni al futuro, joooooo, me ha costado, es que no se callan, ¡es que comen barritas de lengua para subir la cuesta!, mal rayo les parta.
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Así es humano, la Felicidad es tu RESPONSABILIDAD y tu reto de cada día en tu vida, no lo olvides, la felicidad es conseguir que cada día nada ni nadie pueda romper tu paz interior…
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Vale, Maese. Indirecta captada. No voy a tirar a los parlanchines por el barranco…, todavía.
Parece que se han ido dos de los grupos ruidosos, no entiendo para qué suben, si no están aquí, esas conversaciones las puedes tener en la barra de un bar sin tanto esfuerzo, no tenemos conciencia del presente, menos mal que yo tengo a Maese para recordármelo, y lo bueno es que está en todas partes aunque solo se pone invernal aquí arriba.
Ahora que la cumbre está más despejada hacemos fotos y videos, parece que Maese está subiendo su voz, no nos quiere en la cumbre, Isabel ha quitado la piel de foca de sus esquíes así que tiene que bajar obligatoriamente, yo propongo acercarnos hasta una cumbre cercana llamada Punta Mala Cara (2271 m) antes de bajar definitivamente, y así hacemos…
Nos dirigimos hacia ella y se va metiendo la ventisca a medida que lo hacemos, el frío es muy intenso, Maese Viento parece que se ha enfadado porque le dije que quería tirar por el barranco a dos grupos de montañeros parlanchines, en invierno se lo toma todo muy en serio.
Hacemos fotos en la otra cumbre, y nos bajamos rápidamente de vuelta hacia donde nos esperaba Isabel, Maese Viento sopla fuerte y frío, mientras que decenas de cumbres se asoman en mis pupilas , entremetiéndose con su imagen, descubriendo el mundo ante mis ojos…
“Y en mis sueños eras tú…
Y llegamos tan alto
que bloqueamos el sol,
nadie puede tocarnos
nadie puede tocarnos.
Entonces, la dama polvo de estrellas
atrapó tus ojos.
Te alejaste de mí y me di cuenta.
La dama no tiene corazón.
La fama no tiene corazón.
Podríamos iluminar el mundo esta noche.
Sólo contraataca, no lo dejaremos pasar.
Lo veo claro y todo está claro
Todo depende de nosotros
Todo depende de nosotros ahora
Nadie dirá si brillamos demasiado
No puedo parar, vale la pena luchar
No puedo parar.
Todo depende de nosotros .
Todo depende de nosotros ahora.»
Royâ. copyright 2023. Letra de la canción del autor.
Todo depende de nosotros ahora, bajando del Canal Roya, pues en nuestros sueños estará para siempre…
Isabel nos espera hasta que llegamos a la cuerda, allí ella baja esquiando, nosotros casi corriendo por la nieve blanda mientras las sombras se van alargando poco a poco. Las siluetas se alargan de sombras mientras nos precipitamos poco a poco en el valle mientras al fondo del valle vemos las boiras esperando su ocasión que vendrá cuando el sol pierda su fuerza.
Volveremos directamente hasta Portalet para evitar el Km de carretera que hicimos inicialmente, Isabel dice que bajará de un tirón esquiando y luego ya nos alcanzará en el camino hasta el Portalet.
Vamos corrigiendo nuestra trayectoria hacia la derecha buscando las huellas que vienen desde Portalet, nos metemos en una hondonada mientras las boiras se van acercando, las boiras o nieblas se meten con el viento del norte, en Francia que parece que están muy nublados nos mandan sus boiras al anochecer…
Nos cruzamos con el grupo del Buitre Granalpino que iba el último dejando a sus chicos orientarse en la vuelta, le prometo que le mandaré la foto que le hice y que cuando vaya a Granada haremos alguna cosa juntos, sea así. Diría Maese Viento…
Y siguiendo a los chicos del Buitre que nos adelantaron se meten las nieblas, y ellos se van a la derecha en vez de la dirección de Portalet, César, Fidel y Angeloti iban pegados a ellos mientras Marga mira el GPS para decirme que nos vamos a perder en la niebla, para mi deleite personal…
Y así ha sido, nos esperó Angeloti para llevarnos hasta el grupo perdido de Buitre Granalpino, ellos discuten por donde se van mientras en silencio les observa su guía y yo, y a mi espaldas Angeloti ,Marga y César también discuten como volver a Portalet siguiendo el GPS de Marga.
Me encanta estar perdido en las Boiras, hoy es un día de felicidad, sabiendo que estas al lado del pueblo y el GPS te va a llevar sin problema, y sin él también llegaría sin problema, hoy todo es muy fácil, aunque no se vea nada.
Marga se ha caído dos veces, una de ellas por un terraplén de dos metros de altura mientras miraba el GPS, y yo simplemente estoy feliz con mis Boiras…
Se atisban los edificios de Portalet que parecen montañas fantasmagóricas entre las amenazantes Boiras, pero tenemos que cruzar antes un pequeño Barranco y saltar un arroyo para al final subir un talud de nieve en que Angeloti casi hace la croqueta subiendo.
Llegamos al aparcamiento y en su vehículo estaba Isabel esperándonos, estaba un poco preocupada de nuestra tardanza por nuestra pérdida en las boiras, benditas boiras…
Y tras parar en un Escarrilla repleto de nieve a comprar pan y algo de verdura para la cena nos volvimos hasta nuestro reino de Búbal para disfrutar con Isabel de una velada de cena con Secreto ibérico Extremeño, níscalos extremeños y patatas al horno de procedencia desconocida.
Ha sido un día inolvidable que hemos compartido con Isabel, cumplió con lo prometido de acercarnos a una cumbre con poco riesgo de aludes, aunque por el camino escuchamos cuatro de ellos, y me ha vuelto a prometer que subiríamos al Midi escalando por su cara norte, desde entonces ella está en mis sueños…
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