En la subida a la Alcazaba…, cuando los hielos y las nieves no detienen tus pasos…

publicado en: Rutas, Sierra Nevada | 5

“Cuentan las leyendas de la Montaña de Sulayr…

De una enorme cima  en su corazón perdida,

 de profundos y oscuros precipicios partida…,

dónde el viento se abate helado y distante…,

dónde la noche se llena de estrellas brillantes…,

y dónde jamás hombre alguno viviera plantado.

Y que ni un gran ejército bien formado y armado ,

 podría hacerse en cien años con su cumbre…,

y por ello los abismos  aclaman su nombre;

¡Alcazaba!, ¡Alcazaba! …la Reina de Sulayr.”

 Aún estoy en aquellos días y recién aterrizado, mis pies parecen no tocar  suelo, mi cuerpo ligero levita sobre el mundo, banal y absurdo, y  mi sonrisa no parece tener fin, nada parece poder perturbar mi estado de ánimo…

Sí, he vuelto, he vuelto de mis montañas, una vez más…, pero mi alma sigue allí, envuelta de silencio blanco, envuelta en la inmensidad que estremece y conforta, como paja que lleva el viento a su antojo para depositarla suavemente en el infinito…

Y una vez más antes del comienzo de la aventura, mis ojos estaban posados en Pirineos, tenía el sueño de subir al Posets, aquella cumbre de arista larga de azules y blancos que estoy deseando pisar, pero parezco maldición de  Pirineos, pues una vez más, cuando decido dirigir mis pasos hacia allí en Enero, un gran temporal se abate sobre ellos. Durante días seguí con esperanza los modelos matemáticos, en espera de que una probable ventana de tiempo nos llevara allí a Bene y a mí, pero el mismo día de nuestra salida, toda esperanza se enterró bajo mantos de viento, nieve y frío.

Y entonces, una vez más, mis ojos se posaron en Sierra Nevada, la Madre de mis Montañas, allí el tiempo iba a ser generoso, y tenía una gran deuda pendiente…, La Alcazaba, la reina de Sulayr, la montaña por excelencia de los montañeros de  Sierra Nevada, la fortaleza, la inexpugnable, la divina, la distante, la cumbre perdida, que curiosamente tenía la misma altura que el Posets…,3371 metros.

Era miércoles,23 de enero de 2019, Bene vino a recogerme a Villanueva de la Serena, poco después de las tres y media de la tarde, nos llevaría algo más de cinco horas para llegar a nuestro destino, la central eléctrica de Las Cebadillas en la Alpujarra Granadina.

Nos dispusimos a devorar los kilómetros con su furgoneta Mercedes que utilizaríamos de dormitorio, el tiempo estaba muy inestable, hacía mucho viento, y amenazaba de lluvia por algunos momentos, pasamos por Granada al anochecer, y un manto gris cubría Sierra Nevada impidiéndonos ver sus cumbres altivas, seguimos hacia la Alpujarra, y finalmente paramos en Orgiva y tras cenar en un “burguer” mejicano, decidimos dormir en las afueras del pueblo, junto al río, estaba ya muy oscuro, y mañana teníamos todo el día para llegar.

Amanece, desayunamos rápidamente y partimos hacia Pampaneira, el último pueblo del barranco de Poqueira, lo pasamos y cogemos la pista que llanea hacia la central con las cubres nevadas sobre ellas, todo el camino es nuestro, en los jueves la soledad se adueña de estos parajes.

Empezamos a andar un poco antes de las diez, hace frío y las rachas de viento nos recuerda el temporal que se abate por el norte de España, pasamos la central de Cebadillas tras admirar momentáneamente la curva de la gran tubería, empieza el sendero fuerte y nos hace entrar en calor, ya vemos la nieve y el refugio de Poqueira difuminado en la letanía, la senda baja  al río y cruzamos tres puentes mientras miramos asombrados cómo una cascada vierte su agua hacia arriba empujada por el viento, formando una pared de carámbanos en una roca adyacente, cualquier rincón te demuestra la belleza de Madre Tierra, …y tan mal nos portamos con ella,y con nosotros mismos.

Cruzamos el último puente y pasamos entre un laberinto de retamas, el cortijo de las tomas es el comienzo de la última y más fuerte rampa de la subida,mientras vemos  a la izquierda la figura plomiza del cerro de Los Machos culminando el barranco de Rioseco, vamos más abrigados, el viento sopla muy fuerte aquí, apenas hay nieve, hace un año nos cayó una nevada maravillosa en este punto…

Más nieve hay cuando nos aproximamos al refugio, y en tres horas ya habíamos llegado, nada más entrar nos encontramos un paisano de Don Benito, increíble, estaba esperando a sus compañeros que subieron al Mulhacén y nos cuenta cómo el día anterior trataron de llegar a la Alcazaba por el “Colaero”, pero el viento les hizo darse la vuelta,…la reina de Sulayr, indómita y distante, se resiste una vez más a ser hoyada por pasos humanos, mañana será diferente, espero…

El guarda del Refugio es Antonio, muy servicial y simpático, se prodiga en atenciones hacia nosotros,  nos dice que estaremos solos en el refugio hoy, como sucedió el año pasado…, hace un frío terrible, dudamos Bene y yo si salir a andar un poco más, pero las doce horas de marcha del día siguiente y el viento intenso nos hacen quedarnos junto a la chimenea que rezuma humo con cada racha de viento…

Llegan del Mulhacén los compañeros de nuestro paisano de Don Benito, se volverán para Alicante de donde proceden, Bene y yo les hacemos múltiples preguntas sobre la Alcazaba, hace 25 años o más que no voy por esa zona, aunque el “Colaero” me lo bajé en la integral de hace dos años, pero en verano es diferente…

Y la ruta normal de La Alcazaba desde el refugio te hace  subir a la loma del Mulhacén por pistas bien marcadas, para luego seguir hasta los tres mil metros donde te desvías hacia la derecha en busca de la senda que baja  a Siete Lagunas en unos doscientos metros de desnivel, cuando llegas a Siete Lagunas o sigues y las cruzas para llegar  hasta el “Colaero” para subir por una senda  que puede cargar mucha nieve o subes  a la Loma “Culo de Perro” para evitar los acúmulos de nieve, pues el viento hace su trabajo en  las lomas expuestas, sea como fuere se llega a la parte superior del “Colaero” y desde aquí se ven los  grandes hitos de La Alcazaba en una gran rampa final. Luego hay que volver por el mismo sitio, para llegar a hacer algo más de 20 kilómetros.

Se marchan y nos quedamos solos, la chimenea está casi apagada, en ese momento sale Iván el cocinero y nos dice que la va a acelerar, se acerca con un pequeño recipiente con un líquido de color rojizo y se aproxima a la chimenea, yo me aparto instintivamente, vierte el líquido sobre las brasas y los troncos, uno, dos, tres, ¡Plum!, un gran fogonazo de fuego que casi tira a Iván de espaldas y Bene salta atrás esquivando las llamas, que en dos segundos se vuelven a quedar rugiendo dentro de la chimenea, Iván casi se quema las cejas y nosotros nos reímos un rato, resulta que Iván es del Zaidín en Granada, donde pasé mi infancia, me pregunta si conozco a Juan y a Manolo, pero hace 35 años que me fui de allí…

Pasamos la tarde tranquilamente y cuando empieza a atardecer llega un montañero solitario, es Sam, es inglés, de Londres, trabaja en Facebook y se ha tomado un año sabático para hacer montaña, y no sabe ni “papa” de español…, pero nos cuenta que sube con su mochilón de 20 kilos desde Capileira, y para aclimatarse se hizo hoy 26 kilómetros de pistas hasta el refugio…, ¡Qué pedazo de aclimatación!, y mañana subirá al Mulhacén y dormirá en el refugio de la Caldera para al día siguiente hacer el Veleta y volver al refugio donde nos volveríamos a encontrar…

Salgo múltiples veces a ver la puesta de sol, como diría Bill Clinton, “la más bonita del mundo”, y a las siete y media cenamos estamos Sam, Bene y yo, Iván cocina como los ángeles, tres platos y postres, mañana nos lo mereceremos más que hoy, pues nos levantaremos a las cinco para tratar de avanzar de noche lo máximo posible, Sam me enseña su campo de entrenamiento, una escalinata de unos 20 escalones en una calle anónima, dice que la sube y la baja con una gran mochila…, prefiero mi elíptica.

 

Me doy cuenta de un pequeño problema, el “track” que me descargué desciende directo al refugio sin pisar pista, y de noche y con hielo, es complicado seguirlo, ya no me puedo descargar otro al GPS, así que Antonio nos explica en el mapa que tenemos que ir por la pista hasta llegar a una vereda para ahorrar las curvas del camino, pero si la seguimos nos lleva a la loma, para buscar allí la senda que bajará a Siete lagunas, tendremos que subir 600 metros en un primer momento pues el refugio está a 2500, y la senda baja a partir de los 3100 hasta los 2900 de Siete lagunas y desde allí todo subida, será divertido.

Nos subimos a acostarnos a la habitación primera, creo que era la Veleta, hace un frío terrorífico, hasta echamos vaho, me pongo guantes para dormir…, afuera hará más viento pero dudo que haga más frío…

El viento gime con fuerza, me acomodo en el saco, me traje el de exteriores, no me hará falta la manta, hará viento hasta el mediodía y luego tendremos día y medio de calma, lo justo para hacer la Alcazaba y el Mulhacén…, la suerte nos sonríe, una vez más, y una vez más, me quedo dormido envuelto en sueños y anhelos de blanco y azul cielo…

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Suena el móvil, son las cinco, el viento sigue rugiendo en el exterior, Bene baja a desayunar pues se lo dejó Antonio preparado, yo con mis intolerancias múltiples me conformaré con un par de barritas, no me atrevo ni a probar la leche hoy, nos preparamos con todo el equipo y salimos al exterior, son las seis de la mañana.

Bene sale disparado como siempre suele hacer al principio, se me resbala el frontal del casco y cae contra el suelo, parece que ha fallecido, no enciende, Bene sigue a su ritmo, yo voy lejos a oscuras, por fortuna una luna llena menguante me deja ver casi donde piso, hay mucho hielo, voy evitando lo que más brilla, pero no puedo alcanzar a Bene a oscuras…

Consigo apretar la marcha y situarme algo más cerca, a consta de arriesgarme a caerme con el hielo de la pista forestal, y cuando estoy más cerca es Bene quien resbala y cae de culo sobre una placa, se levanta rápidamente, no ha llegado a caer del todo, aprieta la marcha, voy buscando el desvío a la izquierda, pero no lo puedo ver sin frontal, espero que Bene lo vea. De repente se detiene y me espera, me dice que se le cayó la boquilla de la bolsa de hidratación al resbalar, me enseña el lateral de su abrigo, mojado,…ya helado, me dice que creía que yo llevaba una pequeña linterna en la mano por el reflejo del bastón y por eso no me esperó, suelta la mochila y se vuelve a buscar la boquilla, mientras me quedo manipulando el frontal tratando de arreglarlo, está muerto, no hay nada que hacer, da igual…, ya me acostumbré a la luz de luna.

Ha vuelto, desarma la bolsa y le quita el tubo para que no chorree, volvemos a andar, no vemos el desvío, salimos a una senda de nieve y dudamos, miramos nuestros GPS, están los tracks a la izquierda, hemos andado de más, teníamos que estar ya en la loma del Mulhacén, me pongo delante y encontramos un gran nevero que sube, la nieve se pisa bien, así que ascendemos por él, se ve un pluviómetro al fondo, estamos en la loma, el color arrebolado del amanecer empieza a dañar el negro nocturno, ya cada vez se ve mejor, no tendré que molestarme en apagar el frontal…

Tomamos la pista que sube a la cumbre del Mulhacén y seguimos los hitos que atajan las curvas, el amanecer nos sorprende en la loma del Mulhacén, será un día limpio y despejado, aunque el viento nos recuerda que estamos en la montaña…

Ya estamos metidos en el track, y ya empezamos a descender, la senda se aprecia bien, pues poca nieve hay en la loma, descendemos, ya es de día, vamos bien tapados, el viento nos viene de frente, el terreno es mixto, alternamos nieve, rocas y hielo, las botas rígidas dan seguridad a la pisada y por el momento son muy cómodas, estamos de estreno los dos, yo me las compré tras probar las suyas, una maravilla…

Llegamos al borde de Siete Lagunas, el viento es fuerte, pero el sitio es mágico, es de los lugares que sientes que un escalofrío se te sube desde los pies cuando cierras los ojos y te dejas llevar por el silencio…, aunque Maese Viento no estaba dispuesto a darnos ni un ápice de descanso…

 

Empezamos a bajar la fuerte rampa de Siete lagunas, pero tenemos que detenernos, es hielo, nos ponemos crampones por primera vez, con estas botas son muy fáciles de colocar y de quitar…, bajamos por la senda de hielo, estamos sobre el hielo que cubren las lagunas, Bene se me adelanta bastante, yo me quedo extasiado viendo los remolinos que me revuelven y se abaten contra mí, dejándome imágenes para recordar…

 

Nuestra idea inicial es cruzar Siete lagunas y subir por el Colaero, vamos siguiendo las huellas heladas de las raquetas  de los que estuvieron hace dos días, pero nos vamos hundiendo cada vez más, así que vemos un vestigio de camino a la derecha que nos subiría a la loma Culo de Perro, plan B, evitaremos  la nieve blanda…

Nos quitamos crampones, Bene va adelante, es terreno muy complejo, hielo, rocas y nieve blanda con poca profundidad, llegamos a la cuerda, más de lo mismo, rocas y rocas, que al pisarlas se levantan,  te vas tropezando de vez en cuando, Bene parece ir muy cómodo por aquí, yo…, mejor no pensarlo, de vez en cuando me paro y miro las vistas hacia Almería, el mar Mediterráneo, y el mar de plásticos, que flotan en El Egido…

Se nota el esfuerzo en la altura, y tras un repecho viene otro, y luego otro, la montaña es así, Bene va por la parte exterior que la nieve está venteada y dura, yo me meto por el centro y me encuentro una placa de hielo, me tengo que dejar caer unos metros hasta una roca y allí apoyado me coloco de nuevo los crampones…

 Sigo hacia arriba, me he enriscado, tengo que bajar de nuevo por donde vine, circunvalo el risco y me encuentro en la parte superior del “Colaero”, me asomo a ver el espectáculo de la cara Este del Mulhacén, Bene me espera más allá, estaría pensando que me había despeñado, pues tardé un poco en desenredarme del pequeño aprieto…

                                                                      Cara Este del Mulhacén sobre Siete Lagunas

                                                       Siete Lagunas desde el»Colaero»

Desde aquí se ve la cumbre, queda una pala enorme de nieve soleada, ya estoy a la altura de Bene, me quito crampones, tengo calor, me quito ropa, el sol calienta y el viento está silencioso…

Empezamos el último repecho, el más largo, voy buscando las zonas que no tengan acúmulo de nieve para no hundirme, voy algo adelantado a Bene, miro mis pies y paso a paso, subo y subo…, no sé cómo…, no me lo esperaba tan pronto… ¡Estoy en la cima!…, la cima de la Reina de Sulayr…

“Cuentan las leyendas de la Montaña de Sulayr…

De una enorme cima  en su corazón perdida,

 de profundos y oscuros precipicios partida…,

dónde el viento se abate helado y distante…,

dónde la noche se llena de estrellas brillantes…,

y dónde jamás hombre alguno viviera plantado.

Y que ni un gran ejército bien formado y armado ,

 podría hacerse en cien años con su cumbre…,

y por ello los abismos  aclaman su nombre;

¡Alcazaba!, ¡Alcazaba! …la Reina de Sulayr.”

Es difícil, muy difícil expresar con palabras lo que se siente…, han sido casi seis horas andando, ahora Maese Viento sopla duro y frío, mientras el Mulhacén y el Veleta nos miran celosos de nuestra pequeña hazaña…

 

Fotos y fotos, la visibilidad es perfecta, vemos hasta la Sagra aislada de otras montañas, los Filabres y otras tantas cumbres que se disipan en nuestras pupilas dilatadas de letanías y disfrute…

 

 

Hemos estado largo rato en los dos hitos de la cima, toca bajar, pero lo haremos directo a Siete Lagunas, al subir por la loma Culo de Perro nos subimos al Peñón del Globo y no es necesario, bajaremos como dice Bene “ por derecho propio”, por lo más empinado, pues es nieve soleada y blanda…

Por aquí se vuela, no hace viento, nos vamos dejando caer dirigiéndonos a una pequeña vaguada, hay zonas mixtas de rocas que pasamos sin dificultad…

 

Estamos paralelos a loma de Perro, que está sin nieve, pero creo que es mejor seguir dejándonos caer por la nieve, empinada pero blanda hasta llegar a la altura de la chorrera de Siete lagunas, todo va muy bien, vamos volando.

Queda sólo una última pala de nieve muy empinada para salir a la roca, creo que allí estará la senda que lleva a Siete Lagunas, me meto en la pala…, me paro,  me doy la vuelta, la nieve está muy dura no me gusta nada, Bene llega hasta  mi altura, prueba la pala y dice que no pasa nada que se puede pasar…, me quedo dudando, hay una buena caída de 50 metros y abajo muchas piedras esperando…, dudo si ponerme los crampones, pero Bene ya está muy adentrado, al final le sigo, no muy convencido, justo a la mitad veo que Bene se detiene, yo voy con el piolet asegurándome, pero él ni eso…, me dice que hay una placa gruesa de hielo, llego a su altura, ni siquiera se clava el piolet…, estamos en una placa de hielo y sin crampones…, me maldigo en todos los idiomas que sé, el ponerse los crampones es una decisión personal y no hay que dejarse llevar, no me gusta nada el hielo, busco un escape hacia abajo, hay más pendiente…, busco volver sobre mis pasos…, ahí colgado de la pared de hielo, no me gusta nada…, con lo bien que íbamos, Bene ha sacado el Piolet y está haciendo escalones en el hielo a base de golpes, me anima a seguirle, es un paso de cuatro metros y luego hay rocas, le hago caso, pero para llegar hasta sus escalones tengo que picar también, pico tres escalones y me meto en su escalera, voy clavando el piolet muy bien antes de dar un paso, dos pasos, tres, cuatro, ¡estoy fuera!, no te puedes relajar ni un momento en la montaña, en que “marrón” nos metimos, y lo malo que parece que a Bene le gustó…, no me voy a fiar más de él, yo no hice nunca escalada en hielo y menos  sin crampones…,¡Estos chicos del norte!, y eso que no es de Bilbao, que si no me mete en el hielo en chanclas…

Estoy en terreno de rocas y hielo, Bene está casi abajo, de repente lo veo resbalar y se cae sentado en una placa de hielo deslizándose unos metros, parando sin dificultad en las rocas, estaba casi llano…, me estoy poniendo los crampones, ¡Qué carajo!, que yo soy del sur y de ¡Secano!.

No se ha hecho daño, ha sido un pequeño susto, con los crampones puestos decido seguir sin bajar más, pues de frente es todo nieve y mirando GPS  fue un error bajar la placa de hielo, el camino de las chorreras está 50 metros más arriba, ¡Con lo bien que íbamos!, perdimos más de media hora en este desliz, Bene me dice que para a comer, yo no quiero bajar pues luego tendría que subir, le digo que siga un poco más y así no tengo que retroceder, me dice que no y se quita la mochila.

Avanzo por la pala de nieve hasta ver la chorrera de Siete lagunas, estoy en la altura, salgo de la nieve y me quito los crampones, Bene está unos cien metros más abajo y atrás de mí, le esperaré, me tomo un popurrí de barrita con gel naranja, y una pastilla de magnesio para los calambres, exquisito almuerzo,…casi vomito, esta noche no voy ni a dejar una migaja de lo que nos prepare Ivan…, estoy esperando a Bene, llegó a mi altura evitando la nieve, le pregunto si está bien, me dice que sí, está muy irritado, va muy deprisa, se coloca delante.

Le sigo, estamos en las chorreras, cruzamos la zona helada de la chorrera evitando el hielo, vamos hacia la subida que hay para salir de Siete Lagunas, está a la sombra, Bene va muy deprisa y no mira atrás, me va sacando metros de distancia, subo este tramo esquivando el hielo, cuando salgo de la zona complicada veo a lo lejos a Bene, sigue a su ritmo, parece que se va enfadado…

Queda una buena subida a la loma del Mulhacén, tengo un bajón, lo estoy pasando mal, me ha sentado fatal tanta barrita, pero sigo bebiendo e hidratando, cuando mi cuerpo se adapte, seguirá funcionando, ya me conozco, apenas veo a Bene…, no me hace falta para volver, los dos llevamos GPS y de día es imposible perderse…

Paso a paso, lento, rápido, no lo sé, mis pies siguen sus huellas entre el hielo y las rocas, entre la nieve y el suelo, persiguiendo el cielo, cielo azul que me toca los ojos, me cubre de luz y de cansancio, paso a paso, mi cabeza duda, otro más…, otro paso, cada vez que voy a pararme por el calor  a quitarme la chaqueta, Maese Viento sopla y me lo impide…,¡Maese Viento!

  • No te has enterado de nada, necio humano. Nunca lo harás…

  • Maese Viento, hoy lo estoy pasando mal, el camino se hace largo y la cuesta cada vez más empinada, ¡De qué tengo que enterarme, Maese, no estoy de humor!

  • Mira tus manos, humano…, qué ves.

  • No veo nada, Maese…

  • ¡Míralas!…, ¡Necio humano!…,¿Qué ves?

  • Las miro…, veo, Maese…, veo mis puños apretados.

  • Así es humano, míralas, pues tus manos son la esencia de tu perseverancia…

  •  Mi perseverancia en mis manos…, ¡pero si son mis pies los que andan!, no mis manos…

  •   ¡Deja de hacerte el necio más de lo que eres humano…!,bien sabes que seguirás adelante, los humanos tenéis uno de los poderes más fuertes del universo…, la voluntad, la persistencia, la fe…, llámalo como quieras…, y vuestro destino está en vuestras manos…, pues son ellas las que hacen y deshacen vuestro necio mundo,¡ Y deja ya de compadecerte a ti mismo pues frenas tus pasos…!

  • Tienes razón, Maese…, pues yo…

Yo solo soy un hombre sin destino,

que halla  en sus pasos su camino,

y si en mis huellas alguna vez no atino,

 deshago el rastro, hasta donde  me convino…

Pues solo soy un hombre sin sombra,

que tiene su refugio en las estrellas,

y mis sueños nacen…, de aquello que me asombra…,

y mi destino viene…, ¡siempre en  mis huellas!

 

He parado, me queda una cuesta, rebusco en la mochila y encuentro un pequeño bote de ceregumil, me lo tomo, y sigo andando de nuevo, veo contra el sol la silueta de Bene, no está tan lejos, seguro que de vez en cuando para y me busca de lejos…

Empiezo a subir el tramo final, me vuelven las fuerzas, he tenido una pequeña “pájara”, tan habituales en mí, pues soy intolerante a casi todo y tengo que ir mal alimentado en la montaña…, lo que no mata te hace más fuerte, estoy en la loma del Mulhacén…, empiezo a disfrutar, mucho, mis ojos ven lo que la noche me impidió, avanzo mientras las nubes surgen de repente desde abajo del valle, retorciéndose como si estuvieran vivas,  quedo embelesado mirando nubes y horizontes infinitos reflejados en la calidez del mar…

Acelero, me encuentro genial, ya mismo llegaré hasta Bene, sigue por la pista, podíamos haber tirado hacia abajo acortando, no me importa, estoy disfrutando muchísimo, en mi pequeño paseo de horizontes…

Llego a su altura, le digo que es mejor bajar recto, él me responde que le da igual, lo que quiere es llegar al refugio, estamos en el sitio por donde bajamos el año pasado,  me encuentro genial, no parece que lleve once horas andando…, tendré que mirar lo que lleva el ceregumil, con razón se me ponen los abuelos tan felices…

Bene, se para y come algo, lo espero, voy delante, pero va muy despacio, le espero de nuevo, me adelanto, espero, y decido seguir al ver que tira por otro lado, aprieto la marcha y ya veo el refugio, en cinco minutos llegaré, pero no quiero llegar solo, me siento en una roca y en unos minutos aparece Bene, le pregunto si está bien, pensando si se hizo daño en la placa de hielo que se cayó…, me dice que tiene las plantas machacadas por las botas rígidas y cree que tiene ampollas…, pues yo ni me acordaba de mis botas nuevas…

LLegamossssssss….

Son las cinco y media de la tarde…, esta vez no estaremos solos, hay un grupo muy numeroso de 15 personas, son muy jubilosos y ruidosos, da alegría verlos, también hay un grupo que quiere subir a la Alcazaba y un chico de Huelva, que quiere hacer su primera experiencia de montaña…, pero esas son otra historia…

Continuará…

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5 comentarios

  1. Francisco Morales Fuentes

    Preciosa literatura de Alta Montaña. Una jornada de disfrute, y no exenta de complicaciones, desde su inicio… como buena ascensión a una cumbre inhóspita y complicada.
    ¿Como se voló el frontal? Quizá no lo sujetaste bien con los clips azules del Elios. Siempre es aconsejable llevar un frontal de repuesto.
    Lo de las intolerancias es un fastidio. Nosotros siempre llevamos queso de oveja de la Serena (Campanario) y embutido, también extremeño. Nos da una energía estupenda. El huevo duro también es buena opción… y los frutos secos.
    Esa placa de hielo en la bajada me ha puesto nervioso hasta a mi, que estoy leyendo en casa.
    Espero que Bene no se haya enfadado, y sólo hayan sido discusiones normales de montaña… suele ocurrir.
    Un saludo, y gracias por esta magnífica redacción.

    • Fran Pascual

      Muchas gracias Franeto, me alientas a seguir escribiendo, lo del frontal una experiencia más, hay que sujetarlo bien al casco, un despiste con las prisas, los frutos secos son buena opción…,de la placa de hielo ni acordarme…, y a veces las cosas salen un poco peor de lo esperado, pero la verdad creo que nos salió el día casi perfecto. Saludos, querido amigo.